viernes, agosto 19, 2022

PACO, EL DE LA VEREDA. Memoria y recuerdo, de Francisco Martín Macías

 

PACO, EL DE LA VEREDA

Memoria, y recuerdo, de Francisco Martín Macías, de La Vereda de la Puebla

 

 

   Han pasado dos meses, fue el 16 de junio, cuando Guadalajara, y especialmente su Serranía, se vio sacudida por la noticia de que Francisco Martín Macías, Paco de La Vereda, se había quedado para siempre entre… las veredas serranas.

   Aquel día supimos que Paco, ya no era de este mundo. Unos días antes se despidió de los amigos a través de las redes sociales. Más tarde conocimos la triste noticia de su fallecimiento; personalmente fue a través de la incrédula nota del Alcalde de Villares de Jadraque. Al día siguiente llegó la llamada telefónica personal. Paco había encargado a un amigo que transmitiese a sus amigos la triste noticia cuando llegase la hora.

 

Un hombre de acción en la Serranía

   Francisco Martín Macías no nació en estas sierras, pero llegó a ellas y se hizo uno más entre sus montes de roble, sus inmensos pinares. Entre los picachos que forjaron su ser. Dejó atrás su nombre para ser Paco, el de La Vereda. Allí, en La Vereda de la Puebla, de Valles, dirigía la Casa Rural a la que dedicó los últimos años de su vida.

   No sólo a dirigir la Casa Rural empleó los últimos veinte o veinticinco años. También a escribir, a dar a conocer la Sierra de Guadalajara; a descubrir los paisajes serranos a quienes no eran de estas tierras; a recopilar los festejos perdidos, las tradiciones olvidadas, los trabajos que fueron el día a día de los serranos; gente dura, sin miedo al encrespado horizonte que los rodea.

   Personalmente nos conocimos a través de ese hurgar en el pasado de nuestras gentes; sirviendo de enlace un amigo común, José Ramón López de los Mozos, cuando Paco se encontraba buscando tradiciones y leyendas serranas que recopilar para sus obras y López de los Mozos le dijo: “habla con Gismera”. Y empezó el conocimiento.

 


 

   Tocó un día a la puerta del recinto que me servía de oficina en Madrid. Traía entre las manos el que era su último libro; libro en el que recogía, tal vez por vez primera, sesuda y concienzuda, la esencia serrana de Guadalajara: “Veredas y Caminos de la Ribera. Los Valles del Jarama y del Sorbe”. La obra vio la luz en 2007, patrocinada por la Consejería de Cultura de Castilla-La Mancha y, ciertamente, es obra que deslumbra por su contenido y saber. Tal vez, como sucede en tantos casos, nunca bien valorada en todo su contexto. Cosas que pasan.

   Paco se echó los caminos serranos al hombro, con sus pueblos, sus gentes, sus montes y sus aguas, y los daba a conocer a través de una obra que con el tiempo ha pasado a ser imprescindible para el conocimiento de la Serranía guadalajareña.

   No era su primera publicación. Con anterioridad, y a través de la Editorial AAche, en unión de otro de los eruditos serranos en el arte de conocer lo propio, Manuel Sanz Iruela, entonces Alcalde de Puebla de Valles, dieron al mundo de la historia literaria provincial, en 2006, su: “Puebla de Valles, usos, costumbres, cuentos y leyendas”.

 

Un bloguero de éxito

   Las redes sociales se han convertido en los últimos años en la página abierta de lo que sucede en nuestro entorno. Sirven para todo, lo bueno y lo malo. Antes que ellas estuvieron, y continúan estando, los blogs. Esas páginas en las que, quienes pueden y saben, cuentan historias.

   Paco Martín se hizo un hueco grande en el mundo del blogueo, contando historias de la Serranía o de la provincia de Guadalajara. Su página, abierta al mundo, El Blog de la Vereda de Puebla, acumula cientos de miles de visitas, desde los cinco continentes. Entre sus páginas se encuentra el saber, el estar, el conocer y ser, de la Serranía de Guadalajara, con miles de entradas.

