LA POSADA DEL CORDÓN, UN PRIVILEGO PARA
ATIENZA
EL NUEVO CENTRO
DE INTERPRETACIÓN DE LA CULTURA
TRADICIONAL
DE GUADALAJARA,
ABRIÓ SUS PUERTAS.
Coincidiendo
con la festividad de la Virgen de los Dolores, patrona de Atienza, el pueblo se
convirtió en protagonista de excepción de uno de los actos culturales que,
imaginamos y así lo esperamos, marcarán una nueva página para el mundo de la
etnografía, y por supuesto de la cultura, más allá de la provincia de
Guadalajara.
Se
trató de oficializar la apertura del nuevo Centro de Interpretación de la
Cultura Tradicional de Guadalajara que ha venido poniéndose a punto en los
últimos años para con su apertura ser causa del asombro general, ya que no se
trata de un museo propiamente dicho, aunque como tal y por las piezas expuestas
podría pasar, sino de una acertada y minuciosa puesta en escena de lo que ha
sido, y continúa siendo, nuestra forma de vida. Nuestra cultura y, en muchos
casos, el origen de lo que hoy somos.
Probablemente
necesitemos días, y páginas, para ver todo lo expuesto con el detenimiento
preciso, y para contar de una manera efectiva lo que la vieja Posada guarda, ya
que a pesar de que pueda parecernos que con una simple mirada lo tenemos visto,
siempre tendremos que regresar para fijarnos en algunos de los múltiples
detalles que nos pasaron desapercibidos, con el aliciente de que, por ser
objetos que hemos tenido cercanos, nos llegan mucho más que aquellos que nunca
conocimos.
Digamos
que la amplitud de espacios y la luminosidad natural nos parece excepcional, un
acierto a la hora de apreciar lo que aquí se expone, escapando del
abigarramiento y dando la oportunidad al visitante de apreciar todas y cada una
de las piezas con el detenimiento merecido. Lo que es muy de agradecer y
aumenta el valor de lo expuesto dándoles esa vida propia que en su momento
tuvieron, y gracias a todos esos pequeños y cuidados detalles, continuarán
teniendo.
Acertados
igualmente nos parecen los paneles indicativos a través de los cuales podemos
continuar aprendiendo, o descubriendo en algunos casos nuestras raíces,
nuestros ritos y creencias, todo lo que ha ido marcando en muchos casos
nuestras vidas, en otros los de nuestros progenitores. Y a pesar de que en
algunas ocasiones puedan los objetos mostrados hacernos retroceder a un tiempo
impensable, es necesario volver a ellos para valorar la vida o el esfuerzo
vital de quienes nos precedieron en la tierra que pisamos.
Decir
que en la Posada del Cordón se exhibe, ahora con orgullo, todo el saber popular
de nuestras gentes, pudiera parecer exagerado, pero puedo quedarme corto, pues
en ese ligero paseo a través de lo expuesto se encuentran los dichos y
refranes, tan arraigados a la vida de nuestros pueblos. Decir que toda la
arquitectura tradicional cabe en la Posada también pudiera parecer extraño,
pero a través de las maquetas expuestas la podemos admirar, y decir que lo
moderno conjuga con lo antiguo igualmente nos podría asombrar, y sin embargo es
el complemento que hace destacar el conjunto de todo lo expuesto.
Sorprende
por su realismo, aunque se trate de maniquíes modernos, el amplio repertorio de
figurantes que nos representan algunas de las tradiciones más significativas de
la provincia a través de sus personajes: vaquillones, botargas, danzantes,
mascaritas, o un elegante cofrade de La Caballada de Atienza. Nada que objetar
a los modernos maniquíes, lo contrario nos hubiese resultado tétrico y debemos
vivir el tiempo que nos toca, conjugando el presente con el pasado, al que
podemos acceder a través de esos arcos florales tan significativos en otro
tiempo en la costumbres mayeras de nuestra tradición.
