martes, mayo 16, 2017

BALTASAR DE ELGUETA Y EL CRISTO DEL PERDÓN DE ATIENZA (I)



BALTASAR DE ELGUETA Y EL CRISTO DEL PERDÓN DE ATIENZA (I)
Don Baltasar estuvo a cargo de las obras del Palacio de Oriente, de Madrid

Tomás Gismera Velasco


  Muchos son los ojos que se han fijado en el ya más que famoso Santo Cristo del Perdón, de Luis Salvador Carmona, que presidió la capilla del Hospital de Santa Ana, de Atienza; ocupa un espacio importante en la iglesia Museo de la Santísima Trinidad y en estos días se le puede admirar en Cuéllar (Segovia), dentro de la exposición sobre las Edades del Hombre. Pero muy pocas son las personas que, lejos de la villa de Atienza, conocen su origen; conocen que hasta Atienza lo llevó don Baltasar de Elgueta como albacea testamentario de quien fuese cerera de la reina Isabel de Farnesio, doña Ana Hernando.

  Baltasar de Elgueta Vigil nació en Atienza en los comienzos del año 1689, en una de esas grandes casonas que ornamentan la hoy calle de Cervantes, anteriormente de la Zapatería, siendo bautizado en la iglesia de la Santísima Trinidad el 9 de enero. 

   Contaba con apenas seis años cuando falleció su padre, del mismo nombre, haciéndose cargo de él su tío Gaspar, residente en la Corte y militar de profesión. A los 15 años, y de la mano de su tío, ingresó en la Guardia de Corp. Vivió los largos avatares de la Guerra de Sucesión que llevó al trono a Felipe V de Borbón. Distinguiéndose en el cuerpo, ya que su ascenso militar fue fulminante. Tampoco queda  la menor duda de  que fue un gran entendido en arte, y tal vez en arquitectura, ya que en muchas de las referencias que sobre él pueden encontrarse se le cita como arquitecto. Todos sus hermanos varones llegaron a inscribir su nombre en las páginas de la historia de España. Antonio hizo carrera en Murcia y su nombre figura, entre otras obras, en las de su catedral; al lado de los Salzillo o como titular de la primera obra que recoge el vocabulario murciano.

Nueva Alcarria, Viernes, 12 de mayo de 2017

   Pedro de Elgueta fue el innovador de las reales salinas de Imón y de la Olmeda, debiéndose a él la construcción de los nuevos y grandes almacenes que han llegado, aunque ruinosos, a nuestros días; y José cruzó al Nuevo Continente para ser uno de los grandes hombres en la fundación y corregimiento de ciudades como Nueva Concepción, en Chile. Hermanos de un anterior matrimonio de su padre, enterrado en la iglesia de San Juan del Mercado, de Atienza, dejaron su huella en Sigüenza, y en la provincia de Soria.
   Sin embargo, al contrario que sus hermanos, tuvo don Baltasar una mayor relación con su villa natal, población que visitaba con frecuencia, al menos hasta la década de 1730.  E incluso en 1725 fue prioste de la Cofradía de Hidalgos de Santiago, en la villa, sirviendo en años sucesivos el resto de cargos: hermano consiliario y alcalde de la Hermandad; paso previo a solicitar su ingreso como Caballero de la Orden de Santiago;  en 1732 fue nombrado Comendador de Bétera, encomienda que dejaría en 1735 para tomar la de Museros, desempeñándola hasta su muerte.

   Ya estaba por esos años en obras el nuevo Palacio Real de Madrid, después de que un incendio redujese a escombros el viejo alcázar en la noche del 24 de diciembre de 1734. Las obras del nuevo palacio se habían encargado al arquitecto Filippo Juvara, quien falleció en 1736, tras haber elaborado apenas el proyecto del gran edificio que hoy conocemos, reanudándolo su discípulo Giovanni Battista Sachetti. En 1737 estaba elaborado el proyecto; el 6 de abril de 1738 se colocó la primera piedra; en 1742 estaban concluidos los sótanos y la edificación alcanzaba al patio de la armería y en 1752 comenzaba a techarse. 

Baltasar de Elgueta fue intendente de obras del Palacio Real de Madrid

   Se dice que en aquella primera piedra están grabados los nombres de las personas que hasta ese momento habían participado en los proyectos, y entre aquellos nombres figura el del atencino Baltasar de Elgueta.

