viernes, enero 11, 2019

SAN ANTÓN Y LOS SANTOS DEL FRÍO. Con San Antón, el 17 de enero, comienzan las tradicionales fiestas invernales



SAN ANTÓN Y LOS SANTOS DEL FRÍO.
Con San Antón, el 17 de enero, comienzan las tradicionales fiestas invernales



   San Antón es el primer gran santo invernal, el que abre la puerta a los que nos llegan desde el 17 de enero hasta el miércoles de ceniza; pasando por San Blas, Santa Águeda, San Sebastián o la Candelaria. Es, sin duda, el santo que abre las danzas de la purificación, de la apertura al nuevo año y sus pompas, celebrado que es y fue en gran parte de nuestros pueblos, cada uno con sus costumbres, casi siempre a lo grande.



   Manteniendo parentesco con los ritos carnavalescos, en Palazuelos la víspera del santo entraban en el pueblo los pastores haciendo sonar los cencerros de sus ovejas, que quedaban en las proximidades de la iglesia donde serían bendecidas a la mañana siguiente. En Cendejas de Enmedio fue San Antón la fiesta mayor del pueblo, y en con ese motivo la Cofradía del Santo repartía bacalao, pan, vino y dulces, que antes les habían ofrecido los cofrades o vecinos. Los casados invitaban a comer a los solteros y el último día de la fiesta se invertían los papeles haciéndolo los mozos a los casados. Porque en toda fiesta que se precie la comida y la bebida no han de faltar. Por supuesto que cada localidad celebra, o celebraba de una manera propia ésta festividad, casi siempre con un nexo de unión, si bien  puede que una de las más curiosas fuese la de Moratilla de los Meleros con sus bailes de jóvenes y solteros.

   En Alustante, para contar con mayor número de asistentes, la festividad fue trasladada al fin de semana más cercano, como en tantos otros lugares, encendiéndose la tradicional hoguera que tiene su origen en el llamado fuego de San Antón, una afección cutánea que producía ardores y llagas, muy extendida en la Edad Media, producida por un germen del trigo, el cornezuelo, que tantas pestes provocó; época, la Edad Media, en la que se comenzó a seguir el rito de saltar la hoguera que al tiempo que purificaba había de proteger de los dolores lumbares durante la temporada de la siega, tal era la creencia, empleándose las cenizas, una vez bendecidas, para fertilizar el campo.

   En Cogolludo la Hermandad también se encarga de organizar los actos con la marcha a la ermita y la posterior procesión consistente en rodear el templo tres veces con los animales; por su parte los monaguillos solían llevar a la iglesia un perro y un gato, sobre los que el sacerdote pronunciaba la bendición en representación de todos los demás. El bien y el mal, representado en dos animales de los de toda la vida y todas las casas.

   Y por supuesto, en la festividad de San Antón no faltaba en algunas poblaciones el llamado cochino del Santo, que mantenido por la cofradía correspondiente era subastado con motivo de la festividad. Y en Guadalajara salía su particular botarga, el Lilí.  Nos cuentan las crónicas que el día de San Antón se vestía de botarga uno de los personajes más curiosos de la década de 1890 en la ciudad, conocido como el tio Badanas, de nombre Bernardo Núñez: y toda la tarde, según contaba el insigne Luis Cordavias,  nos tenía a los chicos alrededor de la desaparecida iglesia de Santiago propinándonos fuertes cañazos a cambio de unos cuantos higos que ataba al extremo de un bramante y que eran el anzuelo para vapulearnos de lo lindo.


  

   San Sebastián goza de amplia devoción como patrono de la peste, si bien los actos que lo festejaban han quedado reducidos en la mayoría de las ocasiones a los oficios religiosos; sin embargo es digno de recordarse en lugares como El Cubillo,  donde se reunían los Hermanos de San Sebastián para celebrar vísperas y preparar la caridad: pan con anises y queso; repartiéndose igualmente panes enteros a familias necesitadas. En Castejón la Cofradía lo celebra con misa mayor, invitando los mayordomos al resto de los cofrades a vino, pan y cañamones. En La Huerce la fiesta se trasladó al mes de agosto, ya que en días invernales el pueblo queda prácticamente despoblado, y en Alaminos se celebra de forma casi familiar, si bien no faltan el baile y los oficios religiosos, entregándose la caridad a los vecinos a expensas de la asociación cultural, organizadora de los actos. 
 

