viernes, octubre 14, 2022

CANTALOJAS EN EL OTOÑO SERRANO

 CANTALOJAS, EN EL OTOÑO SERRANO

Este sábado Cantalojas reúne, en el Día de la Sierra, la esencia serrana de Guadalajara

 

 

   La tenue luz del otoño se viste de dorado por estos días que comienzan a encogerse por el último extremo de la provincia, el que se funde con la tierra castellana, la de siempre, la de los poemas, la del Cid Campeador, la de las glorias de Burgos, de Soria o de Segovia, de Salamanca también, y de Palencia e incluso de León y Zamora; por supuesto que también de la santa y amurallada Ávila, de rezos y de cantos; llegando a Valladolid, a cuya Chancillería hubieron de recurrir los pueblos de este rincón eterno de la Guadalajara de siempre, la que, desde que se tiene memoria, fue Castilla.

   Cantalojas fue pueblo que unió con el pasar del tiempo el estandarte de las dos Castillas, vieja y nueva, pues fue Cantalojas, con alguna de sus poblaciones vecinas y su aneja de Villacadima, población que por derecho perteneció a alguna de las más sonadas provincias de la historia de Castilla; la romanceada de Segovia y la inmortal de Burgos por su extremo de Aranda de Duero. 


 

   Los papeles políticos la unieron con el pasar del tiempo a la tierra de Guadalajara, sin dejar de ser uno de los flecos más importantes de la tierra de Ayllón, la que señoreó el hidalgo, guerrero y adalid de las letras castellanas, don Álvaro de Luna, quien dejó los enriscados peñascos de Cañete, para gobernar con pulso firmo y mano en la cruz de la espada los ejércitos castellanos de su rey, el mismo rey que, en Valladolid, lo entregó al verdugo para que le quitase su vida en el cadalso. A don Álvaro, el de Luna, le hubiese gustado conocer que, muerto él, su apellido se extendió por Guadalajara mucho más de lo que hubiera imaginado; su apellido, a través de su hija, se unió por los siglos de los siglos al imperio ducal de los Mendoza, al Infantado.

 

Cantalojas, vestida de otoño

   Los suaves y encrestados montes que se tienden desde Cantalojas hacía tierra de Ayllón y de Riaza o Sepúlveda, se doran por estos días del otoño. El hayedo muestra, sin duda, lo mejor de su estampa al desprenderse del intenso verdor y cambiarlo por el del oro viejo, que tanto conjuga con esta tierra.

   Es por estos días, en este mes de octubre, cuando a Cantalojas llegan algunos de los fastos que han de sacar al pueblo del silencio.

   Desde la mitad del siglo XX se viene celebrando, ya ha pasado el día, la feria de ganado, una de las escasas que se mantienen en el calendario festivo, o agrícola y ganadero, de la provincia de Guadalajara cuando, tiempos hubo, las ferias de otoño poblaron las grandes villas provinciales. Las ferias de otoño, que por estos días bullían, y las de primavera, que traen el despertar a las nuevas cosechas han pasado, prácticamente, a la historia del folklore y etnografía locales.

   La recién celebrada feria de Cantalojas comenzó su andadura en 1948, cuando las ferias provinciales comenzaban a desprenderse de las hojas de los calendarios; más tarde llegaría, para Cantalojas, el descubrimiento de su hayedo; para la inmensa mayoría de las gentes de la provincia primero, y de España después.

   Recién comenzada su andadura el siglo XXI nacería la Asociación Serranía de Guadalajara, que por estos días ha tejido su cordón tradicional aquí, en la Cantalojas que se viste de otoño y bronce, y de oro viejo, para que mañana sábado descubramos el latido de la sierra.

