martes, marzo 24, 2015

ISABEL MUÑOZ CARAVACA, SU DESPEDIDA COMO MAESTRA



ISABEL MUÑOZ CARAVACA, SU DESPEDIDA COMO MAESTRA

   El 17 de agosto de 1902, Isabel Muñoz Caravaca da a conocer a través de un nuevo artículo en Flores y Abejas que deja de ser maestra de la escuela de niñas de Atienza:

“En estos momentos voy a entregar al Municipio la Escuela de Niñas de Atienza, que he desempeñado durante siete años. Había entrado en ella por oposición; salgo por mi voluntad; de nada me quejo.

Yo, sin pensar en mi, me dediqué con ardor a la educación de mis alumnos, que nunca creí reducidos a las alumnas matriculadas; y siempre consideré prolongado moralmente hasta el límite de la población, el radio de nuestra influencia educadora; y en cuanto he podido no ha sido mi clase un recinto limitado donde se dogmatizase a puerta cerrada, y donde solo iniciados pudieran penetrar. Que mi clase hubiera sido el pueblo entero, esa era mi aspiración, ese mi sueño.

   Yo tuve que empezar por acostumbrar a las niñas a respetar y a exigir respeto. Yo tuve que acostumbrarlas a reprimir burlas osadas y sangrientas; derrochando para conseguirlo tiempo, paciencia y ejemplo sin medida. Yo conseguí ahuyentar el fantasma de la pena de azotes, enemigo de la educación. Yo llegué a hacer comprender que el cariño educa y el miedo desmoraliza…

   Y en cuanto a la instrucción de la clase sus deficiencias serán las de mi propia instrucción; nadie puede prestar lo que no tiene…

   Yo pretendía hacer de mi escuela una de las primeras de la provincia; segura estoy de que mi combinación de sistemas lo hubiera logrado. Teníamos un local malo, pero íbamos a adquirir uno bueno. Yo había indicado el sitio antes que nadie, me aprendí de memoria el proyecto del Arquitecto provincial…

   Todo ha concluido, se ha roto el lazo que nos unía a la escuela y a mi. No culpo a nadie, yo he firmado libérrimamente mi renuncia.

   He vivido muy deprisa en estos siete años; he hecho arder mi actividad con extraordinaria viveza y todo, la vida y la combustión, se ha extinguido.

   Ya vendrá quien complete mi obra; no hay nada irreemplazable.
   La humana flaqueza, el egoísmo que lo quiere todo se subleva por momentos, y por momentos enturbia la luz de la razón.

   Ante una gran ilusión perdida para siempre, la cabeza más firme cae sobre las manos, y las lágrimas ruedan entre los dedos… Pero es momentáneo, es transitorio, dura hasta que la conciencia del deber cumplido viene a enjugar el llanto y a compensar y a superar el dolor de la derrota.

   He sembrado, el que recoja pronunciará mi nombre algunas veces”.

   En contra de lo que pudiera pensarse, no deja la escuela por problemas municipales, sino económicos. El Ministerio no concede las asignaciones prometidas para material escolar y ella, que llegó con un pequeño capital a la villa, ha arriesgado su comodidad económica, ya no puede hacer más.

   Será sustituida por Teresa Ortego, quien volverá a tiempos anteriores. No obstante, Isabel continuará en Atienza, dando sus clases, ahora en su propia casa.