domingo, enero 10, 2016

LUIS SÁNCHEZ, EL BACHILLER DE ATIENZA PROTECTOR DE LOS INDIOS DE POPAYÁN



LUIS SÁNCHEZ, EL BACHILLER DE ATIENZA PROTECTOR DE LOS INDIOS DE POPAYÁN

Tomás Gismera Velasco

   La historia de Atienza nos ha dejado un sinfín de noticias históricas y, cómo no, un largo catálogo de personajes que salieron de ella para recorrer mundo y hacer historia. Ya hemos ido viendo a muchos de ellos, y lo continuamos haciendo. Hoy toca hablar del Bachiller Luis Sánchez.

   La figura de fray Bartolomé de las Casas, sin duda, ha eclipsado la labor de este y hombres que como él trabajaron por extender la cultura castellana, y la defensa de sus propias raíces, entre los pueblos indígenas, y trataron de que sus fueros e incluso su cultura, fuese respetada; personaje, Luis Sánchez, de quien no es mucho lo que conocemos al día de hoy y que sin duda estas líneas servirán para que comience a estudiarse su figura, al menos en el ámbito provincial. En Latinoamérica, donde desarrolló parte de su labor y terminaron sus días, pertenece a la historia de naciones como Colombia o Perú. Como defensor de los indígenas en unos tiempos en los que Castilla descubría nuevas tierras y utilizaba su mano, y su espada, acorde a los tiempos.

   Las primeras noticias que en Guadalajara se tienen sobre este hombre nos las da Juan Catalina García en su Bibliografía de Autores Alcarreños, si bien cuando el cronista escribe su nota los archivos no permitían, como lo hacen hoy, conocer más:

Con sospecha de que no le corresponde ser incluido en este libro (de autores de la provincia de Guadalajara), le pongo en él. Porque aun cuando consta que vivía en Chillarón de Pareja (hoy Chillarón del Rey), no resulta probado que fuera natural de este pueblo.  Escribió:

   Memorial que escribió el Bachiller Luis Sánchez, al Presidente Espinosa, del Consejo de Indias, en Madrid, a 26 de agosto de 1566.

   El original en el Archivo de Indias es una acusación ruda contra los españoles de Estado Civil y Eclesiástico, y de todas las jerarquías que iban a América a hacerse ricos sin miedo a las leyes divinas y humanas. El autor, que había estado en Indias, alaba el espíritu de Fray Bartolomé de las Casas, y también del obispo de Popayán, ya difunto, a quien llama mi buen amo.

   El Bachiller era eclesiástico, y asegura que también predicó entre los indios, pero con el poco fruto de costumbre, y firma su representación en la fecha mencionada, declarando que vive en Chillarón de Pareja.



   Y así era. Juan Catalina tenía en todo razón: Luis Sánchez era eclesiástico; residía cuando escribió el Memorial, de forma transitoria, en Chillarón de Pareja (hoy Chillarón del Rey); estuvo en Popayán y fue uno de los clérigos que acompañaron a su obispo, Luis del Valle, o Juan Sánchez García como realmente se llamaba, a Colombia, como secretario personal. Junto a Juan del Valle permaneció por espacio de catorce años, desde que fue consagrado obispo hasta que Del Valle falleció.

   A través de otra de sus obras, mucho más extensa, también en defensa de los indígenas y escrita en Popayán, a su regreso a aquellas tierras, conocemos que Luis Sánchez era natural de Atienza, en Castilla. Donde nació hacía 1506. Se trata de su obra “Espejo de Variedades”, una de las tres conocidas, ya que también dio a la imprenta dos más, “Acontecimientos notables” y “Razonamientos y embajadas”, de las que en las bibliotecas se conserva una parte.

   No es únicamente en estas obras donde da cuenta de su naturalidad, también lo hace en las informaciones testificales en torno al obispo de Popayán. A pesar de ello, algunos autores lo han llegado a nacionalizar cifontino, quizá relacionando la alcaidía del castillo de Atienza con los condes de Cifuentes.

   Es conocido que Luis Sánchez estudió filosofía y teología en Salamanca, de donde salió como Bachiller y en donde entabló la amistad que forjaría su futuro con Juan del Valle, puesto que este fue en aquella Universidad su catedrático de filosofía, como nuestro paisano en sus obras reconoce.

