LA COFRADÍA DE SEBASTIÁN, DE JADRAQUE
Refundada
en 1775, celebró la festividad del Santo, junto a la de San Antón
Cuenta la historia que desde tiempo inmemorial celebró Jadraque la festividad de San Sebastián, con fiesta mayor el 20 de enero y capilla en su grandiosa iglesia de San Juan Bautista. Llevándose a cabo algunos ritos o festejos similares en parte a los de San Antón, ya que la festividad fue celebrada por la misma cofradía, si bien, en San Sebastián, en lugar del clásico cochino del Santo, se rifaba un cordero; tampoco prendían las hogueras, como en San Antón, pero a cambio lanzaban al aire cuantos cohetes o voladores les era factible; pues siempre, desde que se tuvo acceso a ella, la pólvora fue parte importante en nuestras fiestas.
La Cofradía del Santo
Al último tercio del siglo XVIII nos tenemos que remitir para encontrar, sino la fundación, sí al menos la refundación de la Cofradía de San Sebastián, conforme nos cuenta su libro de actas: “En la Ciudad de Sigüenza, a diecisiete días del mes de marzo de mil setecientos setenta y cinco años, ante el Sr. Licenciado Don Pedro de Miguel y Ortega, del Gremio de la Universidad de Salamanca, Canónigo de la Santa Iglesia Catedral de esta dicha Ciudad…”, ante él, Provisor y Vicario General del Obispo don Francisco Delgado y Venegas, comparecieron algunos de los más notables vecinos de la Villa del Cid, para dar cuenta de que en su pueblo “mediante haber estado fundada la cofradía del glorioso mártir San Sebastián, en la Iglesia Parroquial de San Juan Bautista de dicha Villa, en la cual se halla colocado dicho San Sebastián, en el altar que se intitula de los Esclavos, la que por el transcurso del tiempo se perdió…”, se presentaban aquellos a refundarla.
Los refundadores eran quince: don Vicente Olier y Martínez, en nombre de Andrés Díaz, Juan Fernández, Antonio Yagüe, Agustín Díaz, Basilio de la Fuente, Josef del Castillo, Josef Pérez, Don Valentín González, Mateo Agustín, Gerónimo Yagüe, Juan Zamora, Miguel Bacas, Hipólito Ochoa, Santos Vela y Bernardo Hernández; quienes añadían a la petición que aún a pesar de haber buscado entre los papeles y libros de la iglesia alguna referencia a la citada cofradía, no se ha hallado libro alguno de constituciones, únicamente se encontró en uno de la iglesia, un apunte que hacía referencia a su existencia, por lo que los quince citados procedían de nuevo a establecerla, para honra y gloria de Dios nuestro Señor y dicho Glorioso Santo, bien de las ánimas de los hermanos vivos y difuntos, y de las demás del Purgatorio, y alivio y consuelo de los congregantes enfermos…
Tanto los quince congregantes, como el vicesecretario del obispado, don Francisco Ballesteros, solicitaron del párroco de Jadraque, don Francisco Moreno a la sazón, el antiguo libro de la cofradía de San Sebastián, pero ni apareció libro, ni ordenanzas ni nada que se pareciese. El Sr. Cura párroco, a fuerza de buscar, encontró en uno de los libros de la iglesia el apunte dicho, correspondiente a 1694, en el que se decía que la cofradía de San Sebastián “se había extinguido por los excesos que los hermanos cometían en las comidas”.
Así pues, se autorizaba la fundación, comenzando una nueva andadura, de la Cofradía de San Sebastián de la Villa de Jadraque, en aquel año de gracia de 1775.
HISTORIA DE JADRAQUE (Pulsando Aquí)
EL LIBRO DE LA HISTORIA DE JADRAQUE (Aquí)
Las Constituciones
Las iniciaban poniéndose al servicio, y suplicando el amparo, del Sr. Obispo actual y sus sucesores, quien se convertiría en protector, y Padre de esta nuestra Cofradía…; constando las ordenanzas de nueve capítulos más en los que se vela por el buen orden; se atiende a la salud espiritual de los cofrades y, ante todo, se regulan las celebraciones; poniendo veto a los excesos mediante ordenar que únicamente sean cincuenta hermanos y cincuenta hermanas, quienes tengan derecho a pertenecer a ella, para evitar confusiones e inconvenientes que se experimentan en otras cofradías de número abierto. Los congregantes deberían de tener un mínimo de dieciocho años, y las vacantes se cubrirían con familiares del hermano fallecido. Y si el cofrade era casado, su mujer pasaría igualmente a ser cofrade. Estando obligados todos los hermanos a costear los oficios, poniendo anualmente dieciséis reales y media libra de cera; las hermanas ocho reales y un cuarterón.
