viernes, noviembre 28, 2025

HUERTAHERNANDO Y SU OBISPO DE ASTORGA

 

HUERTAHERNANDO Y SU OBISPO DE ASTORGA

Don Francisco Isidoro Gutiérrez Vigil, que rigió aquella diócesis en los últimos años del siglo XVIII

 

   Se encuentra la tierra de Huertahernando rodeada de uno de los paisajes más hermosos de la provincia de Guadalajara, a camino entre la Alcarria y las tierras del Alto Tajo, por donde el agua de los ríos Tajo y Tajuña se abrió surco a fin de que sobre ellas cabalgasen los troncos de pino que procedentes de las cumbres habían de descender hasta encontrar la paz sosegada de las balsas de Aranjuez. Y de aquí al mundo a lomos de carretas.

   Los angostos pasos que en otro tiempo condujeron a la población sirvieron para que en ella, ante todo en épocas de peligro, buscasen refugio quienes se vieron obligados a encontrarlo, entre ellos quienes en 1808 formaron la Junta de Defensa y Armamento de Guadalajara, la misma que trajo a la provincia al guerrillero Juan Martín Díaz a combatir contra los invasores franceses. Por aquí se asentaron, después de recorrer unos cuantos pueblos del entorno de Sigüenza, hombres de genio y voluntad como don José López Juana Pinilla; o don Juan Arias de Saavedra, o don Baltasar Carrillo; tras escapar de monte en monte perseguidos por los de Napoleón.

   También fueron, los tres, parte activa a fin de que hasta aquí llegase el Empecinado. Don Baltasar Carrillo, natural de Arbeteta y con casa solar en Atienza, donde murió y se enterró, fue quien acudió hasta Ayllón, donde don Juan Martín se encontraba, para ofrecerle a él y a sus hombres, lo que necesitasen, armas y caballos, uniformes y raciones y pagas arregladas a su labor.

   Por su parte, don Juan Arias de Saavedra, en Atienza nacido, en Jadraque residente y que reposaría a la paz de los justos en Bustares, sería el encargado de tratar de calmar los ánimos, demasiado broncos y exaltados en muchas ocasiones, del guerrillero, que siempre pidió más, tensando hasta casi romperse la soga que le unía a la Junta de Guadalajara.

 


 

 

Huertahernando, la noche de San José

   El día de San José de 1812 nacería en Cádiz la famosa Pepa, la Constitución que aprobaron los hombres que de alguna manera defendieron España, al menos en lo político, contra el invasor. Primera Constitución de España y para los españoles, que de alguna manera dejaba atrás el absolutismo en el que habían vivido sus ciudadanos. Claro está que no conocían entonces quienes la aprobaron, en defensa del rey don Fernando VII, que lo primero que el monarca por el que lucharon haría sería negarse a acatarla, y derogarla. A don Fernando VII le quitaba poderes, y eso parece que no le gustó. Don Fernando prefería mandar, gobernar y dominarlo todo. Con sus afines.

   Pero no fue la noche de San José de 1812 la que pasaría a la historia de la villa de Huertahernando. Sino la del año anterior, la de 1811.

   A los franceses de Napoleón parece que les gustaba, además de hacer la guerra, el fuego. Por aquí prendieron unos cuantos. Cantalojas ardió hasta sus cimientos en la Nochebuena de 1811, cuando los franceses de Burgos buscaban por aquí a la Junta de Defensa de aquella provincia, y a don Pedro Gordo; y también convirtieron en ruina la hermosa villa de Cifuentes el 14 de septiembre de 1810; a tanto alcanzó el desastre que, quizá temerosos de la reacción de las gentes, después de hacerla la negaron, aunque quedaron las suficientes pruebas de la villanía cometida.

   A Huertahernando llegaron buscando a los miembros de la Junta de Defensa, quienes ya habían abandonado la localidad en busca de mejor refugio, llevándose lo que pudieron consigo y dejando atrás, claro está, algunas cosas más, que cayeron en poder del invasor el cual, en castigo a que el pueblo los acogió, le prendieron también fuego por los cuatro horizontes, reduciendo a escombros la población, iglesia incluida. A pesar de que Huertahernando supo levantar la cabeza y reconstruir su pueblo, como lo haría años más tarde, cuando en las guerras civiles que en el siglo XIX llamaron Carlistas, lo volvieron a hacer. Prender fuego a lo que ya ardió.

