Tomás Gismera Velasco
Muchos
son los nombres que han pasado a la historia de la guerrilla nacional,
partiendo principalmente del siglo XIX y las revueltas carlistas o lo que
nosotros llamamos “francesada”. Algunos nombres son recordados por las
tragedias que provocaron o por la literatura, que les dedicó páginas. Otros han
quedado en el olvido. Muchos recordamos los nombres del cura Merino, Matías
Vinuesa cura de Tamajón o del Tirador de Luzaga, otros muchos han quedado en el
olvido.
En la madrugada del 24 de diciembre de 1838
vivió la ciudad de Cuenca uno de esos espectáculos que las gentes, por aquellos
tiempos, vivían con expectación. El fusilamiento público de uno de los
considerados como más peligrosos delincuentes que habían recorrido las tierras
de Guadalajara y Cuenca, con otras muchas, tratando de sublevar a las
poblaciones para, en nombre del pretendiente don Carlos de Borbón, cometer mil
tropelías. Su muerte se vivió entre el espectáculo y el alivio. Durante unos meses que a las autoridades y
a los pueblos se les hicieron eternos, fue el azote de las provincias de Cuenca
y Guadalajara, el terror de ambas, a
juicio de sus captores.
Salió de su localidad natal, Buendía, en la
provincia de Cuenca, en el otoño de 1834 camino del Maestrazgo, desde donde
subió a las provincias del Norte, anduvo por Andalucía y regresó a la Alcarria
en la primavera de 1836.
En los meses de verano de ese año, con una
docena de hombres a su mando asoló la comarca de la Alcarrria, solicitándose de
los pueblos la pronta respuesta de las autoridades gubernamentales, ante un
peligro que aumentaba día a día, al tiempo que mostraban su resignación:
… Dios
nos libre de que se engruese (la partida) y de que pueda ponerse por las
sierras de Sigüenza en comunicación con otras facciones…
El 21 de julio entró en Albalate, marchando
del pueblo tras apropiarse de cuatro o cinco mil reales, acompañado de 25 o 30
hombres, internándose después en Cuenca, volviendo al norte y retornando al año
siguiente, sorprendiendo, en la madrugada del 30 de agosto de 1837 a la
población de Irueste, de lo que dio cuenta el Gobierno provincial, a través del
parte recibido desde aquel pueblo:
Al
amanecer de hoy han entrado en esta villa ocho facciosos, a las diez
salieron llevándose al Alcalde y al
Secretario con seis fanegas de cebada, sesenta raciones de pan, tres arrrobas
de vino y cincuenta libras de carne, los han llevado al monte de Quintanar de
esta misma villa, donde estaban emboscados los restantes, hasta treinta
montados y nueve infantes, entre ellos cuatro mozos de aquí; los manda el
cabecilla Béjar y el Feo de Buendía. A las dos de la tarde se han dirigido a
Fuentelencina y a mitad del camino han soltado a los dos, que a la hora en que
este parte escribo, que son las cuatro de la tarde, llegan en muy lamentable
estado, llenos de cardenales y rasguños.
A mediados de septiembre, con cerca de cien
hombres, entraba en Escariche, después de haber saqueado Alcocer, y concluyendo
el año con un enfrentamiento con las tropas realistas en las cercanías de
Albalate de las Nogueras, hasta donde se llevaron a media docena de rehenes
tomados en Valdeolivas, y a los que fusiló tras el encuentro con las tropas
provinciales, en venganza por las bajas padecidas. Entre los muertos se
encontraban el alcalde y tres de los más importantes terratenientes de la zona.