Parte de ello se gastaba en la fiesta del santo, con sus vísperas, misa solemne con diácono y subdiácono, sermón y procesión por las calles, pagando por esto al Sr. Cura, diáconos y sacristán. veintidós reales; más treinta reales y dos libras de chocolates, por el sermón. Que era la limosna que otras cofradías pagaban por sus festividades.
Todos los años, tras las vísperas, los doce de mayor edad, con el Sr. Cura y los Mayordomos, tendrían junta, para admitir entradas, y ordenar lo correspondiente al buen gobierno, quedando prohibidas las voces, malas palabras y alteraciones de orden, pudiendo ser multados según la falta, con un mínimo de media libra de cera, o la expulsión, y de este modo, estarán todos en paz.
Obligados quedaban a velar a los enfermos y, por supuesto, acompañarlos al último reposo, costeando los oficios de enterramiento si fuere necesario, estando todos obligados a acudir al entierro; y más, cada uno de los cofrades debía ofrecer una misa a la memoria del fallecido.
Anualmente se renovaban los cargos: Un señor Abad, que debía de presidir todas las asambleas; un Depositario, dos Mayordomos y un Secretario.
Se vieron obligados los quince fundadores a arreglar la imagen de San Sebastián, ya que la que se encontraba en el altar de los Esclavos estaba algo escascarada, con el fin de poderla sacar en la procesión, que había de ser acompañada por los cofrades con velas de media libra cada uno; confeccionándose un estandarte de seda y color más a propósito, poniendo por un lado la medalla del Santo y por el otro las Benditas Ánimas del Purgatorio; el 18 de febrero de 1775, quedaron las ordenanzas aprobadas por los congregantes, y el 30 de marzo siguiente, por el Sr. Obispo, lo que se notificó a don Vicente Olier, para que este lo trasladase a Jadraque, como lo hizo.
Cosas de la vida, al Sr. Cura párroco no gustó la nueva refundación, porque no se había contado con él, y así se lo expresó al provisor diocesano, además, en la parroquia ya había demasiadas cofradías, ocho en total, y la mayor parte de ellas, sin fondos ni dotación. Por si fuera poco, el altar de los Esclavos se reservaba a la cofradía de Santa Quiteria, y, los hermanos, por lo regular, serían pobres labradores, con lo que difícilmente podrían costear sus gastos y sus misas por lo que, encima, tendría que autorizarles a trabajar en festivo, y eso ya sobrepasaba todo lo imaginable.
Las discusiones, órdenes y contra órdenes, se prolongaron a lo largo de los meses, hasta llegar el seis de noviembre, en el que por el Sr. Obispo y sus delegados, se obligó al Sr. Cura Párroco de Jadraque, a admitir la nueva Cofradía de San Sebastián. Y punto final.
De entonces, a hoy
El 20 de enero de 1776 volvió a salir la procesión de San Sebastián a las calles de Jadraque; y desde entonces, a celebrar vísperas y asambleas; que en alguna ocasión se vieron interrumpidas, sobre todo en 1809 y 1810, dada la situación por la que atravesaba España, con los franceses a las puertas de la villa. El libro de la Constitución de la Cofradía nos irá detallando, hasta mediados del siglo XIX, las entradas de cofrades, sus fallecimientos, ingresos, gastos, entierros y socorros; y no, no hubo ya problemas con el Sr. Cura, ni con D. Francisco Moreno ni con quienes le siguieron, aunque en parte, razón llevaba, muchos de los cofrades se las vieron y desearon para poder juntar los reales que las ordenanzas mandaban entregar todos los años.
Doscientos cincuenta años después, los jadraqueños continúan celebrando, como la costumbre manda, la fiesta de San Sebastián. Página abierta de la historia viva de nuestra tierra.
Tomás Gismera Velasco/ Guadalajara en la Memoria/ Periódico Nueva Alcarria/ Guadalajara, 19 de enero de 2024
EL LIBRO DE LA HISTORIA DE JADRAQUE (Aquí)
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