El
romance, la jota y la ronda tampoco faltan, como tampoco faltaron en nuestras
calles y plazas. Aunque los podamos seguir a través de vídeos y grabaciones, lo
que amenizará y prolongará la visita, que se nos va convirtiendo en un aula
abierta. Imagino que a partir de ahora no serán pocas las excursiones de
colegio que llegarán a Atienza con ánimo de ver de un tirón la otra parte de la
cultura de Guadalajara, puesto que no sólo en la historia de nuestros castillos
y catedrales se encuentra, como aquí podemos fácilmente apreciar.
Pero
si esto, con algunas otras cosas, nos encontraremos a la entrada, todavía nos
quedará subir unos escalones para, cual si nos adentrásemos en las viejas
cámaras de nuestras antiguas casas, continuar descubriendo lo que fue la vida
en nuestro mundo rural: la vida en la cocina, que fue la pieza clave de toda
casa labriega, con todos sus utensilios; la vida de los juegos; la del campo,
la de la matanza, la de la alfarería, la de la zapatería de remiendo, la de las
creencias místicas y religiosas, la de los ajuares, la boda, el bautizo, y
hasta la muerte, que también el paso a la otra vida tuvo su cultura propia.
Son
alrededor de seiscientos objetos los que componen la exposición, ocupando
alrededor de cuatrocientos metros cuadrados, que se nos quedan cortos en el
paseo, convertido unas veces en asombro y otras en sonrisa, que nos hace volver
una otra vez sobre nuestros pasos, y que
es seguro que tengamos que visitarlo una y otra vez. Una suerte es para los de
Atienza tenerlo en la propia villa, pues con ello se evitarán los atencinos el
viaje que desde otros lugares se tendrá que hacer para repetir mirada, con el
aliciente de que, hoy por hoy, la entrada es gratuita, lo que no nos privará de
recorrerlo las veces que sean necesarias.
La Posada alberga todavía más espacios, que
Atienza los necesitaba, sala de actos, talleres, patio…
Seguramente
que seguiremos hablando de este nuevo Centro, pues requerirá el tiempo fijarnos
con detenimiento, y la extensión merecida, en algunas de las piezas, la mayoría
de ellas pertenecientes, todo hay que decirlo, a la familia Alonso-Calleja,
cedidas para la exposición; no faltan otras donaciones o cesiones temporales, como
es seguro que no faltarán, pero las que hoy admiramos están llevadas y tratadas
con el mimo y mano experta de uno de esos hombres a quien tanto comienza a
deber la cultura tradicional de la provincia, José Antonio Alonso Ramos,
convertido en merecido director de este emblemático, porque ya lo es, Centro de
Interpretación. Y a quien, como emblema de la nueva Posada del Cordón, desde
Atienza de los Juglares transmitimos nuestra felicitación por el logro, con el
conocimiento de los largos días de preparación, desvelos y quebrantos, que han
quedado atrás, que se olvidan los temporales invernales cuando la buena cosecha
se tiende en la era.
Y
una última anotación, de momento. Otra de esas buenas cosas que ha tenido la
apertura del Centro es que ya, en muchas de nuestras casas, es seguro que se
habrá corrido a las cámaras, cuadras, pajares y cochiqueras, a rescatar todos
esos utensilios sin ninguna utilidad, porque de buenas a primeras hemos
aprendido a valorar como debíamos lo que antes nos parecían trastos viejos y
sin utilidad aparente. Suerte para quienes todavía los conservaban y los harán
lucir, como piezas de museo, en lugar preferente de sus casas, porque quienes
no…. ¡No saben lo que han perdido!
Aunque
siempre para echarles un vistazo tendrán la Posada del Cordón. Un nuevo motivo
para visitar Atienza, y para que los de Atienza nos sintamos orgullosos, por
tenerla al lado de nuestra casa.
T.
Gismera Velasco