 

Don Francisco Isidoro, un hombre para la historia

   En Huertahernando nació, nos dicen los cronistas de su tiempo que perteneciente a una de las más linajudas familias de la localidad, la de los Vigil, don Francisco Isidoro. Corría el mes de mayo de 1730; nació el día 8 y fue bautizado el 15: “Descendiente de la nobilísima familia de los Gutiérrez y Vigiles de Castilla, le educaron sus padres en el santo temor a Dios, y para que se instruyese en las ciencias filosóficas, le enviaron a estudiar al convento de Nuestra Señora de las Mercedes de Calatayud, pasando después a las Universidades de Sigüenza y Alcalá, en las que cursó la Sagrada Teología y Derecho Canónico, recibiendo en la primera de dichas Universidades los grados de Bachiller, Licenciado, Maestro en Artes y Doctor en Sagrada Teología”, nos contará uno de sus biógrafos, don Pedro Rodríguez López.

   La edad no fue inconveniente para acceder en Sigüenza a cargos relevantes, puesto que con apenas 16 o 17, fue elegido colegial del de San Antonio, y después rector del Colegio y Universidad, con dispensación de la edad requerida para el desempeño de este cargo, así como le otorgaron igual favor para recibir el grado de Doctor. Se mostró opositor a la canonjía Magistral y cátedra de Vísperas de Teología de la Universidad de Sigüenza a los 22 años, y a los 23 fue electo colegial del Mayor de San Ildefonso de Alcalá. Lo que prueba que estaba llamado a ocupar altos cargos, dada su precocidad e intelecto.

   A los 31 años era Visitador General, y en 1761 dejó Sigüenza por Córdoba, para desempeñar allí otras altas misiones, hasta ser llamado en 1790 a ocupar la silla obispal de una de las diócesis con más historia de Castilla, la de Astorga, tan extensa o más que la de Sigüenza. El 11 de abril de 1791 recibió las bulas papales; se posesionó de su Silla el 13 de mayo siguiente, siendo consagrado el 24 de julio en el Real convento de la Encarnación de Madrid, para hacer su entrada solemne en la Ciudad de Astorga el 31 de octubre de 1791. Llegando a aquella diócesis con aires reformistas que no agradaron en demasía al Cabildo, puesto que uno de sus primeros empeños consistió en su reforma, restándoles algunos privilegios. También reformó el Seminario; las Cofradías; las celebraciones religiosas, e incluso se propuso una labor que ninguno de sus antecesores había llevado a cabo con anterioridad: hallar los restos de su predecesor en el Obispado, Santo Toribio de Liébana. Nada fácil si tenemos en cuenta que cuando nuestro hombre emprendió la empresa hacía cosa de mil trescientos años que Fray Toribio recibiese sepultura. Aun así, con el ardiente deseo de llevar los restos del Santo a la catedral, obtuvo los permisos para iniciar la búsqueda: “salió nuestro Obispo de Astorga el 16 de julio de 1798 con dirección a Liébana, donde llegó después de muchos trabajos y fatigas el 22 del indicado mes. Constituido ya en el monasterio, se hicieron oraciones privadas y públicas, para obtener el singular favor que todos deseaban, el hallazgo del cuerpo de Santo Toribio, que, según tradición, se conservaba en aquel monasterio, ignorándose el lugar. Por espacio de un mes continuaron los trabajos materiales de excavación de terreno y perforación de paredes, y no plugo a Dios dar a conocer ese tesoro escondido”.

   Falleció don Isidoro con aquel pesar, en el palacio que los obispos de Astorga disfrutaban en Santa María de Tera, en Palencia, el 13 de octubre de 1805. Recibió sepultura el día 16, en la Capilla del Seminario, que él había fundado.

 

Tomás Gismera Velasco/ Guadalajara en la memoria/ Periódico Nueva Alcarria/ Guadalajara, 28 de noviembre de 2025

 

 

HISTORIA DE HUERTAHERNANDO

 

HUERTAHERNANDO (Guadalajara), es uno más de los pueblos de Guadalajara, cuya historia se remonta más allá de la Reconquista.

   Con el tiempo se integró en el Ducado de Medinaceli, cuyos duques fueron sus señores.

   Tras una larga historia es hoy uno más de los pueblos alcarreños dignos de conocer.

   A ello se prestan las páginas de este libro.

 

 


 HISTORIA DE HUERTAHERNANDO, EL LIBRO PULSANDO AQUÍ


 

Detalles del LIBRO

  • ASIN ‏ : ‎ B0C63W8H9V
  • Editorial ‏ : ‎ Independently published 
  • Idioma ‏ : ‎ Español
  • Tapa blanda ‏ : ‎ 131 páginas
  • ISBN-13 ‏ : ‎ 979-8395806192
  • Peso del producto ‏ : ‎ 227 g
  • Dimensiones ‏ : ‎ 13.97 x 0.84 x 21.59 cm

 


 HISTORIA DE HUERTAHERNANDO, EL LIBRO PULSANDO AQUÍ

No hay comentarios:

Publicar un comentario

No se admitirán mensajes obscenos, insultantes, de tipo político o que afecten a terceras personas.