viernes, septiembre 08, 2023

EL INCENDIO DE CIFUENTES, DE 1810

 

EL INCENDIO DE CIFUENTES, DE 1810

De cuando los franceses de Napoleón incendiaron la Villa

 

   El 2 de mayo de 1808 en las primeras horas de la mañana, y desde mucho antes del amanecer, Madrid se preparaba para vivir un acontecimiento especial. Los rumores de que los últimos miembros que quedaban de la familia real se disponían a abandonar la capital del reino corrieron como reguero de pólvora, y ese rumor fue suficiente para que se fuesen congregando en torno a palacio un buen número de madrileños. Alrededor de las nueve de la mañana la reina viuda de Etruria, reina por su matrimonio con Luis de Parma, María Luisa de Borbón, junto a sus hijos, sale de Palacio y ocupa el primer carruaje que sitúan ante él, y sin que nadie se interponga en su camino, sale del recinto. A la Infanta de España, lo es por hija del rey Carlos IV, los tratos secretos con Joaquín Murat, quien ya se veía coronado rey de España, la habían granjeado la antipatía del pueblo. Pero en el patio de armas quedan aún dos coches más, presumiblemente para el infante don Antonio y su sobrino, únicos miembros de la Casa Real que quedan en el edificio.

   De forma imprevista se asoman a uno de los balcones unos cuantos criados que anuncian a los congregados lo que va a suceder. Según aquellos, los franceses se quieren llevar al pequeño infante en contra de su voluntad. El infante, don Francisco de Borbón, a pesar de sus catorce años, no puede contener la emoción cuando sale finalmente lloroso de palacio dirigiéndose hacia el carruaje dispuesto para él. Es entonces cuando el público se lanza contra la centinela que, incapaz de repeler el empuje de los madrileños, retrocede para buscar amparo en el edificio. Los ciudadanos envalentonados por esa huida desenganchan las correas de los caballos y un grito de "¡mueran los franceses!", se deja escuchar en medio de la algarabía. A mediodía de aquel 2 de mayo de 1808, Madrid entero está alzado en armas. La Guerra acababa de comenzar.

 

 

Cifuentes en la historia. El libro de Cifuentes (pulsando aquí)

CIFUENTES, HISTORIA, CRÓNICA Y MEMORIA

 

Guadalajara en guerra

   A la provincia de Guadalajara llegó unos días después; y más tarde se formaría la Junta de Defensa Provincial. Junta que, en 1809 buscaría la colaboración de un hombre que, por sí solo, ya atemorizaba a los invasores: Juan Martín Díaz, el Empecinado.

   Hasta Ayllón, donde entonces se encuentra, en nombre de la Junta de Defensa y Armamento de Sigüenza, se traslada el cuasi atencino Baltasar Carrillo Manrique Lozano, para ofrecerle en Guadalajara lo que necesite. Juan Martín lo discute con sus lugartenientes. La Junta de Guadalajara les ofrece cuantos caballos precisen, a su disposición ponen armas, vestuario, comida..., otras apenas solicitan su presencia sin ofrecer siquiera un techo, aunque la guerrilla no lo precise.

   El 11 de septiembre de 1809, la partida del Empecinado con ciento sesenta hombres a caballo cruza Somosierra y se interna en la provincia de Guadalajara, guiada por un natural de ésta, subalterno de Juan Martín y natural de Sigüenza, Vicente Sardina.

   Los años siguientes serán de continuos sobresaltos a lo largo y ancho de la provincia de Guadalajara y por supuesto de la tierra de Sigüenza, Medinaceli o del Señorío de Molina de Aragón, cuya capital será saqueada e incendiada por las tropas francesas. De Cifuentes, también.

 

El incendio de Cifuentes

   Tiene lugar el 14 de septiembre de 1810, en el que se pierden dos terceras partes de sus edificios.   Pocos días antes, y respondiendo a la petición de la Junta de Defensa, de Cifuentes salieron los principales objetos de plata de su iglesia, a fin de contribuir con ellos al pago de la defensa y contratación de armas. Lo sucedido en Cifuentes llegará a la Junta de Defensa de Guadalajara a través de Juan Martín el Empecinado; quedando el relato para la historia: Entré en Cifuentes la mañana del 15 y no pudo dejar de conmoverme la horrorosa vista de un fuego tan extendido y voraz que iba a reducir en breve a cenizas a toda la población, y que por más que lo procuré no pude contener por ninguna parte; algunos de mis soldados encontraron todavía pedazos de camisas embreadas y otros muchos mixtos de que se valieron para el incendio.

