viernes, febrero 05, 2021

DON FELIPE, EL REY DE LA NIEVE. Cuando Felipe II pasó por Luzón y Maranchón, y nevaba

DON FELIPE, EL REY DE LA NIEVE.
Cuando Felipe II pasó por Luzón y Maranchón, y nevaba

 

   La supuesta prudencia de Su Católica Majestad debió de ser lo que le dio para la posteridad el título de “Rey Prudente”. En la provincia de Guadalajara, al día de hoy, bien lo podríamos conocer como “El Rey de la Nieve”, pues apenas se anunciaba su paso por nuestros confines, enmarañarse las nubes y ponerse a nevar, todo era uno.

   Quizá debía de ser, suposiciones propias, que uno de los hombres más poderosos de la tierra elegía mal el momento de los viajes. O que aquellos se tenían que hacer contra viento y marea.


 

   Ya pudimos leer en esta misma sección de Nueva Alcarria aquel que lo llevó de retorno a la Corte madrileña, a las puertas de la Navidad de 1592 y la nieve, y alguna que otra circunstancia, le impidió pasar más allá de Paredes de Sigüenza, teniendo que acogerse al convento franciscano más cercano al camino real. Allí lo tuvo la nieve retenido por espacio de unos cuantos días, y con los franciscanos de la Inmaculada Concepción atencina se comió el turrón. Una novela, “El Valle de la Sal”, rememora aquella estancia y paso, entre las nieves del final de aquel siglo.

   No eran aquellos, los del siglo XVI, buenos tiempos para los viajeros. Los caminos, por lo general de herradura, no estaban muy hechos para el paso de las grandes y elegantes carretelas en las que es de suponer viajaba bien acomodado Su Majestad, así como los grandes de su casa. Los archeros reales, o Archeros de Borgoña, como se los conoció cuando llegaron acompañando al hermoso Felipe I, que le daban escolta, lo hacían a lomos de caballos bien arrebujados en sus capas, pero claro está, pasando frío. Y no debían de ser escasos en número, pues rara era la población por la que, en tiempos de viaje real, la guardia podía detenerse en el mismo lugar que nuestro coronado monarca, y allá por donde pasaban se quedaban las despensas tiritando.


 LUZÓN, ENTRE EL DUCADO Y EL SEÑORÍO. Una obra necesaria (pulsando aquí)

 

Felipe II, en Sigüenza

   Antes de coronarse como Rey de media Europa, y de anunciarse oficialmente el matrimonio con su tía María, (la famosa Bloody Mary) reina de Inglaterra, ya era Duque de Milán, entre otros muchos títulos, por lo que al pasar por Sigüenza el 8 de enero de 1543 y salir a besarle la mano, es un suponer, el ilustrísimo señor Obispo de la Diócesis, que lo era don Fernando Valdés de Salas (de Salas porque nació en el Salas de Asturias, donde está enterrado entre mármoles de las canteras de Aleas), debieron los canónigos mirar al cielo. Los días de antes, y los de después, como corresponde a la estación y el mes en el que se encontraban, nevó sobre los campos de Sigüenza, y lo continuó haciendo en los días sucesivos. Aunque la nevada no impidió que don Felipe, quien procedía de las Cortes de Monzón reanudase su viaje en busca de Jadraque, Hita y Guadalajara, después de ser saludado y tomar un refresco, como era tradición.

   Una ciudad, la de Guadalajara, a la que retornaría tiempo después para casarse, de terceras, en el palacio ducal del Infantado con la princesita francesa Isabel de Valois y así terminar con unos cuantos años de belicosas injerencias entre Francia y los reinos castellanos. Entonces, los días de las bodas reales, por poderes, como fueron a las puertas del verano, no nevó. Lo hizo cuando la ceremonia se llevó a cabo con la presencia de ambos contrayentes en la Guadalajara invernal de 1560. La reina entró en el reino el 6 de enero; y entre la nieve viajó hasta la ciudad de los Mendoza. El cielo debió de respetar las ceremonias, pues en los últimos días del mes, y primeros de febrero, cuando tuvieron lugar los fastos, a pesar de que los acompañó el frío, respetó el cielo.

