viernes, agosto 25, 2017

MEMORIA DE JOSÉ ANTONIO OCHAÍTA: EL PRÍNCIPE DE LA COPLA



MEMORIA DE JOSÉ ANTONIO OCHAÍTA: EL PRÍNCIPE DE LA COPLA
Fue autor de letras de canciones como “El Porompompero”, o “Bienvenido Mister Marshall”

Tomás Gismera Velasco


   Ha desaparecido en el tiempo la primera obra teatral que escribiese quien estaba llamado a ser uno de los autores de referencia de la Guadalajara del siglo XX. Un hombre que ha pasado a la historia como autor de coplas y que, sin embargo, fue un gran autor teatral y un poeta de referencia más allá de Guadalajara. Recibió los primeros aplausos con poco más de veinte años, cuando en el escenario de uno de aquellos teatrillos colegiales de Santiago de Compostela, el de los Salesianos, estrenó su primera obra: “El mendigo de la Rábita”; si decimos que el estreno coincidió con el llamado “Día de la Raza”, es decir, el 12 de octubre, ya nos imaginamos de qué iba la cosa. Del descubrimiento del Nuevo Mundo.


   Corría el año de gracia de 1928 y aquella obra, de tinte histótico y en verso, suponía el comienzo de una larga trayectoria poética y teatral que se centró, en aquellos primeros tiempos de su vida literaria, en tierras gallegas. El teatro García Barbón, de Vigo, acogió los sucesivos estrenos de las más significativas obras de nuestro autor. Obras de juventud, entre las que destacó una “Eugenia Imperial” que representada a beneficio de la Casa del Pescador marcaría un antes y un después en su vida personal y profesional.


   Antes del estreno de esa “Eugenia Imperial”, que Ochaíta convertiría más tarde en copla de éxito en la voz de Concha Piquer, y con título mucho más sonoro: “Eugenia de Montijo”, el autor jadraqueño había dado el salto desde la villa del castillo del Cid a Madrid, y de Madrid a Salamanca, a Santiago y, de nuevo, a Salamanca. Antes de regresar, con intención de echar raíces, a Santiago de Compostela.

   Allí su Ayuntamiento, por aquellos días revueltos de alborotos políticos, aprobó en comisión plenaria felicitar a nuestro autor por sus trabajos literarios en los que ensalzaba la ciudad. En las actas municipales correspondientes al 28 de septiembre de 1934 se refleja el acuerdo con la felicitación del Concejo. La primera felicitación de su carrera que ya por entonces había cosechado indudables éxitos literarios a cuenta de la poesía y las flores naturales recogidas en algunas provincias. Con largos poemas en los que ensalzaba, como si de un Valle Inclán o una Ofelia Nieto, un Alvaro Cunquerio o un Otero Pedrayo se tratase, las tierras gallegas. Porque por aquellos años en los que la República triunfaba, José Antonio Ochaíta había decidido ser gallego de adopción. Que lo era, y reconocido: como una pluma de oro de la prensa viguesa, ya que escribía en la prensa de Vigo, en la de Santiago y en la de Pontevedra. Y paseaba su oratoria por los teatros de las tres ciudades, recitando versos o dando charlas.

Esperanza Perales (Eva Cervantes)

   Su primer libro de poemas, igual de desgraciadamente perdido, como sus primeras líneas teatrales, estaba dedicado a Galicia: “Galicia, verso y jardín”. En él dejó impresos los paisajes de una tierra que lo había enamorado desde mucho antes de conocer a don Ramón María del Valle Inclán. Entre los amigos que lloraron su muerte se encontraba el día que sucedió, y con aquellos, a sus hombros, llevó el féretro con el cuerpo inerte del gran autor teatral y, de alguna manera, maestro de nuestro paisano.

   Había nacido José Antonio Ochaita en Jadraque, sabido es, el 8 de agosto de 1905; y era su padre, por aquellos días, el maestro de la localidad. Un maestro que procedente de Trillo llegó a Jadraque para dejar allí su vida, puesto que falleció joven y de muerte poco menos que repentina, el 13 de enero de 1911. Apenas diez años había durado el matrimonio entre el maestro don Antonio y doña Cesárea García de Agustín, que celebraron una boda por casi todo lo alto en aquel Jadraque que comenzaba a caminar el siglo XX. El 17 de noviembre de 1900 se casaron, con la bendición de don Basilio Batanero, quien se desplazó desde Sigüenza para oficiar la ceremonia.

   José Antonio y su hermano menor, Luis, pasarían, a la muerte del padre, a estudiar en el colegio de San Ildefonso de Madrid; su hermana, mayor que ellos, quedó en Jadraque, junto a su madre.

