viernes, diciembre 16, 2022

LA TIERRA DE JADRAQUE

LA TIERRA DE JADRAQUE

El 15 de diciembre de 1434 se constituyó uno de los mayores señoríos de la provincia de Guadalajara.

 

   El 15 de diciembre de 1434 tenía lugar la firma de uno de los documentos que más prosperidad llevarían en el futuro a la Tierra de Jadraque, y a la propia Villa, cabeza después del condado del Cid. Villa que cuando aquello sucedió, convertirse en cabeza del condado, a finales de aquel siglo XV al que nos dirigimos no era, en líneas escritas por quien fuese cronista provincial, Francisco Layna Serrano, sino una pobre aldea del entorno. Hasta que, lograda la tierra ambicionada, en ella se fijó el Gran Cardenal, don Pedro González de Mendoza, sobre su cerro mandó alzar el imponente castillo que es más que probable que no viese concluido y… el resto, ya lo conocemos.

   Aquel 15 de diciembre de 1434 los reyes de Castilla, pródigos en hacer mercedes, entregaban una parte de la entonces tierra de Atienza, los sexmos del Bornova, del Henares, de Yela y de Durón, como regalo de bodas, a una de las parientes de la reina consorte y señora de la tierra de la que se desprendía, doña María de Aragón, o de Trastamara, hija del rey aragonés Fernando el de Antequera y consorte del desdichado monarca castellano Juan II.

   Quien recibía las tierras no era otra que María de Castilla, su pariente y camarera real, al disponerse su casamiento con otro pariente del Rey don Juan, quien aprobó con su firma el regalo, don Gómez Carrillo, de los Carrillo de Acuña que tanta letra dejaron en los anales de la historia.

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Los cuatro sexmos

   Los cuatro sexmos que los nuevos contrayentes recibieron, y que habían de permitirles llevar con sus rentas vida de reyes, con holgura y sin estrecheces, dadas las que les debían producir, fueron los comprendían cada uno de ellos sus correspondientes aldeas, y cada una de ellas sus pecheros. Cerca de cien poblaciones, entre aldeas, villas y lugares, desde las estribaciones del Alto Rey, a las márgenes del Tajo. Desde los confines de la provincia de Guadalajara con las de Segovia y Soria, hasta los límites de Cuenca.

   Con anterioridad tan sólo, en grandes cifras de población, se había desgajado del común de Villa y Tierra de Atienza, la que formaría con posterioridad el ducado del Infantado, cimentado sobre las villas de Alcocer, Salmerón y pocas más.

   El sexmo de Durón comprendía las aldeas y villas de Budia, Valdelagua, Picazo, El Olivar y Gualda. El de Yela incluía algunas aldeas cercanas a Brihuega; mientras que el del Henares abarcaba, al igual que el del Bornova, a la mayoría de poblaciones ribereñas de ambos ríos, hoy apellidadas con el uno o el otro.

   A la muerte de Gómez Carrillo heredó estos pueblos su hijo Alfonso, Guarda Mayor del rey Enrique IV y de los Reyes Católicos, señor de Pinto y Caracena, por matrimonio con la dueña auténtica de estos lugares. Este Alfonso Carrillo de Acuña fue durante su juventud verdadero tarambana como diría el cronista Layna, llevándole las francachelas a desamparar la administración de sus cuantiosos bienes hasta el punto de vender la mayoría para pagar deudas contraídas, cuando no los cambiaba caprichosamente perdiendo con frecuencia con el trueque, al que lo llevaba la necesidad; a tal punto llegó su desorden que en pocos años perdió el gran estado en que sucedió a su madre. Vendió a Doña Brianda de Castro, mujer de Don Iñigo de la Cerda, las poblaciones de Villaseca, Aragosa, Mirabueno y la villa fortaleza de Mandayona; al conde de Cifuentes las de Gárgoles, Sotoca y más tarde Henche, Solanillos, El Villar, Fuentepinilla y Ureña del Campo; después adquirió García de Torres, alcaide de Medinaceli, las de Renales y Alaminos, hasta que llegó la hora de hacer otra operación financiera con las tierras de Jadraque y sus sexmos… Después de que los Reyes Católicos, tal vez por no mermar los intereses de los Mendoza, prohibieran a los condes de Cifuentes adquirir más tierras de las pertenecientes a los señoríos de los Carrillo.