 

MARANCHÓN Y SUS MULETEROS. Más que un libro (pulsando aquí)

 

   También respetó, aunque el frío continuó, cuando el 9 de febrero marchó Su Majestad desde Guadalajara en busca de las cálidas tierras andaluzas, en el año de gracia de 1570, para tratar de aplacar alguna que otra revuelta, en tierras de Granada, reflejada en la nieve de Sierra Nevada, y así poner orden en la rebelión de los moriscos.

 

El Rey en Luzón y Maranchón

   Sucedió el año de gracia de 1585, y este sí. El año de gracia de 1585 cuando a Su Majestad se le ocurrió pisar tierras de Guadalajara por la parte que se codea con las de Soria, la nieve, el agua, el viento y el frío hicieron acto de presencia de tal manera que, como años adelante le sucedería a alguno de sus descendientes en el trono, la ventisca impidió la reanudación del viaje.

   Previo al paso de la gran caravana entre la que se acomodaba la carretela de Su Majestad, marchaban los aposentadores reales.

   Quizá uno de los aposentadores reales más conocidos en el mundo de los viajes de sus majestades a través de las tierras de sus reinos españoles haya sido Don Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, o Velázquez a secas, el pintor de Las Meninas y la Fragua de Vulcano, que lo fue de don Felipe IV y buscándole acomodo recorrió los cuatro rincones de Guadalajara.

   Al Rey no resultaba complejo acomodarlo en lugar apropiado, lo complejo era meter bajo techo al acompañamiento, que también se las traía. Entre otras cosas porque había que darles de comer, cenar o almorzar allá donde hiciesen día, o noche.

   Uno de los Archeros de Borgoña más conocidos, y más cotillas a la hora de contar intimidades, de cuantos acompañaron a Su Católica Majestad don Felipe II lo fue don Enrique Cook, quien además de Capitán de la Guardia Real fue Notario y Escribano Público. Contó cosas porque se hizo acreedor al título de cronista de los viajes reales, y gracias a ello conocemos aquella famosa “Jornada de Tarazona”, que tuvo a don Felipe II de viaje a lo largo de prácticamente todo el año de 1592 cuando desde Madrid partió a presidir aquellas Cortes, y a Madrid regresó en los inicios del año siguiente.

PÁLMACES DE JADRAQUE EN LA HISTORIA. Un libro para conocerlo (pulsando aquí)
 

   Pero fue en 1585, año de nieves, cuando don Enrique Cook nos relata el viaje de don Felipe, a Zaragoza para entregar la mano de su hija Catalina Micaela al duque de Saboya, y le pilló la nieve en el espinazo donde hoy se juntan las provincias de Guadalajara y Soria. Un espinazo en el que cuando se pone a nevar lo hace con ganas, desde los altos de Villacadima a los de Milmarcos.

   En esta ocasión el viaje real trató de seguir, como es lógico, el camino de Madrid a Zaragoza. En la jornada de Tarazona regresaron por Ágreda siguiendo la que, como diría mi padre, fue la carretera GU-114 de Guadalajara a Tafalla por Ágreda.

   Don Enrique Cook nos contó el paso del Rey desde Madrid a Guadalajara y de aquí, a través de media provincia, a la capital del Ebro.

   El Rey, que viajaba en familia, lo hacía con sus hijas en el mismo coche, mientras que su hijo y heredero lo hacía en otro distinto. Y nos cuenta don Enrique las glorias de los alcarreños al paso del monarca; los bailes con los que lo regalaban y los cantos con los que celebraban su paso. Hasta que empezó a nevar. Y es que, cuando atravesaba la provincia corría el mes de febrero. Y el jueves día 7, y el viernes día 8… Cuanto llegaban a Las Inviernas, ¡hay que días! Allí, en Las Inviernas, se sintió el invierno, que no supe donde esconderme, y todo era agua de nieve.

   Al Rey los aposentadores le encontraron cama y posada en Sigüenza, donde le prepararon, como eran días previos al Carnaval, bailes de máscaras. Pero había que llegar. La comitiva venía de la parte de Tortonda y Villaverde del Ducado, distribuyéndose, en medio de la nieve, la ventisca, el agua y el frío, por los pueblos del entorno.

