BALTASAR DE
ELGUETA Y EL CRISTO DEL PERDÓN DE ATIENZA (I)
Don Baltasar estuvo a cargo de las obras del Palacio de
Oriente, de Madrid
Tomás Gismera Velasco
Muchos son los ojos que se han
fijado en el ya más que famoso Santo Cristo del Perdón, de Luis Salvador
Carmona, que presidió la capilla del Hospital de Santa Ana, de Atienza; ocupa
un espacio importante en la iglesia Museo de la Santísima Trinidad y en estos
días se le puede admirar en Cuéllar (Segovia), dentro de la exposición sobre las Edades del Hombre. Pero muy pocas
son las personas que, lejos de la villa de Atienza, conocen su origen; conocen
que hasta Atienza lo llevó don Baltasar de Elgueta como albacea testamentario
de quien fuese cerera de la reina Isabel de Farnesio, doña Ana Hernando.
Baltasar de Elgueta Vigil nació en
Atienza en los comienzos del año 1689, en una de esas grandes casonas que
ornamentan la hoy calle de Cervantes, anteriormente de la Zapatería, siendo
bautizado en la iglesia de la Santísima Trinidad el 9 de enero.
Contaba
con apenas seis años cuando falleció su padre, del mismo nombre, haciéndose
cargo de él su tío Gaspar, residente en la Corte y militar de profesión. A los
15 años, y de la mano de su tío, ingresó en la Guardia de Corp. Vivió los
largos avatares de la Guerra de Sucesión que llevó al trono a Felipe V de
Borbón. Distinguiéndose en el cuerpo, ya que su ascenso militar fue fulminante.
Tampoco queda la menor duda de que fue un gran entendido en arte, y
tal vez en arquitectura, ya que en muchas de las referencias que sobre él
pueden encontrarse se le cita como arquitecto. Todos sus hermanos varones
llegaron a inscribir su nombre en las páginas de la historia de España. Antonio
hizo carrera en Murcia y su nombre figura, entre otras obras, en las de su
catedral; al lado de los Salzillo o como titular de la primera obra que recoge
el vocabulario murciano.
Nueva Alcarria, Viernes, 12 de mayo de 2017 |
Pedro de Elgueta fue el innovador de las reales salinas de Imón y de la
Olmeda, debiéndose a él la construcción de los nuevos y grandes almacenes que
han llegado, aunque ruinosos, a nuestros días; y José cruzó al Nuevo Continente
para ser uno de los grandes hombres en la fundación y corregimiento de ciudades
como Nueva Concepción, en Chile. Hermanos de un anterior matrimonio de su
padre, enterrado en la iglesia de San Juan del Mercado, de Atienza, dejaron su
huella en Sigüenza, y en la provincia de Soria.
Sin embargo, al contrario
que sus hermanos, tuvo don Baltasar una mayor relación con su villa natal, población
que visitaba con frecuencia, al menos hasta la década de 1730. E incluso en
1725 fue prioste de la Cofradía de Hidalgos de Santiago, en la villa, sirviendo
en años sucesivos el resto de cargos: hermano consiliario y alcalde de la
Hermandad; paso previo a solicitar su ingreso como Caballero de la Orden de
Santiago; en 1732 fue nombrado
Comendador de Bétera, encomienda que dejaría en 1735 para tomar la de Museros,
desempeñándola hasta su muerte.
Ya estaba por esos años en
obras el nuevo Palacio Real de Madrid, después de que un incendio redujese a escombros
el viejo alcázar en la noche del 24 de diciembre de 1734. Las obras del nuevo
palacio se habían encargado al arquitecto Filippo Juvara, quien falleció en
1736, tras haber elaborado apenas el proyecto del gran edificio que hoy
conocemos, reanudándolo su discípulo Giovanni Battista Sachetti. En 1737 estaba
elaborado el proyecto; el 6 de abril de 1738 se colocó la primera piedra; en
1742 estaban concluidos los sótanos y la edificación alcanzaba al patio de la
armería y en 1752 comenzaba a techarse.
Baltasar de Elgueta fue intendente de obras del Palacio Real de Madrid |
Se
dice que en aquella primera piedra están grabados los nombres de las personas
que hasta ese momento habían participado en los proyectos, y entre aquellos
nombres figura el del atencino Baltasar de Elgueta.
