viernes, enero 10, 2025

LAS ANTIGÜEDADES DE VALDERREBOLLO

 

LAS ANTIGÜEDADES DE VALDERREBOLLO

Fernando Sepúlveda y Lucio se convirtió en descubridor de un poblado visigodo

 

 

   Doscientos años, se cumplen en este 2025, del nacimiento en Brihuega de un hombre sabio: Fernando Sepúlveda y Lucio, quien hizo que Valderrebollo entrase en el mundo de la arqueología;  también lo hizo en el de la novela histórica a través de la pluma de uno de los insignes escritores que han conocido las tierras de Guadalajara y, por correspondencia, España, Benito Pérez Galdós, quien más de cuatro renglones dejó escritos de su paso por aquí; a Valderrebollo lo incluyó en el tomo que dedicó al Empecinado quien, por estas tierras, descalabró gabachos.

   Cuando el siglo XIX se comenzaba a apagar otro tipo de sucesos llamaban la atención sobre la población atrayendo la mirada de curiosos; eran los resultados de lo que dio comienzo poco después de mediar el siglo, pues será a partir de 1866 cuando las voces dieron cuenta que por aquí se ocultaba algún secreto tesoro. El primer descubrimiento vendría a raíz de que la población adquiriese los terrenos del denominado Llano de San Pedro y comenzase el plantío de vides, descubriéndose, al llevarse a cabo las labores de arada, restos arqueológicos indocumentados, junto a enterramientos y monedas antiguas de todo tipo que harán que algunos arqueólogos, aficionados entonces a la numismática y antigüedades se trasladen al lugar. Después llegarían otros estudiosos, con más conocimiento sobre aquellas materias. Comenzando por el farmacéutico y primer cronista de Brihuega, Fernando Sepúlveda, quien estudiará el terreno, localizará algunas piezas y dará razón de los hallazgos a la Real Academia de la Historia, mediante informe y noticia que transmite, una vez llevadas a cabo las primeras indagaciones, el 13 de octubre de 1876.

   A lo largo de estos años el Sr. Sepúlveda logrará hallar numerosas monedas, junto con otros restos de una antigua ciudad o poblado, que atraerán al también arqueólogo y coleccionista de objetos celtibéricos, Constantino Domingo Bazán, quien en 1881 contará los trabajos llevados a cabo por Sepúlveda, y por él mismo, después de que, como apuntamos, Sepúlveda y Lucio entregue su primer informe a la Academia, siendo encargado de una nueva inspección y mayores noticias a través de la Comisión Provincial de Monumentos, orden que se emitirá el 5 de marzo de 1879.

 

 


 

El Oppidum Celtibérico de Valderrebollo

   Así tituló su trabajo Constantino Domingo, quien llegará a tener una fluida relación de amistad con Sepúlveda a través del interés que ambos tuvieron hacia las antigüedades, en un tiempo en el que estas se convirtieron en auténticos tesoros para los buscadores de fortuna. El descubrimiento de multitud de monedas en aquellas tierras de Valderrebollo corrió como la pólvora por las poblaciones aledañas, pudiéndonos imaginar que, desde aquellas, como si fuesen buscadores de hongos, decenas de vecinos se dedicaron por espacio de mucho tiempo a escarbar en las entrañas del terreno en busca del oro que los barbechos parecían esconder. No solo simples labradores u ociosos jornaleros; hasta aquí llegaron gentes de estudios y carrera conocida, entre quienes no faltarían el popular médico de Jadraque, primer historiador de las minas de Hiendelaencina, Bibiano Contreras, quien mantuvo en la población de su residencia un conocido museo de antigüedades y cosas curiosas, entre las que no faltaron piedras, fósiles o monedas antiguas.

