LA CAUSA DE COLMENAR DE LA SIERRA
Motivada por la posesión de la tierra de Montes Claros
Así fue conocido uno de los sucesos más tristes que se vivieron en la provincia apenas iniciado el siglo XX, pues el que la motivaba tuvo lugar el 24 de agosto de 1901, muy a pesar de que los antecedentes del caso se remontaban mucho más atrás, siglos incluso.
A Guadalajara, el día del juicio, a celebrarse en la Audiencia provincial el 4 de junio de 1902, llegaron gentes de numerosas poblaciones, de El Cardoso y Colmenar de la Sierra, principalmente, para seguirlo. De Madrid, la tarde de la víspera, llegó el abogado defensor de los encausados, casi dos docenas de vecinos de Colmenar de la Sierra, labradores sin recursos que desde el año anterior se encontraban en la cárcel. El abogado defensor era un nombre más que conocido dentro y fuera de la ciudad, don Nicolás Salmerón y Alonso, quien fuese Presidente de la Primera República Española por espacio de mes y medio, y que dejó el cargo para no firmar una sentencia que consideró injusta.
A D. Nicolás, que llegó en uno de los trenes de la tarde, lo aguardaban los republicanos de Guadalajara, principalmente del partido de Cogolludo y, por supuesto, D. Cesáreo Jimeno, abogado natural de Colmenar de la Sierra que había conseguido que se encargase del caso, enfrentándose a la justicia y al poder imperante. Frente a los veinticuatro labradores de Colmenar de la Sierra, como acusadores, se sentaban los representantes de la marquesa de Santiago, titular del coto de Montes Claros, y su yerno, el todopoderoso Marqués de Santillana.
Aquello de Montes Claros
Tuvo que pasar mucho tiempo para que Colmenar de la Sierra y sus vecinos tuviesen tierras en propiedad. La prensa nos daría cuenta, al final de la década de 1940, que el municipio había adquirido nada menos que 3.000 hectáreas de terreno, en unión de las poblaciones de Corralejo y Cabida, por mediación del Gobierno civil de la provincia, a fin de que fuesen trabajadas por sus vecinos. Se daba la circunstancia de que “en estos pueblos carecen en absoluto todos sus vecinos de propiedad alguna, por lo que la adquisición de la repetida finca tiene gran importancia social y económica para las cincuenta y una familias de dichas localidades”.
Las tierras, montes, caminos, senderos, altos y llanos, barrancos y valles, ríos y arroyos de Colmenar de la Sierra y sus agregados, habían pertenecido, desde los remotos tiempos en los que se fundó el pueblo, a los Mendoza, y luego al Marqués de Montesclaros, como Mendoza de sangre, y más adelante, en los inicios del siglo XIX, al duque de Hijar, y al conde de Polentinos, hasta que recalaron nuevamente en la condesa viuda de Santiago. Los pleitos de los titulares de los cotos, a los que los vecinos de Colmenar de la Sierra acudían en busca de leñas o de pastos para sus ganados se multiplicarán a lo largo de los siglos. Algo había a favor de los vecinos de Colmenar: las tierras propiedad de la condesa ni estaban delimitadas ni registradas de una manera más o menos oficial, ni pagaban contribución alguna en los municipios a los que pertenecían lo que, al parecer, y en justicia, daba cierto poder a los vecinos de estos lugares para que acudiesen a los montes en busca de leñas o de pasto para sus ganados. Cosa que la condesa de Santiago, sus guardeses o administradores no estaban dispuestos a consentir.
La justicia, y sin duda las autoridades provinciales, miraron hacia otro lado cuando llegaban las quejas de los colmenareños, tal vez sin imaginar que un día correría la sangre.
Lo de Salega Lobera
Hasta aquel paraje llegaron los ganados de los vecinos de Colmenar la tarde del 24 de agosto de 1901; y hasta allí llegaron los guardas de la condesa de Santiago con sus armas, y primero fueron las palabras, después las manos y, por último, los disparos. En aquel monte quedaron dos muertos, heridos por arma de fuego; un tercero moriría días después también por heridas de arma de fuego. Las armas fueron disparadas por los guardas de la condesa, uno de los cuales quedó tendido en aquel paraje. Aquella misma tarde noche, las fuerzas del orden entraron en la localidad llevándose detenidos a la práctica totalidad de los hombres del pueblo que en cadena de presos fueron llevados al juzgado de Cogolludo y dos docenas de ellos, un pie tras otro, a la cárcel de Guadalajara, acusados de dos delitos de homicidio y uno de lesiones graves causadas por arma de fuego.
