FELIPE V, EN ATIENZA
ENERO DE 1702
Tomás Gismera Velasco
Nos ha quedado, para las grandes páginas
de la Historia de Atienza, incluso del reino, se nos cuenta que por espacio de
casi un mes, entre junio y julio de 1706, la estancia en la villa del rey
Felipe V, el primer rey de la dinastía Borbón en España.
Lo que la Historia no nos había contado, y en este pequeño avance lo
damos por primera vez a conocer para la Historia de Atienza, la primera
estancia en nuestra Atienza del rey Borbón. Si bien por menos días, fríos y de
nieve. Tuvo lugar en el mes de enero de 1702.
La controvertida figura del monarca, con un reino en guerra, recién
heredado el trono y poco después de su llegada a España, se paseó, entre la
nieve, por Atienza, y asistió a alguno que otro evento, estableciendo su corte
por vez primera en nuestra villa. Y no residió, como otros monarcas en el castillo
o el convento de San Francisco, lugares habituales para las residencias reales,
sino que lo hizo en la casa palacio de uno de sus hombres de confianza, el
mitad atencino, mitad seguntino, Sebastián de Olier y Sopuerta.
No adelantaremos datos biográficos en cuanto a don Sebastián, del que en
algunos lugares se sitúa como natural de Sigüenza, y de Atienza en otros,
casado con doña Emerenciana de la Cabreriza, al parecer natural de la villa de
Atienza. Sí que diremos, como hemos podido comprobar en el artículo precedente
en torno a los hidalgos de Atienza, firmado por Juan Luis López Alonso, que al
momento de recibir al rey era vecino de nuestra villa, desempeñando en ella
cargos reales de alta responsabilidad.
También diremos que don Sebastián y doña Emerenciana fueron los
progenitores de varios vástagos, entre ellos don Mateo, nacido en Sigüenza
hacía 1697, quien hizo carrera en la actual Argentina, a la que se trasladó
mediado el siglo XVIII para ser figura importante en Buenos Aires y en el Virreynato
del Perú, dirigiendo las tropas que en 1750 combatieron las tropas portuguesas
que atacaban a las españolas en el Paraná. Murió en 1771 en Montevideo, donde
descansa a la eternidad.
Este Mateo de Olier fue a su vez padre de Mariano Olier, nacido en
Buenos Aires el 25 de julio de 1752 y fallecido en el Río de la Plata el 27 de
diciembre de 1816. De él se nos cuenta que entrado en religión, y como
sacerdote, fue uno de los grandes activistas en la lucha contra la epidemia de
viruela que asolaba la Argentina en 1778.
Pero sigamos con nuestro Felipe V, o Felipede Borbón, duque de Anjou,
quien tras la muerte del último rey de la dinastía Austria, Carlos II, aceptaba
el trono español el 16 de noviembre de 1700.
Felipe V preparó concienzudamente su viaje a España, dejando Versalles
el 4 de diciembre de aquel año y pisando por vez primera suelo español en
Irún el 22 de enero de 1701 para hacer
entrada triunfal en Madrid el 18 de febrero. Tenía entonces 19 años de edad.
Poco después de su llegada a España comenzarían los movimientos austriacos que
condujeron a la “Guerra de Sucesión”, cuando por el mes de mayo los ejércitos
de Austria entraron en los reinos de Italia. Y el rey, por aquello de que los
reyes se ponían al frente de sus ejércitos, debió de emprender el viaje a
Italia, para combatir aquellas tropas. Estancia en aquellos reinos que
únicamente debió de interrumpir para casarse, cercano a los 20 años de edad,
con su prima María Luisa Gabriela de Saboya, en Figueras, el 2 de noviembre de
1701. La reina era algo, o bastante, más joven que el rey, 13 años de edad.
Apenas estuvieron juntos unos días, pues el rey se vio en la necesidad
de regresar a Milán, y la reina a Madrid.
