LA PASION SEGUN GUADALAJARA.
(Conferencia
en la Casa de Guadalajara en Madrid, abril 2002)
Tomás
Gismera Velasco.
Hablar de Semana Santa en los pueblos de
Guadalajara es hablar de recuerdos, sentimientos y tradiciones que nos traen la
memoria de nuestra niñez más o menos lejana y que, el paso del tiempo, ha ido
relegando en muchos, en demasiados casos, al olvido, empujados por nuevas modas
y costumbres que nos llevan en esos días de descanso vacacional, a las playas o
a realizar viajes más o menos exóticos, conforme a los gustos que nuestra
sociedad ha ido imponiendo, e incluso a ver o conocer procesiones o Semana
Santas de otras ciudades, que por su puesta en escena atraen a un gran número
de turistas que por unos días convierten esas ciudades de la vieja Castilla o
de Andalucía principalmente, en auténticos hervideros humanos ávidos de
contemplar no ya los desfiles procesionales con sus largas filas de penitentes,
también esas imágenes, verdaderas obras maestras de siglos pasados que por su
realismo nos encogen el corazón, y como no podía ser menos, el espectáculo de
la puesta en escena del trabajo de cofradías, organismos y corporaciones,
aunados en pos de magnificar el sentimiento de sus poblaciones respectivas, en
el gran teatro de sus calles principales.
Nuestra Semana Santa, la de nuestros
pueblos, es más sencilla, más íntima, porque está hecha para nosotros, a
nuestra medida, sin la necesidad u obligación de miras turísticas, pero no por
ello resulta menos llamativa, menos atrayente a nuestros ojos, a nuestros
sentimientos, pues como antes decía, más que otra cosa lo que durante esos días
vivimos, aparte claro está del sentimiento religioso tan arraigado en nuestros
pueblos, lejos de fanatismos y falsas interpretaciones, nos lleva a recordar
las escenas de nuestra infancia, los sonidos de las carracas, el silencio de
las campanas, la escena siempre grave de ver las imágenes de nuestras iglesias
cubiertas por cortinones negros o granates, con la presencia constante de un
penetrante olor a cera, el bisbiseo de los rezos y el penitente desfilar de
crucificados y dolorosas camino de la ermita de la Soledad o del Humilladero,
cuando rayando la noche apenas se distingue otra cosa en nuestros caminos que
los ramajes de las acacias, despertando ya a la llamada de la primavera.
La Semana Santa, que concluye en la Pascua,
la fiesta de todas las fiestas en el orbe católico, tal y como hoy la conocemos
o celebramos, quedó ordenada en el Concilio de Nicea del año 325, donde se
dictaminó que se celebrase en el plenilunio posterior al equinoccio de
primavera, con una oscilación de fechas comprendidas entre el 22 de marzo y el
25 de abril. Y aunque muchas de las manifestaciones características de éstos
días fueron uniéndose con posterioridad a los distintos oficios, es por
aquellos años cuando comienza a adorarse la Santa Cruz el día de Viernes Santo
en Jerusalén.
No obstante la Semana Santa tradicional, de
procesiones y penitentes, todavía tardará bastante tiempo en tomar forma
definitiva. Son muchos los estudios que ponen una fecha, 1260, y un país,
Italia, cómo punto de partida, pues por esos años comienzan en aquél país las
procesiones penitenciales que recorren las calles de las ciudades populosas, y
en Alemania, tras la peste negra de 1348 comenzaron también a salir a las
calles los penitentes, entonando cantos de alabanza a la Pasión de Jesús. Pocos
años antes, en 1342, la orden franciscana, encargada desde entonces de la
custodia de los Santos Lugares, había instituido la práctica del rezo del vía
crucis a través de los mismos lugares por los que discurrió la Pasión y muerte
de Jesucristo.
En España, país católico y de acentuadas
creencias, comenzaron a hacerse representaciones escenificando la Pasión y
muerte de Cristo a partir del siglo XIII, en Mallorca, donde se redactó y
escenificó La Tragedia de la Pasió, y un siglo más tarde en Valencia, tendría
lugar El Misterio de la Pasión, tras estos vendrían muchos más, que están en el
origen de las actuales representaciones de la Pasión Viviente que en la
actualidad tienen lugar en gran número de poblaciones de dentro y fuera de
nuestra provincia.
Pero haciendo repaso al origen de algunas de
nuestras costumbres, me queda por decir que los penitentes y disciplinantes en
las procesiones de jueves santo y viernes santo, posteriormente extendidas al
resto de los días de la Pasión, fueron autorizadas por vez primera en España en
1394 en el reino de Aragón por Juan I, y comenzaron a crearse las primeras
cofradías de la Vera Cruz, en el siglo XV, siendo estas las encargadas de velar
el Santo Sepulcro, la imagen del cadáver del Cristo Yacente, y ya en tiempos de
los Reyes Católicos, se generalizó en las principales ciudades castellanas el
uso de capirotes que ocultaban la identidad de los penitentes en las
procesiones, utilizándolo ellos mismos el día de Viernes Santo, entonces
denominado Viernes de la Cruz, y aún continuaron innovándose nuevas
manifestaciones, como el lavatorio durante los oficios de Jueves Santo, que en
pocos años alcanzaría un gran significado dentro de los actos cuaresmales,
hasta el punto de participar de ellos el propio emperador Carlos I, cuando
encontrándose en Mantua en 1529, quiso humillarse y ser él, entonces uno de los
hombres mas poderosos de la tierra, quien se arrodillase ante doce mendigos
elegidos para la ocasión. A éstos, reclutados en las calles de Mantua, se les
aconsejó lavarse antes de asistir a la iglesia. Una vez en el templo uno de los
capellanes del emperador los volvió a lavar, repitiendo el acto uno de los obispos,
que los colocó en el orden en el que había de encontrarlos el emperador, que
llegado al templo y durante los oficios, repitió el gesto de Jesús que relatan
los Evangelios.
