ALMIRUETE:
JUAN DE DIOS
BLAS Y LA ERMITA DE LA SOLEDAD
Tomás Gismera Velasco
Todavía puede leerse en una placa, ya algo
gastada por el tiempo, sobre la arruinada ermita de la Soledad, de Almiruete,
la dedicatoria que sobre ella colocó quien llevó a cabo su última obra:
“Realizada a la memoria de Claudia Manada Vera por su esposo don Juan de Dios
Blas y Martín, naturales de Almiruete, vecinos de Madrid”.
Claudia Manada Vera, cuando se descubrió la
placa e inauguraron las obras de restauración de la ermita, ya no se encontraba
en este mundo, puesto que descansaba a la eternidad de los siglos en un
cementerio de Madrid; sin embargo, a la inauguración de todo aquello sí que
asistió el pueblo entero de Almiruete, y muchos vecinos de los pueblos
aledaños, incluidas las autoridades de Tamajón, con los curas de las parroquias
de la comarca y, por supuesto, con la presencia de quien financió las obras,
don Juan de Dios Blas y Martín, como entonces de decía: “del comercio”; y su único
hijo, Macario Blas y Manada, licenciado en Derecho y farmacéutico en ejercicio.
Ocurrió el 22 de agosto de 1899.
Pero, vayamos por partes, y comencemos por
el principio; diciendo que Juan de Dios Blas y Martín, hijo del pueblo de
Almiruete lo fue también de quien, en el momento de su nacimiento, era
secretario del Ayuntamiento de la población. Cargo, el de secretario municipal
que pasado el tiempo heredó nuestro protagonista.
No está muy clara la fecha de su nacimiento,
pues mientras por algunas partes se habla de 1835, por otras se le añaden diez
años más a su vida, situándolo en 1825. De cualquier manera comenzó a destacar
en su lugar de nacimiento mediada la década de 1860, cuando accedió al cargo de
secretario municipal, al tiempo que comenzó a hacer sus pinitos literarios a
raíz de un suceso que le marcaría, un robo ocurrido en la iglesia de Almiruete
en el mes de octubre de 1868, y su inesperada resolución. Al respecto, cuentan
algunas de sus escasas notas biográficas:
D. Juan de Dios Blas era Secretario del Ayuntamiento y del Juzgado
municipal de Almiruete, pueblo donde vio la luz primera.
Un día, allá por el año 1868, apareció robada la iglesia y todos se
dedicaron a buscar al ladrón; pero sólo D. Juan de Dios de Blas con certero instinto
y verdadera habilidad pudo dar con él y echarle el guante. Más cuando ya le
tenía seguro, el criminal rompió a correr y temeroso del castigo se suicidó en
el campo dándose de navajazos a la vista de muchas personas.
La prensa contó el robo y suicidio a la
manera de los tiempos que corrían:
Recayeron algunas sospechas en un mozo del pueblo porque se le había
visto mucho tiempo al pie de la iglesia,
y no se sabía dónde estaba a la hora en que el robo debió verificarse. Llamado
a declarar se le descubrió fraude en lo que decía y al fin, confuso y
avergonzado, movido por las exhortaciones del señor cura, alcalde y testigos
confesó que él era el autor del crimen prometiendo entregar los objetos
robados. Le acompañó un hombre del pueblo a un huerto donde los tenía
enterrados y apenas las descubrió emprendió la fuga. El que la acompañaba gritó
“que se va el ladrón de la iglesia”, a cuyas palabras se alborotó el pueblo, y
algunos que estaban trabajando en el campo salieron en su persecución. El
desdichado criminal viendo que iba a ser cogido, sacó la navaja y se dio de
puñaladas, falleciendo al poco rato”.
