viernes, octubre 10, 2025

LOS ÚLTIMOS AÑOS DE LOS FRANCISCANOS DE ATIENZA

 

LOS ÚLTIMOS AÑOS DE LOS FRANCISCANOS DE ATIENZA

En 1835 abandonaron su centenario convento

 

   Al siglo XIII tenemos que remontarnos para encontrar la fundación del Real Convento de Nuestro Padre San Francisco de la Inmaculada Concepción en la villa de Atienza, cuyas obras ya debían de estar concluidas a finales de ese siglo, y que en los siguientes fue notablemente mejorado, primero por la primera princesa de Asturias, Catalina de Lancaster; algo más adelante por la familia Bravo de Laguna, y al término de su historia por la familia Carrillo. Densa fue su existencia, ante todo a partir del reinado de Catalina de Lancaster, alcanzando su máximo poder durante el reinado de los Reyes Católicos al dar a los franciscanos cargos en la villa y donarles, entre otros bienes, las tierras del desaparecido poblado de Vesperinas, que posteriormente vendieron al Concejo.


 

 

Atienza en Guerra

   La invasión, saqueo e incendio parcial del convento por parte de las tropas francesas en el mes de enero de 1811 nos ha privado de conocer aspectos históricos de uno de los más significativos emblemas de Atienza; no obstante, la previsión de los frailes, al entrar las tropas invasoras, de llevar con ellos los últimos libros de apuntes, nos ha dejado para la posteridad algunas páginas que nos permiten reconstruir parte de su vida, al menos desde mediado el siglo XVIII, hasta su desaparición, mostrándonos que no sólo en Atienza tenían predicamento, sino que también recorrían los pueblos del entorno, a los que acudían a oficiar funerales, misas, predicar en festividades señaladas o pedir limosna. El apunte más antiguo que podemos encontrar en estos libros, de ingresos y gastos, hace referencia a la villa de Paredes de Sigüenza, de donde en el mes de diciembre de 1784 recibieron la nada despreciable cantidad, reunida por el conjunto de sus vecinos, de quinientos seis reales para algunas de las obras que entonces se estaban llevando a cabo.

   La población de Cardeñosa fue una de las que más asiduamente requería la presencia franciscana, a treinta reales ascendía la cuenta por los sermones que fray Ventura Merino pronunció en su iglesia con motivo de las fiestas de San Andrés, en el mes de enero de 1785. Este mismo año, trasladados a la provincia de Soria, a Alpanseque, llevaron a cabo las confesiones generales en febrero, recibiendo por ello ocho reales en limosnas. En el de marzo, y desde Rienda, les enviaron ciento ochenta reales legados por uno de los ricos propietarios de aquella, Gerónimo Ortega de Guevara. El 17 de marzo y desde Prádena, les remitieron los legados de Fabián Cerrada, en forma de veinticuatro reales, y de la memoria de Eugenio del Castillo, de Tordelrábano, sesenta reales y veinticuatro maravedíes. Cuarenta de las dominicas de Miedes, y veintiocho fanegas de trigo el pueblo de Riofrío del Llano.

 

Predicadores, agricultores y ganaderos

   La Semana Santa de 1785 la pasaron nuestros franciscanos en el pueblo de Imón, de donde obtuvieron cuatrocientos sesenta y cuatro reales. Regresaron al convento por Paredes, cuyo vecindario añadió ciento sesenta y cinco; ciento setenta Alcolea de las Peñas y tres fanegas de trigo, “para las obras”, los vecinos de Bustares. Tras pasar por Miedes, donde reunieron “del platillo”, doscientos cuarenta reales, entraron en Hijes, de donde salieron con setenta más.

   No sólo a decir misas, hacer confesiones o predicar sermones se dedicaban los franciscanos, pues eran poseedores de unas pocas fanegas de tierra que solían sembrar de trigo que convertido en harina les servía para hacer su propio pan. Disponían igualmente de un nutrido gallinero que les proporcionaba una media de cuatrocientos huevos a la semana que vendían en la propia villa de Atienza, de igual manera que apacentaban un rebaño de ovejas churras que les servía para tener leche, queso y carne; al igual que lana, vendida en 1785 al atencino Juan Medranda. Igualmente mantenían una pequeña cabaña de ganado de cerda y algunas vacas. Cerdos que empleaban en su propia alimentación, al tiempo que, algún que otro mes y para su alimento, sacrificaban alguna vaca vieja. El sebo de los cerdos y los pellejos de las vacas los vendían.  

   Cobraban todavía la parte que les correspondía de la memoria que fundase doña Magdalena Bravo de Laguna; entonces administrada por don Juan de Brihuega, recibiendo por ella ciento setenta y seis reales con veinticuatro maravedíes; así como la parte que les correspondía de la memoria de otro atencino, Manuel Madrigal, médico en Ávila, donde falleció, de cuarenta y cuatro reales.

