domingo, septiembre 28, 2014

LORENZO DE SERANTES. EL CARCELERO DEL DUQUE DE RIPERDÁ




   Don Lorenzo de Serantes Fernández de Sandoval Vigil y Orozco, fue uno de aquellos caballeros que nos legó la historia de Atienza cuando el siglo XVIII abría sus puertas.

   Descendiente de una de aquellas familias que llegaron a la villa al promedio del siglo XVI, don Lorenzo nació en los primeros días de mayo de 1682, siendo bautizado el 8 de mayo de aquel año en la iglesia de San Juan.

   Era hijo de Francisco Serantes, natural de Atienza, donde nació en 1640 y de María Antonia Fernández de Sandoval, natural de Huete.

   El matrimonio se llevó a cabo en Huete el 18 de marzo de 1663, y de él nacieron varios hijos, que fallecieron, quedando con vida nuestro don Lorenzo, junto con Ana, Tomasa, Ignacio, Martín, Miguel, Francisco y Josefa.




   En Atienza desempeñaba con Francisco de Serantes el cargo de Caballero de Campo del Rey, heredando los cargos que desempeñó su padre, también de nombre Lorenzo Serantes, Alcaide y Regidor perpetuo de Atienza, a donde llegó para desempeñarlos desde Madrid, su patria de nacimiento.

   Nuestro don Lorenzo, siguiendo la tradición familiar, entró en el ejército, tomando parte actica como capitán de caballos en la Guerra de Sucesión, inclinándose por el rey Felipe V, quien le dio distintos cargos en la Corte.

   A pesar de ello estuvo ligado a la villa hasta su muerte, en torno a 1750, pues perteneció a un buen número de cofradías atencinas, entre las que figura la de Santiago, en la que ingresó el 9 de mayo de 1710.

   En la Corte, y a la cercanía del rey, fue Alcalde de la Santa Hermandad en 1715 y Caballero de Campo entre 1717 y 1719.

   Su matrimonio con una sobrina del marqués de la Paz, Juan Bautista de Orendaín, lo llevó a aquellas y más altas misiones en la Corte, ante todo cuando el marqués alcanzó el nombramiento de Secretario de Estado, y su enemistad con el duque de Riperdá, quien ocupó el mismo cargo con anterioridad, llevó al marqués a encarcelar a Riperdá en el Alcázar de Segovia, acusándolo de malversación.

   En él se encontró Riperdá durante algunos meses, custodiado por el entonces Alcayde de la fortaleza, don Antonio Clavo, de quien cuenta la historia, trató al prisionero con los cuidados y corrección que merecía el prisionero, hasta que la muerte, a causa de unas fiebres malignas, sorprendió a don Antonio el 22 de junio de 1727 y su lugar, por mandato de su tío el marqués, lo ocupó nuestro paisano, de quien vuelve a contar la historia que al prisionero, tras unos meses de buena convivencia, le retiró todas las comodidades que le diese su anterior carcelero, haciendo su vida incómoda e injusta.

   Don Lorenzo de Serantes, quien vivió en el Alcázar junto a su mujer, hijos y criados, llevada entre ellos, como asistenta de su esposa, a una joven natural de Tordesillas, Josefa Faustina Martina Ramos, de quien igualmente se cuenta que, enamorada de Riperdá, no paró de urdir engaños y sirviendo de enlace entre el duque, la duquesa y sus amistades, comprando voluntades e interesando en el asunto a algunos miembros de la guardia, logró que el duque de Riperdá escapase de la prisión descolgándose a través de los muros del alcázar en la noche del 30 de agosto de 1728, refugiándose en Portugal y escapando a Marruecos, donde murió años después.

   No nos cuenta mucho más la historia en cuanto a lo sucedido con posterioridad a nuestro Don Lorenzo Serantes, si bien Antonio Ferrer del Río lo hizo coprotagonista de una de aquellas novelas históricas a la moda del siglo XIX: De Patria en Patria, editada en París en 1861.

Tomás Gismera Velasco