sábado, noviembre 11, 2023

Y EN MONDÉJAR, SE HIZO LA LUZ

 

Y EN MONDÉJAR, SE HIZO LA LUZ

Mondéjar fue una de las primeras poblaciones alcarreñas en disfrutar de la electricidad

 

 

   Poco más de ciento veinticinco años se han cumplido desde que las calles de Mondéjar se vieron iluminadas por vez primera, a través de la electricidad. Sucedió en los últimos años del siglo XIX, cuando los avances mecánicos comenzaban a llegar a las principales capitales de España y se trataba de que lo hiciesen, a igual ritmo a ser posible, a las principales poblaciones de cada provincia.

    Claro está que no siempre ello era viable, puesto que se necesitan, al menos, dos industrias, la del agua y la del molino. Y un industrial, capaz de ver en el proyecto, un negocio. El agua tendría que mover las dinamos instaladas en los molinos harineros a fin de que generasen electricidad, y ni todas las poblaciones disponían de molino, ni mucho menos de cauce de agua cercano que con su fuerza fuese capaz de generar todo aquel invento que revolucionaria los primeros años del siglo XX, a pesar del escepticismo de no pocas personas, después de que, como en el caso de Mondéjar, de Jadraque, Brihuega y de algunas contadas poblaciones más de nuestra provincia, antes de que concluyese aquel siglo que se caracterizó por las guerras civiles en pos de subir al trono a un rey varón, en nuestras calles se encendiese la luz, a través de cables tendidos por las calles, que llevasen la corriente a las bujías que, al final de ellos, borraban las sombras.

 


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Mondéjar, una próspera población

   Era Mondéjar por aquel entonces una de las poblaciones de mayor dimensión provincial, industriosa y en continuo crecimiento a la que, por si fuera poco, se le anunciaba que a no tardar le llegaría el ferrocarril del Tajuña, algo con lo que soñaban la mayoría de las poblaciones del entorno, como lo hacían las serranas y las de la campiña; pues con el tren se apostaba al futuro de las industrias, ya que acercaría los productos a las grandes capitales, abaratando los costes de transporte por carretera, en carros tirados por acémilas, o a los lomos de estas, llevados por nuestros más que laboriosos arrieros.

   En el tren se cifraba el futuro de muchos de nuestros pueblos entonces. Después se vio que, con aquello de que cada cual se agenciase su propio vehículo, los trenes también se quedaron a un lado; pero mientras estuvieron en funcionamiento, vertebrando la provincia, fueron útiles, y hoy en muchos lugares se les echa de menos; como entonces se les echó.

   Mondéjar, aunque lo soñó por mucho tiempo, vio como a su estación llegaron las locomotoras, y los mandamases provinciales y nacionales que desde Madrid hicieron el viaje inaugural, saludando a través de las ventanillas, en las estaciones del recorrido, como si de afamados diestros dando la vuelta al ruedo después de una gran faena se tratase.

   Aquí se decía que el tren llegó gracias al Sr. Brocas y al Sr. Conde de Romanones. El Sr. Brocas era el Secretario particular del Sr. Conde, además de diputado a la sombra de don Álvaro, que este no pudo estar presente aquel día; sí en cambio don Manuel Brocas, que se subió al tren en Orusco y descendió de él en Mondéjar, a la media mañana del 26 de marzo de 1916, entre un ensordecedor repiqueteo de campanas y el pueblo en masa, dando vítores de bienvenida.

   Las autoridades dirigieron al pueblo la palabra y luego se marcharon al Ayuntamiento, y al edificio de las escuelas, donde, como fue de rigor en todo tiempo, se reunieron para comentar la fiesta alrededor de una mesa bien servida, cuyas viandas vinieron desde Madrid y sirvió personalmente don Mariano Lhardy, el del famoso restaurante de la madrileña carrera de San Jerónimo. A los postres, como había prisas, los políticos se retiraron, pero en Mondéjar dejaron la línea férrea a disposición de los usuarios.

