Atienza
tuvo, históricamente y al menos desde el siglo XVII hasta el XIX, una venta y
tres mesones que hacían los oficios de posada: La venta de Riofrío, situada en
los límites de Atienza con el desaparecido poblado de Vesperinas y los actuales
pueblos de Cercadillo y Riofrío, y los mesones-posada de Portacaballos, San Gil
y del Cordón.
La venta de
Riofrío, llamada así porque se encontraba en el camino de Atienza a Riofrío,
desapareció después de la Guerra Civil. La posada de Portacaballos tuvo
diferentes cometidos, llegando a ser incluso parada de caballos sementales para
cubrición de las yeguas y asnas de la comarca, y junto a ella se instaló la
primera gasolinera conocida en Atienza. Según nos informa el catastro de
Ensenada pertenecía en 1752 a Manuel Bodera, Francisco Cabellos y Tomás Galán.
Luego estuvo en manos de las hermanas Palomar.
La de San
Gil, así llamada por estar situada en dicho barrio, en la calle Real y las
cercanías de la plazuela e iglesia del mismo nombre, fue propiedad de la
iglesia de San Juan del Mercado hasta la desamortización de 1835, fecha a partir
de la cual pasó a manos particulares. En ella se aseguró que mediada la década
de 1850, y con motivo de encontrarse en ella el entonces diputado de Atienza,
conde de Fabraquer, se le prendió fuego con intención de chamuscar un poco al
candidato. Hecho del que se hizo eco la prensa nacional, y que nunca ocurrió,
como se pudo demostrar.
La Posada
del Cordón, surgida sin ninguna duda como casona hidalga, (nunca fue como
informaron a Madoz para su diccionario galería judaica, en 1752 la tenía en
arriendo Miguel Rodríguez, a pesar de que era propiedad de otra hidalga familia
de Atienza, los Fuenmayor, entonces residentes en Ágreda, en la provincia de
Soria.
Los
Fuenmayor, asentados en Atienza al menos desde el siglo XVI, ostentaron
diversos cargos en el concejo y desde el siglo XVII hasta comienzos del siglo
XIX tuvieron un cargo de regimiento perpetua. El último de los Fuenmayor que
llevó la titularidad de la Posada fue Don Vicente de Fuenmayor nacido en
Atienza y bautizado por don Joaquín de Iturmendi en la iglesia de San Juan del
Mercado el 29 de enero de 1772, había nacido el día 21 de enero a las siete y
media de la noche. Fue sobrino de otro atencino que por aquellos tiempos sonó
mucho: Ramón de Bellosillo. Y sobrino nieto de otro ilustre personaje nacional,
Sebastián de Ucedo. También estaba emparentado con los Aguila, con los Acuña y
con los Artacho. La Atienza hidalga de toda la vida.
La Posada del Cordón en marzo de 1827 era
propiedad de D. José María de Fuenmayor, capitán de caballería del Segundo de
Ligeros, por herencia de su difunto padre D. Vicente Ildefonso de Fuenmayor. En
su ausencia se encargaba su madre, Dª Magdalena Dávila Ponce de León, de
gestionar el arriendo de la Posada. Por medio de su apoderado Antonio Alonso,
ante escribano y testigos, se formalizó el arriendo al matrimonio Juan Vili e
Inés Pisano, vecinos de Atienza, quienes firmaron la escritura y se
comprometieron durante cuatro años, a razón de 1.200 reales de vellón por cada
año.
El capitán
Fuenmayor, propietario de la Posada del Cordón, fue un destacado cabecilla
carlista que se levantó en armas contra Isabel I. Recorrió toda la comarca de
Atienza, y parte de Soria y de Segovia al frente de numerosa tropa. La mayoría
de sus hombres fueron tomados presos en Bustares, donde les hicieron una
emboscada de la que Fuenmayor pudo escapar. Siendo finalmente detenido en el
mes de septiembre de 1838 y tras un juicio de guerra sumarísimo, condenado a
morir por garrote. Como militar solicitó ser fusilado. Pero la gracia le fue denegada
y la sentencia se cumplió en la mañana del 18 de septiembre de 1838. Quedando
sus bienes confiscados.
En 1894 la
Posada del Cordón, que desde mediados del siglo estaba en manos de Francisco
Núñez Jiménez y Bernardino Toledano Domingo, y a consecuencia de las deudas que
estos contrajeron con un vecino de Almazán, José Hernández Herreros, fue sacada
a subasta pública en 4.000 pesetas. Se encontraba señalada con el número 25 de
la Plazuela, lindaba a la derecha entrando con casa de Bruno González, a la
izquierda con las casas y medianías de los herederos de Don Antonio de Zúñiga,
a quien había pertenecido todo el conjunto que ocupó en su momento la
posada-mesón al menos desde el siglo XV, y por la espalda con los corrales de
don Claudio Encabo.
Pequeñas
historias de la gran historia de Atienza. Otro día, más.