MISIONES PEDAGÓGICAS EN LA SERRANÍA DE GUADALAJARA
Memoria de un intento por revitalizar la cultura en
la comarca
Tomás
Gismera Velasco
Las Misiones Pedagógicas se crearon mediante
Decreto de 29 de mayo de 1931. Su fin era el de acercar la cultura a los
pueblos. El Decreto recogía aquello del abandono de la cultura por muchas de
las autoridades que debían fomentarla.
Tras el Decreto de creación, las Misiones
Pedagógicas pasaban a depender de la Dirección General de Primera Enseñanza. Su
misión era, entre otras cosas, la de llevar
a las gentes, con preferencia a las que habitan en las zonas rurales, el
aliento del progreso y los medios de participar en él…
Gracias a ellas, en muchas poblaciones
se pudo ver, por primera vez, una emisión de cine: El equipo misionero lleva, como
elementos materiales de trabajo, un proyector cinematográfico para
fluido eléctrico o de acumuladores, según los casos, con una selecta colección
de películas educadoras y de recreo … De acumuladores porque en muchas
poblaciones no había fluido eléctrico, ni carretera, por lo que tenían que
acceder a ellas a lomos de mula.
Supuso, para la mayoría de las
poblaciones en las que hicieron alto todo un acontecimiento. En muchos lugares
era la vez primera que alguien no llegaba a pedir o a llevarse, sino a traer y
compartir. En las misiones participaron maestros y estudiantes de los
principales Institutos capitalinos, que dejarían una huella imborrable.
En ese plan de extender la cultura, la
Misión desembarcó en la Sierra de Guadalajara por Valdepeñas de la Sierra,
entre el 28 y el 25 de febrero de 1932: La forman doña Matilde Moliner, profesora del
Instituto local de Talavera; don Alejandro Rodríguez, inspector de Primera
Enseñanza de Madrid; don Modesto Bargalló, profesor de la Escuela Normal de
Guadalajara; don Antonio Sánchez Barbudo, estudiante, y los señores Herranz y
Arenas, maestros nacionales de Brihuega y Valdepeñas. Recorre los pueblos de
Valdepeñas, Alpedrete, Puebla de Beleña, La Mierla y Tamajón.
El extenso informe sobre la presencia
de los misioneros en la población (Valdepeñas de la Sierra), nos lleva a
conocer la entrañable admiración que llegaron a despertar entre el vecindario,
para concluir: El fruto de esta
convivencia, en los cuatro días de permanencia en Valdepeñas, fue el de llegar
a una verdadera amistad colectiva…
De las exposiciones, charlas y proyecciones
participó la población al completo, así como maestros llegados desde las
localidades vecinas; mientras otro grupo de misioneros se desplazaba al pueblo
próximo de Alpedrete de la Sierra: Un
pueblecito pequeño, pobre, predominantemente pastor. Allí hay una escuela
mixta, sórdida y húmeda dirigida por una maestra. Desconocían absolutamente el
cine y el gramófono; tanto que ni siquiera tenían la curiosidad de
conocerlos. Fue para ellos una
revelación. A la primera sesión muy escasa concurrencia, casi exclusivamente
los niños menores, los mayores guardaban los rebaños. A la segunda, ya de
noche, el local era incapaz para la gente que lo desbordaba por puertas y
ventanas…
No menor fue la expectación que se
despertó en Puebla de Beleña: No tenían
ni la más remota idea de las misiones; la acogieron con recelo cazurro,
cohibido y malicioso al mismo tiempo; sospecharon quizá de una propaganda política
y se disponían a valorar su voto…
Todo allí fue negativo, se desconocen los
motivos, si bien los misioneros no se dieron por vencidos: Se hizo lo más que se podía hacer: dejarles, acaso por una sola vez, la
sensación de una empresa de cultura y justicia social notablemente
desinteresada. Habrá que volver.
También pasaron por La Mierla: pueblecito más pequeño y apartado, pero más
acogedor también, sin esclavitud de prejuicios políticos. Se les hizo entrega
de una pequeña biblioteca infantil que acogieron con claras muestras de
gratitud…
E igualmente llegaron a Tamajón, el
pueblo más opulento de los visitados en aquella primera salida provincial: Un pueblo rico, de comerciantes y tratantes
de ganado… La actitud del pueblo fríamente amable; cortesía. Poca concurrencia
a las sesiones, que por malas condiciones de los locales escolares, se
celebraron en la sala del café. Se trataba de un espectáculo gratuito y sin
duda por esto se atrajo el desdén adinerado de los grandes tratantes y señoras.
