LOS MAYOS, Y SUS CONSECUENCIAS
El mayo, la maya, los mayos: la fiesta de la juventud
A los mozos quintos que se disponían en 1925 a celebrar la llegada de mayo en la vecina localidad soriana de Retortillo, sobre la cresta de la sierra de Pela por la que, desde el Torreplazo descendió a las de la hoy Guadalajara el Campeador Rodrigo de Vivar, la fiesta, o el mayo, se les fue de las manos. Los mozos, como costumbre tradicional en gran parte de nuestras poblaciones, trataron de elevar el enhiesto tronco de olmo en el centro de la plaza Mayor, de tamaño superior al que levantaron los mozos quintos del año anterior. Su tamaño, y peso, hizo de las suyas, no pudiendo los mozos sujetarlo cuando, a medio camino del cielo, se les fue de la soga y en su descenso se llevó por delante todo el cablerío que daba fuerza eléctrica a la población, dejando a oscuras de nuevo a sus habitantes.
Y no solo a ellos, sino que el accidente interrumpió el tráfico eléctrico que desde la central molinera de Somolinos tenía establecido la compañía que iluminaba una gran parte de la Serranía, la Eléctrica de Santa Teresa, con sede central en Atienza desde donde su entonces gerente, aprendiz por aquel tiempo de mandamás comarcal, don Modesto Almazán Toba, envío hasta Retortillo a las fuerzas de la Guardia civil, que detuvieron a cuantos mozos quintos se pusieron a mano, teniendo sus familiares y ellos mismos que atender a los gastos ocasionados. Familias que a punto estuvieron de arruinarse de por vida a cuenta de la tradición, y del genio de don Modesto, a quien, parece, que no le cuadraba demasiado bien el nombre.
El mayo, los mayos, la maya: fiesta de la juventud
En la mayor parte de los pueblos de Castilla y León existió, en algunos todavía perdura, la costumbre de colocar, en el mes de mayo, un gran tronco de árbol, a veces coronado por una especie de pelele o monigote, al que se ha llamado, y llama, “el mayo”. Es una de las clásicas fiestas y costumbres asimiladas a la juventud, o con mayor propiedad, a los llamados “quintos”.
Habitualmente solían reunirse los mozos del pueblo que ese entraban en “quintas”, es decir, alcanzaban la edad para poder ser llamados al ejército, al servicio al rey. Estos preparaban su propia fiesta, siendo el primero de los pasos esa especie de exaltación de la recién entrada primavera.
El primer paso de la celebración consistía en elegir un tronco de árbol, cuanto más alto mejor; talarlo y trasladarlo a la plaza del pueblo, donde era adornado con todo tipo de cintas de colores, simbolizando la llegada de la luz y el color tras los días grises del invierno.
En torno al árbol se desarrollaba la fiesta, con cantos y bailes, e incluso con intentos de trepar hasta su cima, en una memoranda del conocido juego de la cucaña del que nos dejase pintura el insigne Francisco de Goya.
Este árbol o mayo en ocasiones podía llegar a los veinte o treinta metros de altura, e incluso en una patente rivalidad entre los quintos de uno y otro año, o de los quintos de poblaciones vecinas, podían llegar a unirse varios troncos, hasta culminar el mayo en una especie de penacho arbóreo, por destacar los presentes entre los anteriores.
Poblaciones hubo por toda Castilla en las que, por esa rivalidad vecinal, los mozos del pueblo vecino acudieron a talarlo por la noche, o llevárselo para su propia población, como se documenta en muchos estudios etnográficos y se dice que sucedió en nuestro singular Palazuelos a cuyos mozos, en descuido nocturno, se lo arrebataron los de Carabias.
Era, a pesar de todo, una fiesta participativa, ya que si bien eran los mozos quintos quienes se encargaban de elegir, talar y ornar el mayo en cuestión, necesitaban de la cooperación de los vecinos de la población para trasladarlo a la plaza, y por supuesto para levantarlo.