   Por Luzón, donde la guardia reposó la noche del 7 al 8 de aquel febrerillo loco; por Maranchón, donde la nieve caía si Dios tenía qué.


 MARÍA PACHECO, LA COMUNERA DE TOLEDO (Pulsando aqui)

   Y don Enrique Cook, y los Archeros de Boloña, sin saber dónde meterse: El Rey se detuvo en Torremocha, hasta el otro dia por la tarde que vino a Angita. Nuestra compañía quedó en este pueblo dos noches y el viernes a ocho de febrero, por todo el dia. Después de comer el mismo día, antes que Su Majestad hubiese pasado, fuimos para otro lugar que se dice Luzon, dos leguas de Angita, a la mano derecha del camino, puesto entre unas montañas. Era tanta la nieve que caía por la tarde que no hallábamos camino, y si Dios no nos socorriese, teníamos miedo de quedar en el campo. Después de comer, como a las tres, fuimos adelante a aposentar en otro lugar y quedamos en Maranchon, no queriendo ponernos otra vez en el peligro de las nieves, mayormente no sabiendo los caminos.

   Cosas de la nieve, que ni a los poderosos reyes respeta.

 

Tomás Gismera Velasco
Guadalajara en la memoria
Periódico Nueva Alcarria
Guadalajara, 5 de febrero de 2021


 
La Trilogía:
El volumen con los tres relatos: EL VALLE DE LA SAL

 TIERRA DE ATIENZA
LA COLECCIÓN LITERARIA DE LOS PUEBLOS DEL COMÚN DE VILLA Y TIERRA DE ATIENZA



 ALGUNOS TÍTULOS PUBLICADOS:

ALCORLO Y EL CONGOSTO.

Entre la Historia y el Agua



   Alcorlo fue un pequeño pueblo de la provincia de Guadalajara, situado en uno de esos lugares que hoy diríamos de privilegio.





   En un pequeño valle surcado por uno de los principales ríos de la provincia, el Bornova. Cerrando el valle, dos grandes promontorios rocosos, El Congosto, horadado de cuevas prehistóricas.







 PALAZUELOS, SU CASTILLO Y SUS MURALLAS.
CORONA DE LOS MENDOZA


 Palazuelos es uno de esos hoy pequeños pueblos de la provincia de Guadalajara, a medio camino entre Sigüenza y Atienza; pedanía de la primera, a la que desde hace prácticamente cincuenta años pertenece como pedanía.
   Un pueblo con castillo, murallas y caserío, que ha sabido conservar su esencia un tanto medieval, por el que, en cualquier momento, pudieran aparecer aquellos personajes que han forjado su historia, o le han dado  nombre.





BUSTARES Y EL ALTO REY


Hubo un tiempo en el que, sin caminos que lo señalasen, atraídos por esa sana curiosidad de subir a lo más alto y otear cuanto más horizonte mejor, los hombres subieron a lo alto y nos dejaron sus reseñas. 




Y a pesar de que los tiempos han pasado, el Alto Rey siempre estuvo allí, y lo continuará estando, aunque de los pueblos que lo miraron falten las gentes. Allá arriba quedarán las leyendas vivas del monte mágico de la Serranía.






CAMPISÁBALOS. ADUANA DE CASTILLA


Campisábalos (Guadalajara), es hoy conocido por ser uno de los lugares con el aire más puro de Europa.
El alejamiento de las capitales, y por ello de los principales focos de contaminación, lo ha permitido. También ha hecho, ese alejamiento de los principales caminos, y de las grandes ciudades, que la tierra se haya ido despoblando poco a poco, hasta pasar a pertenecer a ese mundo de la España vaciada, en la que apenas se encuentra un habitante por kilómetro cuadrado.






Sin embargo fue, la tierra de Campisábalos, una de las principales del Común de Villa y Tierra de Atienza, y por tanto, de Guadalajara.
Los grandes rebaños de ovejas que por aquí pastaban hacían dos veces el camino, uno de ida y otro de vuelta, a los pastos extremeños; y por aquí pasaron decenas, cuando no miles, de carros de sal que desde las salinas de Tierra de Atienza subían, por el camino Salinero, al centro de distribución de Burgos y a los alfolíes de Salamanca o Segovia. En Campisábalos se encontraba la última frontera de la sal de tierra de Atienza.