   Paco, Lar-Arami, firmaba aquí, cada día contaba una historieta, una aventura, una chanza, un chascarrillo… Siempre de Guadalajara, de sus gentes, de sus escritores, de sus amigos… El blog, hasta que con el tiempo desaparezca, es una referencia para entender y conocer las montañas, las gentes y tradiciones provinciales.

   A comienzos de año anunció que se despedía de él. Poco a poco comenzó a preparar su último viaje, a despedirse de sus gentes.

   En los últimos tiempos había llevado a cabo una intensa labor de recopilación de historias y apunte de datos, dando a la imprenta toda una colección de tradiciones y leyendas de la Serranía. Algunas de esas historias vieron la luz primera en la revista digital que, un buen día, se me ocurrió inventar: “Atienza de los Juglares”, a través de ella dio a conocer su “Historia del Monasterio de Bonaval”, o la de La Villa de Retiendas. Fue, desde sus inicios, como tantas otras gentes de la Serranía guadalajareña, un admirador de esa revista que nació humilde y se despidió con humildad. Porque ya no había más cosas que contar, o ganas de contar más cosas.

 

La grandeza de un autor humilde

   La obra de Francisco Martín Macías ha quedado, para la posteridad, a disposición de los amantes de la Serranía de Guadalajara.

   Colaboró con numerosas publicaciones, al margen de las propias o de la ya referida Atienza de los Juglares. Algunos de sus trabajos vieron la luz en la revista provincial, patrocinada por la Diputación de Guadalajara, “Cuadernos de Etnología”, en la que apareció sus: “Tres despoblados singulares: La Mierla, Tortuero y Canrayado”. Como Presidente de la Asociación de Turismo Rural de la Sierra Norte se desvivió por darla a conocer; batalló contra la despoblación; por la apertura de caminos; el respeto a la naturaleza y… ¡tantas cosas más!, que en ocasiones se nos antojan, para quienes nos hemos rendido al combate, batallas de quijotes contra molinos de viento.

 

El postrer homenaje

   Todavía quedan, prendidas en los alcores serranos, las palabras entusiasmadas que dirigió a las gentes de Guadalajara, desde El Cardoso, en su pregón serrano del VII Día de la Sierra: ¡Yo vengo a hablar del carácter de la Sierra y de sus gentes! Y lo hizo. También dejó escrito, en alguna de sus páginas: “soy escritor serrano, además de inmortal”.

   Cierto, fue un gran escritor serrano. Dio a la imprenta, y puso a disposición de quienes quieran conocer la Serranía provincial, además de las obras esbozadas en líneas precedentes, media docena más: “Cuentos y Leyendas de la Sierra Norte de Guadalajara”; “La Independencia de Retiendas”; “El Monasterio de Bonaval”; “Tradiciones, oficios y costumbres desaparecidas”; “Relatos y cuentos de la Sierra Norte de Guadalajara”, y “Fiestas y Tradiciones perdidas”; además de haber colaborado en trabajos significativos, como el último libro editado por la Asociación Serranía de Guadalajara, en el que trazó la historia de un pueblo perdido entre los pliegues serranos: Las Cabezadas.  En su obra, su inmortalidad.

   La Asociación Serranía de Guadalajara, en su memoria, y con miras al próximo Día de la Sierra, que este año tendrá lugar en Cantalojas, allá por el mes de octubre, ha convocado el Certamen de Relatos Cortos, con motivos serranos: “Francisco Martín, Larami”.

   Para quienes sentimos su ausencia nos queda el consuelo de saber que, por esos caminos serranos, por esos picachos y tradiciones que nos miran; por esos montes que se nos pierden en el horizonte; a través del vuelo del azor; del viento suave que mece los picachos serranos, se nos asoma Paco, el de la Vereda, con sus historias, con sus leyendas…, con la inmortalidad a través de su obra.

 

 

Tomás Gismera Velasco/ Guadalajara en la memoria/ Periódico Nueva Alcarria/ Guadalajara, 19 de agosto de 2022

 

 

 

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