GUADALAJARA,
CAPITAL DE… ¿ARMENIA?
Memoria
de León V, rey de Armenia y Señor de Guadalajara
Muy lejos, nos queda de Guadalajara el
antiguo reino de Armenia, hoy república, en el Cáucaso Sur. Probablemente, si
tuviésemos que poner el dedo sobre un mapa para señalar el lugar en el que se
encuentra más de cuatro no seríamos capaces de indicar si se halla al Norte o
al Sur, de la capital de nuestra provincia.
Digamos que comparte fronteras con Turquía,
Georgia, Azerbaiyán e Irán y que fue, hasta no hace demasiados años, una de las
tantas repúblicas de la URSS, es por ello que la mayoría de su población habla
ruso y, como curiosidad, digamos que a pocos kilómetros de su capital se alza
el monte Ararat, aquel en el que, cuenta
el Génesis, se posó el Arca de Noé tras aquellos más de ciento y pico de días
de Diluvio Universal.
Guadalajara comenzaba a ser, en los tiempos
a los que nos remite la historia, la capital de los Mendoza, pues por aquí empezaban
a asentarse, tras bajar de las montañas cántabras, los López de Orozco, los
Hurtado y toda aquella gran familia que terminaron siendo seña de identidad de
una provincia entonces sujeta a los reales caprichos de la corona castellana.
Cuando Castilla, todavía, continuaba siendo aquella Castilla sin mancha que
enarbolaba pendones siguiendo a sus monarcas, fuesen Juan I o sus antecesores;
los reyes que dieron, a la capital y la provincia, tal vez, el periodo más
novelesco de la historia medieval –si de alguna manera lo pudiéramos definir.
Fue, Juan I, uno de los monarcas con más
títulos peninsulares de su tiempo, puesto que además de serlo de Castilla y de
León lo era, entre otros, de Toledo, Galicia, Sevilla, Córdoba, Murcia, Jaén,
el Algarve y Algeciras, además de señor de Lara, Vizcaya, Molina y, por algún
tiempo, rey de Portugal. También Señor de Atienza –que en muy pocas ocasiones
se hace figurar el señorío atencino entre los títulos reales y figuró en no
pocas ocasiones, cuando no entre los del rey, entre los de la reina.
Tanto dio de sí la vida del rey Juan que,
tras contraer matrimonio con Leonor de Aragón, y haber de la reina dos varones
legítimos, heredó el primogénito, Enrique III, las coronas que pertenecieron al
reino de Castilla y el segundo, Fernando –el de Antequera- la de Aragón. Si
bien también es cierto que, tras la muerte de Leonor de Aragón, cosa de los
tiempos, el rey contrajo nuevas nupcias, en esta ocasión con Beatriz de
Portugal, de la que pretendió y obtuvo durante algún tiempo aquel reino, y de
la que no hubo descendencia.
Nos dicen, los historiadores provinciales,
al hablar del reinado de don Juan I, que pudo ser este monarca el que
definitivamente empujó el futuro histórico de una ciudad de Guadalajara en la
que, como antes decíamos, comenzaban a asentarse los Mendoza; en la ciudad
celebró unas de las más destacadas Cortes de Castilla, y a pesar del
incumplimiento de la promesa que hizo a los guadalajareños de que el señorío de
la ciudad no volvería a ser concedido a extraños y permanecería, como lo hizo
durante algún tiempo, entre los títulos reales, fue uno de los monarcas que más
la favoreció.
Durante su reinado la ciudad fue señorío de
la infanta doña Leonor, hija de don
Pedro I, y madre de su nuera, Catalina de Lancaster, la primera princesa de
Asturias que llevó, como dote de matrimonio, entre otros, el Señorío de
Atienza.
Y es que por aquellos remotos siglos los
señoríos importantes de la corona eran entregados a las futuras madres de
reyes, como dote matrimonial. También Guadalajara, de la que fue Señora doña
Berenguela de Castilla, reina que fue –hija de Alfonso VIII-; y doña
Berenguela, infanta de Castilla e hija de Alfonso X; y doña María de Molina,
reina y consorte de Sancho IV; y doña María de Portugal, reina y consorte de
Alfonso XI; y doña Juana Manuel, reina y consorte de Enrique II; e incluso las
dos mujeres de nuestro rey don Juan, Leonor de Aragón y Beatriz de Portugal.
