ATIENZA, EN LA GUERRA DE CUBA
La muerte de León Cabellos, hermano de La Caballada.
El lunes 12 de abril de 1897, recibía
sepultura en Atienza uno de los últimos soldados que había llegado de Cuba,
cuando Cuba y España se encontraban enzarzadas en aquella guerra que culminó con
la independencia de la isla y terminó con algunas de las últimas colonias
españoles allende los mares.
Atienza también quedaba dentro de aquellos
“desastres del 98” que cubrieron de luto gran número de pueblos de España. Eran
18 o 20 los atencinos que fueron a la guerra de Cuba, y León Cabellos
Rodríguez, el primero que tras salir de la isla, llegaba a su tierra natal,
para recibir en ella sepultura.
“El vecindario de Atienza en masa (contaba
la prensa), acompañó hasta la última morada al que en vida fue León Cabellos
Rodríguez, hijo de dicha villa, pobre víctima del clima mortífero de la Gran
Antilla, que sirvió en el Regimiento de Guipúzcoa número 53, y que después de
agotar sus energías físicas trabajando en la trocha militar de Artemisa a Mariel
fue embarcado por enfermo a la Península y falleció a los 15 días escasos de
pisar de nuevo el pueblo que lo vio nacer.
¡Triste coincidencia! Este infortunado
defensor de la Patria ha dejado el mundo de los vivos a los 23 años justos; el
mismo día que los cumplía, y casi a la misma hora.
Presidían el entierro la Corporación
Municipal, Sres. Juez de Instrucción y Municipal, e individuos de ambos
juzgados, y acompañaban los socios del Casino en pleno, todo el elemento
oficial, la Guardia Civil y el numeroso público; y por lo que hace al elemento
religioso de la población, todas las insignias religiosas de las once cofradías
religiosas de la villa, y a la cabeza de ellas el estandarte de la Santísima
Trinidad, cofradía de la que era hermano el pobre soldado León Cabellos.
Acompañaron también el cadáver hasta el Cementerio los niños y niñas de ambas
escuelas municipales, conducidos por sus dignos profesores.
El momento crítico del sepelio ofreció un
espectáculo doloroso y aterrador; a los ayes y llantos de los deudos del
difunto, uníanse, llenos de amargas lamentaciones, los de tantas madres que
tienen sus hijos en Cuba, expuestos al clima y contingencias de la guerra en
aquella posesión.
Con este sin cinco los hijos de Atienza
víctimas de la Guerra. Uno murió del vómito apenas llegó a Cuba; y los tres
restantes que han muerto en campaña, dos de ellos cruelmente macheteados por
las salvajes hordas de Maceo”.
Se daba la circunstancia de que, otro
hermano de León, acababa de marchar a Cuba con el último reemplazo de tropas
españolas.
A algunas de aquellas familias, las que
quedaban en mayor desamparo, les fue concedida una paga anual. En Atienza le
fue reconocida dicha pensión a Valeriana Galán Juana, por su estado de viudez,
tras la muerte en Cuba de su hijo mayor,
Juan Martínez Galán. La pensión ascendía a 189, 50 pesetas.