sábado, abril 13, 2024

EL VALLE DEL SALADO, EN TIERRAS DE SIGÜENZA

 

EL VALLE DEL SALADO, EN TIERRAS DE SIGÜENZA

Aspira a convertirse en Patrimonio Mundial

 

   Se encuentra Sigüenza a no mucha distancia de la otrora rica comarca salinera de la provincia de Guadalajara, dentro de la amplitud de la llanura conocida como “Valle del Salado”, por discurrir a lo largo de este el río que con sus aguas dio pie a la formación en el valle de decenas de explotaciones salineras producto de la desecación de las aguas cuando todo este territorio se encontraba ocupado por ellas. Un mar que llegaba hasta el interior de la península y que dejó en las entrañas de esta tierra, con su desecación, lo que habría de ser con el pasar de los siglos una de las riquezas principales, no sólo del valle, también de la provincia: la sal.

   Los estudiosos de la materia, al hablarnos de las salinas de la provincia de Guadalajara y concretar sobre las que se sitúan en torno al valle del río Salado y comarcas de Atienza-Sigüenza, nos dan cuenta de que los terrenos se encuentran formados por consecutivos depósitos de margas, yesos y arcillas: “…reductos de un mar primigenio que anegó las tierras del interior peninsular; aparecen surcados en sentido más o menos norte-sur, por diferentes cuencas tributarias de los rebordes del Sistema Central que buscan verter sus aguas sobre una de las principales redes hidrográficas de España: el Tajo. Un tributario de esta red es el Henares, y a su vez el río Salado lo es del anterior…”, nos dicen Malpica Cuello y García-Contreras al hablarnos de la explotación y asentamientos en la época altomedieval.

   Continúan estos autores describiéndonos el terreno, dándonos cuenta de que el río Salado nace en el término de Paredes de Sigüenza, a los pies de Sierra Gorda, conformando el conjunto del valle un peculiar trazado en zig-zag, al que se adapta el propio río conformado por varios tramos de norte a sur: el valle de Bochones, el de los Prados o de Atienza, el de Valdelcubo, el de la Riba, el del Salado-Vadillo, el del Atance y el de la Paramera de Baides. Siendo sus principales afluentes, salvo el Gormellón por la derecha, el resto por la izquierda, el Berral, Querencia, Bretes y Vadillo.

 

 

TIERRA DE SIGÜENZA. Pueblos, gentes e historia (pulsando aquí)

 

 

Los ríos “Salados”

   Justo es, en este punto, dejar constancia de la denominación de “Salado” para un buen número de ríos y arroyos a lo largo de la Península; incluso en la provincia de Guadalajara son numerosas las denominaciones si bien tal vez la más significativa sea la del río Linares, al que igualmente se le denominó “Salado”. Encontraremos la misma denominación en riachuelos y arroyos que bordean o bordearon las salinas provinciales.

   Los firmantes de la “Reseña Física y Geológica” de la provincia de Guadalajara, elaborada en 1877, de la que autores posteriores toman nota, nos dicen que este, el Keuper o tramo de las arcillas irisadas, se nos presenta con sus características distintivas en el mismo término de Tordelrábano, así como en Rienda y Paredes, continuando por Valdelcubo, Sienes, La Riba y otras muchas poblaciones, donde se encuentran, vuelven a repetirnos, abundancia de yesos y, por supuesto, los manantiales de sal: existiendo fábricas de sal en casi todos los pueblos de los partidos de Sigüenza y Atienza en que se halla este tramo al descubierto.

    Para Madoz y su “Diccionario”, el encargado de transmitirle la noticia de este entorno le hace una descripción que nos resulta, al día de hoy, algo más compleja: “Salado o Salinero: pequeño río que nace en la provincia de Guadalajara, término jurisdiccional de Valdelcubo, desde donde marcha a bañar los de Sienes, Santamera, Barbolla y Carabias; abandona el partido y penetra en el de Sigüenza por Imón, en el que toma algunos derrames de las salinas que le dan nombre; continúa su curso por la jurisdicción de Olmeda, Atance, Huérmeces, Vianilla y Baides, y va a morir en el Henares, cerca de los molinos de Ancho, término jurisdiccional de Castejón”.