Pero adentrémonos tras ésta sencilla
introducción en nuestra Semana Santa, la Semana Santa alcarreña, la de nuestros
pueblos, cargados de costumbres, de ritos y tradiciones, muchas de ellas, para
desgracia de generaciones futuras, han quedado en el olvido, y digo para
desgracia, porque aún alejándonos del rito religioso, hubo y hay modas y
vivencias que pertenecen no ya al folclore o costumbrismo de nuestros pueblos,
también lo hacen de igual manera a las formas de vida de nuestros antepasados,
formando por tanto parte de nuestra herencia cultural, sin entrar en fanatismos
religiosos o creencias mas o menos acentuadas.
Bien podría decirse que en muchos casos la
conmemoración de la muerte de Jesús comienza al final de la celebración de su
nacimiento. Como casi todos sabemos, las fiestas, en la mayor parte de los
casos religiosas, están inevitablemente unidas a la vida y hechos de Jesús y de
los santos de la iglesia católica, y la Semana Santa tradicional, en una
sucesión de días anteriores y posteriores a los que podríamos considerar
cumbre, no está ajena al calendario cristiano. Tiene su comienzo oficial tras
el carnaval, la preparación, digámoslo así, para el silencio, ayuno y
recogimiento, tras la burla, la gula y el exceso, no obstante, con anterioridad
ya hemos tenido festividades que de una u otra manera comienzan a recordarnos
la muerte y resurrección de Jesús.
Conforme al calendario variable del que
antes hablé, tras el llamado en muchos municipios Domingo de Gallo, tras el
lunes y martes de carnaval, el miércoles de ceniza es el punto de partida
oficial para el silencio y el recogimiento de los días y semanas venideros, el
arranque oficial, por decirlo de alguna manera, de la Semana Santa tradicional,
y a pesar del amplio abanico que en cuanto al costumbrismo local existe sobre
el carnaval o los preludios de la Pasión, confieso que son escasos nuestros
pueblos que guardan alguna he encontrado únicamente una tradición relativa al
miércoles de ceniza, la de Los Chocolateros de Cogolludo, donde cuatro mozos
vestidos de blanco y ocultando sus rostros con paños o bolsas de tela, blancos
también, recién iniciado el ayuno, recorren las calles del pueblo encarnando el
papel de diablillos tentadores ofreciendo a quienes se encuentran chocolate
caliente, chocolate que llevan en orinales o braseros, y calientan en hogueras
que se encienden por las calles. Sí hay sin embargo multitud de costumbres
relativas al domingo siguiente, primero de los cinco anteriores a la cuaresma,
y primero también de los días en los que comienzan a ejecutarse los cantos
cuaresmales, que con ligeras variantes son comunes a un gran número de
poblaciones en las que las mujeres cuaresmales, mozas del santo, mozas del
santísimo o mozas ramas, salen pidiendo por las calles, con el fin de reunir
productos o dinero, que faciliten la compra de cera o aceite con los que
alumbrar el Monumento de Jueves Santo.
Estas mozas, definámoslas así, unificando en
una todas las denominaciones, se nutren de un amplio repertorio de cánticos que
entonan ante las puertas de los vecinos o ante los forasteros que acuden por
esos días a la población, y constituyen sin lugar a dudas uno de los preámbulos
más significativos de nuestras costumbres. Entre sus cánticos, y comunes en
casi todas las poblaciones donde salieron en tiempos pasados, pues en muchos
pueblos y a causa de la emigración han quedado en el olvido, y en los que
actualmente se siguen representando apenas si lo hacen en uno o dos días de la
cuaresma, especialmente el domingo de ramos, no faltan los títulos de El reloj,
la baraja o el arado, cuyas letras conocidas por la práctica totalidad de las
mujeres del pueblo, alude a la pasión y muerte de Jesús, adaptando los
distintos momentos del vía crucis a las cartas, las horas o las piezas del
arado, y no resulta extraño encontrar semejanza en las distintas canciones
porque muchas de ellas fueron llevadas de pueblo en pueblo por los maestros o
sacerdotes que recorrieron aquellos como parte de sus destinos.
En el entorno del Alto Rey por ejemplo, son
las mismas letras porque el cura de Bustares, procedente de la Campiña, mediado
el siglo, los enseñó en éste y pueblos aledaños como El Ordial, Prádena o
Aldeanueva de Atienza, lugares a los que acudía a decir los oficios. A
Peralveche llegaron de manos de otro cura que procedía de Gascueña de Bornoba,
a Orea de otro que llego de Alcoroches,
(poner aquí lo de la maestra, buscar el pueblo donde era y de donde
venia), y así podríamos ir enlazando unos con otros hasta llegar sin lugar a
dudas y si ello fuese posible, que no lo es, al punto de partida original.