   Seis eran los frailes que habitaban nuestro convento a finales del siglo XVIII, el Guardián, fray Francisco Moyano; fray Francisco García, fray Eugenio Pardo, fray Manuel Álvarez, fray Francisco Torija y fray Ventura Merino, a juzgar por sus constantes viajes un gran predicador, ejerciendo como síndico don Joaquín de Iturmendi, párroco de la iglesia de San Juan del Mercado.

 

Frailes y clérigos

   Todavía mantenía su capilla el viejo convento de San Antón, que funcionaba como hospital, en ella decían misas nuestros franciscanos con ocasión de la memoria que allá fundase doña Ramona Merino, pagadas por el Corregidor del Real lugar, don Gabriel de Palafox.

   Curiosas son las cuentas del mes de noviembre de 1787, ya que nos informan de que uno de los retablos ha sido renovado, no sabemos cuál, sin embargo el viejo es vendido por 110 reales. Mes en el que asisten al entierro de los curas de Imón y de Aragosa. Al tiempo que un anónimo vecino de Retortillo ofreció 150 reales de limosna para las Santas Espinas, su mayor tesoro. Y continuaban recibiendo todavía, en 1790, la parte que les correspondía de aquellas fanegas de sal que les donaron los Reyes Católicos y que traducidas a moneda sumaban la cantidad de 294 reales.

   Pinilla de Jadraque era entonces Pinilla de las Monjas, y a esta localidad acudían igualmente con ocasión de los aniversarios del fallecimiento de Quiteria Hernando, pues allá dejó una cantidad para que los franciscanos fuesen a decirla misas, del mismo modo que Bárbara Parra lo hizo en Gascueña o Joseph Clemente en Pálmaces y Ángela Alonso en Bustares.

   A fray Joseph Cano lo sustituyó como Guardián fray Manuel Hornillos y a este, fray Alonso Álvarez, quien a su vez fue el encargado de dirigir unas señaladas rogativas a las Santas Espinas, encargadas por el Concejo con motivo de una pertinaz sequía que asoló la tierra de Atienza en el mes de julio de 1795, rogativas por las que se pagaron 40 reales.

   Los Medrano y los Bravo de Laguna habían dejado ya la villa, aunque algunos miembros de esta familia conservaban la devoción hacía el convento, tal era el caso de fray Luis de Medrano y Loaysa, quien al fallecer dejó una memoria de 400 reales en misas a nuestros franciscanos; del mismo modo que otro atencino, José González de Castejón, gentilhombre de cámara de Su Majestad, hacía otro tanto, al igual que Domingo Carrillo, comendador de Burgos.

   Los viajes a las poblaciones vecinas las solían hacer en mula y en borrico. Tenían nuestros frailes en sus cuadras un macho, una mula y un asnillo. La mula, por vieja, la cambiaron en 1797 por otro macho. Se la vendieron a un muletero de Atienza por 324 reales. Año este en el que comenzaron a ejercer como síndicos del convento los miembros de otra poderosa familia atencina, los Manrique Lozano, en la persona de don Juan Manuel Lozano. Al concluir el siglo XVIII el convento contaba con los seis franciscanos con los que comenzamos la reseña: fray Isidro de Villalón, que ejercía de Guardián, fray Manuel Gómez, fray Joaquín Calvo, fray Manuel López, fray Joseph Cano y fray Matías Rodríguez.

   Otro día contamos algo más de su curiosa historia, que nos trae la memoria de un tiempo que, sino mejor, sí que fue algo más movido tras estos muros.

 

Tomás Gismera Velasco/ Guadalajara en la Memoria/ Periódico Nueva Alcarria/ Guadalajara, 10 de octubre de 2025

 

EL REAL CONVENTO DE SAN FRANCISCO, EN ATIENZA

 EL REAL CONVENTO DE SAN FRANCISCO EN ATIENZA


   Al siglo XIII tenemos que remontarnos para encontrar la fundación del Real Convento de Nuestro Padre San Francisco, y de la Inmaculada Concepción, en la villa de Atienza, cuyas primeras obras ya debían de estar concluidas a finales de ese siglo, y que en los siguientes fue notablemente mejorado, en primer lugar por la primera princesa de Asturias, Catalina de Lancaster, Señora de Atienza; algo más adelante por la familia Bravo de Laguna, después por toda una serie de personajes ligados a la historia de la Atienza de los siglos XVIII y XIX, entre ellos los Beladíez o la familia Manrique, entre la que se incluye la de sus sucesores Carrillo Lozano; sin olvidar la cooperación de los Concejos, comenzando por el de Atienza, y continuando por una números nómina de poblaciones del entorno, así como personajes emparentados con la nobleza, desde la marquesa de Lanzarote a los marqueses de Velamazán.

