EL GUITÓN HONOFRE, LA NOVELA PICARESCA DE PALAZUELOS
Se cumplen cincuenta años de su edición en España
Se asoma Palazuelos a la antigua carretera salinera que desde Sigüenza y salinares aledaños condujo a tierras de Burgos a través de una gran parte de la milenaria Castilla; y se asoma Palazuelos a las centenarias torres de la catedral de Sigüenza, que se presienten próximas y que quizá, desde las alturas de su castillo o sus murallas, algún día se pudieron observar, y si no ello, al menos pudo alcanzarse a escuchar el sonido del bronce de sus campanas.
Es tierra, la de Palazuelos y su entorno, de sal y de historia. Tierra de vida en un entorno que se abriga de silencios, como la población se arropa por la centenaria bufanda de piedra que simulan sus dentadas murallas; con las puertas abiertas al campo, al monte o a San Roque.
Recuerdan esas murallas, puertas, castillo o entorno, la vieja y noble vida de tiempos medievales en los que, desde los almenares de su castillo, se asomaron a contemplar la vida los graves Mendoza; y, tal vez, poniendo un poco de atención, en medio del silencio, de la umbría que hacía el lavadero proyectan los muros y rondan la villa, pudiera escucharse el temblor de un viejo rabel acompañando el romancear de una historia de amores.
EL LIBRO DE PALAZUELOS (Pulsando aquí)
El autor del Guitón, Gregorio González
Es ya, al día de hoy, conocido que don Gregorio González, autor de la obra a la que hacemos referencia, El Guitón Honofre, fue nacido en tierras riojanas, en la localidad de Rincón de Soto, en 1575, hijo de Martín González y María de Mendizábal; sabemos que estudió gramática latina y con las primeras nociones y exámenes de ella se presentó en Sigüenza para continuar en su Universidad estudios superiores, quizá, haciéndose clérigo. Ello sucedía ya cuando el siglo XVI comenzaba a despedirse, pues finalizaba la década de 1580 y comenzaba la siguiente.
Sigüenza se encontraba en este tiempo en el apogeo de su gloria; paseada por decenas de clérigos, estudiantes y latinistas. Rivalizando en todo con las gradas académicas de Alcalá y Salamanca, ciudad está última en la que nos dicen los escritos que buscan sus raíces que, tras dejar Sigüenza, acudió nuestro autor a completar sus nociones académicas; allí se graduó bachiller en 1594, antes de tornar hacía tierras del sur, siendo fama que se licenció en Alcalá en torno a 1597.
A partir de aquí su vida será un vaivén, ya que pasará por ser administrador de los señoríos de los Ramírez de Arellano, Señores de Alcanadre y términos vecinos, en su Rioja natal.
Cuando la obra que legó a la historia fue editada, por ahora se cumplen los primeros cincuenta años, nuestro paisano y estudioso Sinforiano García Sanz, el primero en anunciarlo a la provincia, como librero de postín que entonces era, escribió: No sabemos quién fue este Gregorio González ni qué contacto tendría con Palazuelos para elegir este pueblo como cuna de Honofre Caballero, que así se llamaba el Guitón y cuenta en el principio de la obra que nació “en un lugar junto a Sigüenza que se llama Palazuelos y por mal nombre Engañapobres”, y continúa más adelante: “Causa que le llaman Engañapobres es porque el lugar es de brava ostentación, de cercas muy buenas y levantadas, adornadas con muy buenos torreones y un famoso castillo que las hermosea, de suerte que quien no le conoce, viéndole de lejos con aquella presencia poderosa, piensa que hay dentro los tesoros de Venecia y así a él acuden pobres como moscas”.
