LA ATIENZA DE LOS BRAVO DE LAGUNA
Fueron, sin
duda, la familia hidalga por excelencia de la villa
Los Bravo de Laguna y Medrano, como sus descendientes, fueron una de
aquellas familias de batallar constante, según nos la dibujan los anales e
historias que nos hablan del remoto pasado de Atienza, desde que doblado el
siglo XV comenzasen a aparecer en la historia de la villa con aquel Garcí Bravo
del que se nos cuenta fue Alcaide del castillo fortaleza y tal vez el origen de
una saga que se mantuvo en la población desde entonces hasta los albores del
siglo XVIII, dejando inscrito su nombre del lado de las hazañas de la vieja
Castilla.
Su centenaria casona, orlada
con los emblemas del apellido, ya unido al de Mendoza, alzada en la entonces
plazuela de la Reina, tal vez uno de los primeros arrabales de la Atienza
medieval, nos hace presente la figura de Juan Bravo, el capitán comunero, a
pesar de que la casa fue levantada cien años después del nacimiento de nuestro
capitán; del mismo modo que los restos del ábside de San Francisco nos hablan,
a poco que hurguemos entre sus piedras, de otros Bravo de Lagunas, sucesores en
línea directa, y paterna en la mayoría de los casos, del cabeza de la casa, del
primer Garcí Bravo que desde tierras sorianas, o seguntinas, que tampoco en
ello se pone la historia de acuerdo, llegó para aposentarse en suelo atencino.
Podemos igualmente
remontarnos en el tiempo, a los albores del reinado en Castilla de la reina
Isabel La Católica, para encontrarnos una Atienza dividida, como el resto del
reino, entre la fidelidad al rey coronado o la posibilidad de una nueva reina,
Isabel. Y si la historia es como se nos cuenta, o como la hemos leído,
tendríamos que introducirnos en la noche oscura, o tal vez bañada en lunas, en
la que el alcaide del castillo de Sigüenza, hechos tratos con algún criado de
quien entonces lo era del castillo de Atienza, Pedro de Almazán, lanzó la
escala para que por ella trepasen los hombres de Garcí Bravo y tomasen presos a
quienes en su interior se encontraban manteniendo castillo y villa a la
lealtad, si es que lo era, del rey destronado; colocándola bajo la corona de la
reina Isabel. Aquel gesto le valió a nuestro García Bravo el título de Alcaide
de la fortaleza, cuando corría el año de 1476. La crónica de Hernando del
Pulgar nos pinta a Garcí Bravo como omme
leal e de buen esfuerzo.
Dice al respecto el
historiador Layna, tomando nota de autores anteriores, que en la villa tuvieron
los descendientes de Garcí Bravo no poca influencia.
Por supuesto que aquel Garcí
Bravo que llegó a Atienza para ocuparse de la Alcaidía de su castillo no llegó
sólo, sino que lo hizo, como solía ser habitual, con toda su familia; esposa,
hijos y yernos, en caso de que los hubiese. De aquella manera García Bravo llegó
acompañado de, entre otros, su hija Magdalena Bravo de Lagunas y el marido de
esta, Diego López de Medrano; y si hacemos caso a las crónicas genealógicas, a
estos les acompañarían al menos tres hijos y dos hijas, Diego, Garci, Luis,
Catalina e Isabel. En Atienza le nacerían al matrimonio, al menos, otros cuatro
hijos.
Eran aquellos los tiempos
guerreros en pos de la conquista de Granada, en la que tantos personajes de las
familias Mendoza, Bravo o Medrano, gentes de Guadalajara y Soria participaron,
pues puestos a buscar parentesco, al final encontraríamos a todos unidos por
algún vínculo familiar.
Totalmente documentada a través de diferentes crónicas se encuentra
igualmente la intervención en la Guerra de Granada de nuestro Garcí Bravo y de
su yerno Diego López de Medrano, así como la muerte de ambos en los
preliminares del cerco a Granada, en Gibralfaro, hoy provincia de Málaga, en
1487, según la crónica de Diego de Valera: E los
cristianos avían recibido muy gran daño en el comienzo, e fueron dellos muertos
mas de cincuenta e otros feridos, entre los cuales murieron tres hombres
principales: Garci Bravo, Alcayde de Atienza; e Diego de Medrano su yerno e
Gabriel de Sotomayor, caballeros esforzados e de noble linaje…
Por su parte, Hernando del Pulgar
en su Crónica de los Reyes Católicos, ofrece la misma noticia en cuanto a la
muerte de Garci Bravo y de su yerno, a pesar de que a Diego le da el nombre de
Iñigo. Si bien también es cierto que en el epitafio de sus sepulturas en
Atienza, a donde fueron trasladados los restos en 1494, de donde surgirá la
duda del año de su muerte, figuraba que habían muerto en el cerco de Loja el 9
de junio de 1487.