Alrededor del mayo se desarrollaban los bailes, los cantos y, en ocasiones, se concertaban los posteriores noviazgos, en una fiesta que enlaza con los antiguos ritos ibéricos, posteriormente adaptados a las tradiciones romanas.
A los mozos o quintos, también llamados “mayos”, solían acompañarles las mozas o quintas “mayas”, que, en muchas poblaciones, y para acompañar a los mozos en una especie de emparejamiento, eran “subastadas”, es decir, se pagaba una cantidad de dinero para bailar con ellas, o que ellas les acompañasen durante la fiesta. Dinero que solía emplearse en los gastos de noche y día; emparejamiento que posteriormente podía ser el origen de algunos matrimonios, ya que era habitualmente el mozo o novio quien pujaba por la moza o novia, siendo igualmente tradicional que en esa ocasión se formalizasen de esa manera los noviazgos.
Igualmente solían cantarse los “mayos”, coplas alusivas a la festividad y época, así como a las distintas relaciones que surgían o podían surgir entre las parejas, sin que faltasen, claro está, las alusiones religiosas; algo que al día de hoy todavía continúa, con el rasgar de guitarras y botellas, el traquetreo de los calderos, el zumbido de los rabeles y soniquete de los almireces, por una buena parte de nuestra Alcarria.
RETORTILLO, HISTORIA, ENTORNO Y GENTES (Pulsando aquí)
El canto de los mayos
Toda una enciclopedia podría elaborarse con el canto de los mayos por nuestros pueblos; enciclopedia que trató de elaborar uno de nuestros más conocidos folkloristas, Sinforiano García Sanz quien a lo largo de su existencia reunió decenas de cantos que, aun siéndonos semejantes en una u otra población, tenían y tienen su distancia.
García Sanz los fue publicando a retazos en sus escritos, al igual que lo haría otro de nuestros hombres emparejadores de historia y tradición, José Sanz y Díaz quien estudió con mayor ahínco los que se cantaron en el entorno del Señorío de Molina traspasando la raya de Aragón.
De todos ellos dieron cuenta dos más de nuestros folkloristas patrios, Antonio Aragonés Subero y José López de los Mozos; a más de que las crónicas de prensa de decenios atrás están llenas de anécdotas en torno a una de las noches más mágicas del año; desde la que nos da razón de lo sucedido en Retortillo o en Palazuelos, a la que, con la iglesia hemos topado, ocurrió en Bustares, al hilo de un enfrentamiento vecinal entre el pueblo, el alcalde, el maestro y el cura.
Que era, el maestro, de mano larga a la hora de hacer que los chiquillos aprendiesen la lección; así que, armadas de razón, las madres acudieron al alcalde y al cura, que ni uno ni otro la dio por lo que, sobre el mayo, apareció una cartela en la que se ponía a caldo al Sr. Cura, D. Gregorio por nombre, a quien no gustaron las tildes que pusieron a su nombre por lo que, de nuevo, intervino la Guardia civil, y la Liga de la Defensa del Clero, que presidía don Hilario Yabén. Se detuvo a mozos y madres y unos y otros hubieron de acudir a pedir perdón, a patita, a la casa del reverendo, que se hallaba en la vecina población soriana de Caltojar. Regresaron sin el perdón, pero con la penitencia: escuchar la misa de rodillas, con los brazos extendidos y una vela en cada mano, durante tres meses.
Con la desaparición del servicio militar muchas de estas fiestas de quintos comenzaron a desaparecer, si bien en un buen número de poblaciones en donde estuvo arraigada, continúa celebrándose, como mero recuerdo del pasado.
Un tiempo en el que, a más de sucesos imprevistos, dio paso a la colorida primavera, al festejo social, matrimonial y al canto: Ya estamos a treinta/ del abril cumplido/ alegraos damas/ que mayo es venido…
Tomás Gismera Velasco/ Guadalajara en la memoria/ Periódico Nueva Alcarria/ Guadalajara, 2 de mayo de 2025
Notas de Etnografía, Folklore y Tradiciones Populares de Guadalajara
Notas de Etnografía, Folklore y Tradiciones Populares de Guadalajara
La provincia de Guadalajara, sus pueblos, mantienen decenas de tradiciones enraizadas con su pasado histórico, folclórico y tradicional; algunas de ellas han pasado a pertenecer al calendario festivo.
