lunes, agosto 09, 2021

LA VARONA DE PAREDES, DE SIGÜENZA

  LA VARONA DE PAREDES, DE SIGÜENZA

Una mujer que hizo historia, en la frontera castellana

 


   Sin lugar a dudas, a no ser por don Félix Lope de Vega Carpio, quien en pleno Siglo de Oro rescató la figura de doña Mari Pérez del olvido, su nombre, y su epopeya, no hubiesen llegado hasta nosotros.

   Pero don Félix Lope de Vega, quien tantas obras teatrales y comedias del género histórico épico escribió, se nos permita la licencia de definir de esta manera alguna de sus obras, tituló una de ellas como: “Comedia Famosa de la Varona Castellana”. Obra en la que toman parte el infante don Vela; el escudero Ordoño, don Pedro de Lara, doña Urraca reina de Castilla, don Alfonso rey de Aragón y, claro está, doña Mari Pérez, o María Pérez Sotomayor, Villaneñe o… Varona. 

 


 

   Mujer a la que algunos autores compararon con la francesa santa Juana de Arco. Por fortuna, nuestra Varona no ardió en la hoguera y descansa, a la eternidad de los siglos, desde el XII o el XIII, en el monasterio de San Salvador de Oña (Burgos), bajo la inscripción de:

De los Godos vi salir, muy lucidos caballeros.

Dos hermanos en la lid, escogidos entre mil,

y una su hermana con ellos.

Esta es la brava Leona que en los hechos fue varón,

y al campo, y a su persona,

puso nombre de Varona, y ganó armas de Aragón.

   Junto a ella reposa el que fuera su marido, don Bela, o don Velasco, quien fuese infante del reino de Navarra por aquellos mismos siglos.

 

Las tierras de la frontera

   Las fronteras castellanas, cuando lo de la Reconquista, se fueron ampliando, pasando del Duero al Tajo tras las razias llevadas a cabo por aquellos nobles castellanos que fueron dominando de norte a Sur nuestra tierra.

   Una tierra que fue conquistada, según las cuentas, por las tropas que comandó don Alfonso de Aragón, marido que fue de doña Urraca de Castilla, o de León, que formaron matrimonio de conveniencia y, como suele suceder en tantos casos, no muy bien avenido. Mal genio cuenta la historia que gastaba el de Aragón, y mal genio, cuenta la leyenda, que gastó doña Urraca durante todos los años de su vida. No es de extrañar por tanto que, concluida parte de la Reconquista por esta parte de la serrana tierra de Guadalajara, la que llega desde Sigüenza a los hoy confines provinciales de Soria y Segovia, don Alfonso de Aragón partiese para su reino dejando a su mujer compuesta y sin marido. Después llegó el divorcio, la separación o el si te he visto no me acuerdo.


 

   Claro está que para obtener la separación en toda regla acudieron al Papa de Roma, que lo era Pascual II, quien no dudó en firmar la nulidad atendiendo a que ambos eran primos y no solicitaron, como paso previo al matrimonio, la dispensa correspondiente. Para doña Urraca, don Alfonso de Aragón era su segundo marido; anteriormente estuvo casada con don Ramón, conde de la Borgoña; y cuando la batalla de la Varona, andaba en tratos para contraer terceras nupcias con don Pedro de Lara; de ahí el cabreo del aragonés.

 

En Paredes se libró la batalla

   Parece que don Alfonso de Aragón recordó que él había conquistado las hoy tierras de Atienza, de extremo a extremo y Norte a Sur, y desde sus reinos de Aragón, con cumplido cuerpo de ejército, traspasó las fronteras, atravesó la hoy provincia de Soria y trató de llegar a través de la tierra de Atienza, a la de León.

   Al encuentro, por estas mismas tierras donde se libró la batalla, envió el rey Alfonso VII de Castilla y León a sus huestes, para tratar de detener las avanzadas de quien fuese su yerno, el rey aragonés, echando mano de todos los caballeros de armas disponibles y recurriendo, por supuesto, a quienes, nos cuenta el Doctor Alonso Arroyo, autor de las Genealogías Toledanas, eran sus primos hermanos, don Gómez y don Alvar Pérez, quienes entretenían sus días en sus posesiones navarras; y para acá vinieron, acompañados de su hermana, doña Mari.

   No se pone muy de acuerdo la historia a la hora de dar fecha a aquellos encuentros en los que, a la moda medieval, se retaban los caballeros y batallaban cuerpo a cuerpo, espada contra espada, hasta que alguno de ellos quedaba rendido bajo el peso de la armadura, atravesado por el filo del acero, o caía prisionero, teniendo que comprar su libertad a costa de perder una fortuna.

