martes, diciembre 29, 2015

PUEBLOS DE LA SERRANÍA. BOCHONES: NOTAS PARA SU HISTORIA RECIENTE



PUEBLOS DE LA SERRANÍA.
BOCHONES:
NOTAS PARA SU HISTORIA RECIENTE

Tomás Gismera Velasco

   Que Bochones es uno de esos pueblos prácticamente desconocidos de la provincia de Guadalajara y la Serranía de Atienza, a nadie le cabe duda. Se encuentra al norte de la villa de Atienza, de la que depende para todos los servicios, como anexionado municipalmente, si bien y a lo largo del tiempo tuvo su propia autonomía municipal y contó, como todos nuestros pueblos, con su propia historia. La población fue agregada a Romanillos de Atienza mediado el siglo XIX, y con Romanillos anduvo hasta la década de 1880, en que pasó a depender de Atienza.

   Como tantos otros, también Bochones estuvo dentro de los señoríos de los Mendoza, que por esta parte de la Guadalajara rayana con Soria fueron condes de Coruña, marqueses de Monteagudo, o de Lanzarote. Dependiendo de los tiempos.

   Y a pesar de que los datos censales más comunes a la hora de centrarnos en el número de habitantes que tuvieron tal o cual pueblo nos remiten al Catastro de Ensenada, otras referencias nos hablan de que mediado el siglo XIX era lugar de 45 vecinos y 182 habitantes, con dos edificios de un piso, 41 de dos y 3 de tres, que hacen un total de 46 casas, de las que permanecen habitadas a lo largo de todo el año, 43. 

   En los tiempos de Ensenada, Bochones era, como Atienza, lugar de realengo. Se encontraba, como lo ha venido haciendo a lo largo de la historia, en uno de los tradicionales pasos de la Mesta, la Cañada Real Soriana, con cuyos alcaldes mantuvo el vecindario largos pleitos por el uso, y en ocasiones abuso, de pastos de los rebaños que por allí pasaban. Siendo, quizá por ello, tierras de pastores. Apellidos tradicionales del municipio han quedado unidos al nombre de muchos de los pastores serranos en un oficio que avanzado el siglo XXI ha pasado la historia, sin embargo pastores fueron los padres de uno de los más preclaros hijos del lugar, Fray Jorge Romanillos, y también lo fueron de quien, en los albores del siglo XX, inscribió su nombre con sangre en las bodas de Alfonso XIII, como una de las víctimas del atentado, Isaac Romanillos, entre otros muchos. Y es que este apellido, Romanillos, ha sido la seña de identidad de Bochones.

   Sin embargo, retomando el hilo del vecindario, cuando Ensenada dio a conocer el resultado de sus averiguaciones catastrales Bochones contaba con ochenta y seis vecinos, casi el doble de los que llegaron al siglo XIX y, por supuesto, muchos más de los que cuenta en la actuliad, cuyo número no alcanza a la media docena.

   Nunca, a pesar de que son muchas las interpretaciones, conoceremos con certeza el por qué de que a los naturales de Bochones, desde los pueblos limítrofes, se les apode “Monterones”, quizá sea por la montera característica que usaron para cubrir la cabeza sus pastores. Del mismo modo que tampoco conoceremos el por qué de la celebración local en torno a la fiesta de la Virgen de Torralba, con la leyenda a ella añadida, cuando el patrono de la iglesia es San Bartolomé.

   Unido municipalmente a Atienza, en 1834 encontramos el curioso anuncio mediante el que se solicita maestro de niños, quien a su vez, y como sucede en los pueblos limítrofes, ha de desempeñar otro conjunto de obligaciones:

   Se halla vacante la sacristía, maestría de niños y fiel de fechos del lugar de Bochones, partido de Atienza, y la dotación de dichos tres magisterios consiste en veintiocho fanegas de trigo de buena especie y casa de valde, además de lo que rinda el pie de altar que vendrá en todo el año en dinero efectivo al pie de media onza poco más o menos…

   Compartía médico cirujano, por esta época, con la cercana población de Cincovillas, como anejos que ambos eran de Atienza en cuanto a la medicina se refiere. E igualmente compartía con la población de Casilla, cura párroco. Bochones fue segregado del Ayuntamiento de Atienza en el mes de mayo de 1888, agregándose entonces a Casillas de Atienza, para ser nuevamente agregado al municipio atencino en los inicios del siglo XX.