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La jugada maestra del Cardenal

   Apenas media docena de lugares recibió don Pedro González de Mendoza como herencia de su padre, el gran Marqués de Santillana, don Íñigo. Media docena de lugares, que le dieron el juego suficiente como para hacerse con la propiedad de estos sexmos.

   Fue en aquellos desdichados días de las guerras civiles castellanas, cuando se discutía por el derecho a la corona de las princesas Isabel (la Católica), y Juana (la Beltraneja); la balanza se inclinó a favor de La Católica, perdiendo la partida quienes apoyaron al rival contrario, y entre aquellos perdedores se encontró don Alvar Gómez de Ciudad Real, señor a la sazón del castillo y villa de Maqueda a quien, para que no lo perdiese todo en base al castigo real, propuso nuestro Cardenal trocar aquella villa por las suyas de Pioz, Atanzón y sus vecinas. De ellas quedó dueño don Alvar; de Maqueda y su castillo nuestro Cardenal Mendoza quien, seis meses después de firmar aquel primer trato, en la primavera de 1469, firmó con Alfonso Carrillo el segundo y de más sustancia, trocando las tierras de Maqueda, en el otoño de aquel mismo año de 1469, por los sexmos del Bornova, el Henares, y lo que quedaba de las tierras de Yela y Durón, creando así la Tierra de Jadraque y su condado del Cid.

   Y no le fue del todo bien al nuevo señor de Maqueda, don Alfonso Carrillo. Poco tiempo después perdería villa y castillo en favor de la Corona.


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La donación

   Todavía parecen resonar en los anales de la historia las voces de los escribanos, dando cuenta de la voluntad real, a favor de María de Castilla y su marido, Gómez Carrillo: …fago a vos, los dichos Gómez Carrillo e doña María, graçia e merçed e donaçión para sienpre jamás por juro de heredad, de los lugares que se syguen, que son de la mi villa de Atiença: primeramente el lugar de Mandayona e El Olivar e Durón e Budia e Valdelagua e Enche e Gualda e Sotoca e Gárgoles de Yuso e Gárgoles de Suso e Fuente Pinilla e Solanillos e El Olmeda del Estremo e Moranchel e Massegoso e Las Ynviernas e Alaminos e Cogollor e Yela e Almadrones e Mirabueno e Aragosa e Utande e Villaseca e Castrejón e Bujalharo e Xadraque e Xedrueque, lugares poblados de la mi villa de Atiença. E otrosí Picaço e El Peral e Peña Ravia e Minbrellano e El Villar e Ferreña e Val de San Martín e Pumarejos e Pinilla e Terradillos e Palaçio e Çeuita e Vallunquer e Villanueva e La Tovilla e la Casa Manuel e Almadrones de Yuso e Fontanares e Arançe e Matilla e Henarejos, lugares que son yermos e despoblados de la dicha villa…

 

Y el trueque

   Del mismo modo que, desde el cerro de Jadraque, perdiéndose la mirada a través de las poblaciones que fueron y son su tierra, desde Hiendelaencina a Bujalaro y Riofrío del Llano a Villares pasando por Robledo y tres o cuatro docenas más, la grave voz del Cardenal don Pedro dictando su contrato de trueque: Nos, don Pedro Gonçales de Mendoça obispo de Siguença seguramos e prometemos a fe de prelado e cavallero a vos el señor Alfonso Carrillo de Acuña, nuestro sobrino, que vos damos realmente e con efecto, la nuestra villa de Maqueda e su fortalesa e lugares e tierra della, con todos los heredamientos que en la dicha tierra e juridiçion de Maqueda…

   Después, para la tierra de Jadraque, vendría la grandeza de pertenecer a una gran casa, la de Mendoza, incorporados que fueron los sexmos al ducado del Infantado. Todo había comenzado un 15 de diciembre, seguramente entre frío y nieve, de aquel lejano 1434.

 

Tomás Gismera Velasco/ Guadalajara en la memoria/ Periódico Nueva Alcarria/ Guadalajara, 16 de diciembre de 2022

 

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