EL SANTERO Y LA ERMITA DE SANTA LUCÍA DE ATIENZA
Guardando al Santo Patrón
Sin duda, y debido a un tiempo en el que la construcción de ermitas, como de iglesias, proliferó en nuestra tierra para adaptarse a la moda de los siglos XVII y XVIII, numerosas de ellas pueden parecernos, sino iguales, sí al menos semejantes, como si en la construcción se hubiesen puesto de acuerdo los pueblos, o hubiesen sido diseñadas por los mismos maestros de obras; con lo que, aun siendo todas diferentes, muchas de ellas parecen calcos las unas de las otras. Alzándose allá donde la tradición cuenta que se apareció la Virgen; o en el lugar en el que los devotos consideraron más acorde para dedicarlo al santo patrón de sus devociones. No pocas en un cruce de caminos para que al tiempo que dedicar unos momentos a la oración, sirviesen de refugio a los caminantes que por ellos anduviesen ante las amenazas del tiempo. Tradicional fue que por ello mantuviesen noche y día abiertas sus puertas desde las cumbres de Tamajón al Alto Rey o el roquedal de Nuestra Señora de la Hoz; teniendo la gran mayoría de ellas, adosada a la nave del templo la sencilla casa en la que habitó el santero, o de quien sin serlo se encargaba de mantener el perfecto orden del entorno.
No son pocas las ermitas que se tienden por el amplio horizonte provincial, a pesar de que ya no quedan santeros que tengan su vida dedicada al oficio de guardar al patrón noche y día y de tener encendida la mecha del aceite de la lámpara, o relucientes los dorados barrocos que sirvieron para engrandecerlas al tiempo de su construcción. Algunos nombres de santeros, o santeras, han traspasado la barrera del tiempo; al recuerdo llegan los de Florentina Melguizo, Santera de la Virgen de los Olmos, de Maranchón; o el de Francisco Checa, santero de la de Montesinos, entre Cobeta y Ablanque, que sólo leyó un libro en su vida, lo mejor que aprendió fue a ser pobre y “a que lo que no quieras para ti no lo quieras para los otros”, y que se colocó con toda razón, para la eternidad, en uno de esos libros que hacen pensar: “La Edad Sabia”, del torijano Pedro Aguilar Serrano.
Por la ermita de Santa Lucía de Atienza pasaron dos ermitaños que han traspasado la barrera del tiempo, el tío Ramón y Felipe Gallego. El tío Ramón, Ramón Cabellos, por ponerle un apellido, fue el último santero, en la década de 1960; Felipe Gallego lo fue en la última mitad del siglo XIX, y su final pudo asemejarse, en cierta manera a aquel que un día de diciembre llegó a Cifuentes, y una noche de nieve de febrero, desapareció…
La ermita de Santa Lucía, en Atienza
Los anales del tiempo no conservan la memoria de cuándo se alzó la primitiva ermita dedicada a la santa protectora de la vista en uno de los parajes más singulares de Atienza. En el camino que desde la villa lleva a la vecina población de Naharros y, a través de esta, al mundo más cercano de la capital provincial: Hiendelaencina, Cogolludo y, por supuesto, Guadalajara.
En su torno se localizó, al convertir el camino en carretera, la ya conocida necrópolis celtibérica del Altillo de Cerropozo; y en su tiempo inmensos robledales la debieron de rodear, al estar integrada dentro de las que fueron dehesas boyales de La Bragadera y La Parrancana, que dieron nombre y apellido a Atienza y a los atencinos y que por un quíteme de allá esos montes, se roturaron para dedicarlas al cultivo del cereal por los siglos XVII y XVIII. A su espalda se tiende el monte del Hontanar, que en tiempos perteneció a la Condesa de la Vega del Pozo, ascendientes y sucesores.