   Allí comenzó la aventura de vivir de Ochaíta, en el colegio de San Ildefonso; antes de que, en Galicia, aprendiese a recitar en aquellos días previos al gran desastre nacional, a la guerra de 1936. José Antonio tuvo que dejar precipitadamente Galicia para buscar refugio en Madrid en aquel nefasto mes de julio de 1936. Cuando regresó, tres años después, nada de lo que dejó en su vieja casa quedaba. Sus libros, sus escritos, sus recuerdos, sus poemas… todo había desaparecido devorado por la incompresión de una guerra, su crueldad y sus venganzas.

José Antonio Ochaíta. El Principe de la Copla



   Hizo caso a la llamada de su tía Esperanza y acudió a Sevilla. En la capital del Guadalquivir su tía Esperanza Perales –Eva Cervantes para el mundo de las musas-, era un nombre de referencia, y su casa en Triana lugar de encuentro para poetas viejos y de nuevo cuño. Para poetas como Adriano del Valle, Villalón, los Álvarez Quintero, el marqués de Aracena, Rafael de León… El Paraíso se llamaba la tertulia que en su casa presidía Eva Cervantes. Y entre tanto  poeta y autor de referencia teatral comenzó a destacar Ochaíta, el autor de Jadraque.

   Con Eva Cervantes publicó un libro de poemas “Turris Fortísima”, que es un monumento a una torre, la Giralda, los dos cantan, a pares. Un libro que vio la luz en 1935. Y con Rafael de León lo primero que escribió, después vendrían las coplas, fue una comedia teatral de mucha risa y mucho verso: “Cancela”. La primera. A esta seguirían, al menos, una docena más de títulos que, en solitario o compañía, llenaron los teatros de Madrid. Y en medio de todo, la copla. Esos retratos en verso que hablaban lo mismo de amores que de malaventuras; de toreros pillados por el toro o sueños de maletillas; de princesas imperiales, de lirios y de reinas.

   Fue, José Antonio Ochaíta, uno más entre la media docena de “príncipes de la copla” que tuvieron la gracia de dominar un tiempo, una época. De quienes pusieron letra a medio siglo de la historia de España. El rey, indiscutible, claro está, no fue otro que Rafael de León.

   Sus canciones han traspasado la frontera del tiempo y el olvido. Y se continúan cantando, y grabando aquí y allá. A este y al otro lado del mar. Y tanto son que muchas de ellas, por parecer serlo de toda la vida, se confunden con los romances medievales. Pero no, Sortija de Oro, Me casó mi madre…, y tantas más, no son romance de vieja, son canciones que escribió Ochaíta. Y el famoso Porompompero, y la tan traída y llevada de Bienvenido Mister Marshall… Canciones de películas, que también para el cine escribió algún que otro guión que la censura, ¡ay la censura!, no lo dejó pasar de eso, de guión. A pesar de que, a Florián Rey, le escribiese alguno que otro, Ronda ya tiene torero, por poner un título.

   En Guadalajara, en Jadraque, en la Alcarria, ha pasado a la historia de la letra como poeta de largo y cumplido verso. Y es que Ochaíta fue, además de todo lo anterior, el poeta de la Alcarria. Un guadalajareño militante que se echó la provincia al hombro para pasearla por Madrid. Y ser, cuando Francisco Layna Serrano trataba de que Guadalajara fuese la capital, sino del mundo, al menos una referencia para España, su  mozo de batalla. Junto a Layna, y unos cuantos más, fundó aquella tertulia que quiso ser algo más que eso: “La Colmena”; con los guadalajareños militantes en Madrid intervino en la fundación de La Casa de Guadalajara, hoy desaparecida y olvidada; y con los poetas de Guadalajara fundó el Núcleo Pedro González de Mendoa, y con él paseó la poesía por la provincia, inventándose, con Suárez de Puga y algunos otros lo de los Versos a Medianoche.



   Y como si fuese parte de un romance, o de una copla; uno de aquellos habría de comenzar por: Pastrana tuvo que ser

   Sí, en Pastrana fue donde marchó para ser eternidad. Rayaba la luna el filo de la medianoche del 17 al 18 de julio de 1973 y José Antonio Ochaíta tendió sus manos para pronunciar aquellos versos que son memoria de una vida: tengo la Alcarria entre mis manos… Y pasó a la historia de la literatura de una provincia, Guadalajara, que no lo puede olvidar. De ahí que su biografía “El príncipe de la copla”, con esos datos nuevos que se añaden a su etapa gallega, y otros más, sea un monumento a su memoria, como los bustos que recuerdan en Jadraque y Guadalajara a un poeta de nuestra tierra que nació un 8 de agosto, donde la Alcarria se viste de perfume.

Nueva Alcarria, viernes 25 de agosto de 2017

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