   Cuentan aquellas viejas historias que: “Como el rey de Aragón supo la ida del rey de Castilla con sus huestes, salió a recibirlos cerca de Paredes, en la villa de Atienza, y se trabó entre los dos ejércitos una muy reñida y sangrienta batalla, donde los castellanos hicieron valerosos hechos”.

   Tantos fueron que pusieron en fuga a las huestes del rey de Aragón, dejándose a la real majestad inmerso en la batalla.

   Por las extensas llanuras de Paredes, Morenglos, Alcolea de las Peñas o Cincovillas, se vieron correr en desbandada los caballos aragoneses con sus jinetes a los lomos. Perseguidos, como era de ley, por los castellanos. Cuenta la historia, o acaso la leyenda, que se hizo la noche, y en medio de la oscuridad batallaron, cuerpo a cuerpo, dos de aquellos caballeros, ocultas sus caras por las viseras de los cascos, embutidos en sus correspondientes armaduras.

   La lucha llegó al cuerpo a cuerpo, y “fue la batalla entre los dos muy reñida, tanto que no se pudieron vencer en gran parte de la noche, y entre los dos se comenzó de nuevo la batalla como si no hubieran hecho nada”. 


 PAREDES DE SIGÜENZA, CRUCE DE CAMINOS (Conócelo, pulsando aquí)

 

   Batalla que se inclinó del lado castellano. A sus pies quedó rendido el de Aragón, y aquí es donde, de nuevo, la historia se nos cuela para decirnos que “quitándole el yelmo de la cabeza para quererla cortar, la dijo el caballero: Cantad que soy el rey de Aragón, yo me daré por vuestro prisionero”, y así el aragonés salvó la vida.

 

Mari Pérez, la Varona de Paredes, ¿o de Baraona?

   Por supuesto que la vencedora era ella, doña Mari Pérez quien batalló y llevó prisionero al rey de Aragón hasta el real campamento castellano, donde descubrió su rostro ante el aragonés quien, sorprendido, conoció que fue hecho preso por una mujer.

   En aquellas fue cuando el rey de Castilla dijo lo de: Vos habéis hecho no como mujer, sino como varón, pues siendo mujer habéis hecho lo que no pudieron hacer muchos varones, desde hoy en adelante llamen a vos y al campo donde Dios nos ha dado la victoria, Varona.

   Más hubo, el rey la dio en matrimonio a aquel don Vela, o don Velasco de Navarra; y la hizo señora de Villaneñe, e incluso el rey de Aragón premió su gesto dándole sus armas.

   La disputa llegaría muchos siglos después, cuando a eso de la mitad del XIX llegó a la hoy población de Baraona, en la cercana Soria, el conocimiento de la historia de esta mujer, sin que faltase, a partir de aquí, quien tratase de enlazar a la Varona Castellana, con la villa de Baraona.

   La etimología del nombre de la villa soriana lo entrelazan los estudiosos de aquella ciencia con algunas raíces vascas y otras árabes, muy a pesar de que, a partir de aquella mitad del siglo XIX los cronistas de la villa, y los de Soria, trataron de entrelazar el nombre de doña Mari con los orígenes de la población, que es mucho más antigua que la propia Varona Castellana.

    El cronista soriano don Manuel Blasco y Jiménez escribió en 1909 que entonces fue cuando mudó Baraona su nombre primitivo. Y el también cronista don Manrique de Lara, que fue Inspector de primera enseñanza, escribió en 1926 que los sorianos para conmemorar el recuerdo de doña Mari, hicieron colocar en la veleta de la torre de la iglesia una amazona de metal, a la que el pueblo venera como símbolo de lealtad. Algo que sucedió en los años finales de aquel siglo XIX, cuando se arruinó la iglesia y un rayo destruyó la torre, teniéndola que levantar desde los cimientos.

   De lo que no cabe la menor duda es de que, como la historia cuenta, y recogió don Félix Lope de Vega, y antes don Alonso Arroyo, y después don Juan de Moraleda y Esteban, tenido por descendiente de la Varona Castellana, por Paredes se libró la batalla; así pues, la Varona Castellana lo ha de ser de Castilla, y de Paredes, de Sigüenza.

 

 Tomás Gismera Velasco/ Guadalajara en la memoria/ Periódico Nueva Alcarria/ Guadalajara, 6 de julio de 2021

 

 

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