La ermita, tal y como hoy la conocemos, sin que conserve una especial estructura arquitectónica, se debe al siglo XVIII; en 1734 se inició el proceso para darle el sencillo empaque que hoy muestra. Por estos años Atienza se renovaba en lo artístico, a través de numerosas obras que daban otro aire a alguna de sus iglesias: la de San Juan del Mercado, la Santísima Trinidad y la de San Bartolomé, donde comenzaba a trabajarse en la singular capilla del Santo Cristo, patrón de la localidad.
En ese año, el 16 de julio de 1724 se llevaron a cabo las contratas de obras con quien las ejecutaría, José de Ylisástegui, un hombre de origen cántabro que trabajaría largo y tendido en los templos parroquiales del obispado de Sigüenza en estos años, en unión de padre y hermanos; las obras de la ermita y casa del santero se ajustaron en 3.840 reales de aquel tiempo (ni mucho ni poco). La traza de la planta la realizó el ayudante de Ylisástegui, Antonio Martínez. En unos meses la obra estaba concluida, dotándose a la ermita de una nueva imagen patronal de Santa Lucía, que llegaría unos años más adelante, obra del taller de Luis Salvador Carmona cuando este entró en Atienza por la puerta grande para dejarnos el Cristo de los Cuatro Clavos y, de la mano de sus alumnos, algunas tallas más, la de Santa Lucía entre ellas.
La desgracia fue que esta obra desapareció en su mayor parte, salvo la cabeza, que se conservaría en la iglesia de la Trinidad, durante los días tristes que siguieron al 18 de julio de 1936, cuando la ermita fue incendiada; se repuso después con otra talla que nos donó la ilustre atencina Francisca Pascual Ruilópez. También recibió algunas otras donaciones, como un pequeño retablo, acoplado en la década de 1940; o unos Evangelios, que donó un mediano tipógrafo e impresor madrileño, Enrique Moreiras que, por estar casado con Martina Zamorano, de mote “la Piquica”, pasó a ser conocido como Enrique “el de la Piquica”.
Felipe Gallego, el Santero
Sin duda, una de las noticias más sobrecogedoras que recibieron los vecinos de Atienza en la Navidad de 1877, fue la de la muerte del entonces Santero de Santa Lucía, Felipe Gallego, hombre de poco más de cincuenta años de edad que, de pascuas a ramos, acudía a la villa, a abastecerse de lo necesario, y poco más. Su vida se centró, desde que tuvo uso de razón, en aquel paraje aislado en el que la ermita se encontraba. Allí vivió su matrimonio y aquí nacieron sus hijos, dos le vivieron, Crisanto y Eustaquia.
Alguien debió de echarlo en falta en los fastos navideños. Felipe Gallego se encontraba ya en este tiempo viudo, y como no apareciese por Atienza ni en la Nochebuena ni en la Pascua, y como aquellos fueron días de nieve, algún familiar hubo de bajar de la villa a la ermita para descubrir que Felipe Gallego llevaba muchos días sin salir de ella. Allá lo encontraron sí, pero muerto.
Cuando lo hallaron, el 26 de aquel diciembre, los forenses dictaminaron que la muerte había acaecido varios días atrás; las puertas de la ermita, como siempre, se encontraba abiertas, y las lámparas de aceite apagadas; algunas noticias dieron cuenta de que se encontraban revueltas las huchas de las limosnas, y que por allí no apareció moneda alguna; ni tampoco objetos de valor, con lo que la voz popular sentenció que en un intento de robo, Felipe Gallego trató de impedir y así encontró la muerte. Muy a pesar de que la justicia atencina dictaminó que la muerte había sido por causas naturales.
Al hombre le dieron tierra en el cementerio de Atienza en tristeza y soledad; sus hijos no pudieron ser localizados; Crisanto se encontraba sirviendo al Rey, en regimiento desconocido para las autoridades locales; Eustaquia, casada con un minero de Horcajo de la Sierra tampoco pudo ser hallada. En aquel tiempo pasaban estas cosas.
