domingo, marzo 15, 2020

KATHARINE HEPBURN, la estrella de Atienza



KATHARINE HEPBURN, la estrella de Atienza
  
   Cuando Katharine Hepburn se marchó de Atienza, a mediados del mes de noviembre de 1970, muy pocas personas en la villa lo conocieron. Unos día días antes comenzó a despedirse de las personas que pasaron por su casa, e incluso del Sr. Alcalde, don Julián Ortega Asenjo, uno de los primeros en conocer el día de la partida. También fue uno de los pocos que supo que en breve regresaría a España. Al año siguiente comenzaría, en tierras de Cataluña, el rodaje de una nueva película, “Viajes con mi tía”, basada en una genial novela de Grahan Greene, bajo la dirección de George Kukor. Entonces haría un hueco en el transcurso del rodaje para regresar a Atienza. Para entonces ya estaría en marcha su proyecto español. Aquel proyecto que dejaría grabado su nombre en la historia de Atienza, y de los chiquillos de Atienza.

   Sí, a Katharine Houghton Hepburn nos referimos. Aquella señora que salió de un lugar llamado Hartford, en un condado de los EE.UU de América por nombre Connecticut, y que con el tiempo llegaría a ser una de las grandes estrellas cinematográficas del universo del cine, de Hollywood.

   Katharine fue hija de un populoso médico americano; fue la mayor de los seis hermanos que nacieron del matrimonio compuesto por el doctor Thomas Norval y por Katharine Marta Houghton; así que no tuvo más remedio nuestra mediática estrella que colaborar en las labores de educación y atención de sus hermanos más pequeños. O dicho de otra manera, hacer de segunda madre de sus hermanos. De ahí que a lo largo de su vida sintiese un especial cariño por los chiquillos, y pasase mucho tiempo tratando de hacer algo de bien a la infancia. 



   No debió de causar mucha satisfacción en la familia el anuncio de que la generosa Kate –así la llamaban familiarmente, se dedicase a esas extrañas artes que son el cine o el teatro. Claro está que esto sucedía en los lejanos tiempos en los que estas artes gozaban de mucha menos consideración de la que tienen en la actualidad. Corrían, cuando decidió dedicarse al teatro, aquello que se ha dado en llamar “los maravillosos años veinte”, pues fue al final de esta década cuando, tras una experiencia teatral en el colegio a nuestra estrella le entró el gusanillo del teatro. Nació unos pocos años antes de aquello, en 1907, el 12 de mayo.

   Su debut en un teatro conocido, en Broadway, llegaría el 12 de noviembre de 1928, y su primera película la rodaría en 1932 -A Bill of Divorcement-, que no se llegaría a estrenar en España, por lo que no se tradujo ni siquiera el título. Si bien, y tras esta, en la que se lució como una auténtica dama del cine en ciernes –contaba con 25 años de edad- llegarían muchas más. Hasta convertirse en la gran estrella del cine mundial. Una estrella que llegó a recoger a lo largo de su carrera cinematográfica la nada despreciable cifra de cuatro premios Oscar a la interpretación –ninguna estrella del cine la ha superado hasta el día de hoy-.

   Se especializó en papeles dramáticos, e hizo grandes interpretaciones de personajes que antes de llevarse al cine pasaron por las tablas de los teatros.

   Y en estas llegó a Atienza, entonces un pueblecito perdido en el mapa del mundo, algo menos en el de España y con cierto renombre en la provincia de Guadalajara.

   Una serie de circunstancias llevaron a que uno de sus directores talismán, el griego Michael Cacoyannis, la eligiese para interpretar el papel de Hécuba en uno de los grandes dramas del teatro griego: “Las troyanas”. Una obra teatral escrita hace más de dos mil años por un griego universal, Eurípides. Las circunstancias llevaron al director a elegir ese pueblecito como marco perfecto para convertirlo en una ruinosa y devastada Troya, ya que sus técnicos de rodajes de exteriores encontraron que este era el lugar perfecto, por encima de cualquiera otro de Europa o África. Y hasta Atienza, un punto perdido en el mundo, se trasladó el equipo de rodaje en la primavera de 1970, para llevar a cabo la filmación; y hasta Atienza se trasladó la gran estrella que había de protagonizar el papel principal, para residir en la villa por espacio de casi cuatro meses, convirtiéndose, además de en la reina Hécuba de Troya, en la estrella de Atienza.

   A Atienza llegó en los últimos días del mes de agosto de aquel año para residir en la entonces casa más moderna de la villa –todavía faltaban algunos remates para darla por concluida-, y en Atienza pasó alguno de los mejores momentos de su vida, como ella señalaría mucho tiempo después.

   Llegó, para conocer la población y su nueva casa, así como ordenar la decoración. Entonces las películas se rodaban a lo largo de tres, cuatro o cinco interminables meses. La movilidad, aunque hubiese buenos vehículos resultaba más compleja que en la actualidad, y por ello se quedó en Atienza a vivir.

   Calurosos eran aquellos días primeros de septiembre en los que nuestra estrella comenzó a pasar por una vecina de Atienza más, a pesar de que el día de su llegada tuviese que abrigarse un poco. Los tiempos cambiantes de nuestra Serranía de Guadalajara, son así. El pueblo lo dejó envuelto en nieve; pues ya cayeron los primeros copos cuando dejó la población en aquel mes de noviembre. Entonces llovía, y nevaba, cuando lo tenía que hacer.