Hablaba antes de los maestros y de las
maestras que también con más o menos arte están en el origen, transmisión o
enseñanza de otros muchos cánticos, a veces nuevos y otras adaptaciones de sus
lugares de origen, dándose también casos curiosos como el conocido en Campillo
de Ranas en 1949, donde la maestra de la localidad escribió para las mozas del
pueblo las letras de las distintas canciones petitorias, añadiendo para ese año
una nueva de bienvenida al señor Gobernador Civil de la provincia que iba a
visitar el pueblo y participar de su Semana Santa el día de Jueves Santo.
El Canto al Gobernador que todavía recuerdan
las personas de mayor edad del municipio, fue ensayado durante varias semanas,
pues aunque sencillo es bastante largo, y decía entre otras cosas:
Con
permiso del alcalde
y
toda la autoridad
al
señor Gobernador
hemos
venido a cantar
al
señor Gobernador
la
licencia le pedimos
estas
humildes muchachas
que
a sus órdenes venimos.
Seguía con la clásica petición de la limosna
correspondiente y concluía con la despedida:
Ustedes
perdonarán
si
hemos cometido faltas
tenemos
poca enseñanza
y
somos poco letradas.
De
todos nos despedimos
con
alegría y contento
por
venir este señor
a
visitar nuestro pueblo-.
Lo anecdótico del caso está en que tras
salir todo el pueblo a recibir al Gobernador a la entrada del municipio,
encabezando el recibimiento las autoridades, y tras ellas todos los chiquillos
de la escuela arropando a las mozas preparadas para cantar, vestidas con sus
trajes serranos, el Gobernador no apareció por allí.
Pero al margen de anécdotas semejantes, y
como anteriormente decía, las mozas del Santo, han sido en gran número de
nuestros pueblos una señal del comienzo de la cuaresma, en Ocentejo, por
ejemplo, el primer domingo de Cuaresma las mozas iniciaban su ronda cantando en
el altar mayor de la iglesia "Los Mandamientos de Flores":
Los
mandamientos son diez
sus
palabras son ejemplos
que
nos ha enviado Dios
para
Gloria de sus templos.
En San Andrés del Congosto salían 5 o 6
chicas organizadas por dos mayordomas portando un crucifijo, y el ramo,
adornado con cintas, estampas y medallas, recorriendo no solo su pueblo, sino
también los aledaños. En Solanillos del Extremo cantaban y pedían "para
Dios", el primer domingo desde el altar de la iglesia y los restantes por
las casas, vestidas de luto y llevando un crucifijo con cintas también negras.
En Sotodosos también eran seis las mozas elegidas, entre las solteras, quedando
libres de aquél servicio las huérfanas, hijas de madres enfermas y pastoras,
éstas por motivos de trabajo, las otras
porque se suponía debían de ayudar en sus casas o atender a su familia, en un
servicio que era prácticamente obligatorio. En Campillo de Ranas pedían con una
cruz de flores y dos canastillos donde depositaban las limosnas, por lo general
huevos, recibiendo habitualmente dos, uno para el Señor y otro para ellas, que
como en otros muchos lugares se empleaba en la fiesta que éstas celebraban el
domingo de Pascua. Y así podíamos seguir por toda la provincia, por Robledillo
de Mohernando, La Huerce, Gualda, Corduente, Cendejas de Padrastro, Humanes,
Cogolludo, Bustares, Bujalaro, El Bocígano, Barriopedro, Arbeteta, Arbancón,
Villanueva de Alcorón, Valtablado del Río, y tantos otros pueblos cuya relación
sería casi interminable.
Actualmente, y como antes dije, apenas son
media docena las poblaciones que mantienen la costumbre, a medias, puesto que
suelen salir el domingo de Ramos, acompañando ocasionalmente las procesiones de
Jueves y Viernes Santo, en años pasados incluso en algunos pueblos las
presidían vestidas de negro riguroso, concluyendo sus festividad el día de la
Pascua, con una fiesta que celebraban entre ellas en casa de la Mayordoma,
pagada con los productos que habían recaudado para tal fin. En cuanto al apunte
que antes hice sobre la obligatoriedad de pertenecer sucesivamente a éstas
mozas ramas, o del santo, solían ser nombradas entre las jovencitas del pueblo
por el cura, la maestra o el alcalde, actualmente, donde se representan lo
hacen voluntariamente, o son elegidas entre las mozas que han participado en
las fiestas, por ejemplo en Robledillo de Mohernando suelen ser la reina y
damas de honor de las fiestas patronales.
Pero volvamos al tema. Si durante los cinco
domingos de Cuaresma hemos tenido ya éstas manifestaciones previas en las
rondas petitorias de las Mozas del Ramo o del Santo, el Viernes de Dolores es
uno de los días más significativos en cuanto al comienzo oficial, digámoslo
así, de la Semana Santa alcarreña.