   De su lejano establecimiento en Atienza es lo que nos dicen algunos autores al hablar sobre el desaparecido convento de los franciscanos en la actual provincia de Guadalajara. Algunos de ellos incluso nos dan la fecha de este establecimiento en la entonces populosa villa de Atienza, en aquel remoto siglo, cuando Atienza era una de las más importantes villas de Castilla, en tiempos en los que recibía el favor real desde la llegada al trono de Alfonso VIII.


   Los franciscanos, o frailes mínimos de San Francisco, como también eran conocidos, surgieron en los inicios de este siglo, cuando en 1206 Francisco de Asís comenzó a llevar vida religiosa centrada en la pobreza y la caridad. El nombre de la Orden no llegaría hasta cuatro años después, 1210; hasta 1217 no se celebraría el primer capítulo general, comenzando a partir de entonces a extender su predicación por Europa.

   A España, y Castilla, llegaron años después, de la misma manera que lo hicieron a Atienza, en la década de 1260, durante el reinado de Alfonso X.


   Francisco Layna Serrano, tomando datos de autores e historiadores de la orden, entre ellos Francisco Gonzaga, nos apunta que: afirman los analistas de la  Orden que se estableció en 1266, fecha que estimo cierta o cuando menos tan aproximada que si hay error es de dos o tres años…

   Por su parte, el también cronista provincial Antonio Herrera Casado, igualmente escribe: Por muy pocas fechas no es esta la más antigua institución franciscana de la provincia de Guadalajara. En 4 años de antigüedad le gana el monasterio de clarisas de Alcocer. Y, aunque no existe documento fehaciente, es seguro que ya en 1264 los frailes mínimos de San Francisco estaban asentados en Atienza, villa por entonces muy importante en el paso entre las dos Castillas, con un comercio desarrollado al máximo y una preeminencia estratégica indiscutible gracias al enriscado castillo de propiedad real.


   A partir de aquí el resto de estudios o artículos que nos hablan de la fundación del monasterio tendrán como fechas de referencia las de 1264 –siguiendo la obra de Antonio Herrera-, o la de 1266 –como continuadores de la tesis de Layna Serrano; siendo más certera la primera que la segunda basándose, como afirma, en uno de los documentos más antiguos que se conservan en el Archivo de la Clerecía atencina, catalogado con el número 7, fechado en Peñafiel en el mes de junio de 1264.

   En Atienza se mantuvo por espacio de casi ochocientos años. En la actualidad no queda de él más que la triste ruina de uno de los ábsides gótico-normandos que conoció el mundo de la arquitectura española.

   En estas páginas hacemos memorias de él, tratando de rescatar las páginas de una historia perdida en el tiempo.






SUMARIO: 

-I-
Los orígenes
La fundación.- El Cabildo de Clérigos y los Franciscanos.-
La construcción del Convento
Pág. 9

-II
Catalina de Lancaster y el Convento de San Francisco
Catalina de Lancaster, Señora de Atienza.- La construcción del ábside y el inicio de las obras nuevas
Pág. 19

-III-
El convento de San Francisco en el siglo XV. La llegada de Los Bravo de Laguna
Garci Bravo de Laguna y Magdalena de Medrano.- Los enterramientos familiares
Pág. 27

-IV-
El Convento, Casa Real
La reforma franciscana.- Las mercedes de Isabel la Católica.- El Convento Casa Real
Pág. 37

-V-
El convento de San Francisco, en el siglo XVI
Los Bravo de Laguna, y su patronazgo.- Las obras de Catalina de Medrano. Felipe II.- El patronazgo de Luisa de Guzmán, Marquesa de Lanzarote.- Testamentos y fundaciones
Pág. 43

-VI-
Las obras del siglo XVII
La reforma de la iglesia.- Las Santas Espinas de Atienza
Pág. 61

-VII-
La vida en el convento a través de sus cuentas
El libro de recibo y el libro de gasto
Pág. 77

-VIII-
El Convento, y la invasión francesa
El Convento, en la Guerra de la Independencia. La marcha y el retorno de los frailes
Pág. 93

-IX-
Entre la Desamortización y la ruina

La vida conventual en el siglo XIX.- La Desamortización.- La subasta y venta del Convento.- Su actualidad
Pág. 105

Concordia entre el convento de San Francisco y el Cabildo de clérigos de Atienza fijando reglas para evitar discordias y querellas.- 1 de julio del año 1374.
Pág. 125


El libro:

  • Tapa blanda: 130 páginas
  • Editor: Independently published
  • Idioma: Español
  • ISBN-13: 979-8633748574
  • ASIN: B086PVRP8R





EL LIBRO, PULSANDO AQUI

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

No se admitirán mensajes obscenos, insultantes, de tipo político o que afecten a terceras personas.