   Don Constantino dio a la luz en la Revista de Ciencias Históricas el trabajo en el que daba a conocer este hallazgo cuando, procedente de Burgos, en 1874 se trasladó a Guadalajara, teniendo conocimiento de que por la ciudad corrían de mano en mano las monedas halladas en Valderrebollo, puesto que quienes las encontraban buscaban comprador en cualquier esquina. Arribando poco después a Brihuega, donde, casualidades del destino, entró en contacto con Sepúlveda: “estudioso e infatigable cronista de la villa y conocedor de las antigüedades y objetos dignos de mención en la mayor parte de la Provincia; tan ilustrado sujeto me proporcionó las noticias que yo deseaba; gran número de monedas, utensilios y efectos y una descripción del sitio de los hallazgos, visitado por él en distintas ocasiones. Antes de regresar a Guadalajara convenimos en mantener correspondencia sobre dicho asunto, proyectando un viaje cuya realización se efectuaría cuando hubieran terminado los disturbios civiles que a la sazón mantenían la guerra en el país”. Los disturbios no eran otros que los últimos coletazos de las guerras carlistas; la primera república y, finalmente, la proclamación como Rey de España de Alfonso XII, después del chasco de Amadeo de Saboya.

   La inspección final se llevaría a cabo en el ya dicho 1878, detallando el Sr. Domingo, en su viaje con Sepúlveda, lo que indudablemente fue una desaparecida ciudad; en la que se hallaron muros, situación de casas…, pude observar que este correspondía al de una importante ciudad por su gran extensión… Él mismo desenterraría con sus propias manos algunos objetos: “poco antes de oscurecer el día estaba seguro de haber encontrado las murallas de la ciudad, alguna torre de fortificación, o por lo menos restos de un edificio de gran magnitud cuyo perímetro una vez conocido nos permitiese excavar en el interior, obteniendo como recompensa de nuestra laboriosidad indicios epigráficos que nos diesen la clave de cual pudiera ser el oppidum cuyo nombre arrancábamos a golpes de azadón. No dudé ni un momento del éxito, durmiéndome acariciado por las más gratas esperanzas, en tanto que la atmósfera condensaba elementos más que sobrados para destruirlas; un temporal de aguas y vientos que duró muchos días hizo suspender los trabajos, debiendo regresar mi amigo a Brihuega y yo a Madrid sin conseguir nuestro objeto”.

 

Fernando Sepúlveda y Lucio

   Fue sin duda uno de los primeros investigadores que dio la provincia de Guadalajara en este tiempo. Y, como apuntamos, de los primeros en indagar en torno a la historia de Brihuega, en donde llevó a cabo numerosos estudios que, a su fallecimiento, el 10 de julio de 1883, quedarían inéditos. Había nacido en Brihuega en 1825; estudió Farmacia y dedicó a ella su vida, a la Farmacia y a las plantas. Junto a su hermano José, también Farmacéutico, dejaría impreso un completo trabajo en torno a la flora alcarreña, “Flora de esta provincia”, que mereció la medalla de plata en la famosa Exposición Provincial de 1876; Exposición en la que ambos hermanos presentaron, además, una enorme colección de plantas vivas, compuesta por 750 especies, por la que recibirían tiempo después la Medalla de Oro de la Sociedad Matritense. La obra en torno a la Flora de Guadalajara, quedaba integrada por 110 familias, 620 géneros y 1.890 especies. Su principal trabajo en torno a la arqueología sería el de Valderrebollo, que únicamente la muerte prematura pudo suspender, después de haber dedicado a él diez años de su vida. El informe que Sepúlveda emita en 1879 a la Real Academia de la Historia, será entregado para su estudio a don Aureliano Fernández Guerra el 29 de marzo de 1879, sin que, al parecer, la Real Academia se mostrase dispuesta a iniciar excavaciones en el término, quedando sin duda abandonada la prospección a lo largo del tiempo; tampoco la Comisión Provincial de Monumentos se debió de mostrar en aquel tiempo demasiado interesada en indagar qué fue de aquella desconocida ciudad.

   Los trabajos en pos de encontrar los hilos del pasado en Valderrebollo se reanudarían muchos años después, avanzado el siglo XX; pero ya el tiempo había ejercido como losa a la hora de modificar en parte el terreno, en el que continuaron, en los últimos años del siglo XIX e inicios del XX, los buscadores de tesoros tratando de hallar monedas antiguas. Quizá algún día conozcamos algo más, nunca será demasiado tarde. Lo triste es que hubo gentes que batallaron por encontrar la línea de nuestra historia y, tal vez por falta de medios, la suerte les fue esquiva.