Son y fueron muchas las localidades que en
éste día procesionaron los pasos de su Semana Santa desde las ermitas en las
que se guardaron durante todo el año, hasta sus respectivas iglesias parroquiales, donde comienzan a ocupar el
lugar privilegiado que durante éstos días les corresponde, no faltando, claro
está. la dedicación del día a la Virgen de los Dolores, patrona incluso de
algunos municipios como la villa de Atienza, que al caer la noche la saca en
procesión por sus calles, haciendo un recorrido inverso al del resto de las procesiones,
mientras las de la Semana Santa salen de la iglesia por la puerta trasera y
recorren la villa de derecha a izquierda, esta lo hace por la puerta principal
y de izquierda a derecha. Lógicamente el pasar del tiempo ha dejado en el
olvido manifestaciones y costumbres que en años pasados fueron forma y sentido
no solo a manifestaciones religiosas, también a muchas fiestas civiles. En el
caso de Atienza que ahora comento y en el transcurso de ésta procesión, no
causaba extrañeza escuchar por las calles sonido de disparos, que venían a
decir que la villa vigilaba el paso de su Virgen. Esta imagen de la Dolorosa
atencina, y puesto que soy de allí permitaseme la aportilla, es una de las de
más bella factura de la provincia, y es una réplica exacta de la Virgen de la
Soledad de la Paloma de Madrid, y como tal llego a Atienza, su cambio a
Dolorosa llegaría un siglo después de su llegada. Fue regalada a la villa por
un ilustre atencino, Juan de las Huertas, cerero de la reina María de Orleans,
quien a su vez se la había regalado a él en 1679, y nuevamente la anécdota en
el rosario de faroles que acompaña la procesión, rosario del que hoy se
conservan casi todas sus piezas, restauradas en los últimos años, y que fue
regalado a la patrona por otro hijo de la villa, el político Bruno Pascual
Ruilópez, en el primer tercio del siglo, como respuesta al conjunto de faroles
que un jugador de naipes afortunado, dicen que al desaparecido juego que
llamaban La Banca, habían donado al casino de la villa para que luciese al paso
de la procesión.
Un punto importante en todas las
festividades sean del tipo que sean y en esta no lo podía ser menos, es la
gastronomía, con productos característicos de cada región, por supuesto en la
nuestra, patria de la miel, esta está en platos y postres esencialmente de
muchos de nuestros pueblos durante estos días, muchos de los cuales comienzan a
elaborarse en torno al domingo de ramos, escabechados y limonadas
principalmente, que necesitan reposo y maceración, y desaparecen del menú diario
como no podía ser menos, las carnes y embutidos de nuestras tradicionales
matanzas, para pasar a degustar las patatas con bacalao, los huevos verdes en
Milmarcos, las rosquillas fritas en Brihuega, los matambres de pan y leche en
Atienza, las torrijas con leche, vino o miel en cualquier pueblo de la
provincia, y por supuesto, y como antes decía, la limonada, o zurracapote, como
la denominan en algunas localidades, con Trillo a la cabeza.
Otro de los puntos importantes de la Semana
Santa, básico podríamos incluso decir para el desarrollo de algunos de sus
actos, con las cofradías, casi todas ellas centenarias, pues sus orígenes en la
mayoría de los casos se remontan a los siglos XV y XVI, si bien de una gran
mayoría no quedan de su fundación pruebas documentales que acrediten este
extremo sabido y atestiguado en la mayoría de nuestros pueblos.
Vera Cruz, Santo Sepulcro, Del Señor o del
Dulcísimo Nombre de Jesús Nazareno, en Milmarcos, documentada ésta desde 1607.
Si en otras provincias y ciudades por éstos días sus respectivas cofradías
preparan sus pasos, túnicas o capirotes, en nuestros pueblos preparan sus capas
castellanas y sus iglesias, y en otras muchas ocasiones aportan fondos para
construir una carroza o adquirir una nueva imagen, pues hemos de tener en
cuenta que en muchas poblaciones de la provincia y durante los años de nuestra
desgraciada guerra civil de 1936, de muchas iglesias desapareció prácticamente
todo, y durante los años sucesivos a su conclusión fueron adquiridos en muchos
municipios retablos e imágenes con los que revestir nuevamente los templos que
habían quedado desiertos, conociéndose a partir de entonces un interminable
rosario de anécdotas y devociones para su adquisición. Uno de los casos más
representativos lo encontramos en Sigüenza, donde únicamente se libró de la
quema la talla del Cristo Yacente que sale en la procesión del Santo Entierro.
A fines de los años sesenta y para la procesión del Domingo de Ramos, se
adquirió por suscripción popular el conocido paso de La Borriquilla, la inmensa
mayoría de los seguntinos aportaron entonces una peseta, no se pedía más.
