sábado, marzo 02, 2024

LUZÓN Y LA FUNDACIÓN BOLAÑOS

 

LUZÓN Y LA FUNDACIÓN BOLAÑOS

Trató de dar estudios a los jóvenes del municipio, y hoy alberga un centro de cultura para el pueblo

 

   Nació, don Juan Bolaños Ayuso, en Luzón, en medio de la invasión francesa, dentro del seno de una familia acomodada, propietaria de numerosas tierras de labor en la comarca de Molina.

   Tas llevar a cabo en su pueblo sus primeros estudios, pasó al Seminario de Málaga para seguir la carrera eclesiástica continuando los pasos de su tío paterno, don Juan Bolaños Herranz, entonces canónigo, desde 1828, de la catedral de aquella ciudad, anteriormente fue párroco de la iglesia de San Pedro de Almazán. Del Semanario de Málaga salió clérigo Bolaños Ayuso, regresando a la provincia de Guadalajara en la década de 1830 para ocupar la parroquia de Mazarete, de la que pasó a la de Romanones, en donde se encontraba en 1842, y donde salió para ocupar idéntico ministerio en la provincia de Toledo, en Illescas, de donde partiría, en la década de 1850 hacía la capital del reino tras un breve paso por Cazorla (Jaén), y Valdemoro (Madrid), llegando a la capital donde, tras ocupar la parroquia de San Ginés pasó a la de San Millán, en donde ejerció desde los primeros años de la década de 1860 hasta su fallecimiento, en Madrid, el sábado 22 de enero de 1882, llegaría a ser predicador de la Reina Isabel II, y ser reclamado por la nobleza madrileña para sus actos litúrgicos, aumentando con ello su fama y, de alguna manera, su propio patrimonio, que emplearía, según su testamento, y tras dotar cumplidamente a sus familiares, en la famosa Fundación Bolaños, de Luzón, cuyos patronos, para desgracia de los luzoneros, nunca la pusieron en funcionamiento.

   El martes 24 de enero de aquel 1882 de su fallecimiento, tras celebrarse en la parroquia de San Millán los oficios de difuntos, su cuerpo salió en coche de caballos contratado al efecto, en dirección a Luzón, donde dispuso su última morada.

 


 Luzón, entre el Ducado y el Señorío; el libro de Luzón, pulsando aquí

Luzón, entre el Ducado y el Señorío

 

Juan Bolaños Ayuso, y su fundación

   Don Juan Bolaños Ayuso distribuyó sus bienes como mejor pudo y supo, a través de un cumplido testamento dictado dos años antes de su muerte ante el notario de Madrid don Fulgencio Fernández López, en el que, entre otras cosas, participaba que instituía una fundación, creando una capilla y dos escuelas, con viviendas para los maestros en el pueblo de Luzón, así como dos becas en el Seminario de San Bartolomé de Sigüenza.  Para llevar a cabo la obra propuesta dejaba parte de sus bienes, y nombraba albaceas, administradores-testamentarias encargados de cumplimentar la labor.

   Fue el arquitecto de las obras de la fundación don José Marañón Gómez-Acebo, quien, por delegación del resto de testamentarios, se ocupó principalmente, como se desprende de las informaciones posteriores de la prensa, de administrar la pequeña o gran fortuna del párroco de San Millán, hijo de Luzón. Don José Marañón, justo es decirlo, fue en su tiempo uno de los más prestigiosos arquitectos madrileños, autor de señaladas edificaciones como el Hospital Central de la Cruz Roja de Madrid, que en parte guarda cierta similitud con las obras llevadas a cabo en Luzón, así como, en la capital de la provincia, el palacio de la actual Diputación provincial.

   Lo curioso del caso de Luzón fue que, concluidas las obras de edificación, no llegó el momento de llevar a la práctica el deseo último del fundador, quien tal vez llevado de una excesiva confianza y buena voluntad, incluyó en el testamento una cláusula, mediante la que advertía que testamentarios y albaceas podían disponer de su capital, sin que nadie les pudiera pedir cuentas en ningún tiempo: En otra de las cláusulas y confiado el Sr. Bolaños en que su voluntad sería honradamente cumplida, hace constar que es su deseo que nadie podrá pedir cuentas a los Testamentarios y Patronos, y que si por circunstancias especiales, sucesos políticos, medidas financieras u otras causas los fondos y rentas de esta fundación fueren calificados como de Beneficencia o bienes del Estado como comprendidos en las Leyes desamortizadoras, quedan autorizados los Patronos para hacerlos suyos, negociarlos y enajenarlos, convirtiéndolos en otra clase de renta cuyos productos cubran las atenciones de la fundación.