ALBENDIEGO. DONDE LA PIEDRA SE HACE ARTE



Albendiego (Guadalajara) es nombre que suena a historia lejana, tanto que nos invita a descubrir su pasado; o al menos dedicar unas páginas a una población que fue importante, en habitantes y arte, a lo largo de la historia, y que el avance de los siglos ha condenado al  silencio y la despoblación.




   Suena el nombre mucho antes de la reconquista cristina de esta parte de la tierra de Atienza. Nombre que se irá repitiendo a través de los siglos, desde que por vez primera, o segunda o tercera, que nunca la historia, o los historiadores, se pondrán de acuerdo, en los años finales del siglo XI o en los comienzos del XII.






VILLACADIMA. TIERRA DE SILENCIO




   Villacadima fue uno de los pueblos más representativos de la arquitectura ganadera serrana, que también los hay, de la provincia de Guadalajara.
   Surgió con anterioridad a la Reconquista cristiana de la tierra, como evidencia su nombre árabe, y perteneció, tras ella, a la Tierra de Atienza, antes de incorporarse poco tiempo después a la de Ayllón, en la que se mantuvo al menos desde el siglo XIV al XIX, perteneciendo durante estos a las provincias de Segovia y Burgos, pasando a la de Guadalajara en 1833.



   Población principalmente ganadera, en la que hicieron fortuna los hidalgos Sanz Merino, fue sumamente castigada durante los años de la invasión francesa y Guerra de la Independencia, al formar parte de la Junta de Defensa de Burgos el cura de la localidad; quedando establecida en su término, durante algunos años, no sólo la estructura financiera, también la imprenta de aquella Junta, hasta ser apresada en el vecino pueblo de Grado del Pico.




CANTALOJAS. TIERRA DE FRONTERAS


CANTALOJAS (Guadalajara), es una población situada en la llamada Sierra Norte de la provincia, también conocida como “Serranía de Atienza”, en el límite de las provincias de Guadalajara, Soria y Segovia.







Perteneció a la provincia de Segovia, y más tarde a la de Burgos, entre la Reconquista y el siglo XIX. Viviéndose en su término alguno de los episodios más dolorosos de la llamada “Guerra de la Independencia”.

Es la tierra natal de Pedro Gordo, Mártir de la Independencia y Benemérito de la Patria; de Damián Gordo, obispo que fue de Tortosa; De Cantalojas descienden los Marqueses de Casa Oriol, y unos cuantos personajes ilustres más.




En Cantalojas se celebra, anualmente, una de las pocas ferias de ganado que quedan en la provincia de Guadalajara; por sus calles discurren “Los Cencerrones”, recordando el folclore de sus antepasados; y en su término se encuentra uno de los Parques Naturales, por sus características, más interesantes de Europa: El Parque Nacional del Hayedo de la Tejera Negra.



 CAMPISÁBALOS. ADUANA DE CASTILLA


Campisábalos (Guadalajara), es hoy conocido por ser uno de los lugares con el aire más puro de Europa.
El alejamiento de las capitales, y por ello de los principales focos de contaminación, lo ha permitido. También ha hecho, ese alejamiento de los principales caminos, y de las grandes ciudades, que la tierra se haya ido despoblando poco a poco, hasta pasar a pertenecer a ese mundo de la España vaciada, en la que apenas se encuentra un habitante por kilómetro cuadrado.








MIEDES DE ATIENZA.
La tierra que el Cid cabalgó
El libro que  cuenta el hoy y el ayer de la localidad serrana

      Tiene, Miedes de Atienza, un cierto aire de ciudad en miniatura. De pueblo grande con historia escondida tras cada una de las grandes casonas que orlan la gran plaza en la que ahora se sitúa su Ayuntamiento, y en torno a la cual, actualmente, se desarrolla gran parte de su vida. A don José de Veladíez y Ortega de Castro le hubiese gustado verlo. Ver cómo todo gira, en Miedes de Atienza, en torno a su gran casa; como cuando él se encontraba entre los vivos y se asomaba a sus balcones para dirigirlo todo desde ellos; lo de acá, y lo de allá.