Regresó a la comarca en la primavera de 1838
después de una nueva incursión portierras norteñas, dirigiéndose a su pueblo en
busca de adictos, desde donde sin encontrarlos marchó a Villaconejos, y con
cuatro mozos se presentó de nuevo en la sierra conquense. Para el mes de junio
de 1838 su suerte había dado un giro total, al menos así se desprende de lo
sucedido el día 20 en Trillo, donde se presentó con dos docenas de hombres, en
los últimos de mayo, acosado por los realistas en las cercanías de Durón,
perdió sus armas y caballo, escapando a nado a través del Tajo, reponiéndose
para entrar en Trillo:
…mal
vestidos y peor montados y armados, siendo reconvenido por algunos vecinos del
pueblo por el daño que solo su presencia causaba en esta época, manifestó que
acosado por las tropas de la Reina la necesidad lo había obligado a pasar el
puente, más que no lo haría en adelante, al menos durante la temporada de
baños. Permaneció en la población tres horas y habiendo pedido a la justicia
cuatro mil reales quedó por último reducida esta cantidad a mil trescientos y
como 60 varas de lienzo que se repartieron entre los más pudientes, pero esta
exacción se hizo sin saquear casa alguna ni ofender de palabra u obra alguna a
naturales ni forasteros…
Lo cierto es que iba enfermo y falto de
fuerzas, como la misma noticia nos indica, marchando en dirección a su final,
hacía Budia y Durón donde, al no poder continuar, buscó refugio en la ermita de
Nuestra Señora de la Esperanza, desde donde sus hombres continuaron hacía
Cuenca mientras a él lo guardaban y asistían dos de sus asistentes.
La noticia de su paso por Trillo puso de
nuevo en alerta a los salvaguardias, quienes siguieron sus pasos hasta Durón, y
en la ermita lo encontraron, donde se entregó el 24 de junio, una vez se le
acabó la munición, tras descubrirlo escondido en la bóveda de la ermita:
El cabecilla titulado Feo de Buendía con su asistente ha sido capturado
en la hermita de la Esperanza, término de Durón por el sargento de
Salvaguardias de esta provincia José Cándido del Riego y once individuos de su
partida.
Fue llevado a Guadalajara, e internado con
extrema seguridad en la cárcel de la ciudad, a la espera de decidir su futuro,
que pasaría por ser juzgado, e incluso tratar de ser canjeado por un buen
número de oficiales realistas en poder de los facciosos, a lo que el pueblo de
Cuenca se mostró disconforme, pidiendo fuese entregado a aquella ciudad, donde
se le juzgaría con todas las legalidades vigentes en consejo de guerra, siendo
sentenciado a la última pena, en acto público, y por fusilamiento.
La noticia fue transmitida con cierto sentido
de alivio:
Ya no existe el cabecilla famoso y vandido Casimiro Bermejo, alias Feo
de Buendía. Hoy 24 de diciembre ha sido
pasado por las armas a consecuencia de sentencia pronunciada por el consejo de
guerra de esta plaza y aprobada por el Excmo. Sr. Capitán General del distrito.
Un gentío inmenso era espectador de la ejecución del delicuente. Este principió
su carrera de ladrón el año de 1834, uniéndose enseguida a una facción que fue
derrotada y volviendo a su país natal formó una gavilla de malhechores que
asoló con sus robos y escesos a todos los pueblos de la Alcarria. Permaneció
así hasta que en la expedición de Gómez en 1836 se incorporó a él siguiéndole
en todos sus movimientos y direcciones, cometiendo en el tránsito de Ecija a
Osuna un asesinato hasta que volvió a las provincias del Norte, en donde
subsistió en la clase de sargento, en el escuadrón de Villalobos, por espacio
de diez meses, y en la incursión del pretendiente en 1837 vino con ella
quedándose en sus antiguas guaridas hasta que agregado a Béjar sufrió nueva
derrota.
Posteriormente ha estado en dos partidas rebeldes que convirtieron en
la mayor desolación y espanto esta
provincia y la de Guadalajara con sus asesinatos, saqueos y merodeos siendo el
Feo el más feroz de todos y también el de más importancia y prestigio de los
demás cabecillas por la rapacidad y saña que le era innata cual lo acreditan
los deplorables sucesos de Albalate de las Nogueras y Valdemoro del Rey. Igual
sistema ha observado constantemente hasta que fue aprehendido por el sargento de Salvaguardias José Cándido del
Riego el 24 de junio del presente año en la ermita de Nuestra Señora de la
Esperanza del término de Durón, de la citada provincia de Guadalajara. Entonces
ya había obtenido su titulado empleo de capitán…