 

Tomás Gismera Velasco/ Guadalajara en la memoria/ Periódico Nueva Alcarria/ Guadalajara, 10 de enero de 2025

 

 

Historia de Valderrebollo. El libro, pulsando aquí 

Más sobre Valderrebollo,aquí

viernes, enero 03, 2025

YA VIENEN LOS REYES MAGOS

 

YA VIENEN LOS REYES MAGOS

Una gran cabalgada, acompañada de su Belén Viviente, se aproxima a Guadalajara y su provincia

 

  No son muchas las noticias que en nuestras pasadas páginas periodísticas, remitiéndonos a los inicios del siglo XX, o al XIX anterior, podemos encontrar en torno a la Cabalgata de Reyes, o los ya más que tradicionales Belenes Vivientes, que, por nuestros pueblos, en estos días, se desarrollan y lo han hecho a lo largo del mes de diciembre. Sin duda, del Belén Viviente más antiguo que tenemos noticia es el relato que dejó para la historia el cronista provincial D. Antonio Pareja Serrada, sucedió en Brihuega, mediado el siglo XIX. Aquí se formó a la entrada del Ayuntamiento, aprovechando los entonces soportales para convertirlos en la “Cueva” o establo de Belén. Nos contó nuestro cronista, cuando los hechos de que hablamos un chiquillo que no levantaba cuatro palmas del suelo, que con los ojos como platos vivió aquello la chavalería.

   Que para aquel día en el que en Brihuega se montó el Belén se aprestaron a preparar en las cocinas los famosos “nochebuenos”, que eran dulces entonces al uso y que, al cabo de la noche, iluminada la del 24 de diciembre en que tuvo lugar la representación a base de teas y otros artefactos, fueron apareciendo en la plaza las figuras que componen el “misterio de la Navidad”: “iban los tres Reyes Magos, que eran D. Mateo Gómez, D. Segundo Torres y D. José Casas, padre de mi querido amigo D. Ramón; recuerdo que el tío Dioz, iba de paje del rey negro, y Salido, conducía el caballo del rey Melchor. La comitiva había tomado por modelo el cuadro de la Adoración de los Reyes que existe en Santa María, aproximándose todo lo posible a la tradición…”. Añorados recuerdos…

 

 


 

La Cabalgata de Reyes, en Guadalajara

   Ya no hay otras noticias en la prensa, que tanto nos sirve de cronista para casos semejantes, o sea, la datación de eventos en nuestros pueblos, hasta que, iniciado el siglo XX, en 1902, la crónica nos recuerda que la noche del 5 de enero: “recorrió las calles de la población una numerosa comitiva que simulaba a los Reyes Magos”. No hay más, a pesar de que conocemos que, algunos otros años, la comitiva, integrada por alumnos de la Academia de Ingenieros Militares, salió a las calles a repartir alegría y emoción. Que debió desbordarse cuando, en 1915, volvió a salir la comitiva de reyes con su corte, previo el correspondiente reparto de juguetes y regalos “a las clases menesterosas”, por parte de los miembros de la Nueva Peña del Casino que, para el año siguiente, cortó las calles, con los magos repartiendo caramelos: “causando entre chicos y grandes gran impresión”; después, el reparto de regalos.

   El maestro de Berninches, don Miguel Pérez Saiz contaba, en 1936, que en las grandes ciudades se celebraban por entonces cabalgatas de reyes que traían la ilusión a los pequeños, y se preguntaba el porqué de que no llegasen a los humildes pueblos; pues también en ellos los niños tenían derecho a vivir la fantasía. A pesar de que la cabalgata de Guadalajara parece que había pasado a la historia años atrás. No volvería a celebrarse hasta 1940, cuando la Organización Juvenil representó en la ciudad el Misterio de la Navidad, saliendo al anochecer del 5 de enero del Parque y Maestranza de Ingenieros, precedidos los reyes por comitiva ciclista, y el farmacéutico D. Diego de Bartolomé Medrano, a lomos de brioso corcel, como maestro de ceremonias. La comitiva real sería recibida por las autoridades civiles y militares a las puertas del Gobierno Civil, antes de continuar hacia el comedor del Auxilio Social, centros de caridad y Hospital Provincial.