 


 

 

Un día para la exaltación serrana

   Sí, en Cantalojas ha de celebrarse mañana sábado el XV Día de la Sierra. Quince jornadas ya de una festividad que nació para cantar las bellezas de los pueblos que rodean este rincón casi mágico y siempre mítico de la Serranía de Guadalajara. La festividad, pues tal se nos antoja, ha pasado ya por catorce localidades serranas, a cada cual más atrayente, y ha contado, desde sus orígenes en Hiendelaencina, hace quince años, con el respaldo y el aplauso de las gentes que aman la sierra, la tierra propia, su folclore y cultura.

   Se contaba, en aquellos primeros años, cuando el Día de la Sierra iniciaba su andadura, que este era día para mostrar el orgullo de haber nacido en cualquiera de los pueblos que rodean los macizos del Ocejón y Alto Rey. Siempre, por supuesto, está el momento de hacer una reivindicación; de pedir el arreglo de una carretera; la reconstrucción de una muralla, que el correo llegue puntual o hasta la plaza del pueblo se adentre el coche de línea, que cada vez se adentra menos y se espacia más en el tiempo.

   El Día de la Sierra también nació para mostrar el colorido folclore de nuestra tierra, que lo tenemos, y su música, punteada a las costuras de la tradición que nos rodea, por Soria y Segovia.

   Mañana, en Cantalojas, se escuchará el cencerreo de los “Cencerrones” de Cantalojas, que están en su casa; y el chocar de los palitroques de los vecinos danzantes de Galve, o el entrelazar cordones de los de Condemios; al son de la gaita y del tambor, que es nuestra música, la de toda la vida.

   Mañana, en Cantalojas, la cultura abrirá las puertas de sus libros para que cuantos se asomen a esta hermosa tierra descubran que por aquí también se escribe, mucho y bien. Por las calles de Cantalojas se pasearán los libros serranos, y sus escritores; y Cantalojas abrirá sus puertas para que, cuantos deseen conocer la población, lo puedan hacer, con alegría y buena música. La fotografía tendrá su protagonismo a través de las Nuevas Iniciativas Serranas. La Poesía su lugar, como la jota, o las muestras de artesanía y los juegos tradicionales. También habrá lugar para el homenaje, a quien escribió sobre estos paisajes, sus tradiciones y sus gentes.

 

La tierra de las tres provincias

   Cantalojas, en otras ocasiones lo hemos contado, y repetimos, fue tierra que perteneció a Segovia, y a Burgos y ahora a Guadalajara. Patria de grandes hombres que dejaron su nombre inscrito en las páginas siempre graves de la historia patria.

   En un filón de la hermosa puerta de Santa María, en Burgos, mirando a su catedral, codeándose con el Campeador Cid Rodrigo de Vivar, el nombre de Pedro Gordo tiene un hueco inmenso; como lo tiene en los campos de Soria, junto con los valientes castellanos que dieron su vida por la independencia de una nación, cuando nos invadieron los franceses de Napoleón.

   El de Damián Gordo se inscribe con letras de molde en la catedral de Tortosa, de donde fue su Obispo, siguiendo los pasos de su tío, Don Víctor; y algunos de sus hermanos lo hacen en la catedral de Sigüenza.

   Y es que el pueblo de Cantalojas, a pesar de haberse quedado en ese rincón en el que parecen querer coincidir las tres provincias más extremas de la vieja Castilla, también está lleno de historias y leyendas que se tejen en torno a las murallas de su antañón castillo de Diempures.

   Mañana, sábado de reivindicación y orgullo serrano se podrá comprobar, porque hay cosas que no cambian, salvo de color; el verde de los hayedos primaverales, por el dorado chillón del otoño ruboroso. El sonido del silencio por las alegres notas de la gaita que anuncia fiesta.

   Mañana lo hará, y será día de fiesta, en Cantalojas.

 

Tomás Gismera Velasco/ Guadalajara en la memoria/ Periódico Nueva Alcarria/ Guadalajara, 14 de octubre de 2022

 

 

Para conocer la historia de Cantalojas, el libro que la cuenta, pulsando aquí

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