   Dentro de aquel infinito mundo de obreros, maestros de obras, e incluso arquitectos de todo tipo que habían de ocuparse de las distintas estancias, decoración, patios o jardines, ocupó don Baltasar de Elgueta un papel principal. El 21 de junio de 1742 fue nombrado Intendente General de Obras, cargo que desempeñaba con anterioridad de forma interina, actuando en la mayoría de los casos como intermediario entre el rey y los arquitectos, o entre el ministro Carvajal y aquellos;  siendo su toma de decisiones  concluyente a la hora de ejecutar nuevos añadidos o valorar las obras realizadas o, como algunos autores nos dicen, siendo: el enlace directo entre los artistas y el despacho del Monarca, así como el encargado de la admisión y despido del personal.

   Encontramos a don Baltasar en los primeros meses de 1743, dirigiéndose a todos los corregidores del reino a fin de que le presentasen a los mejores escultores, cumpliendo la orden del rey. En la carta que todos aquellos recibieron se les decía que: “se ynforme…si en la Corte o en alguna ciudad del Reyno se conocen por experiencia práctica algunos oficiales de escoltura capazes de encargarse de alguna parte de esta obra…”

Casa natal de Baltasar de Elgueta, en Atienza

   Es de esta manera como don Baltasar de Elgueta entabla relación con los más prestigiosos escultores de la época, atrayéndolos a Madrid; otros, como Francisco Salzillo, recomendado por su hermano Antonio, rechazarán la llamada, si bien serán los menos. Del mismo modo que salvo tres provincias, Guadalajara, Palencia y Zamora, que no recomenzaron a nadie, el resto comenzaron a responder a los diez días, con largueza de nombres y proyectos.

   No nos detendremos en la inmensa mayoría, sí en Luis Salvador Carmona, a quien recibió don Baltasar, después de conocer su obra, como uno de sus protegidos, llevando a cabo la ejecución de alguna de las esculturas de reyes que se situaron sobre la balaustrada cimera de palacio, antes de que el rey Carlos III ordenase su retirada, por temor a su derrumbe; o por un mal sueño de la reina, según quienes. 

   La orden del rey fue comunicada a Elgueta por el marqués de Esquilache el 8 de septiembre de 1760 en estos términos: El Rey manda que se quiten del nuevo Real Palacio todas las estatuas que están en la circunferencia de sus cuatro fachadas, tanto sobre la cornisa superior de su fábrica como las del medio de ella y que se depositen y guarden por ahora en las piezas inferiores del mismo palacio que parecieran a VS más a propósito para el intento en el interin que SM  delibera situarlas en otro paraje más decente.

AñadirSanta Ana aleccionando a la Virgen, del taller de Salvador Carmona, en el Hospital de Atienza leyenda


   Obra de don Baltasar fue, igualmente, el proyecto de los caminos del agua del Amaniel, que abastecían a Palacio; la decoración de la capilla; el encargo de la escalera de honor, e incluso la elección de los mármoles, enviando en 1758 al escultor Fernando Ortiz a recorrer las canteras andaluzas en busca de las mejores piezas, con la desesperación real ante la tardanza en ejecutarse alguna de las obras, por la indecisión de don Baltasar sobre cuales elegir.

   Don Baltasar no conocería la finalización de las obras de Palacio, consta que vivió en él, ocupando algunas dependencias en los sótanos a pesar de tener su residencia particular en las cercanías, en la calle de Segovia, junto a su mujer, Teresa de Coscojuela y Chavarria y, al menos, una hija de igual nombre que la madre; no obstante, con anterioridad a su fallecimiento ya se había fundado la Escuela de Escultores, de cuya institución tomó parte, siendo uno de los principales impulsores, como también, junto al ministro Carvajal, sería uno de los primeros promotores para la fundación de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, fundación llevada a cabo en 1752 en la Casa de la Panadería de la Plaza Mayor de Madrid, donde se ubicó hasta su posterior establecimiento en la calle de Alcalá, en el palacio de Juan de Goyeneche; siendo don Baltasar su primer Viceprotector y actuando a modo de Rector o Presidente en ausencia del ministro Carvajal, a quien se concedió el cargo y delegando este en nuestro paisano “para que la gobierne con las mismas facultades en mi ausencia”.

   En la Academia de Bellas Artes, y en las obras de escultura de Palacio, como anteriormente decíamos, introdujo don Baltasar de Elgueta a personajes como Salvador Carmona o Ventura Rodríguez.  

   Del mismo modo que don Baltasar se introdujo en las obras del Hospital de Santa Ana de Atienza como albacea testamentario de doña Ana Hernando, cerera de la reina Isabel de Farnesio.

En: Nueva Alcarria. Guadalajara, 12 de mayo de 2017

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