Tomás Gismera Velasco/ Guadalajara en la memoria/ Periódico Nueva Alcarria/ Guadalajara, 12 de diciembre de 2025
HISTORIA DE LA VILLA DE ATIENZA
HISTORIA DE LA VILLA DE ATIENZA
DE LOS ORÍGENES AL SIGLO XIX
Atienza, en el norte de la actual provincia de Guadalajara, fue desde siempre una villa con función defensiva, como ya recogiera el Cantar de Mío Cid. Emplazada en el extremo oriental de la divisoria entre el Tajo y el Duero, cerca también del sistema ibérico y de la raya de Aragón, ruta esta que guarda Sigüenza, sobre el Henares. Tal función defensiva alcanzó gran importancia cuando la frontera cristiano-musulmuna se situó por estas tierras, manteniéndose después por la oposición entre reinos cristianos hasta la unión de Castilla y Aragón. Convertida en centro comarcal, mantuvo su tono urbano durante siglos, perdurando su noble prestancia, su sobrecogedora belleza urbasna, su historia… Como escribiese Antonio Lopez Gómez.
Una población por la que se paseó la historia de España. Coronada por su imponente castillo; elevada a la cima del arte por su multitud de iglesias románicas; por la corona de su muralla.
Todo hace que, Atienza, sea admirada, y admirable.
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HISTORIAS DE LA VILLA DE ATIENZA
Tendríamos que remontarnos a los albores del siglo XVII para encontrar la primera “Historia de la Villa de Atienza”, escrita y documentalmente preparada por quien fuera en aquel tiempo escribano del Concejo de Atienza, don Francisco de Soto y Vergara.
Poco conocemos de la obra de Soto y Vergara, salvo que a partir de entonces sería utilizada por numerosos autores que, a partir del siglo siguiente, escribirían sobre la Villa de Atienza.
Su densa historia, su entrada por la puerta grande de la historia de Castilla y por ende de España, la hicieron siempre apetecible a los escritores, literatos o historiadores.
En la obra de Francisco de Soto basó numerosas de sus citas el clérigo e historiador Francisco Flórez, y la obra de Soto y Vergara se tomó como base de los escritos del “anónimo” beneficiado de la Iglesia Parroquial de Santa María del Rey, que dio a la luz, siquiera local, su “Breve Relación Historial de la Villa de Atienza”; a la par que esta salió la que escribió, relacionó y remitió al geógrafo Tomás López, en 1786, el también clérigo, arcipreste de la iglesia parroquial de San Juan del Mercado, don Joaquín de Iturmendi.
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Las nociones históricas del Sr. Iturmendi servirían, tiempo adelante, para nuevas historias, y citas en los diccionarios y enciclopedias que, a partir de los años finales del siglo XVIII se dieron a conocer en España, entre ellos los llamados de Sebastián Miñano (1827) y Pascual Madoz (1847).
ATIENZA, CRÓNICAS DEL SIGLO XX (Pulsando aquí)
Con Pascual Madoz colaboraría quien, por aquellos tiempos, ocupó igualmente cargos de secretaría y escribanía en los ya ayuntamientos de Atienza, entre otros numerosos de la comarca y provincia, Dionisio Rodríguez Chicharro quien, entre las numerosas obras que dejó para conocimiento de la provincia y la serranía, se encontró una nueva “Historia de la Villa de Atienza”, datada en torno a 1870.
A partir de aquí, numerosos autores tomaron datos y esbozaron parte de la historia de la villa en prensa y publicaciones varias, del mismo modo que el nombre de Atienza salió a relucir en obras literarias, en la novela y el teatro, principalmente a partir de la mitad del siglo XIX, después de que José Muñoz Maldonado, conde de Fabraquer, se hiciese cargo de relatar la historia medieval de Atienza en una de sus obras.
Entrados en el siglo XX fueron los cronistas provinciales Juan-Catalina García López, Antonio Pareja Serrada y Manuel Serrano Sanz quienes dieron a la luz algunos notables trabajos basados, lógicamente, en estudios y escritos anteriores.
A Francisco Layna Serrano legó el anterior cronista provincial, Manuel Serrano Sanz, sus notas en torno a la villa. Con ellas y sus propias investigaciones, dio a la luz, en 1945, la hasta ahora más conocida y renombrada “Historia de la Villa de Atienza”.