   En 1943, con presencia de algunas carrozas de los pueblos comarcanos, la cabalgata saldría de la plaza de Toros; al igual que al año siguiente, siendo acompañada de pastorcillos y personajes afines al Belén; deteniéndose, como siempre, en la Casa de la Misericordia; incluso ocasiones hubo en las que los Reyes se acercaron a la Prisión Provincial, a dejar regalos a los hijos de los presos que con sus padres o madres penaban. Para 1951 la Cabalgata salía de la Delegación Provincial del Frente de Juventudes; iniciándose, a partir de la década de 1960 un mayor despliegue de medios: En 1961 ya acompañaban a los Magos de Oriente, que adoraron al Niño Dios en Santa María, un escuadrón motorizado de la Guardia civil, la banda de tambores y cornetas del Regimiento de Ingenieros, las agrupaciones folclóricas y de la Sección Femenina, la rondalla de la Salceda de Tendilla, e incluso la Banda Provincial. En 1965 los Reyes llegaban motorizados en vehículos descapotables y dos años después en un helicóptero fletado en la Base Aérea de Torrejón.

   Cabalgata que continuaría celebrándose en el tiempo, modificándose algunos aspectos, engrandeciéndose otros, hasta llegar a nuestros días.

 

Y en los pueblos de la provincia, también

   No solamente llegarán en este tiempo las cabalgatas de Reyes a la capital; siguiendo su ejemplo surgirán en algunas otras poblaciones, comenzando por Sigüenza, de donde ya tenemos noticia de la celebrada en 1960, organizada por su Ayuntamiento y el Frente de Juventudes de la ciudad; en aquella ocasión abría la marcha la banda de cornetas y tambores de la Falange, y la cerraba rondalla “Tradición seguntina”; también llegaron en este mismo año a Ciruelas, por carretera y precedidos de una escolta de motocicletas; a Romanones y a Trillo, representando a los magos el administrador de Correos, D. Isidoro Ruiz; el jefe local del Movimiento, D. Bernabé Mayoral; y el apoderado de Santa María de Ovila, D. Joaquín Díaz Lalanda.

   Sigüenza sería, para los pueblos de Guadalajara, el eje desde el que partirán las nuevas ideas que lleguen a los pueblos; por estos años primeros de la década, la cabalgata de reyes seguntinos salía del grupo escolar Martín de Vandoma para concluir a las puertas del Ayuntamiento

   En 1964 ya salían los magos a las calles de Jadraque, organizada la cabalgata por algunos de los elementos culturales más significativos, antes de que se hiciese cargo de ella la Asociación Reconquista; y en 1965 recorrían, arropados por un par de miles de personas, las de Molina de Aragón, partiendo de la Cuesta del Coso; en 1981: “Los Reyes desfilaron por las calles en tres carrozas, luciendo hermosos atuendos confeccionados por vecinas del pueblo”. A Atienza lo hacía en 1966, con la intervención del párroco D. Alejandro Tabernero, D. Ceferino Garcés y D. Juan Valero, integrantes en parte del Servicio de Ordenación Rural.

   De Brihuega salían, en 1969, de la antigua y Real Fábrica de Tapices, para después de recorrer la villa, dirigirse al pueblo desde los balcones del Ayuntamiento; la cabalgata en Brihuega ya se venía celebrando, al menos, desde 1967, iniciando el recorrido en el cerro de San José, para llegar al paseo de María Cristina, donde se recreaba el Belén Viviente bajo la dirección de D. Alejandro López, después, desde el balcón del ayuntamiento, los magos saludarían al pueblo.

   Para los inicios de la década de 1970, la cabalgata de magos recorría otras muchas poblaciones, y comenzaría a extenderse por la Campiña, la Alcarria y la Serranía, llevando la ilusión a los chiquillos de nuestros pueblos a lomos de caballos, vehículos motorizados de todas clases; o llegando por el aire a la comarca de Alarilla; o a través de las aguas a las poblaciones que quedaron al borde de las de los pantanos. Sin duda, en todas las caras no faltaban la esperanza y la ilusión de que los magos de Oriente cumpliesen con aquellas peticiones que, desde cualquier parte, se les hacían. Seguramente que semejan las de hoy; la letra poco cambia. Que los deseos, se cumplan.

 

Tomás Gismera Velasco/ Guadalajara en la memoria/ Periódico Nueva Alcarria/ Guadalajara, 3 de enero de 2025

 

 

 

 


 Juan Martín el Empecinado, y la Guerra de la Independencia en Guadalajara, el libro, pulsando aquí