Tomás
Gismera Velasco
Ya hemos perdido la costumbre de verlos, tal vez porque ocurren con
menos frecuencia de lo que esperamos. A pesar de ello siempre confiamos en el
milagro que nos devuelva la salud, o solucione cualquiera de nuestros
problemas.
Atienza ha sido, a través de los siglos, una de esas poblaciones en las
que las gentes ponen su mirada para que se obre. Atienza cuenta con algunas de
esas imágenes milagrosas, llevándose la palma nuestro Santo Cristo, sin que le
vayan a la zaga las Santas Espinas.
Uno y otras tienen unos cuantos en la relación serrana, provincial y
mucho más allá de nuestros límites, a pesar de ello, algunos atencinos
acudieron en busca del milagro a otros lugares. Conocidos son los de la Virgen
de Sopetrán y la vuelta a España dio el que ahora reflejamos.
Hay que trasladarse a la provincia de
Zaragoza. Allí, en los anales de la historia del Santuario de Nuestra Señora de
Villarroya, vamos a encontrar la huella de Atienza a través de una piedra de
plata, la que expulsó, sin darse cuenta, una de nuestras vecinas. Pero dejemos
que nos lo cuente la historia del propio Santuario, se trata del milagro número
26, reflejado en sus anales:
Sana
nuestra Señora a una doncella del mal de piedra.
En nuestros
días, una doncella cuyo nombre no se sabe, vecina de Atienza, estando a la
muerte del mal de hijada y piedra, fue traída a la Iglesia de Nuestra Señora de
la Sierra, y habiendo hecho oración diversas veces delante de la santa imagen,
viendo que no sanaba se despidió con grande desconsuelo, que bien se veía cuan
mal cristiana era ella, pues no había merecido el favor que nuestra Señora
hacía a otras y al irse a levantar milagrosamente arrojó una tan grande piedra
que es una de las mayores maravillas que en esta materia se ha visto en el
mundo, con que quedó al punto sana.
Tienen la
piedra los de aquel santuario y la muestran para gloria y alabanza de la Virgen
Sacratísima Madre de Misericordias, hémosla visto y está quebrantaba por medio,
y junta será del tamaño de un huevo, está engastada en plata y es la piedra muy
blanquisca y da testimonio del gran milagro.
Corría el año de 1663, y el milagro corrió por tierras de Calatayud, de
Tarazona, de Villarroya, de Aragón, de Atienza…