HITA: SI EL CABALLO VOS HAN MUERTO…
Pedro González de Mendoza, Señor de Hita y Buitrago, en Aljubarrota, hizo grande su nombre en el romance
Se encuentra la hidalga villa de Hita coronada por las piedras de lo que en tiempos medievales fuese hermoso castillo engrandecido por el marqués de Santillana, don Íñigo López de Mendoza; y se mantiene Hita unida a nombres que son historia en la épica y la literatura españolas. Unida al marqués de Santillana; al arcipreste Juan Ruiz y, por supuesto, a Pedro González de Mendoza, uno de tantos que ostentó tal nombre en nuestras tierras, cuya gesta se unió a una batalla, la de Aljubarrota.
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Los señores de Hita
Sin duda, podríamos poner por primer señor de Hita, tras la entrada de los castellanos en tierras de Guadalajara, a Alvar Fáñez de Minaya, aquel a quien su pariente, Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, envió a la conquista del Valle del Henares, llegó a Hita, pasó a Guadalajara y, después, lanza a lanza, conquistó la mayor parte de la Alcarria.
El nombre de Alvar Fáñez se mantiene todavía, mudado en ocasiones, por numerosas de las poblaciones que desde Guadalajara bajan hacía el Tajo; por Hueva, Horche, Tendilla, Mondéjar, Moratilla o Zorita, de donde fue Señor; continuando sin duda hasta Uclés, en cuyo monasterio, cuenta la tradición, hallaron sus huesos el reposo eterno. Para entonces, tal vez antes o después, Hita era señorío de señorío de Urraca de León, la arisca hija de Alfonso VI, quien puso Hita en manos de Fernán García, a quien se supone yerno del héroe burgalés, por casado con la hija de Alvar Fáñez, antes de hacerlo, en segundo matrimonio, con Estefanía de Armengol.
Para otros historiadores, Fernán García fue hijo del Conde García Ordóñez y la infanta Urraca Garcés, hija del rey de Pamplona, contrayendo unas primeras nupcias con Trigidia Fernández, hija de otro de los viejos condes castellanos, Fernán González, de cuyo matrimonio nacerían Gutierre y Rodrigo Fernández de Castro, siendo este último el heredero en todo de su hermano al haber fallecido aquel sin sucesión; emparentando Rodrigo Fernández de Castro con el héroe castellano Fáñez de Minaya, al contraer matrimonio con su hija, Eylo Álvarez.
Tampoco la historia se pone muy de acuerdo a la hora de fechar el nacimiento y muerte de nuestro hombre, pues mientras que algunos cronistas nos fecharán su nacimiento en 1065, otros nos lo retrasarán diez años, hasta 1075; y lo mismo sucederá en cuanto a su muerte, que tendrá lugar entre 1126 y 1135. Pocas más noticias tendremos al respecto del pasado de Hita y sus señores en este tiempo, hasta que la villa aparezca, casi dos siglos después, entre las posesiones de la infanta Berenguela de Castilla, primogénita de Alfonso X, y quien recibió igualmente el Señorío de Guadalajara, ciudad en la que al parecer falleció en el año 1300.
Íñigo López de Orozco
Es considerado don Iñigo López de Orozco, muerto a manos del rey Pedro I el Cruel, tras la batalla de Nájera, por algunos autores, como el primer señor de numerosas poblaciones hoy integradas en la provincia de Guadalajara cuando don Iñigo, en compensación por los servicios prestados al rey Pedro I las recibió, antes de enemistarse con él. Don Iñigo nació en 1309, se desconoce el lugar. Su padre, Diego Fernández de Orozco ya era, al decir de no pocos estudiosos, siguiendo las líneas históricas del cronista Luis de Salazar, señor de Hita, Buitrago y Talamanca.
Fue hijo de Iñigo López de Orozco, el primero de los así llamados, quien casó con Marina Gómez, hermana de Don Gutierre, Arzobispo de Toledo, hijos ambos de Gómez Pérez de Toledo, Alguacil Mayor de Toledo, y de su mujer Doña Horabuena Gutiérrez.