   Mucho más simple, y sin duda exacta para su tiempo al conocerla de primera mano, es la descripción del terreno y cursos de agua que nos ofrece el entonces Administrador de las salinas del distrito de Guadalajara, José de Hoces, en 1853: “La denominación de los ríos y arroyos que riegan el término de estas salinas (Imón, La Olmeda), aunque de poca importancia, son: La de Imón, un arroyo que se seca en el verano, denominado Salado. En la de La Olmeda, otros dos arroyos que llaman ríos, llamado el uno Cubillejo y el otro Desa-redonda (Dehesa Redonda)”.

 

TIERRA DE SIGÜENZA. Pueblos, gentes e historia (pulsando aquí)

 

   Más completa es la descripción de los ingenieros que llevaron a cabo la demarcación de las salinas de la zona: “Desprendiéndose de la alta meseta que por Barcones, Alpanseque y Barahona, une las sierras de Torremochuela y Ministra, corre el río Salado entre Sigüenza y Riofrío, límite oriental del Guadarrama, y con sus afluentes, el Cercadillo, Sienes, Toves, Bretes, Canalejas y el Arroyo de Santa Librada, ocupa un valle algo extenso y bastante abierto con varios macizos intermedios y no pocas hondonadas, rindiendo por fin sus aguas al Henares junto al pueblecillo de Baides. Las constantes corrientes acuosas alimentadas por el deshielo de las nieves invernales y las abundantes lluvias que les suceden en la primavera y que aún en la actualidad dan lugar a que por todas las laderas del valle broten numerosas fuentes…”

 

Tierra de Sal

    Todos los autores coinciden en señalar, en la zona, los salobrales de Romanillos de Atienza, Bochones, Alcolea de las Peñas, Riba de Santiuste, Riosalido, Rienda, Tordelrábano, Valdealmendras, Santamera, Imón, Bujalcayado y la Olmeda, como los lugares más idóneos para la explotación industrial de la sal. En cuanto a su origen, del agua salada y explotación del mineral, nos dice el mismo Administrador de Imón en su informe: “El origen de la producción de sus aguas emana de una infinidad de grandes cerros que los tienen circundados, bajo los cuales debe de hallarse el mineral de la piedra de sal…”

   Federico de Botella en su “Estudio Geológico del Valle del Salado, en la provincia de Guadalajara”, apunta que todos estos valles, montañas, ríos y arroyos se distinguen por la abundancia de depósitos de sal, ya en grandes masas, ya en partículas inapreciables a la vista, y considerando el desarrollo que toman en este valle y su disposición especial se comprende fácilmente que las aguas producto de las nieves y de las frecuentes lluvias peculiares a esta comarca al discurrir por las marcas triásicas superficiales se carguen paulatinamente de las partículas salinas alterando la naturaleza de las aguas del río hasta justificar el nombre…

   Así pues, podemos entender que en la sal estuvo el origen de algunas de las poblaciones que rodean el entorno. Un producto del que el hombre necesitó en todo tiempo, principalmente, y desde su descubrimiento, para la conservación.

   Numerosos han sido los asentamientos prehistóricos encontrados en el entorno del valle, desde las alturas de Atienza, que lo domina, a las de Palazuelos y, por supuesto, sus llanuras.

   De aquellos primitivos asentamientos quedaron las necrópolis de Cerro Pozo, en Atienza, excavada por el arqueólogo Juan Cabré, siguiendo los trabajos de su antecesor, Enrique de Aguilera, marqués de Cerralbo, quien a partir de 1915 obtuvo la concesión arqueológica de la comarca haciendo numerosos estudios y prospecciones en esta, sacando a la luz las de Valdenovillos, Rebollar y Perical en Alcolea de las Peñas, además de las ubicadas en El Atance, Cincovillas, Valdelcubo, Riba de Santiuste, Carabias y, por supuesto, Paredes de Sigüenza.

   Salvo algunas de ellas, las continuadas en estudio por Juan Cabré, de la mayoría no quedaron estudios, si bien lo hallado pasó a pertenecer a la colección particular de don Enrique de Aguilera, cedida a su fallecimiento al Museo Arqueológico Nacional.

   Tiempos propicios, los de esta primavera exuberante que nos viene, para conocer y admirar el entorno, sus castillos, sus paisajes, sus salinares…

 

 

Tomás Gismera Velasco/ Guadalajara en la memoria/ Periódico Nueva Alcarria/ Guadalajara, 12 de abril de 2024

 

 


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