El autor rescata en este libro decenas de ellas que en ocasiones se confunden con la multitud de leyendas que jalonan los pueblos.
Por las páginas de la obra desfilan las botargas; el toque de las campanas; el carnaval; la Semana Santa; las ferias; las romerías; los trajes tradicionales; las rondas; los danzantes; las tradiciones enraizadas con los difuntos; la matanza o la Navidad.
En su mayoría son notas de folklore y tradiciones que el autor ha ido desgranando en sus artículos semanales en el periódico Nueva Alcarria, de Guadalajara, en el que desarrolla la página “Guadalajara en la Memoria” y que, en conjunto, conforman una serie de relatos que mantienen no solo la memoria, también la tradición etnográfica y folklórica de una provincia a través de sus tradiciones populares.
SUMARIO:
BOTARGAS, PARA COMENZAR EL AÑO
ALARILLA: LA PRIMERA BOTARGA
EL NIÑO PERDIDO, DE VALDENUÑO-FERNÁNDEZ
SAN ANTÓN Y LOS SANTOS DEL FRÍO
LA BARBARIDAD DE HORCHE
LAS CAMPANAS DE SANTA ÁGUEDA
TIEMPO DE CUERNOS, DIABLOS Y CENCERROS
CARNAVAL, BAJO LA MONTAÑA SAGRADA
MEMORIA DE DON CARNAL Y SU SARDINA
LA PASIÓN, SEGÚN JADRAQUE
EL ROSARIO DE FAROLES DECRISTAL DE LA VIRGEN DE LOS DOLORES, DE ATIENZA
LA CRUZ DE CRISTO, EN LA PROVINCIA DE GUADALAJARA
LAS SANTAS ESPINAS DE ATIENZA. EL GRIAL DE GUADALAJARA
LA SANTA ESPINA DE PRADOS REDONDOS
MAYO, DE CRUCES Y CAMPANAS
¿POR QUIÉN TOCAN LAS CAMPANAS?
LA ROMERÍA DE LA VIRGEN MIRABUENO
LA REINA DEL SEÑORÍO
LA MIGAÑA. LA FILA ROMA DE GUADALAJARA
EL DÍA DE LA ASCENSIÓN
MEMORIA DE UNAS FOTOS
BOINAS, GORRAS Y SOMBREROS.
LA IMPORTANCIA DE UN BUEN ALMIREZ
AGOSTO DE DANZAS Y DANZANTES, EN LA SERRANÍA
POR DECIR ¡VIVA SAN ROQUE!
EL ALTO REY SE VISTE DE ROMERÍA
UN SANTO EN EL CALENDARIO: SAN MIGUEL PAGADOR
TIEMPOS DE FERIA
HIENDELAENCINA
POR CANTALOJAS, DE FERIA
PARA MORIRSE COMO DIOS MANDA
ATIENZA, Y SU DANZA DE LA MUERTE
PAREDES DE SIGÜENZA, Y EL SECRETO DE SU CEMENTERIO
MAZUECOS Y LAS CALABAZAS DEL DÍA DE ÁNIMAS
DICIEMBRE, MES DE LA MATANZA EN LA SERRANÍA
NAVIDAD DE PASTORES, CENCERROS Y NOCHEBUENO
BUSTARES, NAVIDAD EN LAS ALTURAS
El libro, pulsando aquí
Detalles del Libro
- ASIN : B0C6BQW34Q
- Editorial : Independently published
- Idioma : Español
- Tapa blanda : 237 páginas
- ISBN-13 : 979-8396102606
- Peso del producto : 372 g
- Dimensiones : 13.97 x 1.52 x 21.59 cm
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