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De entonces a hoy aquella obra de Francisco Layna ha servido para que algunos otros estudiosos o historiadores hayan reproducido textos conocidos de la historia de la villa hidalga.
La que ahora presentamos es complementaria de la gran obra de Francisco Layna Serrano, que ha de referenciarse y tomarse obligatoriamente como base para llegar al día de hoy, complementando, repetimos, y acompañando las nuevas líneas históricas que el tiempo ha ido añadiendo y que, en tiempo pasado, no fueron posibles.
Por supuesto que, tras esta, deberán obligatoriamente aparecer otras “Historias de la Villa de Atienza”, pues el tiempo añade líneas por descubrir al mañana, de lo que permaneció ayer oculto.
En cualquier caso, es, la historia de la Villa de Atienza, una página siempre abierta, siempre elocuente, y siempre dada al examen y la revisión.
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LIBRO TAMAÑO GRANDE: 17,78 X 25,04
EL LIBRO:
- ASIN : B09MYVXJ1D
- Editorial : Independently published
- Idioma : Español
- Tapa blanda : 324 páginas
- ISBN-13 : 979-8762448253
- Peso del producto : 708 g
- Dimensiones : 17.78 x 2.06 x 25.4 cm
SUMARIO:
-I-
ATIENZA,
LA GEOGRAFÍA Y EL ENTORNO
La Geografía y el entorno. Demografía. El topónimo.
-II-
LA HISTORIA REMOTA
El pasado remoto. Cuando los romanos ocuparon la tierra. Entre los visigodos y los árabes.
-III-
LA CONQUISTA CRISTIANA DE ATIENZA
La conquista cristiana de Atienza. La Reconquista. El Fuero de Atienza.
-IV-
ALFONSO VIII
El Rey de Atienza. Alfonso VIII en Atienza. El castillo, residencia real. La Atienza del Siglo XIII. Las Instituciones medievales.
-V-
ATIENZA, TRAS ALFONSO VIII
Atienza tras Alfonso VIII. El Monasterio de San Salvador en Pinilla, el origen. Sothuel de Hacham. Las Comendadoras en Almonacid. Las Comendadoras de Calatrava en Madrid. Última página de las Calatravas. Gonzalo Ruiz de Atienza, el hombre del Rey.
-VI-
ATIENZA, EN ELSIGLO DE ALFONSO X
Atienza, en el siglo de Alfonso X. Sancho IV el Bravo.
-VII-
EL SEÑORÍO DE ATIENZA
Beltrán du Glesclín, Señor de Atienza. Señoras y Señores de Atienza. El Rey en Atienza.
-VIII-
CATALINA DE LANCASTER,
SEÑORA DE ATIENZA,
Y EL CONVENTO DE SAN FRANCISCO
El Convento de San Francisco de la Inmaculada Concepción en Atienza, los orígenes. Catalina de Lancaster.
-IX-
ATIENZA, EN LA GUERRA DE LOS INFANTES DE ARAGÓN
LA CONQUISTA Y DESTRUCCIÓN DELA VILLA, EN 1446
El castillo de Iñesque. Atienza: los preludios de la batalla. Rodrigo de Rebolledo.
-X-
ATIENZA VUELVE A RESURGIR
Las últimas mermas del Común. La reconstrucción.
-XI-
ATIENZA, DE LOS BRAVO DE LAGUNA
La azarosa prisión del levantisco López de Madrid. Asalto al castillo. Los Bravo de Laguna, en Atienza. Los Bravo de Laguna, dinastía de Alcaides.
-XII-
LA TORRE DE LOS INFANTES, PRISIÓN DE ESTADO
Los Navarros de la Torre de los Infantes. Los últimos de la Torre.