   Más colorista sin duda es la celebración en Mohernando donde tras la misa se reparte pan, queso, bacalao y vino, interviniendo en la fiesta los Bufones de Palacio; personajes a modo de botargas saltarinas. Fue ampliamente celebrada en Jadraque, donde la cofradía fue recuperada en la década de 1980.

   De manera sencilla lo celebran en Valfermoso de las Monjas, y en Almonacid de Zorita, donde como en otros muchos puntos de la provincia, es la corporación municipal quien hace la fiesta, pues aquí desde el siglo XVIII es el patrón del Ayuntamiento, como en otros tantos municipios. En Hortezuela de Océn fue también su patrón municipal, y en el Ordial es fiesta grande, siendo llevado el santo en procesión por las mujeres del pueblo, si bien la festividad también ha cambiado de fecha, de la original a la última semana de agosto. También en Pastrana fue fiesta grande, donde se devuelven a la vigencia antiguos ritos, como llevar a la procesión la bandera de la villa o de la hermandad con su lema, todos para uno, Dios para todos.

   La Virgen de la Paz, el 24 de enero, se celebró en Ruguilla y se celebra, entre otras localidades, como Mandayona y Alovera, donde tiene rango de fiesta mayor. San Blas celebra su festividad el 3 de febrero con actos litúrgicos o más llamativos, con botargas en Albalate.

   Un elemento común a todos los festejos es el reparto de la caridad del santo, que una vez bendecida se ingiere o guarda en previsión de afecciones de aquellas zonas del cuerpo que éste protege, conforme a la tradición popular, siguiendo la costumbre impuesta por el santoral. En el caso de San Blas, la garganta, ya que el santo curó a un atragantado. Rara es la población que no lo recuerda o cuente con dulces de elaboración propia con los que celebrarlo. En Hita se subastan las roscas del Santo; en Iriépal reparten bollos y secajos; en Atanzón los torraos; en Viñuelas los tostones; en Valdenoches, las rosquillas; en Fontanar, pan con chorizo; en Hontoba tiene lugar una merienda popular; en Albalate de Zorita al día siguiente que se denomina San Blasillo, ofrendan para los gastos de la parroquia corderos, pichones, miel y queso, que posteriormente serán públicamente subastados.

   Común a muchos de éstos festejos es el fuego, ya sea con ocasión de San Antón o las  llamadas en algunas localidades Hogueras de San Vicente con motivo de su festividad, o de San Blas, o la Candelaria; en esos casos las hogueras son coprotagonistas de la fiesta como signo de purificación contra el mal de la peste en el primero de los casos y reseña de salvación en el siguiente, donde con el martirio de San Vicente trata de recordarse la conquista de la ciudad de Sigüenza por Bernardo de Agén, y la quema de los restos de la batalla. En algunos  lugares la noche de San Antón se pasaba por las hogueras a los animales para que éstos también se purificasen, o son llevadas las cenizas de la hoguera a sus cercanías para que estén protegidos de futuros males como patrón  protector que es, en especial de los cerdos, pues según la leyenda origen de la tradición, el santo curó a un cerdo, cerda o jabalina que le siguió como un perrillo a todas partes, lo que originó el dicho cochino de San Antón y su posterior patronazgo.

   En La Yunta las hogueras eran preparadas la noche de la víspera por cuenta de mozos, hombres y mujeres, por barrios o por calles, donde los jóvenes de hoguera en hoguera recorrían el pueblo echando harina y pelusas y untando a las mozas con hollín, por supuesto que al día siguiente se daba descanso a los animales de labor, ya que el día de San Antón por lo general ni se labraba ni se hacían labores en las que interviniesen los animales, salvo caso de fuerza mayor.

   Fiestas del frío, que también las hay, pues no todas han de ser las ruidosas agosteñas, y si se apaga la vela, en la salida de la Virgen de las Candelas de Retiendas, el invierno se alarga con lo que, la fiesta, sigue alrededor de la lumbre.

Tomás Gismera Velasco
Guadalajara en la memoria
Periódico Nueva Alcarria
Guadalajara, 11 de enero de 2019



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