   Contar el  resulto de casi tres meses de rodaje daría, como ha dado, para escribir todo un libro; o un tratado. Durante aquel tiempo Atienza se transformó hasta convertirse en una auténtica Troya. Por los escenarios naturales de la población pasaron algunos de los más grandes actores, y actrices, del universo cinematográfico mundial; en la película trabajó una parte importante de las mujeres y de los hombres de Atienza; y a pesar de que la película no gozaba de buena reputación en las altas esferas del Estado, puesto que de alguna manera se criticaban las guerras, los abusos de poder o las dictaduras, se permitió su rodaje; y su estrenó –de extranjis casi-, al año siguiente en un festival de cine español.

   Y la actriz, la estrella, Katharine Hepburn, paseó por las calles de la hidalga villa de Atienza, saludó y fue saludada por sus vecinos, se encariño con los chiquillos del pueblo; busco fósiles, paseó en bicicleta por sus caminos, respiró sus aires, visitó los pueblos de la comarca y trató de ser algo más. Trató de ser mecenas. De ayudar a la gente y, sobre todo, a los pequeños. Ella, que por decisión propia no tuvo hijos, quiso que todos los chiquillos de Atienza la recordasen como una benefactora; que su nombre quedase grabado, desde 1970,  en la vida diaria de un pueblo que comenzaba a perder su población.

   Fue cuando comenzó el curso escolar cuando la gran Katharine se asomó a las escuelas de niñas, y de niños, y vio que la escuela de niñas estaba prácticamente recién construida y la de niños dejaba mucho que desear.

   En su casa del barrio de San Salvador, pocos días antes de dejar Atienza y retratarse a lomos de una de las burras del atencino Gabriel Cabellos, que llevaba a cabo oficios de jornalero para la productora, Katharine Hepburn mandó llamar al señor Alcalde. A la reunión también asistieron algún que otro concejal, Augusto García Fernández-Balbuena y el productor Anis Nohra. Katerine Hepburn quiso primero conocer cuánto costaron las escuelas que se construyeron para las niñas, poco más de trescientas mil pesetas de las de entonces y… Los ojos del Alcalde de Atienza hicieron chiribitas. La actriz, por medio de sus representantes, puso los miles de pesetas, tras traducirlos de los miles de dólares, necesarios para la edificación de unas escuelas nuevas para los niños de Atienza, y que el nombre de Katharine Hepburn se quedase en la villa, para la eternidad.

   De llevar a cabo su deseo tendría que encargarse el productor de la película, Anis Nohra, quien en nombre de la actriz se reunió con el Alcalde de Atienza en unas cuantas ocasiones la última semana del mes de octubre, en cuya reunión se concretaron las intenciones de la actriz, y el costo a que había de ascender la donación, 5.000 dólares (algo más de 350.000 pesetas de las de aquel tiempo).

   Días después, el 31 de octubre, sopesado el asunto en el Ayuntamiento de Atienza, el Sr. Alcalde se dirigiría por carta a D. Augusto García Fernández Balbuena, quien actuó de intermediario. El Ayuntamiento aceptaba la donación, aunque no levantaría las escuelas prometidas…

   Eran los tiempos en los que desde el Ayuntamiento de Atienza, el señor Alcalde prometía cosas. A doña Carmen Díaz de Rivera, la hija de la marquesa de Llanzol –vecina de la antigua iglesia de San Salvador, convertida en residencia particular de la marquesa de Aledo-, la prometió que la plaza de Mecenas –o de la Panadería-, pasaría a llamarse “Plaza de don Camilo Alonso Vega”, el ministro de Gobernación gracias al cual Atienza se transformó en parte de lo que hoy conocemos. En monumento del pasado. Y también prometió, el Sr. Alcalde, una gran industria que fijaría la población; y… muchas cosas más.

   Un año  más tarde, la gran estrella del cine mundial, Katharine Hepburn, que había de regresar a España para rodar “Viajes con mi tía”, suspendió su interpretación, porque no terminó de gustarle el guion. No sabemos si llegó a conocer que su nombre fue borrado de la historia futura de la villa; lo que si conocemos es que sus deseos para con los niños de la villa no se vieron cumplidos; aquellas escuelas nunca se construyeron, y tampoco se hizo ninguna inversión, social, cultura o recreativa de la que pudieran disfrutar los niños de Atienza, tal y como prometió el Sr. Alcalde.

   Ella, la estrella que más brilló en el universo cinematográfico mundial, debía de tener inscrito su nombre en la histórica villa de Atienza. Alguien ocultó su labor; sus intenciones; sus deseos para la educación de los chiquillos de Atienza…

   Sirvan estas líneas para reivindicar el nombre de una gran mujer que trató de hacer cosas grandes por una población. Cosas tan grandes como hacer que los niños de Atienza tuviesen unas escuelas acordes a los tiempos; a través de las que acceder al mundo de la cultura.

Katharine Houghton Hepburn, actriz, ganadora de 4 Oscar, nació en Hartford, Connecticut (EE.UU), el 12 de mayo de 1907; murió en Fenwick, condado de Connecticut (EE.UU), el 29 de junio de 2003; fue vecina de Atienza (Guadalajara), entre los meses de agosto y noviembre de 1970.


Tomás Gismera Velasco
Gentes de Guadalajara
Henaresaldía.com
Marzo/ 2020


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