Y puesto que estamos en el domingo de Ramos,
echemos un vistazo a éste día, que suele ser dentro de la Semana, un domingo
del que participa mayoritariamente el público infantil en las diferentes
procesiones que tienen lugar por toda la provincia. Un conocido refrán popular
dice "que quien no estrena el domingo de ramos pierde las manos",
evidentemente hace referencia a asistir pulcramente vestidos a la función
dominical, aunque seremos muchos los que recordemos el ir ese día de estreno,
aunque fuesen unos sencillos calcetines, para encontrarnos el atrio de la
iglesia cubierto de ramos de olivo, de brezo,m de tomillo, u ocasionalmente
acebo o boj, como en Alustante, ramos de boj que eran traídos del bujedal de
Piqueras. Ramos que tras su bendición quedaban situados en un lugar preferente
de las casas como remedio y prevención de ciertos males. Las autoridades
locales de muchos de nuestros municipios eran portadores de grandes palmas
traídas de Levante, que durante el resto del año colgaban de las ventanas o
balcones de sus casas, produciendo la misma prevención, y señalando además la
dignidad de sus moradores.
Este domingo además de la bendición de los
ramos y las ocasionales procesiones, y digo ocasionales porque son contadas las
poblaciones que llevan por sus calles el conocido paso de La Borriquilla o de
la Entrada de Jesús en Jerusalén, tiene sin embargo señas propias en una docena
de poblaciones, podríamos enumerarlas todas, pero como sería cansado para todos
y el tiempo es limitado, ustedes se aburrirían y yo me quedaría sin voz, vamos
a fijarnos en tres, que sirvan como muestra del mapa provincial, Robledillo de
Mohernando, Málaga del Fresno y Luzaga.
En Robledillo de Mohernando éste es el día
por excelencia de las actuaciones de Las Mozas Ramas, que tras haber hecho sus
rondas por el pueblo, aquí son tres, vestidas de gala, llevando una el ramo,
adornado con cruces, estampas y lazos, y las otras dos sendas espadas
castellanas, igualmente adornadas, asisten al oficio, entonando un larguísimo
canto que comienza a las mismas puertas de la iglesia:
A
la puerta de la iglesia
tres
mozas hemos llegado
a
darle mil alabanzas
al
Dios que nos ha creado.
Son sin lugar a duda alguna las
protagonistas de la función, aunque con ciertas innovaciones a lo largo de los
últimos años, pues se diferencian bastante las actuaciones y gestos que tienen
lugar hoy en día con las que nos dejó escritas nuestro paisano y gran estudioso
de nuestro folclore, Sinforiano García Sanz, nuestro Sinfo.
Protagonistas son también las Mujeres
Cuaresmales en Málaga del Fresno, donde acompañadas de los chiquillos y
portando ramos de olivo de los que cuelgan roscas y hornados, recorren las
calles en procesión entonando el canto titulado "La Oveja Perdida":
Oveja
Perdida
atiende
a los silbos
que
te da amoroso
el
pastor divino.
Y en Luzaga, la víspera del domingo de ramos
los mozos cortan un ramo de encina del que cuelgan roscas, naranjas y limones.
Este ramo es llevado a la iglesia para ser bendecido durante la función, y
concluida esta es sacado por la tarde a la plaza, donde son sorteados los
productos que cuelgan de él mediante papeletas previamente vendidas, y cuyo
beneficio se emplea en la cera del Monumento.
Son éstas como digo tres ejemplos que
resumen lo que en éste día ocurre en otras poblaciones, en las que antiguamente
quedaban en silencio las campanas como señal de luto y comenzaban a cubrirse
los santos de las iglesias con lienzos negros en señal de duelo.
Hoy en la mayoría de los pueblos siguen
sonando nuevamente las campanas, aunque durante años, incluso siglos, la
llamada a los fieles durante la Semana Santa se hizo con carracas, cuernas o
caracolas, como lo hacían entre otros pueblos, en Navalpotro.
Como también es costumbre inmemorial que
sean las autoridades públicas del municipio quienes presidan las procesiones,.
siendo igualmente habitual que los representantes municipales tengan
privilegios, digamos extras. en cuanto a la devoción del pueblo hacia sus
santos se refiere. En Atienza, por ejemplo, son los concejales del Ayuntamiento
quienes gozan del privilegio de introducir en el templo el Viernes de Dolores a
la Patrona tras la procesión que concluye en la plaza, donde éstos cargan con
las andas relevando en aquél punto a los cargadores del paso, y hago aquí un
inciso para repetir cargadores, pues en la inmensa mayoría de las procesiones
provinciales los pasos son portados a hombros, en un estilo característico
típicamente castellano, ya que en otros lugares de la península éstos son
llevados por costaleros, principalmente en Andalucía, que se mueven por debajo
de la carroza.
Y a la hora de hablar de cargadores, yo que
lo he sido y sigo siendo, he de reconocer que en muchas poblaciones ocurre en
la mía, llegado el momento, faltan hombros que lleven el peso de los pasos
procesionales que han de recorrer nuestras calles, mientras que en otros
sobran, y en poblaciones como Horche, Sienes o Riba de Santiuste, el porteo de
éstos pasos se subasta entre los hombres de la población que suelen acudir a la
puja como parte de una promesa u ofrecer determinada cantidad en base a la
propia devoción.
Igualmente y durante éstos días hay visitas
casi obligadas, como por ejemplo a los Judíos de Mondéjar, que se conservan en
la ermita de San Sebastián. Un conjunto de figuras de yeso que representan las
escenas de la Pasión y cuyos orígenes se remontan al siglo XVI, sin que se
conozca el autor o autores de semejante número de sencillas esculturas, cada
una de las cuales tiene su propia letanía que durante esos días y a lo largo de
la visita se va rezando o cantando.