El regreso definitivo a España, tras los combates que serían el preludio
de la auténtica guerra, lo iniciaría el joven monarca mediado el mes de
diciembre, pasando de Italia a Perpiñán y de aquí a Cataluña para, recorriendo
las provincias de Lérida y Zaragoza, entrar en la de Soria por Ágreda. Villa
por la que pasó, camino de camino de Almenara y Almazán, el día 8 de enero. El
día 9 de encontraba en Almenara, y el 10 durmió en Almazán, en el palacio del
conde de Altamira, partiendo a la mañana siguiente rumbo a Berlanga de Duero,
haciendo noche, y estableciendo su “Palacio”, en las casas del Condestable de
Castilla.
El día 12, con muy mal tiempo, la comitiva real se puso nuevamente en
camino para entrar en Atienza al cabo de la tarde, estableciéndose el “Palacio”,
en las casas de don Sebastián de Olier.
Hasta Atienza había llegado la noticia, tan esperada por el monarca, de
que la reina María Gabriela había salido de Madrid para encontrarse con su
esposo en Guadalajara, en el palacio del duque del Infantado, mostrando deseos
Su Majestad de ponerse en camino para llegar cuanto antes a la capital de
nuestra provincia, para encontrarse con su esposa, sin embargo, el tiempo lo
impedía.
La crónica de sus viajes, escrita
por el marqués de Ribas, nos
dice:
…El día doce fue Su Majestad a Atienza, y
tuvo su Palacio en las casas de Sebastián de Olier; y porque llegó noticia de
que la Reina nuestra Señora había salido a recibir a Su Majestad, y que
esperaba en Guadalajara,
quiso el Rey anticiparle el gusto y mandó poner paradas para el coche de su
Real Persona, y el de la Cámara, para llegar en un día a Guadalajara, sin
embargo, de la mucha nieve que había en el camino, y lo que la continuaba el
tiempo.
El día trece, a las ocho de la mañana, salió
el Rey de Atienza, yendo en el coche con Su Majestad el Caballerizo Mayor, el
Sumiller y el Gentil Hombre de Cámara de Guardia, y en el coche de la Cámara
fuimos el Conde de Santisteban, el Duque de Osuna, el Duque de Gandía, el Duque
de Béjar, Don Carlos de Borja, el Conde de Pliego y yo, y se dieron postas a
algunos criados precisos de la Guardarropa. Su Majestad se detuvo un breve rato
en el camino dentro del coche, donde se le sirvió un refresco para que pudiera
continuar la jornada. El resto de la Casa y de la Corte pasó este día a hacer
noche en el lugar de Jadraque…
Los avatares del camino, entre Jadraque y Guadalajara, entre la nieve,
la lluvia, el frío y las prisas, lo dejamos para otra ocasión. Sí dejaremos
dicho que la reina salió de Guadalajara a esperarlo, y no llegando, se retiró
al palacio del conde de Villafranca, entrando el rey en Guadalajara pasada la
media noche, y permaneciendo en la ciudad, en el palacio del Infantado, los
días 14 y 15 de enero, cuando se echó de nuevo al camino, en dirección a Alcalá
y después a Madrid, donde entró el día 17.
Digamos que don Sebastián de Olier y Sopuerta era, en el momento de recibir al Rey, como nos
apunta en su precedente artículo Juan Luis López, teniente de alcaide de la
fortaleza –castillo-, recibiendo posteriormente un título señorial, de orden
real.
Que fascinante. Sebastian de Olier y Sopuerta es mi tío tatarabuelo (de 8 generaciones atrás). Su hermano, el alcalde ordinario de Sigüenza, Francisco de Olier y Sopuerta, es mi séptimo tatarabuelo. Los Olier disfrutaron de la hidalguía tras esta visita del primer rey Borbón, ya que está notado que Sebastián y sus hermanos recibieron el don de la hidalguía, unos años después de la visita de Felipe V.
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