    La de don José de Veladíez era quizá una de las casas más grandes de la villa, y puede que de la comarca; sin que quedasen atrás las de sus hijos, que custodian la primitiva; la de don Francisco, por la izquierda y la de don Roque, por la derecha.


SOMOLINOS, Y  SU LAGUNA

   Se encuentra Somolinos en la Sierra Norte de la provincia de Guadalajara, prácticamente en los límites de esta provincia con las de Segovia y Soria.






La antigüedad de la población se remonta más allá del siglo XII, cuando la comarca fue conquistada para la corona castellana por las tropas de Alfonso el Batallador.

Su tierra, se vio favorecida por el transcurrir de las aguas que dio origen a su famosa Laguna, a cuya vera surgieron industrias de papel, eléctricas, de cobre y, por supuesto, harineras.


En las páginas siguientes nos acercamos al antes y al después de la población, a sus gentes y a la historia, hasta donde nos ha sido posible llegar, para descubrir uno de los pueblos más encantadores, por su entorno, de la provincia de Guadalajara, siempre por descubrir.


UJADOS Y SU ENTORNO

Ujados, en la sierra Norte de Guadalajara, es uno de los pueblos que se encuentran en la más que literaria “Ruta del Cid”; también en la ruta de los llamados “pueblos rojos”, por el color de la piedra con la que se levantan sus casas más emblemáticas.


En los límites de las provincias de Guadalajara y Soria, por su tierra pasó una importante parte de la historia, de la provincia, y del reino de Castilla, puesto que se encontró durante algún tiempo en el límite entre la tierra de Castilla y las extremaduras por conquistar.

Tierra cerealista, y de ricos ganaderos emigrados a las capitales nacional y provincial a partir del siglo XVIII, perteneció desde el siglo XV a la llamada “Tierra”, o condadillo de Miedes de Atienza, desgajado de la tierra de Atienza e integrado, hasta su definitiva inclusión en las tierras del ducado del Infantado, en las de Medinaceli.




A través de estas páginas nos adentramos en el ayer y el hoy de un pueblo sencillo, con muchas cosas por contar.


HIJES Y SUS ANTIGÜEDADES

La hoy pequeña población de Hijes, en la provincia de Guadalajara, saltó a la prensa nacional a mediados del siglo XIX cuando en las cercanías de la población fue encontrada una de las mayores necrópolis de España, con cerca de 1.500 sepulturas alineadas. Le dieron el nombre de “Las antigüedades de Hijes”.





Pero la población ya era una de las más significativas de la sierra Norte de Guadalajara. Enclavada en el antiguo Común de Villa y Tierra de Atienza, hasta que fue desgajada de este para ser entregada en recompensa de servicios al conde de Medinaceli, quien la vendió esta tierra al Conde de Coruña y Vizconde de Torija, la única posesión que en esta parte de la provincia mantuvieron, hasta el siglo XIX, los Suárez de Figueroa.




CONDEMIOS, TIERRA DE PINARES

   Dos son los pueblos que en la provincia de Guadalajara llevan el nombre de Condemios, de Abajo, y de Arriba; ambos separados por apenas unos cientos de metros, y con una  historia, prácticamente, común.




Destaca entre ambos Condemios de Arriba, por su extensión y número y habitantes, hoy como ayer.

Ambos se encuentran en la Sierra Norte de Guadalajara, y pertenecieron al antiguo Común de Villa y Tierra de Atienza, en el límite de las provincias de Guadalajara, Soria y Segovia.


ALCOLEA DE LAS PEÑAS, Y MORENGLOS
Libros que cuentan historias de nuestra tierra.



ALCOLEA DE LAS PEÑAS (Guadalajara), fue uno de los numerosos pueblos cuyos orígenes se remontan, como poco, a la Celtiberia.



   En su término fueron excavadas las necrópolis de Valdenovillos, de donde fueron extraídas numerosas piezas pertenecientes a ajuares funerarios, en la actualidad pertenecientes al Museo Arqueológico Nacional.

