viernes, mayo 14, 2021

¿POR QUIÉN TOCAN LAS CAMPANAS?

 ¿POR QUIÉN TOCAN LAS CAMPANAS?

El toque de las campanas, fue el anuncio de lo bueno y de lo malo, a través de la historia

      Un paisano ilustre, don Francisco de Segura, coetáneo de don Miguel de Cervantes Saavedra, escribió la que es quizá una de las mejores leyendas, tal vez basada en la tradición real, a su manera tenida por milagrosa, en torno a las campanas. Don Francisco de Segura nos legó aquella rara relación en torno a la famosa campana de Velilla (Zaragoza) que, cuando le daba el aire del misterioso embozo, comenzaba a sonar sin que nadie le tirase del badajo.

 

 


   La obra de don Francisco de Segura: “Veríssima Relación de la milagrosa campana de Vililla”, le hizo famoso en el reino de Aragón, si es que ya no lo era. Pues contó el suceso acontecido en torno a la dichosa campana que, un 13 de junio de 1601, se puso a tocar por propia cuenta, despertando a quien se encontraba dormido, pues comenzó a tañer a eso de las siete de la mañana, y no dejó de hacerlo hasta tres días después. Sin duda, debido a algún embrujo del campanero que la fundió.

   Solían ser, los mejores campaneros que arribaron a tierras de esta Castilla provincial en la que Guadalajara se encuentra, hasta fechas no demasiado remotas, de origen cántabro. Campaneros que, desde aquellos valles, y con todo su equipo, acudían allá donde era llamados para fundir el bronce, al mismo pie de la torre en la que la campana habría de izarse. Cántabros fueron numerosos de los que fundieron una buena parte de las serranas. Isla y Meruelo fueron dos de los lugares de los que más artesanos salieron a correr Castilla.

   Aquellos mismos se encargaban de darles el tono, e incluso de añadir al caldo de la fundición alguna especie de reliquia santa. Algo que espantase el mal, y atrajese el bien.

 

El oficio de campanero

   Hubo un tiempo en el que los sacristanes fueron gentes de múltiples oficios. El de tocar con arte las campanas tan sólo fue uno de ellos. A más de este y de hacer lucir los oficios religiosos, en ellos tenían la obligación, donde lo había, de tocar el órgano o el armónium y dirigir los cantos, o interpretarlos por sí mismo. Algunos de los mejores músicos provinciales comenzaron siendo sacristanes, e incluso uno de los mejores organeros que conoció la provincia, don Eustaquio Muñoz, dio sus primeros pasos como sacristán en su localidad natal, Fuentelviejo.

   Tocar el órgano, dirigir los cantos y hacer los oficios de la iglesia, con lo de tocar la campana, tan sólo era una parte de su cometido. A lo largo del siglo XIX en muchos de nuestros pueblos, tuvieron la alta misión de ser maestros de primeras letras, e incluso de llevar las cuentas municipales, haciendo de secretarios del Concejo.

   De ahí que los mejores tocadores de campanas fuesen los organeros, sacristanes y alguaciles. Por otra parte, obligados a conocer cada uno de los toques que las campanas tendrían que dar, fuese a fiesta, niebla o muerto. Incluso cuando se puso de moda tener reloj municipal, por unos celemines más de trigo, o de centeno, quedaban obligados a mantenerlo en hora, y en orden su campana. Encomendándose, en no pocas ocasiones, a Santa Bárbara, por lo de los truenos y tormentas.

 


 NAHARROS, EN TIERRA DE ATIENZA (El libro, pulsando aquí)



 

A campana repicada

   A son de campana tañida o de campana repicada, solían reunirse los Concejos en el atrio de las iglesias, hasta que para hacerlo se inventó lo de construir una casa para los ayuntamientos de los señores regidores. Y al muñir de la campana eran congregados los cofrades de las hermandades a sus reuniones y oficios paganos y divinos.

   Y tiempos hubo en los que, por llevar la contraria a la zarzuela de marras, no sólo se supo por el humo dónde se encontraba el fuego. El toque de las campanas fue capaz de anunciarlo. Hasta que llegaron las sirenas y suplieron con su silbido el sonido del bronce.

   En Guadalajara la sirena de señales que se instaló en la torre del Ayuntamiento en 1933 tuvo la alta misión de, supliendo a la campana, dar el toque de mediodía (un toque continuo de un minuto de duración); y de incendio, que duraba tres minutos.

   En nuestros pueblos el toque de incendio era lo mismo que el de rebato, que parecía que las campanas, sonando sin orden ni concierto, se volvieron locas. Sin nadie que las parase. Después sólo había que seguir la voz de los vecinos, o buscar el humo.

 

Tocando a niebla, y más

   También por muchos de nuestros pueblos hubo, para dirigir los pasos de quienes tuvieron la mala ventura de perderlos entre sus algodonosos dedos, quienes tocaron a niebla o nieve.

   Tenía su función, aquello de tocar a niebla o nieve. Importante, como todos los toques campaneros. La cadencia del sonido, en medio de la oscuridad profunda que todo lo vela, guiaba a quienes perdieron el paso. Y algunos reales se echaron los campaneros al bolsillo cuando, conocedores de que a algún vecino le sorprendió la nevada lejos, se dedicaron a hacerla sonar cada cierto tiempo, para servir de guía. Los reales fueron el premio por salvar la vida del perdido.