   La diócesis de Popayán, en la que desarrolló su labor, había sido creada el 22 de agosto de 1546 por el papa Pablo III a petición del rey Carlos I, y allá llegó su primer obispo, Juan del Valle junto a sus asistentes y personal de compañía, llevando como secretario particular a Luis Sánchez, haciendo entrada en la nueva diócesis en 1548. El Bachiller Luis Sánchez se declara: criado particular de su casa y servicio, todo el tiempo que fue obispo, desde que fue electo hasta que Dios le llamó…

   Juan del Valle llevaba una misión especial a aquella tierra, la de cristianizar e incluso poner coto a ciertos desmanes ya conocidos provocados por los españoles que allá marchaban, llevando los nombramientos de Prelado y Protector de los Indios. Títulos que lo revestían de cierta autoridad ante los cargos civiles, y que hizo valer apenas llegado a aquellas tierras y tomado conocimiento de lo que sucedía.

   La historia nos dice que “desarrolló la primera misión y ejerció la segunda junto a Luis Sánchez, para ser conocidos como “otro Fray Bartolomé de las Casas o Juan de Zumárraga”.

   Y es que eran los tiempos en los que la voz de Fray Bartolomé de las Casas comenzaba a dejarse oír, sin demasiado éxito, siendo no pocos los historiadores de la época que sitúan el posterior auge defensivo de los indígenas por parte de Fray Bartolomé, en la labor de nuestro paisano ante la Corte de Felipe II. Los tres se conocieron, manteniendo correspondencia. Entre los documentos que Bartolomé de las Casas dejó al morir fue hallada una de las cartas dirigida al Obispo de Popayán, en las que le hablaba de los medios para mejorar la vida de los indígenas.

   La labor desarrollada por Juan del Valle se vio propiciada por Luis Sánchez en numerosas fundaciones, entre ellas la primera escuela de Gramática en Cali, de la que el Bachiller Sánchez fue su primer profesor hacía 1548, y en la que, un año después, se enseñaba música y teatro:

Es fama que en la Escuela de Música Latina fundada en Cali por el obispo Juan del Valle, en la cual enseñó hacía 1549 el Bachiller Luis Sánchez, los discípulos indios y mestizos fueron tan aventajados que representaban muchas comedias en latín elegante.

   No tardaron quienes allá habían marchado en busca de fortuna, en declararse enemigos de la labor de Del Valle y Sánchez:

Una de las acusaciones más graves contra el obispo es la de inmiscuirse en la jurisdicción civil, basándose para ello en un mandamiento suyo por el cual prohíbe cargar indios so pena de privación de encomiendas y ordena que todo español que se acompañe de algún indio muestre ante él u otro religioso el título der posesión con miras a evitar la compra venta de indios como esclavos. Efectivamente se trataba de una intromisión, como protector de indios podía denunciar todos estos abusos a las autoridades civiles, pero no tenía facultad para ejecutar tales penas como la privación de encomiendas o la liberación de esclavos.

   Sin embargo del Valle consigue, con el apoyo del oidor Montaño, que se anulen legalmente dichas informaciones por ir contra la jurisdicción eclesiástica a la vez que logra una serie de provisiones de la Audiencia que respaldan su actuación como protector. Esta victoria legal sobre vecinos y autoridades reforzarán su lucha, pero no por ello cesarán los enfrentamientos.

   Mientras esto ocurría en la gobernación, en España el Bachiller Luis Sánchez estaba obteniendo éxito en sus gestiones ante el Consejo de Indias a donde había sido enviado por el obispo a finales de 1554 para que informase personalmente de la situación. A mediados de 1555 presenta ante el Consejo un extenso memorial del obispo en el que propone una serie de medidas de gobierno directamente relacionadas con los problemas de la población aborigen. Por las anotaciones puestas al margen, al ser examinado en el consejo se puede deducir que en general tuvo una buena acogida. En los meses siguientes se enviarán varias cédulas y provisiones a las autoridades de la gobernación y a las de la Audiencia, directamente relacionadas con este escrito.

   Efectivamente, el Bachiller Luis Sánchez había sido enviado a España con un memorial del propio Obispo que debía presentar al Rey, como lo hizo. Dicho memorial se conserva en el Archivo Histórico Nacional, fechado en 1555. Con anterioridad, en 1547, el Obispo, a través de Luis Sánchez, hizo llegar otro.

