ATIENZA DE LAS RELIQUIAS,
O: RELIQUIAS CRISTIANAS EN ATIENZA
Tomás
Gismera Velasco
EL CULTO A LAS RELIQUIAS CRISTIANAS
En el cristianismo el culto a las reliquias
se inició en el siglo IV, sin embargo la prohibición vigente en el Imperio
Romano de abrir los sepulcros, impuso el hábito de extender la veneración a
paños que habían hecho pasar por dichos sepulcros, o al aceite de las lámparas
que los iluminaban, como ejemplo puedo citar que en la propia villa de Atienza,
los devotos solían llevarse el aceite de la lámpara votiva del Cristo del
Amparo, patrono la villa, en la creencia de que era milagrosa. Pronto se dejaron de cumplir aquellas disposiciones
romanas, sobre todo en Oriente, a donde llegaron las reliquias de San Juan
Bautista, San Esteban y de otros muchos santos de la cristiandad.
Las reliquias más importantes en el mundo
del cristianismo eran sin duda las Vera Cruz, es decir, la supuesta cruz en la
que Jesucristo fue crucificado, descubierta según la tradición por Santa Elena,
madre del emperador Constantino en el siglo III, y en Jerusalén. De la Vera
Cruz existen fragmentos y astillas repartidas por todo el orbe cristiano.
Entre
otras reliquias relacionadas con Jesús cabe destacar la Escalera Santa de Roma,
la Corona de Hierro de los Lombardos, y posteriormente de los reyes italianos,
la Diadema o Corona de Espinas, o el Sudario de Turín.
A partir de los siglos VII y VIII, se inició
una etapa de gran auge para el culto de estos objetos. Catedrales y monasterios
querían tener su gran reliquia, de lo que resultó el traslado de cuerpos de
santos, en particular de mártires, desde sus lugares de origen o muerte, hasta
las catedrales, colegiatas o conventos, incurriendo incluso en el robo para su
obtención. Este fue el caso del traslado del cuerpo de San Marcos a Venecia, o
el de San Eudaldo a Ripoll.
Los reinos hispánicos se entregaron a la
práctica de hacer venir reliquias de otros países. Recibieron restos de Juan
Evangelista, Pedro, Pablo, Juan Bautista y Lorenzo, que llegaron desde Roma,
así como de Martín de Tours, Baudilio y Julián, que lo hicieron desde la Galia.
Cosme, Damián, Antonio Abad, y Cristóbal, vinieron del Oriente, etc. Ese deseo
de poseer reliquias consideradas santas no era privativo de las iglesias,
también los particulares desearon contar con sus propios objetos a los que
dedicar veneración, adquiriéndolos a través de múltiples caminos.
El
velo de la Virgen
No es muy conocida por el público en general esta llamativa reliquia. Se
encuentra, o encontraba, a juzgar por los testimonios de que hemos tomado
referencia, en el sagrario del retablo de la Virgen de los Dolores. Al que
llegó en el siglo XVIII, probablemente poco después de que lo hiciese la imagen
de la patrona.
Devoción, misterio, fe… de todo
un poco.
Buenas tardes, ¿no se sabe si la reliquia del Velo de la Virgen se conserva o no?
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