 ALCOLEA DE LAS PEÑAS, Y MORENGLOS. El libro, pulsando aquí

   Fue también tierra de sal, cuyas salinas explotaron en remotos siglos los romanos, después los árabes y más tarde, tras la reconquista, los cristianos, que tomaron el pueblo que pasó a pertenecer al Común de Villa y Tierra de Atienza.

   Su paso, por el que discurre el río Alcolea que da nombre a la población, o al contrario, quizá una de las muchas al-Qualailas del  centro peninsular, donde se levantó una torre vigía o castillete, sobre las mismas peñas en las que se asienta el actual pueblo, horadadas por la mano del hombre para crear en ellas lo que pasó a denominarse “la cárcel”.



   Su iglesia de San Martín es un pequeño monumento que nos recuerda a las fortalezas medievales; surgida en el románico y renovada en el siglo XVI, manteniendo una estructura seguida en la comarca, y tal reformada por los mismos artífices que llevaron a cabo la de la iglesia de la Santísima Trinidad de Atienza.


ANGÓN Y EL CASTILLO DE IÑESQUE, O INESQUE


Angón
 Angón se encuentra en la provincia de Guadalajara, en la comarca de la Serranía, que formó, siglos atrás, el Común de Villa y Tierra de Atienza. Comarca situada al Noroeste de la provincia, como punto de unión entre los sistemas montañosos Central e Ibérico, donde se forman una buena parte de las serranías provinciales, entre las cimas del Pico Ocejón y Alto Rey. 




Las características geográficas de la zona, y de manera especial las rutas carreteras, fueron determinantes en el origen y posterior desarrollo de las aldeas del Henares y del Bornoba, a las que Angón pertenece, de relieves escarpados y pendientes laderas, entre las que destacan lomas y cerros de escasa altura, sin apenas pasos intermedios, pero rodeando el macizo primario formado por gneis, pizarras y cuarcitas, se tienden valles secundarios de suaves pliegues en los que la erosión ha ido abriendo terreno, arrastrando los suelos arcillosos quedando en las partes altas páramos calizos de mala calidad, salvo para el pastoreo o la ganadería, habiéndose tratado a partir del siglo XVIII de roturar tierras con el fin de dedicarlas a la agricultura, como ocurrió no sólo en Atienza en 1874, sino que anteriormente también se había experimentado aquella roturación en Gascueña de Bornoba, siendo por otra parte una constante en la zona, a pesar de que en Gascueña se prohibiesen aquellos llamados "arrompidos". 

En el cercano pueblo de Naharros de Atienza también se llevaron a cabo éstas prácticas, prohibidas también en una primera instancia por el Concejo atencino en 1775, no obstante haberlas autorizado a partir de 1797.





PÁLMACES DE JADRAQUE EN LA HISTORIA



   Por vez primera suena en la historia el nombre de Pálmaces de Jadraque (Guadalajara) con motivo de las incursiones cristianas en tierras árabes, en los primeros decenios del siglo X. Después de que la invasión del año 711 dominasen completamente la hoy provincia de Guadalajara, creándose por estas tierras una especie de línea defensiva ante las incursiones provenientes desde el Norte; desde la frontera del Duero tras la que se encontraban los reinos cristianos.





RIBA DE SANTIUSTE, en Tierra de Castillos


   Por vez primera suena en la historia el nombre de Riba de Santiuste, o Ripa, con motivo de las incursiones cristianas en tierras árabes, en el segundo decenio del siglo XI, con motivo de las incursiones en tierras árabes del rey leonés Fernando I.

   No obstante, es más que probable que hubiese anteriores incursiones de los reyes cristianos después de que la invasión árabe del año 711 dominase completamente la hoy provincia de Guadalajara, creándose por estas tierras una especie de línea defensiva ante las incursiones provenientes desde el Norte; desde la frontera del Duero.




LA BODERA en tierra de plata
Esbozos para una historia

   La población de La Bodera se encuentra en la provincia de Guadalajara, en la comarca de la Serranía y sierra de su nombre que formó parte siglos atrás del Común de Villa y Tierra de Atienza.