 

 


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Luzón, entre el Ducado y el Señorío

 

   Lo que estaba sucediendo con la Fundación Bolaños de Luzón, fue denunciado públicamente por quien a la sazón desempeñaba el cargo de Auxiliar del Cuerpo de Estadística, Anselmo Sanz Serrano, quien llegaría a ser conocido autor de libros de referencia en Cuenca y Teruel, a la vez que cronista oficial de esta última ciudad. La denuncia ocupó durante varios meses las páginas de la prensa, dando cuenta de que lo deseado por Bolaños dio comienzo, pero no se encontraba momento de añadirle el punto final. Desapareciendo el caudal dejado para el bienestar de su pueblo.

   Como el escándalo fuese creciendo, al conocerse que habían sido enajenados los bienes que el sacerdote dejase en Madrid para poder costear con ellos, puestos a renta, los gastos de las escuelas, no tardaron en salir a dar explicaciones algunas de las personas involucradas en el asunto, culpándose unos a otros de la desidia con la que se había obrado; mientras, los edificios de la Fundación, veinte años después de darse por conclusas las obras, comenzaban a notar el paso del tiempo, degradándose sin que al parecer nadie se fijase en ellos. Incluso en algún momento comenzaron a ser desmantelados, poniéndose en venta algunas partes, como lo fueron las puertas de acceso, como se denunciaba el 23 de julio de 1911. Lo conocido hasta el momento es que habían desaparecido de las arcas de la testamentaría del Sr. Bolaños, en número redondos, noventa mil duros de aquellos tiempos, o lo que era lo mismo, cuatrocientas cincuenta mil pesetas, que suponían una auténtica fortuna en la España de 1911. Se conoció que el arquitecto Sr. Marañón fue el vendedor de los pisos que Bolaños dejó en Madrid para sustentar la fundación, persona a la que para aquel tiempo no se la podían pedir cuentas, puesto que había fallecido.

   Dos años después de la primera denuncia, en 1913, todavía se buscaba algún tipo de respuesta a lo realmente sucedido, mientras que escuelas y capilla continuaban degradándose por falta de uso.

   Tuvieron que pasar nuevos años de silencio antes de conocerse que los Tribunales comenzaban a investigar el caso. Sin embargo, y aunque se decía que la mayoría de los herederos por parte de la familia estaban conformes con la actuación de los patronos, ya fallecidos, uno de ellos, al parecer, ponía el asunto en manos de los juzgados a través del abogado guadalajareño don Miguel Solano: La acción se dirigirá contra los Patronos, que son el Obispo de Sigüenza, el Párroco de la iglesia de San Pedro de dicha ciudad, y los herederos del arquitecto Sr. Marañón, quien fue el encargado de construir las escuelas y al que el Patronato autorizó para enajenar los bienes, entre los que se encontraban dos magníficas casas situadas en Madrid…

   A las actuaciones que se llevan a cabo en 1917, a más de cuarenta años del fallecimiento de don Juan Bolaños, los herederos del arquitecto respondieron que, según una cláusula del testamento, no están obligados a dar cuentas…

   Años después, en 1923, perdida toda esperanza de que la justicia actuase, la casa de la fundación era cuartel de la Guardia civil.

   Fue lo último públicamente conocido, hasta la llegada del siglo XXI en el que, tras numerosas gestiones y la ruina de las instalaciones, los edificios de la antigua Fundación de don Juan Bolaños Ayuso, que nunca llegó a desempeñar la función que su promotor ideó, fueron recuperados para inaugurarse en ellos, tras la adecuación y restauración consiguiente, el Museo de las Escuelas de Luzón, con diferentes espacios para la historia, el costumbrismo y los personajes de la villa. Un Museo, como tantos, abierto a la visita cordial.

 

 

Tomás Gismera Velasco/ Guadalajara en la Memoria/ Periódico Nueva Alcarria/ Guadalajara, 1 de marzo de 2024

 

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