-XIII-
ATIENZA EN EL SIGLO XVI
El urbanismo de Atienza. La plaza de San Juan del Mercado. El Convento de San Francisco, Casa Real. Gentes de Atienza, a lo largo delsiglo. Los Bravo de Laguna, en elsiglo XVI. Atienza y su viaje a las Indias. Memoria de los primeros hijos de Atienza que pisaron el Nuevo Continente. Luis Sánchez, Apóstol de los Indios de Popayán. Atienza, Corregimiento de Capa y Espada. Atienza 1592. Las Navidades del Rey Felipe II.
-XIV-
EL SIGLO DE ORO EN ATIENZA
Diego de Madriga, o el arte del retablo. Francisco del Castillo y Francisco Gonzalo. Francisco de Segura, el Alférez de Atienza. Un atencino en la Corte: Lorenzo de Serantes. El Convento de San Francisco, en el transcurso del Siglo.
-XV-
FELIPE V EN ATIENZA
Felipe V en Atienza, el invierno del Rey. Un reino en guerra. Atienza 1752, el Catastro de Ensenada. El día que tembló la tierra. El gran terremoto de 1755. El gran informe de Tomás López.
-XVI-
ATIENZA, SIGLO XVIII
El nuevo Hospital de Santa Ana. El Rollo. Hospital de San Julián. Hospital de San Antón. Hospital de San Marcos. Hospital de San Lázaro. Hospital de San Galindo, en Campisábalos. Ana Hernando y su Hospital. Baltasar de Elgueta Vigil. Noticias generales del Hospital de Santa Ana. Juan Manuel Rodríguez de Luna y Gaspar Casal. El Cristodel Perdón, de Atienza.
-XVII-
LA NUEVA NOBLEZA DEL SIGLO XVIII, EN ATIENZA
LA VIDA EN ATIENZA EN EL FINAL DEL SIGLO
Los Veladíez, o Beladíez. Atienza, escuela de Artesanos. Fuente y Lavadero. La Feria de Atienza.
-XVIII-
¡GUERRA A LOS FRANCESES!
Atienza, siglo XIX. El 2 de mayo. El Empecinado en Atienza. El ocaso de la Casa Convento de San Antón. La Constitución de 1812. Juan José Arias de Saavedra. Antolín García Lozano.
-XIX-
LA DESAMORTIZACIÓN
Las Guerras Carlistas. El secuestro de Baltasar Carrillo. La desamortización del Convento de San Francisco.
-XX-
NOTICIA DE LAS COFRADÍAS, HERMANDADES, ASOCIACIONES GREMIALES Y FUNDACIONES DE CARIDAD
El Cabildo de Clérigos de Atienza. Cofradía de Arrieros, Recueros y Mercadantes de la Santísima Trinidad. Cofradía de San Crispín y San Crispiniano. Cofradía de Santa Catalina. Cofradía de San Antón. Cofradía de Nobles de la Vera Cruz. Cofradía de Congregantes de Santiago de los Caballeros de Atienza. Cofradía de las Santas Espinas de Nuestro Señor. Cofradía del Sagrado Corazón. Cofradía de la Piedad y las Benditas Ánimas. La Danza de la muerte. Cofradía de San Ramón Nonato. Más cofradías. Las fundaciones de caridad.
-XXI-
EL ARTE EN ATIENZA
A través de sus iglesias
Santa María del Rey. Iglesia de Santiago de los Caballeros. Iglesia de la Santísima Trinidad. La Iglesia de San Gil. La Iglesia de San Bartolomé. Iglesia de Santa María del Val. Iglesia de San Juan del Mercado. La Iglesia del Salvador.
-XXII-
EL FINAL DE LA HISTORIA
EN EL SIGLO XIX
El último Corregidor y sus antecesores. El Pósito Real. El nuevo edificio municipal y sus propiedades. El ocaso de la Torre de los Infantes. Atienza 1879: La visión de Manuel Pérez Villamil.
- ASIN : B09MYVXJ1D
- Editorial : Independently published
- Idioma : Español
- Tapa blanda : 324 páginas
- ISBN-13 : 979-8762448253
- Peso del producto : 708 g
- Dimensiones : 17.78 x 2.06 x 25.4 cm
- Tamaño Grande
- ASIN : B09MYVXJ1D
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