   Comarca situada al Noroeste de la provincia, como punto de unión entre los sistemas montañosos Central e Ibérico, donde se forman una buena parte de las serranías provinciales, entre las cimas del Pico Ocejón y Alto Rey.


   Fue, a lo largo del siglo XIX, junto a Hiendelaencina, Alcorlo y poblaciones aledañas, una de las poblaciones a las que se dirigió la mirada con la llamada “fiebre de la plata”, que hizo llegar a esta parte de la provincia a multitud de buscavidas, y de inversores, tras la riqueza minera.

   Hoy es uno más de la España despoblada. Población que sobrevive a los duros días del invierno, que sobrevive con la llegada de la población en época veraniega.

   Una población con mucho por contar y descubrirse, esperando sean estas páginas el inicio de ese esperado descubrimiento de su ayer, y de su hoy.





 ROMANILLOS DE ATIENZA
De Lugar, a Villa


   Se encuentra Romanillos de Atienza en la Serranía de Guadalajara, y más concretamente en la Sierra de Pela, como población fronteriza entre las actuales provincias de Guadalajara y Soria; en clima frío, por su altura, y en una tierra hoy amenazada por la despoblación.

   Fue una población importante dentro de la comarca, en la que dominó la ganadería, y fue, quizá, una de las más antiguas de esta tierra.



   En la localidad, tras la reconquista, se levantó una de las más interesantes iglesias románicas que el tiempo se encargó de desvirtuar, a pesar de mantener algunos de los retablos más interesantes del obispado de Sigüenza, labrados en el siglo XVIII.

   La población comenzó a perder habitantes mediado el siglo XX, antes trató de ser una de las punteras de la Tierra de Atienza, logrando el título de villazgo en el primer cuarto del siglo XIX.









HIENDELAENCINA. CRÓNICAS PARA UNA HISTORIA


HIENDELAENCINA (Guadalajara), es uno de esos pueblos cuya historia está todavía por descubrirse. Un pueblo que, de la nada, saltó a las primeras páginas de la prensa mundial al descubrirse, en 1844, las minas de plata, quizá, más importantes de Europa. 









Aquello fue un antes y un después en la vida sencilla de un pueblo perdido en la Serranía de Atienza. De aldea, a punto estuvo de convertirse en ciudad. Las páginas siguientes son una especie de “Memoria” de Hiendelaencina; en ningún caso una historia de la población, puesto que carecemos de los datos suficientes para llevarla a cabo con el rigor necesario. 




 
RUGUILLA Y EL MONASTERIO DE ÓVILA


A cinco Kilómetros de Cifuentes, en la confluencia de tres amenos vallejos cerrados a Saliente por el redondeado lomo de la Cuesta de la Sierra, el pueblo de Ruguilla (Guadalajara) contornea trepando hasta la cúspide, un cerrillo cónico cubierto por agrio peñasco de pudinga, sobre el que se alza la castellanísima ermita de Santa Bárbara precedida de un porche sobre columnas jónicas de alta basa; los cerros inmediatos están asimismo cubiertos de lastras tobizas, tras ellos otros más altos aparecen tapizados de verdor gracias a los chaparrales y sobre todo al romero, tomillo y multitud de arbustos y plantas montaraces, con predominio de las labiadas; en las veguitas encantadoras surcadas por múltiples arroyos, los nogales centenarios lucen en primavera la pompa de sus enormes copas verdes, o los álamos negros y blancos agrupándose en apretados y umbrosos sotos frente al lugar y a lo largo del pintoresco valle de “tras la Muela”, siguen el curso de bellísimas barrancas pródigas en cascadas rumorosas semiocultas por una vegetación rica y variada, donde figuran la zarzamora, la  madreselva, los lampazos de enormes hojas triangulares, las malvas silvestres, las enredaderas que en mayo esmaltan aquellos lindos rincones con la policromía de sus campánulas, y el musgo tapiz de los peñascos multiformes…


Francisco Layna Serrano





   Sí, Ruguilla fue la segunda patria chica de Francisco Layna Serrano, pues allí se trasladó a vivir la familia cuando nuestro historiador contaba con cinco o seis años de edad. Y cantó y escribió sobre Ruguilla con pasión.