   Lo ocurrido en Cifuentes es de tales características que, tras observar lo acontecido, las propias tropas francesas negarán haber llevado a cabo semejante barbarie, muy a pesar de que, por distintas partes de la población aparecen camisas francesas embreadas, con las que se avivó el fuego, conforme refirió en su parte Juan Martín.

 

Cifuentes en la historia. El libro de Cifuentes (pulsando aquí)

CIFUENTES, HISTORIA, CRÓNICA Y MEMORIA


 

   La tragedia, conocida en la provincia, y llegada a conocimiento de la Junta de Defensa, haría que el propio intendente, don José López Juana Pinilla, pusiera a disposición de los cifontinos uno de los pocos recursos con los que la Junta contaba en aquellos momentos, madera para reconstruir las casas, en forma de troncos de pino que pertenecientes a Manuel Godoy, y preparados desde años atrás para transportarlos a Aranjuez a través del Tajo, se encontraban almacenados en las altas sierras molinesas, y ya solicitadas por el gobierno de Aragón.

   En el incendio se perderán aproximadamente unas doscientas viviendas, algunas informaciones de su tiempo dan la cifra de 175, del alrededor de 300 con que Cifuentes contaba. La rápida y deficiente reconstrucción de numerosas de las casas y edificios damnificados será la causa de que, conforme avanza el siglo, y a consecuencia de alguna de las numerosas tormentas y riadas que se sucederán durante este y los primeros años del siglo XX, buen número de viviendas se vean afectadas y destruidas por el efecto de las lluvias torrenciales.

    Mientras Cifuentes se reconstruía, numerosos edificios públicos sirvieron de refugio y vivienda provisional a sus gentes. Quedando la población a partir de entonces un tanto al margen de la guerra, que continúa castigando a las poblaciones del entorno, elevando sus escritos de gracias al rey Fernando VII cuando, una vez los franceses abandonan España, el rey entonces “Deseado”, retorna a Madrid, celebrando de manera singular la villa su llegada a España, mediante una gran fiesta que tiene lugar el 30 de mayo de 1814.

   Poco después, el 4 de septiembre, mediante apoderados y representantes, el Ayuntamiento de Cifuentes se postraba ante el rey en Madrid, de lo que quedó reflejo a través de las correspondientes crónicas, que dieron cuenta de lo dicho por las autoridades locales: Señor: La Villa de Cifuentes, siempre fiel a sus Soberanos, tiene la gloria en este día de ofrecer a V.M. por nuestro conducto dos obsequios, los más justos, respetuosos y obligatorios. El primero, señor, es, como ya lo ha hecho en sus templos, el de tributar a Dios, que es de donde todo dimana, las más humildes gracias por haber visto, no sin la más asombrosa admiración, que aquella misma águila altanera que voló con V.M. y amados Infantes al depósito de nuestra privación, orfandad y desprecios, ha sido para su eterna ignominia quien devolviendo a V.M., hermano y tío a su reyno libre, nos ha dado el colmo de mayor satisfacción a nuestros nobles sacrificios. El segundo, Señor, a que se dirige a V.M., es de hacerle presente que la villa de Cifuentes, no ha sido menos que ha contribuido a tan justo y glorioso triunfo…”  Los cifontinos pedían al Rey que no los abandonase.

   El Rey, se limitó a preguntar: ¿con qué tan destruido ha quedado el pueblo? A que respetuosamente contestó el ordenador: Si Señor, pues fueron pábulo de la voracidad de las llamas las mejores casas y de mejor construcción.

   A partir de aquí, con la lentitud que acompañó el paso de los años, comenzaría Cifuentes poco a poco a resurgir de sus cenizas. Gracias, sobre todo, al tesón de sus gentes.

   Páginas de la historia de nuestra gloriosa tierra castellana, que no debemos olvidar.

 

Tomás Gismera Velasco/ Guadalajara en la memoria/ Periódico Nueva Alcarria/ Guadalajara, 7 de septiembre de 2023

 

 

Cifuentes en la historia. El libro de Cifuentes (pulsando aquí)

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