LOS VIAJES A LA ALCARRIA: GÁRGOLES DE ABAJO
El 9 de junio de 1946, Camilo José Cela llegaba, por vez primera, a Gárgoles de Abajo
El 9 de junio de 1946 llegaba Camilo José Cela a Gárgoles de Abajo, camino de Trillo, para plasmar la aventura en su “Viaje a la Alcarria”.
Gárgoles de Abajo ofrecía una estampa distinta de la que hoy podemos contemplar; distinta a la que los primeros viajeros encontraron, tal vez, cien años atrás, cuando quienes acudían al Balneario de Trillo se acercaban, en excursión recomendada por don Basilio Sebastián Castellanos, a conocer las famosas fábricas de papel, la que fundó el obispo Díaz de la Guerra; o la de Santiago Grimaud, famosa por proporcionar el primer papel moneda al Banco de Santa Isabel y emplear, en la fabricación del papel de fumar, la paja de los cereales.
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Un primer viaje a la Alcarria
De la primera reseña que conocemos, en torno a un viaje a la Alcarria, hasta que llegó don Camilo José, pasaron algo más de cien años. Lo llevó a cabo un autor de relatos que, a la moda de los tiempos, quiso guardar el anonimato, por lo que pudiera pasar. Corría el mes de abril de 1838 cuando nuestro relator, procedente de Torija, llegó a Gárgoles. En una Alcarria alborotada por la primera Guerra Carlista. El relato de su viaje lo tituló igualmente “Viaje a la Alcarria”.
Por supuesto que su llegada a Gárgoles de Abajo fue bastante distinta a la que nos retrataría Cela cien años después. Tratando de hospedarse tal vez en el mismo parador, junto a la carretera de Trillo: “Encontramos la puerta entornada y la casa desierta. El posadero se había marchado con la facción y la mujer estaba en el campo”. Nuestro hombre ni encontró cama, ni plato ni cobijo, por lo que continuó su camino, no sin antes dejar la correspondiente reseña.
Eran los tiempos en los que, por los Gárgoles, de Arriba y de Abajo, se movía un importante capital a cuenta de las dichas fábricas de papel. Había pasado a la historia la del Sr. Obispo, que pertenecía, tal y como cuentan las historias, a don Santiago Grimaud, quien a su fallecimiento en 1840 la dejaría en manos de sus hijos; para terminar en las de don Juan Manuel Barrio y, a la conclusión del siglo, en las de su primogénito, quien alcanzaría a titularse marqués de San Miguel de Bejucal, continuando la labor emprendida en la finca que, por sus espectaculares hilos de agua, pasó a llamarse Las Cascadas. Por los alrededores de los Gárgoles funcionaron, al margen de las de Grimaud, las fábricas de papel de don Julián Sastre y don Juan Recuero.
El viaje de don Camilo
En los primeros días de junio de 1946 se echó a los caminos de Guadalajara. El 9 de junio de aquel año (otros dirán que el 8), desde Cifuentes, emprendió el camino de los Gárgoles y Trillo.
Don Camilo hizo el camino con más sosiego que nuestro anterior viajante, y llegó al parador de Gárgoles de Abajo, que encontró con las puertas abiertas… El parador de Gárgoles, a la izquierda de la carretera, como todo el pueblo viniendo de Cifuentes, tiene una gran puerta claveteada, notablemente antigua, que parece la puerta de un castillo…
Por el entorno se derramaban, como lo continúan haciendo, las decenas de bodegas que dieron ser y sentido a uno de los cultivos mayoritarios de la comarca, el de la vid, hasta que la filoxera y otros males lo fueron echando a perder. Un vecino de Gárgoles de Abajo, don Venancio Roca, descubrió un remedio contra los males del viñedo que concluyó en el olvido.
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Don Camilo hace años que se marchó a descansar a la eternidad de su tierra de Iria Flavia, bajo un olivo centenario. A no demasiados kilómetros de allí, a Betanzos, marchó a rendir su vida un hijo de Gárgoles de Abajo, Fray Atilano Melguizo, que fue el último fraile en salir del magistral monasterio de Santa María del Sobrado y escritor de genio y éxito.