   Es uno de esos pueblos con encanto que nos ofrece la provincia de Guadalajara, y que a través de las páginas de esta sencilla obra tratamos de descubrir, desde su más remoto pasado, hasta la presente realidad.

   Por sus páginas desfilan historia, folklore, personajes, cantos, ritos, esperanzas… La crónica de un pueblo hermoso, en una tierra hermosa, unida e alguna manera a la historia de otro de los emblemas provinciales: El Monasterio de Óvila, que tanto nos cuenta, y tanto nos queda por contar.

   Ruguilla, el lugar que habitaron las primitivas civilizaciones y que, allá por los inicios del siglo XVIII, se convirtió en Villa. El rey Felipe V, apenas alcanzado el trono, dictó aquello de: e vos damos poder e entera facultad para que podáis poder, y tener e  pongades, Horca e Picota y Cepo, e Carcel y Cadena e Cuchillo, y Azote, y todas las otras  insignias de Jurisdiccion que las Villas sobre si de estos reinos pueden e deben tener y usar…

  



Sumario:
-I-
RUGUILLA Y SU ENTORNO GEOGRÁFICO
Pág. 9
-II-
RUGUILLA EN LA PREHISTORIA
Pág. 17
-III-
RUGUILLA EN LA HISTORIA
Pág. 25
-IV-
RUGUILLA, ENTRE LA EDAD MEDIA Y LA CONTEMPORÁNEA
Pág. 33
-V-
RUGUILLA, SIGLO XVIII
Pág. 39
-VI-
RUGUILLA, CRÓNICA DEL SIGLO XIX
Pág. 49
-VII-
RUGUILLA, CRÓNICA DEL SIGLO XX
Pág. 63
-VIII-
EL PATRIMONIO RELIGIOSO
Pág. 79
-IX-
RUGUILLA Y SUS GENTES
Pág. 91
-X-
RUGUILLA, ETNOGRAFÍA Y FOLCLORE
Pág. 107
-XI-
EL MONASTERIO DE ÓVILA
Pág. 131







EL LIBRO
·  Tapa blanda: 149 páginas
·  Editor: Independently published
·  Idioma: Español
·  ISBN-13: 979-8648131415
·  ASIN: B0892678XP






 RUGUILLA Y EL MONASTERIO DE ÓVILA. El libro, pulsando aquí



El autor:


Su autor, Tomás Gismera, y su obra, han sido reconocidos en numerosas ocasiones, destacando premios recibidos como el "Alvaro de Luna", de historia, de la provincia de Cuenca, ( en dos ocasiones); "Eugenio Hermoso" (de Badajoz); "Serrano del Año" de la Asociación Serranía de Guadalajara", "Popular en Historia", del Semanario Nueva Alcarria; "Melero Alcarreño", de la desaparecida Casa de Guadalajara en Madrid; Alonso Quijano de Castilla la Mancha; Turismo Medioambiental del Moncayo, de Zaragoza; Paradores Nacionales; Radio Nacional de España;  Primer Encuentro Nacional de Novela Histórica; Recreación Literaria de Córdoba; Hispania de novela hisórica; Federación Madrileña de Casas Regionales; etc.


   En la actualidad es colaborador ocasional de varios medios de prensa, radio y televisión de Castilla-La Mancha y Castilla-León;  siendo habitual su firma, semanal, en el bisemanario de Guadalajara "Nueva Alcarria", edición papel, en donde lleva a cabo la sección "Guadalajara en la memoria"; así como en el digital "Henares al Día"; donde tiene a su cargo la sección "Gentes de Guadalajara"; Colaborador de EsRadio Guadalajara y Alcarria TV; habiendo sido colaborador de otros medios como "Cultura en Guada"; "Arriaca", Cuadernos de etnología de Guadalara, de donde ha sido vocal del Consejo de Redacción; etc. Siendo fundador, coordinador y director de la revista digital Atienza de los Juglares, de perioricidad mensual, fundada en 2009, y reconocida como una de las mejores, en este contexto, editadas en la provincia de Guadalajara, de repercusión nacional y carácter altruista.

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