Juan de Dios, en su obra, lo cuenta,
también, a su manera, puesto que lo escribió en verso: A consecuencia del robo y suicidio del ladrón sacrílego –dice D. Juan
de Dios Blas- las personas del pueblo en cuanto me veían me preguntaban cómo
había sido que yo tuviera tal acierto para señalar al culpable, hacerle
confesar su delito y demás hechos de la huida y suicidio del mismo. Y como esto
se repetía a cada instante, formando corro a mi alrededor parra oír el relato
del robo y suicidio, una noche cogí una pluma y empecé a hacer una relación en
verso del drama, que impreso se repartió por los pueblos de alrededor, en los cuales
había circulado la noticia del robo y suicidio del ladrón. Viendo que me había
sido fácil escribir el romance en verso, empecé a escribir pensamientos, unos
pareados y otros en cuartetas, en número de un centenar…
Y de aquella manera tan sencilla se hizo
popular en la comarca. Escribiendo romances, pensamientos y versos. Alcanzando
a tanto su fama que, por ensanchar fronteras, tomó el camino de Madrid dejando
atrás los cargos de responsabilidad en el municipio para ponerse a trabajar de
dependiente en un comercio de ropa. Un bazar, el de San Antonio, en la calle de
la Corredera Baja, que no tardaría en regentar, haciéndose con el traspaso del
local y ampliando el negocio a toda clase de vestimentas, telas y objetos para
la casa.
Al tiempo que regentaba su comercio se
dedicó a publicar numerosos poemas y
pensamientos en la prensa, del mismo modo que los regalaba a sus clientes.
Siendo de alguna manera tomado a chanza por los ilustres periodistas y
escritores de su tiempo:
De manera que D. Juan de Dios Blas puede decir, como dijo Zorrilla y con
mayor razón, que brotó al borde de la tumba de un malvado. Inescrutables
misterios de la providencia, que saca un poeta de un crimen y otras veces
permite que suceda lo contrario. Así como la nariz de Cleopatra varió la faz
del mundo, el robo de la iglesia parroquial de Almiruete nos ha dado una serie
de pensamientos en verso.
Sus romances y poemas son, ciertamente,
sencillos:
Es la conciencia campana
De grande voz y sonido
Que a todo el que ha delinquido
Le avisa tarde y mañana
Para que esté prevenido.
++++
El que a sí no se conoce
Comete faltas y errores
Faltando a sus superiores
En su trato, oficio o roce
Sin mirar si son mayores.
++++
Si es que tu secreto quieres
Que lo ignore tu vecino
No hay seguro más camino
Que ni al amigo le enteres
Aunque sea tu padrino
La buena
marcha del Bazar de San Antonio de la calle de la Corredera le permitió
abrir un segundo y más amplio local, el Bazar de La Latina, en la calle del
Humilladero que, si hacemos caso a las crónicas de su tiempo, le hizo rico,
dedicando parte de su fortuna a la
edición de sus obras en verso, así como de algún que otro libro de
cuentos:
Llegó a escribir y publicar más de 1.500
poemas distribuidos entre su clientela y dados a conocer a través de la prensa
que, a finales del siglo XIX reconocía su labor:
Juan de Dios Blas, he aquí un hombre que debiera ser admirado por los
españoles y sin embargo son pocos los que reconocen su valer y menos aún los
que proclaman su mérito.
No figura en la lista de las eminencias entre los Gamazo, Canalejas,
Moret, Navarro Reverte, Cos-Gryon etc., porque es de humilde condición y hoy
día puede asegurarse que el ser presuntuoso sirve de recomendación. Quizá no
haya podido acudir a las aulas universitarias y en estos tiempos se juzga por
regla general a los hombres por las apariencias y recomendaciones, a pesar de
que en todos los ramos y cuestiones administrativas acarrea tan funestos
resultados el dejarse guiar por hombres de falsa reputación.
Juan de Dios Blas es un hombre que habla con mucha modestia, estilo
sencillo y claro, pero enseña y ha enseñado ya cosas de una importancia
imponderable.
Su manera de tratar las cuestiones financieras ha de influir grandemente
en los destinos de España desacreditando a los libre-cambistas que tanto bien
nos han prometido y tanto daño nos han causado con charlatanes como
Castelar y Moret que lo mismo que en política nos han conducido a un abismo en
asuntos económicos.