Dentro de aquel infinito
mundo de obreros, maestros de obras, e incluso arquitectos de todo tipo que
habían de ocuparse de las distintas estancias, decoración, patios o jardines,
ocupó don Baltasar de Elgueta un papel principal. El 21 de junio de 1742 fue
nombrado Intendente General de Obras, cargo que desempeñaba con anterioridad de
forma interina, actuando en la mayoría de los casos como intermediario entre el
rey y los arquitectos, o entre el ministro Carvajal y aquellos; siendo su
toma de decisiones concluyente a la hora de ejecutar nuevos añadidos o
valorar las obras realizadas o, como algunos autores nos dicen, siendo: el enlace directo entre los artistas y el
despacho del Monarca, así como el encargado de la admisión y despido del
personal.
Encontramos a don Baltasar
en los primeros meses de 1743, dirigiéndose a todos los corregidores del reino
a fin de que le presentasen a los mejores escultores, cumpliendo la orden del
rey. En la carta que todos aquellos recibieron se les decía que: “se ynforme…si en la
Corte o en alguna ciudad del Reyno se conocen por experiencia práctica algunos
oficiales de escoltura capazes de encargarse de alguna parte de esta obra…”
Casa natal de Baltasar de Elgueta, en Atienza |
Es de esta manera como don
Baltasar de Elgueta entabla relación con los más prestigiosos escultores de la
época, atrayéndolos a Madrid; otros, como Francisco Salzillo, recomendado por
su hermano Antonio, rechazarán la llamada, si bien serán los menos. Del mismo
modo que salvo tres provincias, Guadalajara, Palencia y Zamora, que no
recomenzaron a nadie, el resto comenzaron a responder a los diez días, con
largueza de nombres y proyectos.
No nos detendremos en la
inmensa mayoría, sí en Luis Salvador Carmona, a quien recibió don Baltasar,
después de conocer su obra, como uno de sus protegidos, llevando a cabo la
ejecución de alguna de las esculturas de reyes que se situaron sobre la
balaustrada cimera de palacio, antes de que el rey Carlos III ordenase su
retirada, por temor a su derrumbe; o por un mal sueño de la reina, según
quienes.
La
orden del rey fue comunicada a Elgueta por el marqués de Esquilache el 8 de
septiembre de 1760 en estos términos: El Rey manda que se quiten del nuevo
Real Palacio todas las estatuas que están en la circunferencia de sus cuatro
fachadas, tanto sobre la cornisa superior de su fábrica como las del medio de
ella y que se depositen y guarden por ahora en las piezas inferiores del mismo
palacio que parecieran a VS más a propósito para el intento en el interin que
SM delibera situarlas en otro paraje más decente.
AñadirSanta Ana aleccionando a la Virgen, del taller de Salvador Carmona, en el Hospital de Atienza leyenda |
Obra de don Baltasar fue,
igualmente, el proyecto de los caminos del agua del Amaniel, que abastecían a
Palacio; la decoración de la capilla; el encargo de la escalera de honor, e
incluso la elección de los mármoles, enviando en 1758 al escultor Fernando
Ortiz a recorrer las canteras andaluzas en busca de las mejores piezas, con la
desesperación real ante la tardanza en ejecutarse alguna de las obras, por la
indecisión de don Baltasar sobre cuales elegir.
Don Baltasar no conocería la
finalización de las obras de Palacio, consta que vivió en él, ocupando algunas
dependencias en los sótanos a pesar de tener su residencia particular en las
cercanías, en la calle de Segovia, junto a su mujer, Teresa de Coscojuela y
Chavarria y, al menos, una hija de igual nombre que la madre; no obstante, con
anterioridad a su fallecimiento ya se había fundado la Escuela de Escultores,
de cuya institución tomó parte, siendo uno de los principales impulsores, como
también, junto al ministro Carvajal, sería uno de los primeros promotores para
la fundación de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, fundación
llevada a cabo en 1752 en la Casa de la Panadería de la Plaza Mayor de Madrid,
donde se ubicó hasta su posterior establecimiento en la calle de Alcalá, en el
palacio de Juan de Goyeneche; siendo don Baltasar su primer Viceprotector y
actuando a modo de Rector o Presidente en ausencia del ministro Carvajal, a
quien se concedió el cargo y delegando este en nuestro paisano “para que la
gobierne con las mismas facultades en mi ausencia”.
En la Academia de Bellas
Artes, y en las obras de escultura de Palacio, como anteriormente decíamos, introdujo
don Baltasar de Elgueta a personajes como Salvador Carmona o Ventura
Rodríguez.
Del
mismo modo que don Baltasar se introdujo en las obras del Hospital de Santa Ana
de Atienza como albacea testamentario de doña Ana Hernando, cerera de la reina Isabel
de Farnesio.
En: Nueva Alcarria. Guadalajara, 12 de mayo de 2017
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