ATIENZA:
ESCÁNDALO SEXUAL EN LA CÁTEDRA DE GRAMÁTICA DEL CONVENTO DE SAN FRANCISCO.
Fray Baltasar
de Lerma y Fray Gaspar de Letona, ante la Inquisición
Tomás Gismera Velasco
El 21 de octubre de 1269 el entonces obispo
de Sigüenza, don Lope, instituyó en Atienza una cátedra de gramática dotándola
con una parte de las tercias que correspondían a la iglesia, así en la
población como en todas las aldeas de la tierra, para lo que previamente se
mostraron conformes y contentos (nos cuenta Francisco Layna), algunos clérigos
de los cabildos de la villa y aldeas vecinas.
El documento, que se conserva en el Archivo
de la Clerecía de Atienza, da cuenta de que el maestro de gramática ha de
percibir un salario según que lo hubieren
los otros maestros. Fundándose atendiendo a que la pobreza de muchos de los
estudiantes de la comarca no podían estudiar ni aprender debido a su penuria.
La cátedra estuvo en funcionamiento hasta mediados del siglo XIX, pues cuando
el Cabildo de Clérigos fue suprimido luego de apropiarse sus bienes el
Estado, continuó sirviendo la cátedra un dómine quien a costa de cierta memoria
percibía 700 reales anuales, más siete abonados por cada estudiante.
Muchos fueron los alumnos, y gramáticos, que
a lo largo de los siglos pasaron por ella, lamentablemente no es demasiado lo que
conocemos en torno a ella, la cátedra, y ellos, los gramáticos; de alguno nos hemos
ocupado en Atienza de los Juglares y nos ocuparemos en próximas fechas de
algunos más, no obstante traemos aquí dos casos en los que intervino la
Inquisición, y que nos cuenta Adelina Sarrión Mora en La solicitación ante el
Tribunal del Santo Oficio, referidos a Fray Baltasar de Lerma y Fray Gaspar de
Letona:
Nunca los
inquisidores se mostraron interesados en investigar delitos de tema sexual.
Buena prueba de ello es la poca atención que los inquisidores conquenses
prestaron a la información aparecida contra el franciscano Baltasar de Lerma.
En 1631 un
compañero denunció a dicho fraile al comprobar que una noche se había encerrado
en la sacristía con una mujer mientras cenaba la comunidad. Insistía también el
delator en que algunos jóvenes del colegio de gramática que estos franciscanos
tenían en su convento –en Atienza- comentaban que Baltasar de Lerma los
solicitaba en confesión.
Pasaron
casi dos años hasta que los inquisidores iniciaron la investigación. En 1633 el
comisario de Atienza interrogó a nueve testigos, la mayoría jóvenes clérigos
que diez o doce años antes habían estudiado en el colegio de los franciscanos.
Según se desprende de sus declaraciones, lo que más hacía sospechar a los
estudiantes era la insistencia de Baltasar de Lerma en imponer disciplinas y
azotarlos personalmente. Uno de los testigos interrogados, estando a solas con
Baltasar de Lerma, declaró:
Después de haberse confesado con él un día en su
misma celda, que le parece era por Cuaresma, estando hincado de rodillas le
empezó a traerle la mano por la cabeza y alargarle. Y le dixo: ¿no será bueno
desatacarlo (desnudarlo) y azotarlo?, y dixo este testigo ¿por qué? Y el dicho
fraile respondió “porque le quisiere yo azotar”. Y finalmente este testigo no
quiso desatacarse temeroso de que había oído decir que el dicho fraile tenía
costumbre de hacer xemesantes cosas como esta con otros estudiantes (ADC
Inq.Leg. 727, expt. 1211)
Francisco Lopez de Agreda, clérigo en
Atienza en el momento de declarar ante el comisario también sufrió en propia
carne los azotes de Baltasar de Lerma: un día estando este testigo con los
demás delante de el general les dixo el dicho fraile :suban acarriba; y subiendo todos a los cuales dixo arriba:
desatáquense todos y los azotó a todos, y en cuanto haber oído de si era
persona que se holgaba de ver a los muchachos desatacados el dicho fraile oyó
decir muchas veces a algunos de sus condiscípulos referidos que debía de tener
gusto con desatacarlos y azotarlos, y desto entrellos se reían y que algunos
los desatacaba y tocaba sus vergüenzas…
La
declaraciones de los antiguos estudiantes del colegio de granática de Atienza
no se centraron exlusivamente en su confesor, Baltasar de Lerma. También el
precpetor, Gaspar de Letona, fue acusado de intentar forzar a un estudiante. Un
día del año 1621 o 1622, José de Madrigal salió llorando de la celda del
precpetor, poco después contó lo sucedido a sus compañeros. Uno de los
presentes reprodujo ante el comisario la descripción que de lo ocurrido hizo
entonces José de Madrigal:
El dicho
fray Gaspar Letona que nos enseña me llemó y me metió en su celda y atrancó la
puerta con un garrote y me empezó a besar y me dixo que me desatacase, no
sabiendo bien para qué fin. Y me desataco y me dixo que me echase en la cama y
me eche. Y el se quiso echar conmigo y porque me pasaba las manos por las
nalgas y entonces me levanté y di voces esto me ha sucedido. Y que entonces
dixo el dicho fraile: vete con el diablo y abrió la puerta, no des voces, y se
fue a casa de sus padres y se lo contó a su padre, y desde entonces el dicho
Joseph de Madrigal estudiante, no quiso volver al estudio.
En 1633
José de Madrigal había muerto. El comisario del santo oficio examinó a su
padre, quien confirmó la declaración anterior y añadió que después de lo
ocurrido fue a presentar sus quejas ante el guardián del convento. A pesar de
que otros dos testigos apoyaron esta acusación los inquisidores no iniciaron
ninguna acusación contra Gaspar de Letona.
Poco
después de que el comisario de Atienza enviase las testificaciones en agosto de
1633, los inquisidores conquenses votaron que la causa de fray Baltasar de
Lerma se suspenda por falta de probanza.
El 26 de
agosto el fiscal presentó un recurso pidiendo que se enviara al Consejo de la
Suprema la sumaria para que fuera dicho Consejo quien decidiera si había que
continuar o no el proceso, aunque los inquisidores conquenses apuntaron al
margen de esta petición que se remitiera la información hecha contra Baltasar
de Lerma, no debió hacerse pues el Consejo no envió ninguna respuesta.