Por aquellas fechas, cuando esto se escribía
-1897-, falleció su mujer, ideando, como forma de que el pueblo la recordase y
su memoria se mantuviese a través del tiempo, reconstruir la ermita de su
pueblo. Reconstruir la ermita y restaurar las imágenes que se encontraban
abandonadas en ella. Las obras concluyeron y se inauguró la ermita, como
anteriormente señalábamos, el 22 de agosto de 1899. El propio Juan de Dios Blas
se encargó de redactar el acta de inauguración, que es una especie de resumen
de su vida y obra:
En el pueblo de Almiruete, a 22 de agosto de 1899, siendo las ocho de la
mañana y reunidos bajo la presidencia del Sr. D. José García Bayllo, cura
ecónomo de esta parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, los Sres. D. Luis
Díaz, párroco de la villa de Mochales y antes de Palancares, y cura ecónomo de
Almiruete; D. Desiderio Morena, cura párroco de Palancares; D. Pedro Hermías
Cañamares, cura ecónomo de Jócar y Monasterio; D. Luis Moreno y D. Mariano Moreno, alcalde y
juez municipal respectivamente de este pueblo; D. Darío Beltrán de Heredia,
farmacéutico de Tamajón; D. Casimiro Gómez Mínguez, natural de Tamajón y del
comercio de Madrid; D. Macario Blas y
Manada, abogado y farmacéutico de Madrid y su señor padre D. Juan de Dios Blas
y Martín, comerciante y propietario ambos naturales de Almiruete y vecinos de
Madrid, y por el último, o sea por D. Juan de Dios Blas y Martín, se manifestó
que habiendo solicitado del eminentísimo señor Cardenal Arzobispo de Toledo
autorización para reconstruir a la memoria de su esposa Doña Claudia Manada y
Vera (q.e.p.d.), la ermita titulada de la Soledad, que se hallaba completamente
caída o derruida, y habiendo obtenido la autorización pedida para el indicado
objeto en junio de 1898 tenía la satisfacción de entregarla concluida,
habiéndose construido las paredes de cal y canto, el arco del altar de la
Virgen y el de la portada, de piedra de sillería, e igualmente que tres
hornacinas para colocar en ellas las imágenes que más adelante se dirán. Las
maderas de la techumbre y las que sostienen el cielo raso son de buena calidad,
como asimismo la teja, yeso y baldosín empleados en dicha ermita, y las correspondientes
puertas de dos hojas de la entrada.
También hizo entrega a la vez que de la ermita, de tres pasos
restaurados y pintados, que hace más de cincuenta años que estaban y recibían
culto en esta ermita antes que viniera a ruinas y cuyos pasos se titulan: La
Virgen de la Soledad, Jesús atado a la columna y Jesús con la Cruz a Cuestas.
Igualmente entregó restauradas y pintadas tres imágenes que hace dos siglos no
recibían culto y yacían arrinconadas en la iglesia desde que desaparecieron las
ermitas, en el siglo XVII y en el XVIII, tituladas: una de San Miguel Arcángel,
que recibía culto en el siglo XVI en una ermita en el sitio llamado de Las
Huelgas, frente al Terrerón, en este término municipal; otra de San Sebastián,
que estuvo en ese siglo y en el XVII en la ermita del cerro de su nombre, y
donde todavía se ven las ruinas, y otra, Santa María Magdalena, que estaba y
recibía culto en el siglo XVI en una ermita, en el sitio que aún lleva su
nombre en el Cotorrillo. En esta remota época, la religiosidad de este pueblo
tenía además otras dos ermitas dedicadas una a Santiago Apóstol y otra a un
humilladero; cuyas imágenes no se han hallado y cuyos nombres, si se conocen, es debido a existir
terrenos denominados con la invocación de estos santos (y a escritos también).
Y para las tres imágenes halladas se han construido en la ermita de la
Soledad tres hornacinas de piedra de sillería, los arcos de las mismas, y el
resto de cal y canto guarnecidas de yeso.
Al mismo tiempo de entregar la ermita y las seis imágenes restauradas y
pintadas, entregó también un cáliz, vinajeras, seis candeleros de metal dorados
y dos de cristal, una cruz de metal blanco, un atril de metal dorado, casulla
blanca, alba, amito, corporales, sábana de altar, ángulo, floreros artificiales para todas las
imágenes y todo lo demás necesario para empezar a dar culto en dicha ermita, y
que constará en inventario hecho por separado.