   Escuela que funcionó con cierta regularidad, al contrario de lo que ocurriese con otras vecinas ya que, al contrario que aquellas, que cuyos maestros no solían tener el cargo en propiedad, sino que lo ejercían  de forma  interina,  en este caso  el maestro e ra titular,  por lo que  permanecía  en  el lugar durante varios años. A pesar de que no se librarían los chicos del pueblo de que la escuela, como otras muchas, se encontrase en permanente ruina y desde Guadalajara, ante el mal estado del edificio y riesgo para los alumnos, llegó la orden en 1927 de que se abandonase el local, se reconstruyese por cuenta del municipio de Atienza, al que correspondía hacerlo y que, mientras aquello sucediese, el maestro, ante la falta de local en el que hacerlo, diese las lecciones en la calle. La escuela había sido parcialmente reparada diez años atrás, cuando se puso el entarimado del suelo, se retejó el edificio y se añadieron tres mesas para que los alumnos pudieran seguir las clases.

   Algo similar sucedía por entonces en Casillas, cuyos vecinos, antes de conocer lo sucedido en Bochones, solicitaban de la inspección provincial que sus hijos pudiesen asistir a la escuela de Bochones. Así estaba, en el primer tercio del siglo XX, la enseñanza en la comarca de Atienza.

   Era maestro en 1909 don Felipe Illescas Gómez, quien compartió docencia con don Atanasio Hernández incansable defensor de los derechos de los maestros desde esta localidad, y de quien ya hemos hablado en esta memoria breve de los pueblos de nuestro entorno. Don Felipe dejó el pueblo en 1913 para asentarse en su localidad natal de Fuentes, en la provincia de Toledo.



   Por supuesto que también había escuela de niñas, aunque a esta asistían menor número de alumnas, sobre todo después de 1940. No tenemos los nombres de las maestras de la población, si bien la memoria de quienes la recuerdan mantienen el nombre de una de las últimas que dio clase en la localidad, avanzada la década de 1950, Ángeles Lozano.

   Quizá en esa época, primer tercio del siglo XX, uno de los vecinos más ilustres de Bochones fuese el pedagogo Don Luis Coll, quien a pesar de estar avecindado en Madrid pasaba largas temporadas en el pequeño pueblo de la serranía atencina, haciendo constantes paradas, y visitas, a Sigüenza, en donde conservaba gran número de amigos, así como en Atienza. Visitas a la población de Bochones que dejaron de prodigarse a partir del verano de 1922, cuando la casa fue asaltada, de lo que se dio cuenta de la prensa de la época:

   En el lugar de Bochones, agregado de Atienza, ha sido desvalijada una casa en donde suele pasar los veranos el vecino de Madrid don Luis Coll.
   Después de violentar las puertas de la verja, los ladrones abrieron la de la casa, valiéndose de dos rejas de arado, y una vez dentro se llevaron varios cubiertos, ropas y otros enseres.
   Se sospecha que dicha hazaña haya sido realizada por tres vendedores ambulantes que el día anterior estuvieron en Bochones.
   Al recibir noticias de ese suceso se trasladaron a dicho lugar el juez de primera instancia de Atienza y el alférez de la Guardia Civil de Cogolludo, D. Benigno García.

   Luis Coll, además de publicar numerosos escritos en torno a la pedagogía también lo hizo con alguno que otro ensayo a medio camino entre la política y la docencia, como: “Educación y socialismo”. Además de ser uno de los sostenedores de la Cocina de Caridad fundada por el clérigo Hilario Yabén en Sigüenza.

   De Bochones fue originario, aunque nacido en Atienza, el conocido maestro y político guadalajareño Teodoro Romanillos Chicharro, fundador del periódico “El Magisterio Arriacense”, colaborador de innumerables medios de prensa de la provincia, y uno de los más activos miembros del partido político Unión Patriótica, con el que llegó a ser concejal en el Ayuntamiento de Guadalajara, desempeñando la primera tenencia de Alcaldía y, en 1928, y de manera transitoria, la Alcaldía de la ciudad, al tiempo que desempeñó otros muchos cargos como el de Inspector de Primera Enseñanza. Su biografía, en breve se traza en el blog “Personajes de Atienza”.

   Y por supuesto, en Bochones nació igualmente Fray Jorge Romanillos Romanillos, de quien nos ocupamos en el número anterior de Atienza de los Juglares.  Así como Isaac Romanillos, quien perdió la vida en el atentado llevado a cabo contra el rey Alfonso XIII el día de su boda. Isaac Romanillos se encontraba cubriendo carrera, como soldado del Regimiento del Rey, justo en el portal del edificio desde cuyos balcones se arrojó la bomba.

   Es mucha la historia que queda por escribir en torno a Bochones, más allá de las crónicas del conde de Romanones, habitual cazador de codornices en su término; o de aquellas aventuras políticas en las que se decía a través de la prensa nacional que los electores acudían a depositar su voto, a la vista de los candidatos que lo ponían en sus manos, en sobre abierto y custodiados por la Guardia Civil, para que los caciques provinciales continuasen siéndolo, olvidando las escuelas, y el progreso que debían haber impulsado a estos municipios, a fin de que no perdiesen el mayor capital del que disponían: sus habitantes.

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