   También servían, en sus mejores tiempos, para dar la hora. En aquellos en los que los relojes de mano, bolsillo, pared o sobremesa no eran tan habituales como lo son en nuestros días.

   El sonar de las campanas anunciaba el alba y, desde el alba fueron marcando las horas, de oración principalmente: la del alba, el mediodía y el de la puesta del sol. Cuando salían, donde lo hacían, los serenos, encargándose estos de anunciar la hora, y el tiempo.

 

MARANCHÓN Y SUS MULETEROS (Pulsando aquí)
 

 

El toque de misa

   Cada vez se escucha menos el sonido de las campanas llamando a los fieles a la iglesia. No hay quien las toque; en muchos casos el sonido se suple por otros mecánicos, y en algunos más han dejado de tocarse porque las vibraciones dañan la estabilidad constructiva de las torres.

   Sin embargo, y echando la mirada atrás, parecen escucharse, por los cuatro horizontes de nuestra tierra, los sonidos de las campanas llamando a misa, como si fuesen versos de poemas de Gustavo Adolfo Bécquer. El toque a misa con sus tres llamadas, el de la media, el cuarto y el de ¡corre que no llegas!, porque el cura salía de la sacristía. Cuarenta, veinte, y diez toques finales de campanillo.

   Sin duda, el toque de fiesta, fue el más alegre que escucharse pudo a lo largo y ancho de todos nuestros pueblos. Ese es sonido que todos cuantos salieron de ellos recuerdan. Un sonido que anunció misereres, vísperas y… ¡Misa Mayor! Y todavía volteaban, y lo continúan haciendo, cuando los patronos se asoman a las puertas de la iglesia, o de la ermita, para al iniciar la procesión en medio de un acompasado disparo de cohetes. Es, sin duda, el sonar más alegre que traspasa valles, sube cerros y se expande por la tierra toda que ha de dominar un campanario. Cuanto más lejos llegue el sonido, mejor es la campana. Aunque torres hubo que, con ser muy altas, no dejaron de ser lo que en la jerga de los pedigüeños se llamó engañapobres.

 

Y clamores…

   Quizá sea el más triste de todos. El de clamores, que también llaman de duelo, es toque que encoge los ánimos porque recuerda que alguien se marchó, para no regresar...

   Los buenos campaneros, y quienes conocieron sus toques, por ellos sabían distinguir quién era el muerto. Por lo general, dependiendo de los pueblos se usan toques diferentes, tres dobles con su misteriosa cadencia de unos segundos anuncian la muerte de varón; dos la de mujer y la de chiquillos, con un añadido de gloria al final que viene a decir lo de: ¡angelitos al cielo! Precedidos del toque que llamaron de expirar

   Hoy las campanas se sonar a través de mecanismos que las dirigen con solo apretar un botón; como la de Velilla, suenan solas; sin que nadie las tire del badajo.

   Claro está que allá, por esos pueblos del molinés señorío, por Alustante, Milmarcos o Fuentelsaz, quedan grandes y buenos campaneros que nos recuerdan que este es un arte que no puede fenecer. De ahí que con toques de gloria se haya celebrado, no hace demasiado tiempo, que su sonido es Bien de Interés Cultural.  Un Bien, que a todos nos tañe, aunque ya no sepamos por quien tocan.

 

 

Tomás Gismera Velasco

Guadalajara en la Memoria

Periódicos Nueva Alcarria

Guadalajara, 14 de mayo de 2021

 

LA OLMEDA DE JADRAQUE, Y SUS SALINAS (Pulsando aquí)
 

 VILLACADIMA. TIERRA DE SILENCIO



   Villacadima fue uno de los pueblos más representativos de la arquitectura ganadera serrana, que también los hay, de la provincia de Guadalajara.
   Surgió con anterioridad a la Reconquista cristiana de la tierra, como evidencia su nombre árabe, y perteneció, tras ella, a la Tierra de Atienza, antes de incorporarse poco tiempo después a la de Ayllón, en la que se mantuvo al menos desde el siglo XIV al XIX, perteneciendo durante estos a las provincias de Segovia y Burgos, pasando a la de Guadalajara en 1833.



   Población principalmente ganadera, en la que hicieron fortuna los hidalgos Sanz Merino, fue sumamente castigada durante los años de la invasión francesa y Guerra de la Independencia, al formar parte de la Junta de Defensa de Burgos el cura de la localidad; quedando establecida en su término, durante algunos años, no sólo la estructura financiera, también la imprenta de aquella Junta, hasta ser apresada en el vecino pueblo de Grado del Pico.



   El siglo XX hizo que poco a poco fuese desapareciendo la población hasta quedar totalmente deshabitada, quedando abandonada incluso una de las iglesias románicas más representativas de la hoy provincia de Guadalajara; después de que los descendientes de aquellos hidalgos serranos, cuyos restos reposan a la posteridad bajo significativas losas, se afincasen en Segovia, Riaza o Almazán, e incluso sus últimos personajes populares, como el escultor Bienvenido Martín Hergueta, tomasen el camino de la gran ciudad.


 

2 comentarios:

  1. Así suena en Peralveche la campana de Villaescusa de Palositos.
    http://www.villaescusadepalositos.es/imagenes/campanasonido.mp4

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  2. Así suena en Peralveche la campana de Villaescusa de Palositos.
    http://www.villaescusadepalositos.es/imagenes/campanasonido.mp4

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