jueves, marzo 26, 2015

NUESTROS PUEBLOS, EL ATANCE



NUESTROS PUEBLOS, EL ATANCE
por Tomás Gismera Velasco
 
    Estaba situado en una pequeña cuesta, a la falda de un monte, donde sufría la inclemencia del viento N. que hacía su clima frío pero sano, aunque alguna vez se desarrollaban fuertes dolores de estómago, debido a las aguas, que eran saladas y muy gruesas.

   Tenía, en 1886, 56 vecinos, dos fuentes y una buena Iglesia parroquial con órgano, rural de primera clase, dedicada a Ntra. Sra. de la Asunción.

   A corta distancia del pueblo, hay una ermita de La Soledad, y el cementerio público. Confinaba el término con los de Santamera, Huérmeces, Carabias y Baides. Comprendía unas 1.400 fanegas de tierra, de las cuales eran 300 de primera calidad; 600 de segunda y 500 de tercera.

   Se cultivaban 1.000 que alternaban por mitad cada año, destinadas a cereales, garbanzos, melones, etc., quedando las restantes destinadas a pastos.

   El terreno, era bastante fértil, desigual y de secano, a pesar de que le cruzaban dos riachuelos, y había también algunos manantiales, son sus aguas tan saladas, que para nada servían.
   Tenía casa rectoral y correspondía al partido y audiencia de Sigüenza, que también era su arciprestazgo, distando de ella dos leguas.

   (Nomenclátor de la diócesis, 1886).
   El pueblo desapareció en la década de 1980, bajo las aguas del embalse que lleva su nombre, quedando abandonado, y siendo su iglesia desmontada, piedra a piedra, para ser trasladada y reconstruida nuevamente en uno de los modernos barrios de Guadalajara capital.