Y después de esta entrega, revestidos los señores sacerdotes, por el
señor cura ecónomo, D. José García Bayllo, se procedió a la bendición, tanto de
las seis imágenes, como de los objetos entregados para el culto; y acto
seguido, y después de convocado el pueblo por un repique general de campanas, y
reunido todo él a los muchos individuos que habían concurrido de los pueblos
circunvecinos, se llevaron las seis imágenes en procesión a la referida ermita
desde la iglesia parroquial, y previa la delegación del eminentísimo señor
cardenal arzobispo de Toledo, el señor cura ecónomo, acompañado de diácono y
subdiácono, bendijo la ermita y en ella se dijo Misa solemne acompañando la
orquesta de Tamajón, cantándose después
un Te Deum en acción de gracias por tan religioso y fausto suceso.
Por la tarde se cantó una Salve y despedida a la Virgen en la ermita, y a continuación fueron entregados
por el Sr. D. Juan de Dios Blas, para que se conserven en el archivo que a este
fin se ha construido en la ermita, las
obras siguientes:
1ª Un folleto escrito por D. Juan de Dios Blas en 1870, combatiendo al
ateo Suñer y Capdevila; otro titulado “El librecambio ante la realidad y los
hechos”, escrito en 1891; otro titulado “El debe y haber de la nación”,
publicado en 1892; y otro titulado “El Canal de Jarama y la Exposición
Universal”, publicado después, y que todos estos folletos forman un tomo
encuadernado.
2ª Cincuenta y dos ejemplares, cincuenta en rústica y dos encuadernados,
de la obra titulada “los cuentos de viejo”, aprobada por el señor obispo de
Madrid-Alcalá, y por el Consejo de Instrucción Pública como libro de texto.
3ª Cuatro ejemplares, dos encuadernados y dos en rústica, del folleto
titulado “Desastres financieros”, en el cual dijo D. Juan de Dios Blas, un mes
antes de declararse la guerra con los Estados Unidos, que perderíamos a Cuba,
la escuadra, nos impondrían indemnización y quedaríamos arruinados, como así ha
sucedido, por desgracia.
4ª Treinta y siete ejemplares de un librito titulado “Las confesiones de
Arnaldo y Veremunda”.
5ª Cien ejemplares de una colección de 188 pensamientos sociales,
morales y religiosos, en donde se combaten en verso al socialismo, al ateísmo y
los principios antirreligiosos.
6ª Tres ejemplares en rustica del folleto titulado “El debe y el haber
de la nación”, y dos ejemplares del opúsculo “El Canal de Jarama y la
Exposición Universal”.
7ª Un tomo en donde, pegados y adheridos a pliegos de papel y
encuadernados después, constan la mayor parte de los artículos que ha escrito
D. Juan de Dios Blas, tratando las cuestiones de hacienda, las sociales y las
religiosas, y cuyos artículos, especialmente estos últimos, se han publicado en
periódicos sujetos a la censura eclesiástica.
Y es la voluntad de D. Juan de Dios Blas que las citadas obras se
conserven en el archivo de la ermita, y cada año se de como regalo o premio un
ejemplar de “Los cuentos de viejo”, de las conferencias de Arnaldo y Veremundo,
o de los Pensamientos, al niño que en la escuela y en el examen anual se halle
más adelantado.
Siendo el deseo del donante que se conserven dichas obras en el archivo
de la ermita, suplica y ruega al sacerdote encargado de la parroquia que en el
caso que desparecieran más ejemplares que premios otorgados a los niños, o
hubiese peligro de pérdida de ellos, los traslade al archivo de la iglesia.
Y por último, se declara que ha quedado depositado en el archivo de la
ermita, además de las obras citadas, un número del periódico El Despertar
Nacional, fundado y publicado por D. Juan de Dios Blas en 1º de enero de 1870.