Don Iñigo López de Orozco contrajo matrimonio en primeras nupcias con Teresa González de Mesa, de la que no hubo descendencia; y en segundas con doña Marina de Meneses, de la que le nacerían cinco hijas, María, Mencía, Teresa, Juana primera, y Juana segunda. A su muerte, sus bienes pasaron a las cuatro hijas que entonces le vivían, mediante testamento del que don Pedro González de Mendoza, llamado el “de Aljubarrota”, sería albacea.
El Cronista provincial e historiador de la Casa de Mendoza, Francisco Layna, nos dirá: Tenía Íñigo López de Orozco una hija llamada Juana que casó con el padre de don Pedro González de Mendoza, este más tarde ayo del rey Don Juan, a quien cantan los romances…
En 29 de diciembre de 1377, doña Juana Meléndez, hija y heredera de don Íñigo López de Orozco vendió parte de sus bienes a Pedro González de Mendoza con algunas salvedades en cuanto a vasallos, por medio de documento que se firma en Toledo, obrante en la Real Academia de la Historia. De otros numerosos bienes que pertenecieron al ilustre caballero fue desposeído por el rey, entre los que han de figurar los señoríos de Hita y Buitrago, que han de ser entregados, en compensación a sus servicios y fidelidad, a Pedro González de Mendoza.
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Don Pedro, en Aljubarrota
La biografía de Pedro González de Mendoza, “el de Aljubarrota”, la trazó el padre benedictino Alfonso Andrés Tovar, para el Boletín de la Real Academia de la Historia, en donde escribe en cuanto a su nacimiento y orígenes: Encontrados andan los autores en determinar qué lugar sirvió de cuna a Pedro González de Mendoza, pues mientras unos le suponen nacido en Mendoza (el alavés asiento de la familia), otros afirman que nació en Guadalajara hacía 1340…
Hijo de Gonzalo Yáñez de Mendoza y María de Orozco, nieto de Iñigo López de Orozco, pasó su infancia en Guadalajara, de donde marchó a la corte de Pedro I, en la que pasará la mayor parte de su vida, y en donde desempeñará importantes oficios como Mayordomo y Guarda Mayor del Rey, o Adelantado de Castilla. Fue, además de político y guerrero, poeta, abriendo quizá la puerta literaria a quien más adelante lo heredaría en el arte literario, su nieto don Íñigo, marqués de Santillana.
Contrajo al menos tres matrimonios, uno de ellos con Aldonza de Ayala, o López de Ayala, hermana de Pero López de Ayala y camarera de la reina Juana Manuel de Villena.
De su numerosa descendencia, únicamente dos hijos varones le vivieron, aparte de sus hijas, entre los varones destacaría Diego Hurtado de Mendoza.
Será, don Pedro González de Mendoza, a juicio de no pocos historiadores, el fundador de la rama mendocina de Guadalajara, pasando a la historia como “el de Aljubarrota”, ya que, en la batalla del mismo nombre, librada el 14 de agosto de 1385, en la que encontró la muerte, halló también la gloria histórica a través de los versos de Hurtado de Velarde, que cantaron su famosa hazaña cuando, tras perder el rey su caballo en la batalla, don Pedro, tras encargar al rey la vida de su hijo, le cedió el su caballo, antes de volver a la batalla…
El caballo vos han muerto; Sobid rey en mi caballo; Y si no podéis sobir, Llegad, sobiros he en brazos; Poned un pie en el estribo, Y el otro sobre mis manos, Mirad que carga el gentío; Aunque yo muera, libradvos…. A Diagote os encomiendo; Mirad por él, que es mochacho; Sed padre y amparo suyo; Y a Dios que va en vuestro amparo, Dijo el valiente alavés, Señor de Fita y Buitrago,
Al Rey don Juan el primero, Y entróse a morir lidiando…
El señorío de Hita pasaría a su hijo, don Diego Hurtado de Mendoza, quien terminaría casando con doña Leonor de la Vega, de quien nacería nuestro poeta marqués de Santillana haciendo que, entre unos y otros, Hita entrase por la puerta grande de la gloria histórica y poética de la épica castellana.
Tomás Gismera Velasco/ Guadalajara en la Memoria/ Periódico Nueva Alcarria/ Guadalajara, 18 de agosto de 2023
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