Otra tradición que ha ido alcanzando
renombre y goza de interés creciente durante los últimos años, son las
representaciones de la Pasión Viviente que se localizan en cuatro o cinco
poblaciones y que partiendo de Hiendelaencina, donde su entonces párroco
Bienvenido Larriba la ideó por ves primera hace treinta años, ha ido
extendiéndose a otros municipios, como Albalate, Chiloeches o Marchamalo,
también aquí introducida por el propio Bienvenido Larriba. Casi todas tienen
lugar el día de Viernes Santo y cada representación con su propio estilo, goza
de la dedicación y esmero de sus propios interpretes, que alcanzan en casi
todos los casos el centenar de figurantes.
Una costumbre que se ha ido también
consolidando en los últimos años es el pregón de la Semana Santa a cargo de
alguna distinguida personalidad del ámbito social o cultural de la población o
de fuera de ella, aunque siempre o casi siempre relacionada con ésta, pero como
éste se localiza únicamente en poblaciones digamos populosas o por decirlo de
otro modo con un elevado número de habitantes, y éstas son por desgracia
bastante pocas en nuestra provincia, lo pasaremos por alto,
Lo que si nos llamará la atención si por
éstos días nos acercamos por Albalate, por poner un ejemplo, será el sonido
agónico de las trompetas que como en otras poblaciones nos anuncian los ensayos
de las bandas de música que han de acompañar las procesiones.
Decía al comienzo que son muchas las
personas que durante éstos días marchan en busca de otros horizontes que
descubrir pero no es menos cierto que también nuestros pueblos y por unos días
recuperan una gran parte de sus habitantes, los alcarreños somos personas de
costumbres, y una de ellas es la de volver cuando la ocasión nos es propicia a
nuestros lugares de origen, unos vuelven en busca de reposo en la tierra madre
y otros muchos atraídos por la devoción que vivieron desde niños hacía los
titulares de sus cofradías, parroquias o pueblos. Porque es lo cierto que aún
habiendo cambiado de manera importante creencias y costumbres que tuvimos muy
arraigadas, y aun a pesar de que a los oficios religiosos que tienen lugar a lo
largo del año no se acude en número
elevado,por éstos días, como si fuese una descarga de nuestras conciencias, se
llenan las iglesias y las procesiones cuentan cada día con más asistente, e
incluso costumbres desaparecidas de nuestros pueblos, comienzan nuevamente a
ser rescatadas del olvido, y esto que puede pensarse que es una exageración, es
fácil poderlo comprobar, en Hiendelaencina por ejemplo, se llegan a congregar
tres o cuatro mil personas para presenciar la Pasión Viviente. La Procesión del
Silencio y Santo Entierro de Sigüenza, congrega a bastantes miles de personas
más, y esto mismo ocurre en Brihuega, Cifuentes, Atienza, Yunquera o Sacedón, y
en la misma medida y a sus propios niveles, en cualquier de nuestros pueblos
por grandes o pequeños que sean.
Pero adentrémonos sin más preámbulos en los
días clave de la Semana, Jueves y Viernes Santo, que son sin duda alguna los
que congregan de forma clara actos litúrgicos, costumbrismo y pueblo. A lo
largo del Jueves Santo tienen lugar toda
una serie de actos, centrados, claro está, en la muerte de Jesús.
En Milmarcos, durante este día y el
siguiente se entonan los cantos propios del Jesús Amoroso:
Jesús
Amoroso
dulce
padre mío
Pésame
Señor
de
haberte ofendido.
En Peñalver, durante la procesión, a la
subida de la ermita se entona el Oh Santisima Señora:
Oh
Santisima Señora
que
estas llena de Dolores
míranos
con compasión
a
todos los pecadores.
En Peralejos de las Truchas y mientras
tienen lugar el lavatorio se canta una alusión al acto:
El
Lavatorio Dios mío
pido
con humillación
que
purifique mi alma
sentidos
y corazón.
Y así podría seguir poniendo ejemplos de
cantos propios que a lo largo de siglos se han ido interpretando hasta llegar a
ser en muchos casos una seña de identidad propia de los diferentes pueblos,.
pero hay más casos, en Santiuste, por ejemplo, en éste día salían los niños
cantando letanías acompañados de carracas que ellos mismos se hacían para pedir
el aguinaldo y celebrar posteriormente la Pascua de Resurrección. En El Sotillo
se reunían las mujeres en la iglesia del pueblo para rezar 33 credos ante el
Monumento sin volver la cabeza hacia atrás.
Y por supuesto las cofradías. Anteriormente
esbocé a grandes rasgos algunas de ellas, pero sin lugar a dudas son Jueves y
Viernes Santo sus días principales. Rara es la población grande o pequeña que
en éstos días no reúne a sus cofrades en torno a las procesiones o los oficios.
He hablado antes de Milmarcos u lo vuelvo ha hacer ahora para hablar de sus
cofradías, la de Capuchinos y la de los Coraceros, éstos a semejanza de los
seguntinos salen en procesión vestidos de coraceros y su mayordomo tiene que
dar un refresco tres veces al año a sus componentes, Jueves y Viernes Santo,
limonada y los días de la Cruz e Mayo y Cruz de septiembre, aperitivos y
pastas.