Pero no faltó en cambio la gente humilde…
En una segunda misión provincial, un año
después, entre el 24 de mayo y el 1 de junio de 1933, volvieron a recorrer
algunos pueblos serranos: Condemios de Abajo, Galve de Sorbe, Cantalojas,
Valverde de los Arroyos, Campillo de Ranas y Colmenar de la Sierra.
La misión la dirige y organiza don Eusebio Criado, profesor de la Escuela Normal
de Magisterio primario de Guadalajara, con la colaboración de don Ricardo
Martínez Franco, ingeniero industrial y los alumnos normalistas del grado
profesional, Palmira Martín Née, Fernando Martín Née, Luz de la Rica, Eusebio
Sánchez Zayas. Lorenzo Vázquez, Emilio Fraile, Aurelio Olivier, Bernardino
Moya, Visitación Herranz, Las Heras, Sánchez Miguel, Archilla y Torres, que
hacen en esta salida su aprendizaje de misiones.
En algunas poblaciones dejaron bibliotecas y
gramófonos a cargo de los maestros que posteriormente remitían sus resultados: Las audiciones en Condemios de Abajo, dos
veces en la sala del Ayuntamiento, y las demás en la escuela. En cuanto al número de oyentes procuro reunir
un día a las mujeres y jóvenes femeninas, y creo no quedará media docena sin
ir, y aun vienen del pueblo próximo algunas. Otro día los hombres, también casi
todos. Los viejos he notado se marchan pronto. En invierno el frío resta
personal.
También hubo un Museo Ambulante que recorrió
algunas poblaciones principales. A Atienza llegó en 1932, con la exposición de
copias del Museo del Prado, expuestas en la sala municipal del 4 al 8 de
noviembre.
La muestra de pinturas llegó tras Atienza a
Cifuentes. Allí fue inaugurada por el diputado a Cortes, natural de la
localidad, D. José Serrano Batanero. Los cifontinos, al igual que sucedió en
Atienza, quedaron admirados con las pinturas, a pesar de que eran copias; de
Velázquez, Goya, el Greco, Murillo, Ribera…
En febrero de 1935 las Misiones viajaban
hasta la población alcarreña de Romancos, nuevamente de la mano de don Eusebio
Criado Manzano y alguno de los maestros y alumnos que anduvieron por la
serranía. Permanecieron en Romancos por espacio de dos días. Anteriormente
habían recorrido Archilla, Tomellosa, Balconete y Valfermoso. Y había pasado,
con su Biblioteca circulante, por Fontanar, y llevado el teatro a Tórtola de
Henares, del mismo modo que llegaron con la biblioteca a Riosalido en el mes de
julio de ese mismo año. Eusebio Criado fotografió a los danzantes de Valverde y
recopiló antiguas fotografías que dejaron la vivencia del pasado.
Se establecieron servicios de música en
Campillo de Ranas, Condemios de Abajo y Valdepeñas de la Sierra. Hubo
proyecciones cinematográficas en Campillo de Ranas el 29 de mayo de 1933; en
Cantalojas el 25 y 26 de mayo de ese mismo año; en Colmenar de la Sierra el día
30; en Condemios de Abajo el día 23; en Galve de Sorbe el 24; en La Mierla el
22 de febrero de 1932; lo mismo que en Puebla de Beleña; en Tamajón el 23 de
febrero…
Y se organizaron bibliotecas en Albendiego,
Cantalojas, La Mierla, Sigüenza, Tamajón, Valdepeñas de la Sierra y Valverde de
los Arroyos, entre otros pueblos de la provincia.
También, los misioneros, recogieron
experiencias culturales de los pueblos por los que pasaron, en forma de
memorias fotográficas que dejaron vivencias de tiempos pasados.
Muchos años después, en 1985, se volvió a
tener en Valdepeñas de la Sierra el recuerdo de lo acontecido en el lejano año
de 1932. Ese año, el 27 de abril y organizado por la Escuela del Profesorado de
EGB de Guadalajara, los vecinos que lo vivieron debían recordar aquella
aventura, como tal quedaba calificada en los anales de un tiempo que pasó, y
dejó su huella en unos pueblos que, al día de hoy, en muchos casos, sus calles
son memoria de mejores tiempos. La España vacía, de hoy; y la que quiso
llenarse de cultura y libros, del ayer.
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