 

El día de la luz

   Hubiesen deseado los mondejanos que el tren llegase unos años atrás, como se les prometió; cierto también que a otras poblaciones también llegó la promesa, pero nunca lo hizo el tren, como a Hiendelaencina o Imón. Y por aquel tiempo de sueños hasta las autoridades de Brihuega se pusieron en marcha para que la línea del ferrocarril hiciese un alto en su término. Las autoridades briocenses ofrecieron a la compañía, de manera gratuita, todas las tierras que necesitasen para tender las vías, y hasta subvencionar el pago de las obras. Tanto se esperaba de él.

   Para la llegada de la electricidad hubo menos lucha. A Jadraque llegó el 30 de enero de 1898 desde el molino de harinas, situado al borde del Henares, propiedad de don Antonio Botija Fajardo; y a Brihuega el 29 de noviembre de 1895 desde el molino de don Ángel Herráiz.

   A Mondéjar llegaría a través de los cables tendidos desde el que fue propio de don Francisco Ampudia, hombre de pro en la población, y militar de alto rango en el Ejército.

   Corría el mes de octubre de 1897. Lo cierto es que la iluminación estaba proyectada para que coincidiese con las fiestas patronales del Cristo, un mes antes, pero no pudo ser. Así que, en aquel septiembre de 1897, el Santísimo Cristo del Calvario tuvo que hacer su habitual recorrido desde su ermita a la parroquial, iluminado por las velas que en sus manos llevaron los mondejanos.

   Un año después, las calles, a la entrada del Cristo, se iluminaron como si, en lugar de anochecer, el astro sol abriese la mañana. Para entonces, y desde el molino del Sr. Ampudia, las localidades próximas, desde Orusco a Pezuela de las Torres, tenían luz.

 


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Y, el Alcalde, se dirigió al pueblo

   En la tarde de aquel día memorable, las autoridades bajaron en procesión al molino, con el acompañamiento musical de la Banda de Perales; el Sr. Cura, don Leoncio, bendijo las instalaciones; regresaron a la plaza; se dio orden de que tocasen las campanas y… ¡se hizo la luz! En medio de un atronador aplauso.

   No faltaría, a la hora de los brindis, el del entonces Alcalde de Mondéjar, don Jenaro Cordón quien, con la pluma en la mano y la palabra presta, dirigió a los mondejanos una salutación que pasaría a formar parte de la historia local: “Mondejanos: El día 10 de octubre de 1897, en que la iglesia Católica celebra la fiesta del Rosario, fiesta onomástica que tan gratísimos recuerdos conserva la historia de España, en cuyas gloriosas páginas consta la Batalla de Lepanto, ganada por la escuadra española al mando del inmortal D. Juan de Austria, contra la formidable y potente de la media luna, será de imperecedera memoria para todos los buenos españoles, pero para los habitantes del pueblo de Mondéjar lo será aún más grato e imperecedero su recuerdo, por coincidir con dicha fiesta la gloria y grandeza de este humilde pueblo, al ver que la Reina de cielos y tierra elige por si propia uno de los días que se dedica en su gloria y alabanza para sacar a estos honrados y laboriosos habitantes de las tinieblas materiales en que yacían hasta el presente, por medio del fluido eléctrico. Sí, la Reina de los Cielos por sí propia ha sido, porque la voluntad de los hombres tenía designada otra fecha y no pudo tener efecto, por cuya razón, y ya que el recuerdo histórico expresado me trae a la memoria al gran hombre antes citado, nosotros, los Mondejanos, podremos decir en adelante, parodiando al gran Felipe II su hermano, que dijo: “el sol no se ponía nunca en los dominios españoles”; tampoco en esta villa será jamás de noche”.

   Y desde aquel día memorable, como el Sr. Alcalde predijo, en Mondéjar no hubo noche, ni oscuridad, y continuó prosperando, hasta nuestros días. Y es que, en Mondéjar, aquel día de octubre de 1897, se había hecho la luz.

 

Tomás Gismera Velasco/Guadalajara en la memoria/ Periódico Nueva Alcarria/ Guadalajara, 10 de octubre de 2023

 

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