viernes, junio 01, 2018

ISAAC ROMANILLOS, Y LA BODA DEL REY ALFONSO XIII


ISAAC ROMANILLOS, Y LA BODA DEL REY ALFONSO XIII
Natural de Atienza, murió a causa de la bomba que atentó contra el rey

 
  Puede que de no haber sido hijo de pastores Isaac Romanillos fuese, al día de hoy, uno de esos héroes de los que los libros de historia se hacen eco a través de las páginas que dan cuenta de los sucesos que acaecen más allá de nuestro horizonte. Pero resulta que Isaac Romanillos Sancho lo era; hijo de pastores y además pasó algunos meses en la Inclusa.

   Su padre, Cándido Romanillos, fue un buen hombre natural del pueblecito de Bochones, junto a Atienza, que se casó en la villa castillera con la atencina Vicenta Sancho en la década de 1870 y, como mandaban los tiempos, tras el enlace comenzaron a nacerles los hijos que, conforme nacían, emprendían el viaje a la eternidad. O sea, al cementerio.



    Bochones fue, en su tiempo, pueblo de pastores. Hoy es uno de esos pueblos de la provincia de Guadalajara, anexionado a Atienza, que se ha quedado prácticamente desierto, con toda la hermosura de su belleza natural rodeándolo; Atienza a un lado, al otro Soria, y allá a su frente Casillas. Tierras del romance y aún por descubrirse la hermosura de estos pueblos de arenisca roja que merecen una mirada. Que, al otro lado de Atienza, sigue habiendo pueblos, y vida.

   Entre Bochones, Barcones, Atienza y Madrigal, otro de esos pueblos que se agazapan entre las barranqueras del otro lado de Atienza, pasó el matrimonio de pastores parte de su vida. No está claro el por qué dejaron al chiquillo Isaac, nacido en 1883, en el torno de la Inclusa de Atienza, dependiente de la Diputación Provincial; pero lo hicieron. La Inclusa de Atienza ocupaba un lugarcito en aquel magnífico hospital dieciochesco, hoy de arquitectura descalabrada y convertido en hotel, a la entrada de la villa. Lo recuperaron en 1885. Y continuó con los padres ejerciendo oficios de zagal hasta que le llegó la hora de servir a la Patria. Y así fue como nuestro muchacho se encontró, en los primeros años del siglo XX sirviendo en el Regimiento Wad-Ras 50, que fue el encargado de cubrir carrera aquel 31 de mayo de 1906 del enlace real entre don Alfonso XIII y doña Victoria Eugenia que, por azares de destino se llenó de sangre.

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   Las mismas crónicas que dan cuenta del enlace dicen que el propio Presidente del Gobierno habló con el Rey de la posibilidad de un atentado. El trayecto de ida, desde palacio a la iglesia, discurrió sin incidentes. Tampoco los hubo en la iglesia y el cortejo, que salió de ella pasada la una del mediodía, discurrió sin novedad a través de medio Madrid, por la Carrera de San Jerónimo, así como por la Puerta del Sol. Cuando la carroza de los reyes entró en la calle Mayor, eran alrededor de las dos y media de la tarde.

   A esas horas, en el espacio que a la altura del número 88 de la calle Mayor se abría, prácticamente frente a la Capitanía General, se escuchó el estrépito de la bomba que, oculta en el ramo de flores, cayó desde el balcón de la esquina del edificio, rebotó con los cables del tendido eléctrico, que lo desvió, y fue a caer a uno de los lados de la carroza real.

   El griterío de los heridos acompañó la salida de los reyes, quienes resultaron ilesos, en busca de la carroza de respeto con la que continuaron a palacio. Atrás quedaba un reguero de muertos y muchos, muchos heridos. Las cifras posteriores darían 32 muertos y más cien heridos de diversa consideración.

Entierro de los militares fallecidos a causa de la explosión, entre ellos Isaac Romanillos
   En aquellos primeros momentos los heridos fueron atendidos en el mismo lugar, hasta ser trasladados a las diferentes casas de socorro. Al igual que los muertos, la mayoría civiles, aunque no faltaron militares de los que cubrían carrera, la mayoría pertenecientes al Regimiento de Wad-Ras número 50, dedicado a la escolta del Rey.

   Entre los muertos del Regimiento están uno de los capitanes, dos tenientes, varios soldados, un cabo, el tambor…

    Algunas personas de la provincia de Guadalajara también se encontraron entre los muertos y heridos: Guillermo Molina y Zenón Llorente, naturales de la capital, y Vicente Taberner, de Hinojosa, y pertenecientes al Regimiento Wad-Ras, resultaron heridos. También algunos espectadores, entre ellos Daniela Hernández, de Molina, y Rafaela Barrios, de Guadalajara. Fueron los nombres que ofreció la prensa provincial, encargándose de dar la noticia de la muerte en el hospital, a causa de las heridas, de Guillermo Molina. Ningún medio comunicó la muerte de Isaac Romanillos Sancho. La bomba explotó a sus pies.

   Un gesto tuvo Su Majestad para con los muertos y heridos, ya que a todos se les concedió una paga, dependiendo del carácter de sus heridas y del estado al que pertenecían, civil o militar. Los militares fueron condecorados y ascendidos un grado. Aparte de ello, y de resultas de las suscripciones populares para ayudar a las víctimas y levantarles un monumento, se repartieron algunas cantidades. A Cándido Romanillos se le entregaron 700 pesetas de lo recaudado, y le dejaron una paga anual por la muerte del hijo de 273 pesetas con 75 céntimos.



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Los padres de Isaac no pudieron asistir a los funerales, celebrados el 1 de junio en Madrid. Entre otras cosas porque no conocieron la muerte del hijo hasta muchos días después.

   Su cuerpo, junto a los militares fallecidos de su Regimiento fue trasladado a una sala de la planta baja de la clínica militar instalada en la iglesia del Buen Suceso, en la calle de la Princesa, que sirvió de capilla ardiente, y que en la tarde del 31 fue visitada por el Rey.

   A finales de aquel año, y por suscripción popular, se levantó frente al lugar en el que cayó la
bomba un gran monumento de recuerdo, en el que figuraron los nombres de todos los fallecidos, monumento que dañado durante la Guerra Civil, terminó retirándose para ser suplido por el hoy existente.

Momento del estallido de la bomba, al paso de la carroza real, que costó la vida a casi medio centenar de personas


   La partida de nacimiento de Isaac Romanillos, único recuerdo del muchacho de 23 años que perdió la vida en el atentado contra el Rey de España, está en los archivos eclesiásticos de Atienza, la partida de defunción en Madrid, en el registro civil del distrito de Palacio, libro de defunciones folio 90, libro 123, en él podemos leer: Por don Manuel Kreisler Ubago, Secretario, se procede a inscribir la defunción de Isaac Romanillos Sánchez (Sancho), natural de Atienza, provincia de Guadalajara, de veintitrés años de edad, soltero, soldado del Regimiento de Infantería Wad Ras núm. 50, hijo de Cándido Romanillos y Vicenta Sancho, cuyas naturalezas y demás fuentes se ignoran, falleció delante de la casa número 88 de la calle Mayor, a las catorce horas y treinta minutos del día 31 de mayo de 1906…

   Lo enterraron el 1 de junio, de hace 112 años. Y el tiempo, quizá porque fue hijo de pastores, se encargó de olvidarse de él.

Tomás Gismera Velasco
Semanario Nueva Alcarria
Guadalajara, 1 de junio de 2018 
 
 

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