jueves, marzo 26, 2015

ATIENZA, EN LA GUERRA DE CUBA La muerte de León Cabellos, hermano de La Caballada.



ATIENZA, EN LA GUERRA DE CUBA
  La muerte de León Cabellos, hermano de La Caballada.

   El lunes 12 de abril de 1897, recibía sepultura en Atienza uno de los últimos soldados que había llegado de Cuba, cuando Cuba y España se encontraban enzarzadas en aquella guerra que culminó con la independencia de la isla y terminó con algunas de las últimas colonias españoles allende los mares.

   Atienza también quedaba dentro de aquellos “desastres del 98” que cubrieron de luto gran número de pueblos de España. Eran 18 o 20 los atencinos que fueron a la guerra de Cuba, y León Cabellos Rodríguez, el primero que tras salir de la isla, llegaba a su tierra natal, para recibir en ella sepultura.

   “El vecindario de Atienza en masa (contaba la prensa), acompañó hasta la última morada al que en vida fue León Cabellos Rodríguez, hijo de dicha villa, pobre víctima del clima mortífero de la Gran Antilla, que sirvió en el Regimiento de Guipúzcoa número 53, y que después de agotar sus energías físicas trabajando en la trocha militar de Artemisa a Mariel fue embarcado por enfermo a la Península y falleció a los 15 días escasos de pisar de nuevo el pueblo que lo vio nacer.

   ¡Triste coincidencia! Este infortunado defensor de la Patria ha dejado el mundo de los vivos a los 23 años justos; el mismo día que los cumplía, y casi a la misma hora.

   Presidían el entierro la Corporación Municipal, Sres. Juez de Instrucción y Municipal, e individuos de ambos juzgados, y acompañaban los socios del Casino en pleno, todo el elemento oficial, la Guardia Civil y el numeroso público; y por lo que hace al elemento religioso de la población, todas las insignias religiosas de las once cofradías religiosas de la villa, y a la cabeza de ellas el estandarte de la Santísima Trinidad, cofradía de la que era hermano el pobre soldado León Cabellos. Acompañaron también el cadáver hasta el Cementerio los niños y niñas de ambas escuelas municipales, conducidos por sus dignos profesores.

   El momento crítico del sepelio ofreció un espectáculo doloroso y aterrador; a los ayes y llantos de los deudos del difunto, uníanse, llenos de amargas lamentaciones, los de tantas madres que tienen sus hijos en Cuba, expuestos al clima y contingencias de la guerra en aquella posesión.

   Con este sin cinco los hijos de Atienza víctimas de la Guerra. Uno murió del vómito apenas llegó a Cuba; y los tres restantes que han muerto en campaña, dos de ellos cruelmente macheteados por las salvajes hordas de Maceo”.

   Se daba la circunstancia de que, otro hermano de León, acababa de marchar a Cuba con el último reemplazo de tropas españolas.

   A algunas de aquellas familias, las que quedaban en mayor desamparo, les fue concedida una paga anual. En Atienza le fue reconocida dicha pensión a Valeriana Galán Juana, por su estado de viudez, tras la muerte en Cuba de su hijo mayor,  Juan Martínez Galán. La pensión ascendía a 189, 50 pesetas.