Fray Atilano es solamente uno de los numerosos hijos ilustres de Gárgoles; otro de ellos fue don Manuel Martín, el librero con más vista empresarial que conoció el Madrid de los últimos años del siglo XVIII; otro de los ilustres Gargoleños sería don Antonio Marqués; y a no muchos pasos del parador en que se alojó don Camilo, en la casa del Obispo, que al parecer levantó don Pedro Girón, conservó este, en su oratorio, la cadena de los cilios de San Pedro de Alcántara, que ya es decir.
El viaje a la Alcarria, cincuenta años después
Don Camilo viajó nuevamente por la Alcarria en 1972, en esta ocasión en viaje de homenaje que le tributó la Diputación Provincial de Guadalajara en el mes de octubre de ese año. A su paso por Gárgoles de Abajo ya pudo leer la placa que se situó en la fachada del parador; y saludó a algunas de sus gentes, mucho tiempo después.
Y regresó a lomos de un lujoso vehículo inglés cuarenta años más tarde de aquel primer recorrido a la pata la llana. El parador se encontraba ya cerrado y sin oficio.
Cincuenta años adelante, en 1996, cuando en su homenaje se lanzaron al camino media docena de admiradores coordinados por don Mariano Escolano y López Montenegro, con el respaldo de la Casa de Guadalajara en Madrid, don Camilo se retrató junto a ellos en la puerta de su antigua casa habitación de desde donde emprendió el viaje, y les deseó buena suerte en su recorrido.
A Gárgoles de Abajo llegaron los caminantes el mismo 9 de junio en el que lo hiciese don Camilo, y bebieron agua en la misma fuente, y descansaron en los mismos lugares.
Sesenta años después…; y siempre
Para el mes de junio de 2006, cuando los mismos caminantes se volvieron a echar a las sendas de la Alcarria, en esta ocasión seguidos por algunos escritores provinciales, y con el empuje de este periódico, Nueva Alcarria, que día a día fue reflejando en sus páginas los sucedidos de la aventura, don Camilo ya no era de este mundo. Descansaba a la eternidad bajo el olivo centenario de Iria Flavia, en sepultura sencilla y sin adornos: “esa sin flores ni nada de debajo del árbol”, señalaron a este contador de historias cuando pasó por allí.
A este contador de historias le tocó hacer el “Viaje a la Alcarria”, desde Cifuentes a Trillo, junto al recordado y amigo Francisco García Marquina, y el periodista Pedro Aguilar; y llegamos a Gárgoles de Abajo el mismo 9 de junio; para detenernos junto al parador, y le tocó deja reseña de lo que, para entonces, se había convertido: A las puertas cerradas del parador, que siguen siendo las mismas, pero sin perro rufo, peludo y gruñón, ya no hay muleteros ni carros, ni sobre los tejados, en cuclillas, hacen las necesidades los chiquillos, hoja de gordolobo en mano. Frente al parador, que tiene ese aire de los edificios en los que el tiempo se detuvo y se pararon los relojes en una hora imprecisa, las bodegas, que sobrepasan el centenar, se introducen gusaneando la tierra hasta los treinta o cuarenta metros. Ya apenas se pisan uvas en sus jaraíces…
Historia de Gárgoles de Arriba (Pulsando aquí)
Mucho ha cambiado la Alcarria, de 1946 a nuestros días, lo mismo que Gárgoles de Abajo, los pueblos del entorno o que los caminantes mismos; de lo que no cabe duda es de que, por estos días, o por cualquiera otros, la Alcarria siempre es merecedora de una mirada, de un viaje, de un libro, de un recuerdo…
Tomás Gismera Velasco/ Guadalajara en la memoria/ Periódico Nueva Alcarria/ Guadalajara, 9 de junio de 2023
CIFUENTES. Historia, Crónica y Memoria (El libro, pulsando aquí)
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