León V de Armenia
El rey León, o Levon, quien reinó sobre
aquel país a lo largo de casi 20 años, entre 1374 y 1393, llegó al trono a la
muerte de uno de sus primos que, además, era su tío, Constantino VI. En tiempos
en los que, como en Castilla sucedía, la luchas por llevar sobre la cabeza una
corona se imponían entre quienes aspiraban a poderla llevar, y tal sucedió con
él, y con quienes se la trataron de arrebatar. A León de Armenia lo echaron del
reino los mamelucos, quienes lo llevaron
a El Cairo, y en El Cairo, en 1375 comenzó a gestionar su liberación, y
el retorno a su trono, uno de aquellos clérigos que tanta cercanía tenían con
los reyes, el franciscano Jean Dardel, a su vez, secretario de León de Armenia
y quien, en su recorrido por las cortes europeas buscando afines, llegó a Juan
I de Castilla, quien medió para la liberación del Armenio, logrando su
libertad.
Desde El Cairo partió León de Armenia hacía
Venecia en 1382; pasó por el Aviñón de Francia, donde entonces se encontraba el
antipapa Clemente y, obligado sin duda por la misión caballeresca de
agradecimientos a quienes habían mediado en pro de su libertad, llegó a
Castilla para dar las gracias personalmente a su rey quien, cuentan las
crónicas, lo agasajó con todo tipo de honores, e incluso, por ser los tiempos
en los que aquello sucedió, fue uno de los invitados de excepción a la boda del
rey castellano con la princesa heredera de Portugal, que tuvo lugar en la
catedral de Badajoz en el mes de mayo de 1382, firmando el acta matrimonial
como uno de los testigos principales del enlace.
Junto al rey de Castilla, y en su Corte,
pasó los meses sucesivos, hasta que llegó la hora de reclamar el trono
portugués que por matrimonio correspondía al rey don Juan tras la muerte del
rey Fernando, su suegro. Por evitar roces familiares, que en caso de herencia
pueden suceder, el rey de Castilla, antes de reclamar el trono portugués
encerró en prisiones a algunos de quienes podían hacerle sombra a la hora de
anexionar al de Castilla aquel reino y en Toledo, por el mes de noviembre de
1383, se proclamó rey de Portugal, algo no muy bien visto por los portugueses,
que se alzaron en armas. Para bajar los humos a los revoltosos acudió a su
nuevo reino el rey don Pedro, librando sonoras batallas como aquella de
Aljubarrota en la que se hizo grande el más preclaro, hasta entonces, de los
Mendoza guadalajareños, don Pedro González de Mendoza, señor de Palazuelos
–primer Mendoza en serlo- quien ha pasado a la historia gracias, en parte, a
los versos de Hurtado de Velarde, aquellos versos que versan:
El caballo vos han muerto;
Sobid rey en mi caballo;
Y si no podéis sobir,
Llegad, sobiros he en brazos;
Poned un pie en el estribo…
Desconocemos las fuerzas que seguían al
entonces rey de Armenia, quien combatió al lado del rey de Castilla, lo cierto
es que junto a Juan I asistió al asedio de Lisboa a partir del 3 de septiembre
de 1383 y, durante el asedio, tuvo el rey castellano la gracia de nombrar a
León V de Armenia, a más de su mejor vasallo, Señor de Madrid, de Andújar, de
Guadalajara y de Ciudad Real –entonces Villareal-, además de dotar a su corte
con una renta de 150.000 maravedises, que ignoramos a cuanto equivaldría en
nuestros días, aunque no dudamos de que hubo de ser, como aparenta, una
importante cantidad.
Regresó el castellano a Castilla, y el de
Armenia anduvo por las capitales de sus señoríos, haciendo de ellas, cuando en
ellas se encontraba, la capital de su reino.
El de Armenia, que parece ser que nunca
regresó a aquellas tierras, viajó a Santiago y de Santiago a Inglaterra, a dar
las gracias a su rey, Ricardo –el príncipe Negro de la obra de Shakespeare-, y
desde Inglaterra pasó a Francia, donde terminó sus días el 29 de noviembre de
1393, y donde acabó su señorío de Guadalajara que tornó, a su muerte, a la
corona de Castilla, ya que, en el nombramiento, se prohibía la venta y
donación, señalándose el retorno al lugar del que procedió.
Historias de la historia que, en ocasiones,
se nos asemejan al texto de una novela medieval. Ante todo cuando pensamos que
Guadalajara fue, por el azar del destino, capital de un remoto país, en el
Cáucaso Sur.
Tomás Gismera
Velasco
Guadalajara en
la Memoria
Periódico Nueva
Alcarria
Guadalajara, 15
de noviembre de 2019
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