En Brihuega hubo varias cofradías, la Vera
Cruz y Preciosa Sangre de Cristo, fundada en 1560, propietarias de los pasos de
la Oración del Huerto, El Prendimiento , La Flagelación, la Cruz a Cuestas y la
Crucifixión. La de la Soledad y Santo Entierro, propietaria de los pasos de la
Soledad y del Santo Sepulcro se fundó en 1630 y en 1733 se fundó la de la
Soledad de Nuestra Señora, que poseía los pasos de la Piedad y de la Cruz
Desnuda. Algunos de estos pasos se siguen conservando, aunque las tres cofradía
quedaron en el recuerdo.
No es nada habitual que esto ocurra y si que
aquellas fundadas hace tres o cuatro siglos sean las encargadas de dar realce a
los cultos propios del Jueves y Viernes Santo, tomando parte activa de la
función.
En Atienza son las cofrades de la Vera Cruz
quienes intervienen en el lavatorio, cosa habitual en otras poblaciones aunque
también las hay en las que este se lleva a cabo entre voluntarios del propio
pueblo o entre los más mayores y los más pequeños, como en Valverde de los
Arroyos, donde los niños en éstos días lucirán una parte de la vestimenta de
los danzantes de la octava.
Pero el Jueves Santo encierra dentro de la
provincia todo un caudal de sentimiento religioso y veneración costumbrista,
cuya enumeración haría interminable ésta charla.
Los sentimientos propios de cada población
quedan resumidos en la muerte de Cristo y en el silencio, un silencio que se
palpa por los cuatro puntos cardinales de una Guadalajara que se vuelve
sentimental, para observar, envuelta en su silencio el penoso discurrir a
través se calles, callejas y callejones, el paso grave del Nazareno, del Ecce
Homo, del Cristo azotado, humillado y coronado de espinas, seguido por su
madre, La Soledad, la imagen doliente de la madre, enlutada, y más
resplandeciente que nunca, siguiendo los pasos del hijo, a veces acompañada con
un desgarro de trompetas, un batir insistente de tambores, una cruz procesional
que hace de guía, y un canto,. un lamento que parece latir en todos los
corazones.
Y la noche, con el desfilar penitente se
hace si cabe más noche, más silencio, más pesadumbre y más intensidad, y ante
el Monumento hombres y mujeres y cofrades velan ante el oscilante vaivén de las
velas, el cuerpo muerto, presente y ausente a un tiempo, de ese Nazareno que
poco antes ha quedado, atado a su columna, amarrado a su cruz, en la soledad
ascética de cualquiera de nuestras ermitas.
Y cuando raya el alba ese silencio penitente
vuelve a romperse con el canto del Vía Crucis que por Albares lleva hasta el
cerro de las Cruces, su particular Calvario, o hasta lo más alto del cerro de
Atienza, para descender aquí hasta la iglesia de La Trinidad. donde en larga
fila de penitentes se adoran las Santas Espinas, una reliquia del medievo que
contiene, según asevera la tradición, dos espinas de la corona de Cristo, otra,
según la misma aseveración popular, se encuentra en Prados Redondos.
Y de nuevo la espera, larga e intensa del
día, para que cuando caiga ya la noche, el cuerpo yerto, yacente del Cristo
muerto en su sepulcro, acompañado ahora por la madre Dolorosa, emprenda
nuevamente el camino de la soledad de la ermita. Es la procesión del Silencio y
Santo Entierro, que nuevamente rompen los cantos:
Esta
noche se oscurece
entre
la una y las dos
en
ver que mi Dios ha muerto
de
luto se cubre el sol.
Así cantan en Ocentejo, como parte de La
Pasión, y en Orea, como parte del Entierro:
Ay
que triste es el entierro
de
nuestro amado Jesús
que
por culpas y no suyas
quiso
morir en la cruz.
La puesta en escena de la procesión del
Santo Entierro tiene a lo largo de la provincia multitud de variantes en las
que a partes iguales entran en juego la devoción, el costumbrismo y la
tradición.
En Milmarcos la procesión tiene lugar a
primeras horas de la mañana y en ella toman parte los coraceros, escoltando el
Santo Sepulcro , a semejanza de lo que los Armaos hacen en la noche seguntina,
en Ocentejo la procesión estaba presidida por las Mozas del Ramo, total,ente
enlutadas, en Solanillos del Extremo. mientras todo el pueblo acudía a la
procesión, los mozos que estaban cumpliendo el servicio militar y habían vuelto
al pueblo por esos días, se quedaban en sus calles vigilando la casi desierta
población. En Bujalaro antes y después de la procesión, las Mozas del Ramo
pedían aguinaldos para su merienda del domingo...
Y extremecedor vuelve nuevamente a ser el
silencio que se hace en Sigüenza al descorrerse el cerrojo de la puerta del
asilo para que pase Jesús, el rey de los Judíos, y de punta a punta de la
provincia, una serpiente viva y flexible de luces, al ritmo de un cortejo de
cantos, siempre, siempre penitente, rodea una ermita y retorna con una
Dolorosa, más entregada si cabe a la soledad, en espera del gran júbilo que el
encendido de la hoguera pascual y el repique de campanas el sábado de Gloria,
anuncie el momento de la Resurrección, un momento esperado en muchos lugares,
como Sotodosos, donde de madrugada se reza el rosario de la Aurora, tras el
cual los hombres que asisten, muchos de ellos retornan al pueblo para la
ocasión, se reúnen para celebrar el triunfo de Cristo sobre la muerte,
comiéndose un cordero.
