martes, abril 17, 2018

GABRIEL DE LA PUERTA Y RÓDENAS. UN SABIO DE MONDÉJAR



GABRIEL DE LA PUERTA Y RÓDENAS. UN SABIO DE MONDÉJAR.

   Que un señor de Mondéjar escriba un tratado sobre el vino, a estas alturas, y conociendo la tradición vinícola de la localidad, a nadie extrañaría. La obra, que llevó por título “Instrucción teórica práctica sobre la elaboración de los vinos”, vio la luz en 1875 y se debió a un hijo de la localidad que por aquellos tiempos triunfaba en la capital del reino. Su nombre: Gabriel de la Puerta y Ródenas.

   Don Gabriel, todo un caballero de aquellos del siglo XIX que se nos pintan en series televisivas, unido a un balneario, el de Carabaña y sus aguas. Aunque a él llegó después de su tratado sobre el vino. Que fue uno cualquiera de sus libros, ya que escribió muchos más. Todos de investigación.

   Fue hijo, don Gabriel, de todo un señor notario que ejercía su profesión en el Mondéjar de los comienzos del siglo XIX. Allá estaba establecido después de la francesada y de la famosa década a la que nos condenó aquel rey que, de deseado, pasó a ser el más odiado.



   La escuela de Mondéjar fue la primera que nuestro personaje pisó, y donde aprendió las primeras letras, antes de pasar al Instituto de San Isidro, de Madrid, de donde saldría Bachiller, para continuar estudios en la Universidad madrileña, de la que saldría doctorado en Farmacia, en 1862.

   Sus aptitudes las demostró ya en los comienzos de la carrera, colaborando con los profesores y más tarde con el Colegio de Farmacéuticos. Dedicándose, en lugar de establecerse detrás de un mostrador a despachar fórmulas magistrales, a la docencia, llegando a ser Catedrático numerario de la Facultad de Farmacia, en la Universidad. El primero, cuenta la historia, en utilizar el microscopio para el reconocimiento de la estructura de los vegetales.

   Su nombre fue creciendo al compás que su trabajo y estudios, alcanzando en la década de 1870 un renombre que lo llevaría a emparejarse con quien más tarde sería Premio Nobel, don Santiago Ramón y Cajal.

   Aparte de las comisiones gubernamentales y reales en las que participó, la Real Academia de Medicina lo nombró Académico de número en 1878, formalizando su ingreso dos años más tarde, versando su discurso de ingreso sobre la “Influencia de las Plantas en la Salud Pública”.

 Tres nombres para la historia de Guadalajara, en tres libros únicos.
Tres biografías. Tres historias. Tres formas distintas de ver Guadalajara.

   También ocupó silla en la Real Academia de Ciencias, en la que ingresó en el mes de junio de 1881, y en la de Farmacia, de la que fue nombrado Vicepresidente y más tarde elegido Presidente de la misma. Cuando desempeñaba la Cátedra de Química Inorgánica en la Facultad; la provincia de Guadalajara lo había designado Diputado a Cortes por el partido de Pastrana, y la ideología de don Práxedes Mateo Sagasta; y la Real Academia de Medicina, en uso de sus facultades, lo nombró Senador por esta Real Institución. A más de ser Consejero de Instrucción Pública y… decenas de cargos más que compaginó con el estudio y la edición de algunas grandes obras que han llegado a nuestro tiempo y son, todavía, objeto de estudio y culto. Entre ellas el “Tratado de Química Orgánica General y aplicada a la Farmacia, industria y agricultura”, de 1879, o “Botánica descriptiva y determinación de las plantas indígenas y cultivadas en España de uso medicinal, alimenticio e industrial”, que vio la luz en 1891. Además, dicho queda, de comercializar la famosa “agua de Carabaña”, a partir de 1883.

   A pesar de su vinculación política, y del renombre por el que fue conocido dentro y fuera de España, pasó por la provincia de Guadalajara prácticamente de puntillas, pues no comenzó a reconocerse su nombre, como suele suceder en muchos casos, hasta después de su muerte.

   Días después de su entierro, uno de tantas periódicos que entonces se publicaban en la capital, nos decía: logró para algunos pueblos de nuestra provincia algunas cantidades de propios, e hizo incluir en el plan general de carreteras las que sus paisanos y amigos le pidieron. Dotó de bibliotecas populares a varios pueblos, y siempre tuvo la puerta abierta a sus paisanos…

   Su muerte, de forma inesperada en aquel Madrid en el que dejó su ciencia, el 2 de julio de 1909, causó una gran impresión en las reales academias, así como en la Universidad. Su entierro, al día siguiente, fue motivo de una gran manifestación de duelo de la que tomaron parte de la inmensa mayoría de alumnos de las facultades de Farmacia y Medicina. Desde cualquier foro se coincidía en advertir que había muerto “una gloria de las ciencias españolas”.

   En el  mes de febrero de 1910 rindieron tributo a su memoria las reales academias en Madrid. Guadalajara, y su localidad natal, Mondéjar, todavía tardarían unos cuantos años más en incluir al sabio entre sus hijos predilectos. Hasta el mes de septiembre de 1926 cuando, con motivo de las fiestas de la localidad, el día 15 fue descubierta una placa dando su nombre a una de las calles de la villa.

   Don Gabriel de la Puerta y Ródenas nació en Mondéjar (Guadalajara), el 16 de marzo de 1839, falleciendo en Madrid el 2 de julio de 1909, a los sesenta y nueve años de edad.
 
Tomás Gismera Velasco.

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