   Estos memoriales no hicieron sino incrementar el número de enemigos:

En marzo de 1559 afirma el prelado que los gobernadores, justicias y encomenderos lo quieren mal y tienen por enemigo, tratando y diciendo mal de él y levantándole testimonios, Para proteger su vida y las de sus clérigos se vio obligado a rodearse de una guardia armada.

   Para entonces ya había regresado a Popayán nuestro paisano, recibió la correspondiente licencia para hacerlo desde Castilla el 13 de agosto de 1557. Encontrándose en esa fecha en Valladolid.

   La lucha de Juan del Valle por  la dignidad de los indios lo llevó a defender sus ideas en la propia Corte, a la que viajó en 1561 junto a Sánchez, decidiendo marchar a Roma a exponer sus quejas ante el propio Papa, falleciendo en Francia mientras hacía el viaje.

   Su secretario, nuestro Bachiller, regresó a España, marchando al lugar ya conocido del actual Chillarón del Rey, desde donde continuó su lucha: Mi buen amo el obispo de Popayán murió con este pío de que se supiese la verdad de lo que en Las Indias pasa y se remediase … Nos dice Sánchez en esa obra que ha traspasado el paso del tiempo, y que lo ha hecho figurar en la historia más que por ninguna otra. Su ya dicho Memorial al Presidente Espinosa, de 1566, elevado al Rey.

   Espinosa no era otro que el Cardenal Diego de Espinosa, entonces, además Presidente del Consejo de Castilla e Inquisidor General, Obispo de Sigüenza.

   El Memorial, ampliamente estudiado y que ha sido valorado como una réplica de las quejas emitidas por Bartolomé de las Casas, es en sí un espejo de lo que allá se vivía, y que podría resumirse en apenas unas líneas: que todos cuantos pasamos a las Indias vamos con intención de volver a España muy ricos, lo cual es  imposible, pues de acá no llevamos nada y allá holgamos, sino a costa del sudor y sangre de los indios.

   La extensión del memorial hace a nuestro paisano concluirlo con un: V.S. me perdone si he sido largo, que no convenía con persona tan ocupada; la cualidad del negocio me disculpa y habérmelo mandado V.S.

   El Memorial, por supuesto y como ya apuntamos, llegó al Rey: y como esto resultaba totalmente cierto se encomendó una visita a Juan de Ovando para determinar la gravedad del problema, determinando que  la situación en realidad resultaba más grave de lo que parecía…

En vista de elloFelipe II pondrá en marcha los tradicionales mecanismos administrativos y legales habitualmente empleados en estas circunstancias, esto es, ordenar una inspección al Consejo de Indias y nombrar en 1568 una Junta, (La Junta Magna), para conocer del tema y sugerir las medidas a adoptar. La traducción legal de las conclusiones de la Junta será la promulgación de unas Reales Ordenanzas de descubrimiento, población y pacificación de las Indias, fechadas el 13 de julio de 1573. En ellas el término “conquista” desaparece, aunque se reconoce la facultad para penetrar en territorio de los indios y crear pueblos, pudiendo defenderlos por la fuerza si fuera preciso.

   Lentamente, como suele suceder, las cosas comenzaron a cambiar.

   Todo indica que el Bachiller Luis Sánchez regresó a Popayán a finales de la década de 1560, falleciendo en aquella tierra, sin que se conozca con precisión el lugar y la fecha.

   Es, sin lugar a dudas, un personaje del que continuaremos hablando, sirvan estas líneas de primera aproximación, pues como bien dicen los historiadores que han escrito en torno al temapocas figuras son tan atrayentes como la de este fogoso Bachiller, nacido en Atienza, en 1506.

Bibliografía principal:
-Biblioteca de Historia Fernando Caycedo, Editorial Sucre.
-El Episcopado Hispanoamericano. Enrique D. Dusell.
-La Primigenia Audiencia de la Nueva Galicia. Rafael Diego Fernández Sotelo.
-La crisis indiana y la Junta Magna de 1568. Demetrio Ramos.
-Colección de documentos inéditos del Archivo de Indias. Luis Torres de Mendoza. Tomo XI.

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