jueves, diciembre 05, 2024

HOGUERAS EN LA INMACULADA

 

HOGUERAS EN LA INMACULADA

Por Horche, Romanones o Molina de Aragón

 

   Sin duda, la fiesta tuvo en muchas ocasiones, y continúa teniendo, tres elementos principales a la hora de la celebración; sin ellos, como aquel diría, no hay fiesta. Sin abundancia de comida, música y, en tantos casos, sin fuego. Como que la fiesta, a través del fuego purificador, nos deja, con la música y la buena mesa, como nuevos.

   Fiestas con hogueras se celebran a lo largo y ancho de España con motivo de algunas festividades invernales, como San Antón, San Blas, San Sebastián, o las Águedas; en medio del fuego desaparece en tantas ocasiones el Judas que pone punto final a los grises días de la Pasión; en torno a la hoguera se reúnen los devotos para memorar las festividades de San Juan, o de San Pedro; y entre lumbreras, se procesionan, en las noches oscuras iluminadas por el flamante oscilar de las llamas de la rastrojera, algunos patronos, y patronas,  que acuden a su celebración veraniega por nuestros pueblos.

   El fuego es, sin, duda, parte esencial de nuestras tradiciones; y lo es por estos días, previos a la Navidad, en torno a la festividad de la Inmaculada. Como que fuego y fiesta van unidos.

 

 


 

La fiesta de la Inmaculada

   Desde 1760 se celebra por España la festividad de La Inmaculada, que por aquellos tiempos pasó a ser una de las patronas, o copatronas del reino, uniéndose a la Virgen del Pilar o San Millán o Santiago, que lo son también de Castilla, con otros numerosos patronazgos que, a través del santoral, llenan nuestros pueblos de ritos y tradiciones. No hay más que echar la vista a los antiguos documentos para observarlo. Numerosas de las festividades que antaño celebraron nuestros mayores han mudado de fechas, por aquello de que, solitarios que quedaron los pueblos, pasaron a celebrarse en los meses en que más vecinos hay: los de verano; dejando atrás los de otoño e invierno, convertidos en fríos vestigios de la tradición.

   La Inmaculada se celebró en la práctica totalidad de las poblaciones a lo largo del siglo XIX y lo continuó haciendo hasta la mitad del XX. Y no son pocas las que aún lo hacen, si bien como mero testimonio de lo que fue, acudiendo en semejante día a la iglesia a fin de llevar a cabo en ella los oficios religiosos; otros lo hicieron, y lo continúan haciendo, a lo grande, sin que falte el fuego.

 

La Misa “del Gallo”, en Molina

   A 1518 se remonta en Molina de Aragón una de las tradiciones festivas, o costumbres tradicionales, más arraigadas de esta tierra. Aquel año, el Papa León X aprobó la Bula mediante la cual concedía a los molineses el privilegio de celebrar una “Misa del Gallo” en la noche del 7 de diciembre; actualmente víspera de la Purísima. Es, para Molina y su entorno, el inicio de la Navidad, tal y como hoy la conocemos. Fiesta que va precedida, como es natural, de su novenario. Tras él, se rezará el Rosario y, después, se cantarán las “Purezas” de María.

   Cuentan las crónicas que, la tarde de la víspera, en el cerro del “Ecce Homo”, entre el monumento a la Virgen y la ermita de Santa Lucía, la hoguera, visible en toda la ciudad y numerosos puntos del entorno, ilumina la noche, antes de que los molineses acudan a escuchar su solemne “Misa del Gallo”, preludio de celebración navideña, a la iglesia de Santa María la Mayor de San Gil.

 

La Purísima, fiesta en Romanones

   A los primeros años del siglo XX nos remiten las crónicas que desde Romanones dan cuenta de la celebración de la festividad, con sus luminarias, en honor de la Inmaculada.