Y con el despunte del alba tendrán lugar por
todos los puntos un encuentro, el de la Virgen, que ya no es Dolorosa ni está
en Soledad, con el Cristo Resucitado, convertido en muchas poblaciones en un
Jesús infantil, mientras vuelven los cantos, esta vez entusiasmados, que
anuncien la Pascua florida.
Y en éste día, la queda del Judas pone punto
final en muchas ocasiones a la Semana Santa.
Todos sabemos puesto que es una costumbre
extendida por toda la provincia, lo que es el Judas o Pelele, ese muñeco de
trapos viejos relleno de paja que sirve unas veces de mofa y otras de
divertimiento, y en el que se descargan las culpas de la muerte de Jesús,
desapareciendo él en venganza, una vez que el triunfo de la Resurrección ha
llegado a su fin.
Un canto, el de Cogolludo a su Pelele, nos
puede resumir todos los que tienen y tuvieron lugar en la provincia, ya que
habitualmente su quema se acompaña de cantos alusivos al personaje ridículo que
se trata de representar:
El pobre pelele
está
en la escalera
porque
a la pelela
le
duelen las muelas.
El
pobre pelele
no
tiene colilla
porque
se la ha cortado
la
tía Galleguilla.
El
pobre pelele
está
en la estación
y
pa su desgracia
vino
sin calzón.
El
pobre pelele
sentado
en un banco
comiendo
morcilla
y
cagando tabaco.
Y aquí, en Cogolludo, el pelele, que en
todos los pueblos es un símbolo con caracteres propios, se cuelga en la plaza
el sábado de Gloria, se mantea, canta, insulta y ridiculiza por las mujeres
tras la procesión del Encuentro, y tras el día de fiesta, por la tarde, se
quema. En Navalpotro se colocaba en el campanario de la iglesia para ser
volteado con las campanas anuncio de la Resurrección, y ser arrojado desde lo
alto del campanario al paso de la procesión. En Luzón se quema en la plaza
Mayor en las últimas horas del sábado de Gloria. En Villar de Cobeta son los
niños quienes confeccionan y vapulean su Judas, y en Zarzuela de Jadraque,
perdida la costumbre tras la emigración, no hace demasiados años que el
ayuntamiento de la localidad con el fin de recuperarla, ideó un concurso de
judas entre los chicos y chicas del lugar, habiendo años en los que se queman
cinco o seis, a cada cual más grande y rocambolesco, como resto de los que
antaño se hacían, la preparación el sábado de Gloria por parte de los mozos que
entraban en quintas, de un muñecote de gran tamaño en el que empleaban palos,
paja y ropas viejas, haciendo en la mañana del domingo a través de las calles
por las que discurría la procesión, surcos de paja que conducían al lugar del
que colgaba el pelele que era quemado a la salida de misa. En Milmarcos se
"ahorcaba" del gran olmo que durante siglos presidió la plaza.
Escenas semejantes se vivieron y viven en
Palazuelos, donde se quemó en el transcurso de la procesión, en Berninches,
donde montado en un burro era paseado por el pueblo para acabar en la hoguera.
En Castilmimbre, donde se le añade un collar de huevos y se derriba de la
picota de la que cuelga, a pedradas, repartiéndose los huevos entre los
chiquillos, al igual que se hacía en Bujalaro, donde se quemaba al paso de la
procesión. En Barriopedro, donde se colgaba de un lado a otro de la calle
principal. En Anquela del Ducado, Villanueva de Alcorón, Solanillos del Extremo, y tantos otros más, con la
curiosidad, la única que al respecto he encontrado, de Valtablado del Río,
donde los mozos hacían su Judas, y las Mozas del Cristo confeccionaban una
Judesa, que quemaban tras la procesión.
Son las últimas celebraciones de la
Cuaresma, el triunfo sobre la muerte que todavía en algunas poblaciones tiene
su remate festivo con la tradicional merienda del hornazo en Tendilla o en
Yélamos de Abajo, donde los chiquillos acuden a las eras del Calvario a
"rilar el huevo", rodar el huevo duro que contiene el hornazo, regalo
de la madrina, para que desprenda la cáscara.
Esto es nuestra Semana Santa, la semana
santa alcarreña, con sus costumbres y tradiciones, que para que sean conocidas
y apreciadas en su punto justo, no debemos perder ni olvidar, yo por mi parte
con éste breve resumen, concluyo con una despedida, la de Robledo de Corpes en
su procesión del Encuentro:
A
los que llevan la Virgen
Dios
les de salud y gracia
y
a nosotros para cantar
muchos
años en la pascua.
Los
que llevan a Jesús
felices
pascuas les damos,
que
según le llevan hoy
que
lo lleven muchos años.
Alcaldes
y Regidores
y
a todos los aquí presentes
que
pasen felices pascuas
muy
contentos y muy alegres.
Muchas
Gracias.