Y para que conste firmamos la presente por triplicado, que quedará un
ejemplar en el archivo de la ermita, otro en el parroquial y otro que
conservará D. Juan de Dios Blas o su familia.- José García Bayllo. – Luis
Díez.- Desiderio Morena.- Pedro H. Cañamares.- Luis Moreno.- Mariano Moreno.-
Casimiro Gómez.- Juan de Dios Blas.- Macario Blas y Manada.- Darío Beltrán.- Es
copia sacada del original literalmente. Juan de Dios Blas.
Todavía continuó escribiendo sus
“pensamientos”. Un año antes de fallecer dio a la imprenta lo que sería su
último trabajo “Herencia que va a dejar
esta guerra a la Europa y al Mundo entero”, editado con ocasión del final
de la Primera Guerra Mundial, ya que corría el año de 1918; y con anterioridad
a esto había dejado escrito un curioso artículo mediante el que desmadejaba los
impuestos que pagaban los españoles por provincias y regiones con un apartado
sobre lo que se pagaba en Madrid y en Barcelona, al hilo de uno de los muchos
intentos de separatismo que, tras dar cuenta de que los madrileños pagaban a la
hacienda pública prácticamente el doble que los catalanes, concluía diciendo,
al hilo del coste de los productos, que se dispararía tras una eventual independencia,
o anexión a la república francesa, que era lo que entonces pedían los
catalanes: “Estamos seguros de que no
habrá un fabricante que esté en su cabal juicio que pida la separación de
Cataluña de la madre patria”.
Murió en Madrid, el 28 de julio de 1919. La
prensa se hizo eco de su fallecimiento:
Juan de Dios Blas. Otro amigo que
desaparece, después de haber consagrado su larga vida a un trabajo honrado y
constante, merced al que consiguió reunir una fortuna que unida a su nombre
honorable lega a su desconsolado hijo D. Macario.
Don Juan de Dios Blas, que contaba con 84 años era natural de Almiruete
donde hace bastantes años desempeñó el cargo de secretario, logrando en cierta
ocasión descubrir al autor de un robo que se realizó en la iglesia de dicho
pueblo.
Marchó después a Madrid donde estableció el bazar de San Antonio,
establecimiento que alcanzó gran crédito a los pocos años.
A más de un comerciante inteligentísimo, D. Juan de Dios Blas
versificaba con gran facilidad y no pocos trabajos suyos vieron la luz en las
columnas de nuestro periódico.
A pesar de todo lo que dejó escrito su obra
más conocida fue la titulada “Cuentos de Viejo”, publicados en 1887, haciendo
memoria de los que, una noche lejana de 1843, le contó un supuesto viajante
llegado a Almiruete y a quien, una noche de invierno, sus padres le abrieron la
puerta de su casa. Relatos con moraleja, a la moda de la mitad del siglo XIX,
que nada tienen que ver, sin embargo, con la provincia de Guadalajara ni, mucho
menos, con la serranía guadalajareña de la que nunca se olvidó, como lo prueba
aquella reconstrucción de una ermita que, al día de hoy, se encuentra perdida
en el tiempo, y enmarañada en la ruina.
Su obra
principal quedó resumida en apenas una docena de volúmenes:
--Desastres
financieros. La deuda pública: La unificación y extinción. (Madrid, 1898)
-Las
conferencias de Arnaldo y Veremundo y relación de monumentos y establecimientos
más notables de Madrid, y su antigüedad. (Madrid, 1892)
-Impugnación
a las doctrinas del folleto de Suñer y Capdevila. (Madrid, 1870)
-Memoria
acerca de lo que son las casas de préstamos sobre prendas, sus productos,
gastos y riesgos, y de la influencia que ejercen en la vida social. (Madrid, 1884)
-El debe y
haber de la nación comprende la exportación de productos que hacemos al
extranjero. (Madrid, 1892)
-Pensamientos sociales en verso. (Madrid, 1911)
-Los
cuentos del viejo. (Madrid, 1887)
-Mil
pensamientos o máximas morales, sociales, religiosas, económicas, astronómicas
y filosóficas, tratando de la mayoría de las acciones humanas y de los
fenómenos que se observan en la Naturaleza de los seres creados. (Madrid, 1902)
-Maravillas
de la creación. (Madrid, 1907)
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