   Aquí fueron las congregantas de las Hijas de María las que, entre los años finales del siglo XIX y los inicios del que hacemos memoria, comenzaron a prender las hogueras en distintos lugares de la localidad. Hogueras con las que iluminar la noche de la víspera, dando cuenta del inicio de la celebración. Las crónicas de 1908 nos dicen que las fiestas y los bailes fueron solemnes, muy a pesar de que las inclemencias del tiempo, propias de la estación, no pudieron ser barridas por el calor de la lumbre.

   Muchos años después, 1992, las mismas crónicas nos vuelven a recordar que, en esta ocasión promovida la fiesta por la Asociación Cultural “Amigos de Romanones”, la fiesta se celebró: “con gran solemnidad”; y que: “Las lumbres, que en otros lugares se denominan hogueras, prendidas en honor de la Virgen han llegado este año a 23, viviéndose alrededor de las mismas un grato ambiente de armonía vecinal y convivencia”; y nos añaden: “Las lumbres se vienen celebrando desde hace ya varios siglos, en homenaje a la Virgen y pórtico dela Navidad”.


Las hogueras de la Inmaculada, en Horche

   Horche, que se asoma a las vegas de la Alcarria y huele a vino en sus bodegas, es otra de esas numerosas poblaciones que año a año vienen celebrando con fuego y fiesta estos preludios navideños.

   Es una de las poblaciones en las que, junto a Molina, la tradición está más arraigada y que, como en tantas otras localidades, el tiempo ha borrado la fecha en la que se dio comienzo a una tradición que cuenta ya con varios siglos de existencia.

   Aquí, como en Romanones, son numerosas las hogueras que se prenden por las calles del pueblo para anunciar que estamos ante la víspera, pues en ella se encienden, de la festividad; asomada que ha sido la noche y que, a causa de aquellas, se convierte poco menos que en día.

   Aquí todavía existe la “Esclavitud de la Purísima”, que fue símbolo cofrade o de hermanamiento en la festividad en otras poblaciones, en las que ha pasado al recuerdo; y son sus doce miembros (doce como los apóstoles), los encargados de llevar a cabo el encendido de las correspondientes hogueras, que se viven como si de fiesta mayor se tratase.

   De la Congregación de la Esclavitud dejó algunas líneas escritas el primer historiador de Horche, Fr. Juan de Talamanco; y lo hizo quien fuese cronista provincial en los inicios del siglo XX, Juan-Catalina García López: “La hermandad llamada Esclavitud de la Concepción Purísima, instituida en esta capilla por el mismo Don Pedro, continua hasta el día, y sus cofrades prosiguen practicando sus antiguas costumbres piadosas, entre las que llama la atención las hogueras y botas de vino con que cada uno de los doce cofrades recrea al pueblo en la puerta de su casa y durante media noche de la víspera de Nuestra Señora de la Concepción”.

   El Don Pedro de nuestro cronista es Don Pedro Ibero quien, precisamente en 1670, mandó alzar en la iglesia parroquial, y a su costa, la capilla de la Concepción, estableciendo la hermandad.

   Años después, los mejores etnógrafos y folkloristas provinciales, entre los que se contará a López de los Mozos, nos dejarán su propia impresión de la fiesta horchana: “se hace una hoguera de tamaño mediano, excepto la del esclavo mayor, que es de mayor tamaño también. Representan la pureza de la Virgen y son muchas las personas que aguerridamente las van saltando, al modo del seguimiento de las estaciones de Semana Santa. Cabría destacar algo importante, un hecho que pudiera pasar desapercibido, y es que cada vez que se salta una de las hogueras, el cuerpo, y con él el alma, se purifican. Es al fin y al cabo una especie de confesión directa con la deidad, ya que quienes saltan las hogueras suelen ser los jóvenes del pueblo, que tienen o tendrán la misión de guardarlo cariñosamente. Son ni más menos que sus guardianes”.

   Guardianes de unas tradiciones que, en nuestros pueblos, no se deben perder.

 

Tomás Gismera Velasco/ Guadalajara en la memoria/ Periódico Nueva Alcarria/ Guadalajara, 5 de diciembre de 2024

 

 


 HORCHE, CRÓNICAS PARA UNA HISTORIA (Pulsando aquí)

 

 

 

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