Una novela picaresca
La del Guitón la encuadran los entendidos en el mundo de la novela picaresca, siguiendo los pasos del Lazarillo de Tormes, y en la que se encuentran igualmente referencias a las tramas del Guzmán de Alfarache, de mateo Alemán; reflejando en sus páginas la España del tiempo que tocó vivir a su autor en época estudiantil, los años últimos del siglo XVI; fechándose la obra en 1604. Siguiéndose sin duda, a través de ella, los pasos de su autor: “Sustanciosa y llena de la mejor ley pícara se desarrolla la vida de Honofre en Sigüenza hasta que huye con más miedo que vergüenza. Tomó camino con altos sobresaltos y por Baides y Bujalaro llegó a Hita, donde en un mesón conoce a un estudiante al parecer principal, que iba a Salamanca y con él se acomoda y come como grande sin que le cueste un alfiler, y no explica por dónde, con su nuevo amo, llega a Salamanca”.
Antes de recorrer Castilla, pues de Salamanca pasará a Valladolid, y de aquí a Medina de Rioseco, junto a algunas otras poblaciones de sonoro nombre en nuestra historia, antes de concluir en su tierra natal de Logroño.
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Desdichas y aventuras de un manuscrito perdido
No se conoce la forma en que se salvó de la quema o desaparición de los siglos, ni cómo llegó a la Biblioteca de Lima, cuyo sello lleva el original del manuscrito, siendo fama que fue remitido al Virreynato del Perú en 1706 por un personaje de la corte de Felipe V; e igualmente se desconoce la manera en la que regresó a España, que pudo ser como botín de guerra en uno de los muchos asaltos de piratas, para terminar en una librería de viejos papelotes de París, en 1927, donde fue hallado por un estudioso literato francés, Paul Langeard, de nombre, que lo devolvió al lugar que le privaron las costuras del tiempo.
No obstante ello, la novela era conocida en España en el Siglo de Oro, citándose en los catálogos de los bibliógrafos Tamayo de Vargas y Nicolás Antonio. A pesar de que su rastro se perdió.
La obra, finalmente, vería la luz pública en España hace justamente cincuenta años; por vez primera, en 1973, en Valencia.
El Guitón, en Sigüenza y Palazuelos
Por estos días de 1974, poco tiempo después de la edición, Sinforiano García Sanz, desde su librería abierta en la calle de Fuencarral, de Madrid, daba cuenta a la provincia de la edición de la obra: “La extensa gama de la novela picaresca española (Lazarillo de Tormes, Guzmán de Alfarache, La Pícara Justina, Marcos de Obregón, El Donado Hablador, El Buscón, El Diablo Cojuelo, La Garduña de Sevilla, Estebanillo González, etc., y las dos de nuestro escritor alcarreño, Castillo Solórzano, El Bachiller Trapera y La Niña de los Embustes), hoy se enriquece con el libro a que vamos a referirnos, cuyo manuscrito se conservaba en la Biblioteca Pública de Lima, que luego, no sabemos por qué, apareció en Francia, y posteriormente en USA, donde se ha editado, aunque impreso en Valencia el pasado año de 1973. Se trata de “El Guitón Honofre”, escrito en 1604 por Gregorio González, natural de Rincón de Soto, jurisdicción de Calahorra, en La Rioja. Bueno, este señor escribe el Guitón y le da por cuna Palazuelos…”
A estas tierras dedica el autor de la obra los primeros capítulos de la novela, a más de situar en Palazuelos la nacencia: habrán de saber Vms. que yo nací en un lugar junto a la ciudad de Sigüenza que se llama Palazuelos…
Y nos retratará la Sigüenza de aquel tiempo, luego que abandonase la tierra natal: Como llegué a Sigüenza, que fue muy en breve por ser poca la distancia de lugar a lugar, luego pregunté por mi amo y, como no le hallase en casa, fuime a ver la ciudad; y, andando por ella atónito, como quien no había visto otra, llegué a la Travesaña, que es el nombre de la calle más principal y adonde está la contratación de los mercaderes…
Sin duda, una razón más para conocer esta tierra milenaria, plena de sorpresas en historia, monumentos e, igualmente, literatura universal.
Tomás Gismera Velasco/ Guadalajara en la memoria/ Periódico Nueva Alcarria/ Guadalajara, 24 de marzo de 2023
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