Constan igualmente en los
árboles genealógicos de Diego de Medrano y de Magdalena Bravo de Lagunas la
relación del nacimiento de sus hijos a través del testamento de doña Magdalena
Bravo, dictado en 1531 en Atienza, y enterrada a su muerte en el convento de
San Francisco, junto a su esposo, el señor de San Gregorio, así como del
posterior de su hija, Catalina de Medrano, redactado igualmente en Atienza el
18 de enero de 1541. Larga estirpe:
-Diego López de
Medrano, heredero del mayorazgo paterno, y de la fortaleza de San Gregorio, en
las cercanías de Soria. Nació el 30 de julio de 1477.
-Garcí Bravo, heredero del
mayorazgo materno, nació el 20 de noviembre de 1478.
-Catalina de Medrano, dama de la Corte de Isabel la Católica, casada con
Hernando de Rojas Sandoval. Nacida el 31 de octubre de 1479 y fallecida sin
hijos, en Atienza, el 2 de diciembre de 1541, siendo enterrada en San
Francisco.
-Francisco de Medrano, nacido
el 15 de mayo de 1481, sin que se conozca la fecha de su muerte.
-María Bravo, nacida el 9 de
mayo de 1492, monja en Soria, conforme al testamento de su hermana Catalina,
sin que tengamos datos de su fallecimiento.
-Leonor, la otra hermana monja,
nació el 14 de junio de 1483, desconociéndose más datos en torno a ella.
-Luisa de Medrano, nacida el 9 de agosto de 1484 y fallecida en torno a
1514.
-Luis de Medrano, rector de la
Universidad de Salamanca en torno a 1511-12, nacido el 9 de noviembre de 1485 y
fallecido con anterioridad a 1527.
-Isabel Bravo, nacida el 6 de
enero de 1487 y fallecida después de 1531.
Extensa prole que a la muerte
temprana de don Diego de Medrano quedará un tanto desamparada, hasta que,
gracias a esa relación que desde tiempo atrás la familia Bravo de Laguna
mantiene en la corte, y en la cercanía de la propia Isabel La Católica, los
hermanos quedan al amparo de la reina.
Son numerosos los datos que
nos hablan de aquella relación, destacando quizá, de entre todos, a la
anteriormente aludida Catalina, quien llegó a ser dama de la propia reina, y a
quien igualmente se tiene por persona de elevada cultura para su época, de
quien consta comenzó a servir a Isabel de Castilla en 1497, permaneciendo junto
a ella hasta la muerte de la propia Reina, recibiendo por sus servicios 27.000
maravedíes anuales. Posteriormente Catalina junto a su marido, Hernando de
Rojas Sandoval, participó en la custodia, o cuidado, de la reina Juana I en
Tordesillas.
También anduvieron por Atienza, por estos siglos en los que los Bravo de
Laguna tintaron sus emblemas de gloria, unos cuantos alcaides delegados que en
el castillo situó quien tuviese el nombramiento real, el conde de Cifuentes. A
su sombra llegó hasta Atienza, y en Atienza desarrolló su arte literario, y
médico, don Antonio de Aguilera a quien se tiene por natural de Yunquera, y sin
embargo lo mayor y mejor de su obra se desarrolló, al parecer, en Atienza,
donde ejerció la medicina y dio a la imprenta un importante texto La Exposición sobre las preparaciones del
Mezul, impreso en 1565 y que como es lógico dedicó al conde de Cifuentes,
del que se declaraba físico.
De Atienza salía por esos tiempos Constantino del Castillo, para hacerse
fraile de la orden de San Benito en el convento de Santa María de Huerta, donde
escribió unas cuantas obras, casi siempre dedicadas a la enseñanza divina, y de
las que destacó sus Exercicios para la hora de la
muerte, y Práctica de la oración mental con avisos
importantes para ella y efectos espirituales sacados de consideraciones de los
principales misterios de la fé.
También fraile hospitalario de San Juan de Jerusalén fue fray Andrés de
la Mota, nacido en 1570 y que recorrió medio mundo antes de encerrarse entre
los muros del convento madrileño de San Juan de Dios, donde escribió su vida,
obra y milagros y donde quedó enterrado, en el altar mayor de aquella capilla.
La
Atienza, y el entorno, de los Bravo de Laguna, y Mendoza, de tan grata memoria.
Tomás Gismera Velasco
Guadalajara en la memoria
Periódico Nueva Alcarria
Guadalajara, 7 de agosto de 2020
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