Nadie pudo probar que aquellos labradores fuesen los autores de los disparos. Por supuesto que los veinticuatro se declararon inocentes, a pesar del relato del fiscal que decía que escondidos entre los arbustos aguardaron a los hombres de la condesa y…
La acusación particular dio cuenta de su versión: “estimulados por el deseo de venganza contra los propietarios de la finca “Montes Claros”, conviniendo que mientras unos entraran con los ganados hacía el sitio de Salega Lobera otros se escondieran, uniéndose estos a aquellos en el momento de abalanzarse contra el guardia y matarle, resultando también la muerte de…”
La defensa, lo contrario: “afirma que ninguno de ellos tomó parte en los hechos que se persiguen, solicitando la absolución de todos y la imposición de las costas causadas, desde que se abrió el juicio oral, a la acusación particular…”
El Marqués de Santillana, en nombre de su suegra, reconoció que la finca no estaba inscrita a su nombre, aunque les pertenecía sin ningún género de duda por derecho inmemorial; después llegarían las declaraciones de testigos, peritos, médicos…
Y la sorpresa: la acusación particular, en vista de la falta de pruebas, retiraría la acusación y no habiendo acusación no podía haber acusados, por lo que la presidencia de la sala ordenaría el fin de las actuaciones y la libertad de los procesados.
Fiesta en Colmenar de la Sierra
Aquella noche, en los salones de las Sociedades Obreras de Guadalajara, tendría lugar una fiesta en homenaje a Salmerón y a las gentes de Colmenar. Los procesados ocuparían lugar señalado en la comida que se sirvió al día siguiente en el Ateneo Obrero
Por supuesto que los pleitos no concluyeron aquí. La condesa de Santiago, que no se resignó a perder su razón, continuó con sus denuncias y, tras su muerte, las siguió su yerno quien, doce o catorce años después, propuso a los colmenareños la adquisición de Montes Claros por algo así como medio millón de las pesetas de aquel tiempo.
La fiesta que en Guadalajara se dedicó a los vecinos de Colmenar libertados por la justicia, y a su abogado defensor, ocupó páginas enteras en la prensa nacional y, por supuesto, en la de Guadalajara, cuyo vecindario se agolpó a las puertas del Ateneo Obrero, acompañando a don Nicolás a lo largo del trayecto que lo condujo a la estación de tren cuando regresó a Madrid, vía ferrocarril. Por supuesto que ni a la fiesta ni al recibimiento asistieron las jerarquías locales o provinciales, contrarias a la política que ejerció don Nicolás y, por supuesto, al fallo de la justicia.
La fiesta continuaría por los pueblos del entorno de Colmenar, hasta el punto de que, cuando se creyó que por entonces se ponía punto final a la cuestión, nos apuntarán las crónicas que: “Se han celebrado por esta causa dos días de solemnes fiestas, acudiendo multitud de forasteros y de siete pueblos comisiones de Ayuntamientos y de algunos de ellos casi el vecindario todo, no habiendo ningún incidente desagradable y reinando la alegría y fraternidad”.
Y es que, la historia de nuestros pueblos, también se escribió a fuerza de tesón, luchas y, en algunas ocasiones, injusticias.
Tomás Gismera Velasco/ Guadalajara en la memoria/ Periódico Nueva Alcarria/ Guadalajara, 3 de octubre de 2025
COLMENAR DE LA SIERRA (Guadalajara) Crónicas para una Historia
COLMENAR DE LA SIERRA (Guadalajara) Crónicas para una Historia
Se encuentra Colmenar de la Sierra en la actual Serranía de Guadalajara, a medio camino entre el conocido macizo de Ayllón y la Sierra de Guadarrama, en la provincia de Madrid, como escribiese Miguel A. Miguel López a su tiempo, una de las entonces más desconocidas e ignoradas tierras de Castilla, quizá debido a su alejamiento de las grandes urbes y rutas conocidas que han permitido a la comarca conservar, entre otras cosas, un particular legado etnográfico en cultura, tradiciones e incluso en el propio patrimonio arquitectónico. La altitud media de la población sobre el nivel del mar es de 1.268 metros.
El macizo de Ayllón, que más lo acerca a la provincia de Guadalajara, y con el que tiene límites por la parte de Cantalojas, Majaelrayo o Campillo de Ranas, se encuentra en el límite entre las provincias de Segovia y Guadalajara, siendo el extremo más oriental de la Cordillera Central, ocupando una extensión aproximada de 900 km2. Este terreno es fundamentalmente montañoso, con cumbres de más de dos mil metros de altitud, entre ellas el Ocejón (2.049 m.), como más conocido en la provincia de Guadalajara; sin dejar de lado el Pico del Lobo (2.272), que conforma la máxima altura montañosa. Entre ellos se sitúan La Buitrera de los Lobos (2.221), el Alto de las Mesas (2.257), o la Peña de los Abantos (2.124), entre dos docenas de alturas más que dan, sin duda, carácter a la comarca.
Una comarca que se compuso de 5 villas, 27 lugares y seis barrios. Algunos de ellos ya desaparecidos, otros en proceso de despoblación.
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- ASIN : B0CXXNPY2X
- Editorial : Independently published
- Idioma : Español
- Paperback : 219 páginas
- ISBN-13 : 979-8884655966
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